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Bangkok. 07:00 de la mañana. Suena el despertador. Si había algún ápice de cansancio o jet lag estaba bien escondido entre nuestras ganas de descubrir la ciudad. El Palacio Real abría a las 8:30 y queríamos ser los primeros. Ducha, mochila y bajamos a disfrutar del desayuno incluido en el precio del hotel. Fue una gozada poder hacerlo en la terraza del restaurante y junto al estanque. Nosotros cogimos un poco de todo: fruta, tostadas, bollos y arroz frito (sí, arroz frito).
Antes de salir preguntamos en recepción cuanto nos pediría un tuk tuk por llevarnos hasta el palacio. Nos dijeron que unos 400 THB, nos pareció demasiado comparándolo con el precio que pagamos el día anterior para venir del aeropuerto, pero efectivamente comprobamos que era así. Preguntamos a varios taxistas y nos daban el mismo precio, negándose a poner el taxímetro hasta que uno joven y sensato accedió y en pocos minutos nos dejó en nuestro destino por 40 THB. Como podéis ver, la diferencia es abismal.
Llegamos justo cuando estaban abriendo, así que compramos nuestras entradas sin cola por 500 THB cada uno y comenzamos a explorar Wat Phra Kaew, el templo del buda esmeralda, con una efímera tranquilidad.
Y digo efímera porque pocos minutos después, el recinto comenzó a llenarse y no os quiero ni contar como estaba una hora después.
Poco más que contar de este lugar que no se haya dicho. Vivos colores, formas espectaculares e innumerables rincones únicos que nos dejaban con la boca abierta. Todo era nuevo para nosotros y lo disfrutábamos como niños.
Pasamos al área del palacio real justo cuando se estaba realizando el cambio de guardia ¡menuda suerte! Esta parte es mucho más tranquila y menos transitada que la anterior, pero también menos vistosa. En cualquier caso, a nosotros todo nos parecía precioso.
Nos sentamos unos minutos a reponer líquido en un pequeño bar del interior antes de poner rumbo al siguiente destino: Wat Pho.
A la salida nos encontramos con los típicos transeuntes que nos decían que Wat Pho estaba cerrado. Ni caso. Fuimos caminando y llegamos en pocos minutos. A la entrada, nos encontramos con un simpático local que nos preguntó sobre nuestro viaje e itinerario de forma desinteresada, fue muy amable!
Compramos las entradas por 100 THB cada uno y nos adentramos en este nuevo templo. Vimos un gong enorme cerca de las taquillas y no pudimos evitar hacerlo sonar. Las vibraciones que emitió fueron estremecedoras, pero hay que admitir que hay mucho de zen en ese sonido.
Salvo la parte del buda reclinado, el templo estaba prácticamente desierto. Nos gustó mucho poder recorrerlo en medio de esa tranquilidad, recreándonos en sus filas de budas dorados y en los pequeños azulejos que decoraban sus estupas.
Este templo alberga una escuela importante de medicina tradicional y masajes y pudimos ver a sus estudiantes recorrerlo. También nos encontramos a un pequeño monje que recolectaba donaciones y quisimos colaborar.
Para finalizar, dejamos la parte más famosa y a la vez concurrida: El Buda Reclinado. Sus 46 metros de largo y 15 de alto dejan boquiabierto a cualquiera.
A pesar de la multitud, recorrimos toda la figura alucinados. Habíamos leído que sus pies, con preciosas incrustaciones, habían estado cubiertos por remodelación recientemente. Por suerte, pudimos verlos aunque no todo lo cerca que nos hubiera gustado.
Muy satisfechos con lo que hasta entonces estábamos viendo, seguimos con nuestro recorrido. Sabíamos que Wat Arun seguía en su profunda remodelación y no nos compensaba visitar el templo en ese estado con la apretada agenda que teníamos, sólo lo vimos desde el otro lado del río. También teníamos pensado hacer un paseo en barca por los Khlongs, pero a mi novio no le atraía nada la idea de ver tantísima suciedad y las miserias de la gente, así que continuamos con nuestra ruta de templos.
El siguiente era Wat Saket o Golden Mount. Tuvimos que enseñarle el nombre escrito al taxista porque por “Golden Mount” no tenía ni idea. Con el taxímetro en marcha, nos cobró 70 THB por la carrera.
Compramos las entradas por 20 THB cada uno y comenzamos el ascenso por sus largas escaleras. Fuimos parando para ver los pequeños estanques con tortugas que había a los lados y a tocar las típicas campanas sin tener que rivalizar con otros turistas.
A pesar de que el templo se encontraba también en remodelación, disfrutamos mucho la visita, entre otras cosas por las panorámicas que tuvimos de Bangkok desde la cima y porque pudimos hacer nuestra primera ofrenda, un momento muy especial con el olor del incienso, el fino tacto del pan de oro y los cantos de los monjes de fondo.
En la tienda del templo nos compramos una de las bebidas que nos iba a acompañar durante todo el viaje: Un té helado de limón y miel que nos encantó. 20 THB.
Una vez abajo, fuimos andando a un templo cercano, Wat Ratchanatdaram. Me interesaba bastante visitar este complejo porque, con sus agujas negras, me pareció distinto a todos los demás. Lamentablemente también estaba en reformas, pero pudimos hacernos una idea.
Nos dirigimos después andando a Wat Suthat y al columpio gigante. Según el mapa, estaba bastante cerca y por el camino pudimos ver además multitud de tiendas de decoración con enormes budas, pero ojo, en los templos te advierten de que es ofensivo usar su cabeza a modo de objeto decorativo, así como para tatuaje.
Llegamos al fin al columpio gigante, una estructura de 20 metros de alto en la que muchos atrevidos locales se columpiaban para intentar alcanzar una bolsa de monedas de oro. En 1935 se canceló la ceremonia por el elevado número de accidentes, muchos de ellos mortales.
Pagamos la entrada de 20 THB cada uno al templo de Wat Suthat, construido para albergar un gran buda de bronce procedente de Sukhothai.
Recorrimos todos los rincones del templo prácticamente en soledad y nos sentamos en el templo principal rodeados de tailandesas para escuchar la ceremonia que estaba teniendo lugar. Una experiencia muy interesante mientras reposábamos al frescor de los ventiladores.
Hacía calor y humedad aunque el cielo estaba con una ligera neblina, pero la verdad es que nos lo imaginamos peor.
Tomamos un taxi hacía la zona de Chinatown por 67 THB y nos dejó en la puerta de Wat Traimit, el templo del buda de oro. Compramos las entradas por 40 THB cada uno, con acceso sólo al templo y no al museo.
El templo de mármol con agujas doradas nos gustó bastante, pero sin duda la joya era el enorme buda oro macizo, 3 metros de altura y 5 toneladas de peso… y la historia que hay detrás de él. Resulta que hace cientos de años los monjes cubrieron esta estatua de estuco para protegerla de los saqueos de los birmanos y con el paso de los años fue quedando en el olvido. Era una estatua más. Siglos después, en medio de la remodelación de un templo en Bangkok, una grúa golpeó accidentalmente la figura y se descubrió que se trataba de un tesoro de incalculable valor.
Ya eran las tres de la tarde pero seguíamos sin hambre. Habíamos bebido tanto para apagar la sed que teníamos al estómago engañado. Como estábamos en la zona, decidimos ir a dar un paseo por Chinatown. Ahí es donde experimentamos por primera vez el caos tan típico de las ciudades del sudeste asiático. Los carteles de neón, la multitud, la herrumbre cubierta por el humo del tráfico… y pesar de lo mal que suena esta descripción, estábamos fascinados. Era otro mundo.
Recorrimos las callejuelas hasta que nos adentramos en un interminable mercado con tiendas de todo tipo, donde hicimos la compra de nuestros primeros souvenirs. Y cuando digo de todo tipo, es de todo tipo, desde mercerías hasta pescaderías, pasando por tiendas de bolsos y de artículos de pesca.
A la salida, nos detuvimos a observar los canales de la zona. En ese momento me alegré de haber descartado el paseo en barca.
Tomamos otro taxi por 60 THB hasta la zona de Silom. Queríamos visitar el templo hindú Sri Mariamman.
La verdad es que me esperaba más, pero quería tener mi primer contacto con la arquitectura hindú. El exterior es bastante curioso, pero el interior me pareció un mercado o un bar, siento si a alguien le ofende. La entrada es gratuita y recomiendo la visita si tenéis tiempo y estáis por la zona.
Ibamos muy bien de tiempo y aunque continuamos sin mucho apetito, paramos en un 7/Eleven a comprar varias cosas: repelente para mosquitos (llevábamos de España pero preveíamos que nos íbamos a quedar cortos. Además este es igual de efectivo y mucho más barato, sólo algo más de 1€ al cambio frente a los más de 10€ del Relec), bebidas y unos sandwiches a la plancha de los que íbamos a echar mano varias veces en el viaje. Esta vez cogimos 2 de gambas y carne desmechada con una salsa dulce, muy ricos. Todo nos costó 124 THB ¡Viva el 7/Eleven!
Cogimos otro taxi más por 60 THB hasta el famosísimo centro comercial MBK. Todo lo que habíamos leído era cierto: Dimensiones enormes y tiendas de todo.
No obstante, no conseguimos grandes rebajas por parte de los comerciantes a pesar de nuestras dotes de regateo, pero nos llevamos una idea general de cómo estaban los precios.
Reservamos las compras para el siguiente destino. Taxi de vuelta a la zona de Silom por otros 60 THB para visitar el mercado nocturno de Patpong. Justo cuando llegamos, ya de noche, comenzó a caer una gran tromba de agua, pero gracias a un rudimentario pero efectivo sistema de canalones y toldos no nos mojamos absolutamente nada mientras recorríamos los puestos. Ya podríamos aprender aquí, que caen cuatro gotas y las ciudades se vuelven un completo caos.
En esta ocasión si que picamos. Camisetas, zapatillas, pantalones de muay thai… Los precios nos parecieron más económicos que en el MBK y los comerciantes mucho menos peleones en el regateo.
Después de un par de horas, cogimos un taxi de vuelta a nuestro hotel. Nos duchamos y bajamos a cenar justo en los locales de debajo más que nada porque estaban echando el partido de España. Pedimos brochetas satay para compartir, arroz frito y tortilla al estilo tailandés, todo nos costó 390 THB.
De postre, nos tomamos un dos rotees por 90THB de leche condensada y nutella mientras paseábamos por los puestos de Rambuttri. Los pies ya no nos daban para más y nos retiramos a la habitación más que satisfechos, habíamos recorrido prácticamente todo lo que nos interesaba de Bangkok en un solo día ¿Alguien da más?
GASTOS DEL DÍA PARA 2 PERSONAS
Entradas al Gran Palacio: 1000 THB
Entradas a Wat Pho: 200 THB
Entradas a Golden Mount: 40 THB
Entradas a Wat Suthat: 40 THB
Entradas a Wat Traimit: 40 THB
Comida y compras en 7/11: 124 THB
Bebidas varias: 117 THB
7 Taxis: 437 THB
Cena: 390 THB
Rotees de postre: 90 THB
TOTAL: 2478 THB
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a ver si yo tengo tanta suerte con los precios de los vuelos, pero veo que sobrevivir económicamente por allí es posible! Me animas a viajar allí 
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