El día amaneció algo más despejado que el día anterior. Después de un desayuno contundente (como todos en este viaje), pusimos rumbo a Hřensko, un pueblo turístico a orillas del río Elba, base para conocer el Parque Natural de la Suiza Bohemia (Ceske Svycarsko). Nuestra intención era hacer una ruta hasta Pravčická Brána, un arco de piedra que es la principal atracción del parque. En el 2013 hicimos una breve incursión en la parte alemana de este parque, la Suiza Sajona, desde Dresde, y nos gustaron muchos sus formaciones rocosas a orillas del río. Así que este año nos dispusimos a conocer la parte checa. Es un sitio donde hay mucho turismo, pero la mayoría procede de Alemania. De hecho, era difícil que alguien te entendiera en inglés, la mayoría de la gente solo hablaba alemán.
Para ir a Pravčická Brána, es posible hacerlo a pie por un camino que parte desde Hřensko o desde Mezni Louka, siendo más aconsejable este último ya que, aunque es más largo, la subida es más sostenida y se va por un bosque muy bonito. Pensamos hacerlo ida y vuelta desde Mezni Louka, pero escribí a la oficina de gestión del parque y me dijeron que podía hacerlo lineal desde Mezni Louka hasta Hřensko y volver en el autobús 434, del que me mandaron los horarios. Finalmente fuimos a Hřensko, aparcamos allí (120 coronas todo el día), cogimos el autobús hasta Mezni Louka y comenzamos el camino, que está señalizado con marcas rojas.
Había gente, bastante gente, como era de esperar siendo un sábado de agosto, pero no nos resultó agobiante. La ruta comienza con una pendiente suave entre un bosque de altos árboles. Había una humedad considerable, y eso aumentaba la sensación de calor, y eso que el día estaba fresco y nublado. A medida que subimos empezamos a ver las formaciones rocosas que caracterizan a este parque. El camino es muy bonito, con algunos miradores a los que asomarse. Hay paneles explicativos, pero solo están en checo y en alemán, así que me enteré de poco.
A los 6 kilómetros de ruta aproximadamente hay un desvío que sube a Pravčická Brána. Poco a poco fuimos viendo el arco de piedra y el edificio que sirve de restaurante. El arco es inmenso, de eso ya nos dimos cuenta nada más subir. Pero para acceder a él y verlo en todo su esplendor desde los miradores hay que pagar una entrada que cuesta 75 coronas. No dudamos en pagarlo, ya que habíamos llegado hasta allí. Y creo que es imprescindible, porque paseando por la red de miradores se puede ver Pravčická Brána desde distintas perspectivas, además de otras vistas de la Suiza Bohemia, espectaculares.
El día estaba nublado y era una pena porque todas las fotos salían con bruma, pero eso nos permitió fotografiar el arco de piedra, que en caso de estar despejado, a la hora que nosotros fuimos hubiera tenido el sol justo encima.
Cuando nos cansamos de admirar el paisaje nos sentamos en un kiosco que hay justo debajo del arco y nos pedimos una cerveza que nos supo a gloria, después del calor de la ruta y en un entorno tan privilegiado. De las mejores cervezas del viaje, y no fue cara para estar en un sitio así.
Continuamos el camino en descenso hasta llegar a Hřensko, por un sendero muy húmedo, como podía verse en los árboles y rocas cubiertos de una capa verde. Tras un par de kilómetros se llega a un cruce y a partir de ahí el camino transcurre junto a la carretera. Fue la parte que menos me gustó de la ruta, creo que aporta poco. Y nos la podríamos haber saltado si hubiésemos aparcado en Mezni Louka, ya que en el cruce había una parada del autobús 434.
Llegamos a Hřensko, donde nos comimos los bocadillos que llevábamos con unas cervezas y nos dispusimos a salir del pueblo, lo cual nos resultó un poco complicado, ya que teníamos que salir dirección Janov y no vimos la señal. Tuvimos que dar la vuelta por una abarrotada calle con un mercadillo... Por fin salimos, por unas carreteras estrechas que nos llevaron a Panská Skála, la siguiente vista que queríamos hacer antes de llegar a Kutna Horá.
Panská skála significa la Roca del Señor en checo, también se le conoce como Órgano de Piedra (Kamenné varhany). Se trata de unas columnas de basalto que recuerdan a los tubos petrificados de un órgano y evidencian la antigua actividad volcánica del lugar. Es la reserva geológica más antigua de Bohemia. Dejamos el coche un parking muy cercano (20 coronas) y subimos a lo alto de la formación rocosa, donde estuvimos un rato haciendo fotos.
Continuamos nuestro camino hasta Kutna Horá por las carreteras checas, en las que hay que armarse de paciencia, con los pasos a nivel y las paradas por obras y desvíos. Llegamos a nuestro alojamiento Penzion Bed and Breakfast, dejamos las cosas y salimos a cenar y conocer un poco de la ciudad.
Dimos un paseo y fuimos a cenar en un restaurante que nos había recomendado la dueña de la pensión, el Dacicky. Nos gustó mucho, tiene decoración medieval, pero preferimos sentarnos el patio, donde se estaba muy bien, con una temperatura muy agradable. La cerveza estaba buenísima, la hacen específicamente para ellos, y de comer nos pedimos un codillo que estaba exquisito. Tres cervezas, el codillo y una guarnición nos salió por 420 coronas.
Después dimos una vuelta por la ciudad, que estaba preciosa iluminada, y además se estaba muy tranquilo, porque la mayoría de los turistas van a Kutna Horá de día desde Praga. Un paseo muy agradable que nos gustó mucho, el broche perfecto a un gran día.