Hoy toca de nuevo excursión con el equipo de Andrés de la Mora. Concretamente vamos a visitar Tulum, Playa Paraíso, Grand Cenote y por último Cobá. El precio de la excursión es de 990 pesos por persona (aproximadamente 47€) e incluye desplazamientos, entradas y comida.
Tras recogernos en el hotel (en esta ocasión puntualmente) partimos hacia la zona arqueológica de Tulum. La cosa no pintaba muy bien en lo que a climatología se refiere, ya que de camino nos cayó una buena trompa de agua. Por suerte a medida que nos acercábamos a nuestro destino despejó y las nubes dieron paso a un sol de justicia. Cuando llegamos era relativamente temprano (08:20), acaban de abrir y aún no había mucha gente, lo que nos permitió disfrutar de la zona sin aglomeraciones. Nuestro guía David nos explicó la historia del lugar, su arquitectura e incluso alguna que otra anécdota de los mayas… Sabía que los historiadores habían criticado el poco rigor histórico de la película Apocalypto, por lo que no me sorprendió al escucharlo de boca de David. Lo que si me sorprendió y consiguió hacerme reír (a mí y al resto del grupo) fue el motivo que argumentó: ¡Apocalypto era poco sangrienta!!!!! A continuación, empezó a explicarnos el porqué de su aseveración y, citando las narraciones de Bernal Diaz del Castillo, nos explicó como se les quitaba el corazón a los enemigos en ofrenda a los dioses, de cómo los desollaban y se cubrían con la piel de los mismos, comían sus carnes … Vamos!, todo un espectáculo dantesco. Sobra decir que lo que estábamos escuchando hizo que se nos borrara a todos la sonrisa de la boca. Alguien preguntó cuántos mayas había actualmente .. no recuerdo cuantos dijo que había entre México y Guatemala, pero sé que eran más de 8 millones, pues después de los cálculos oportunos dijo que había más mayas que catalanes, lo que volvió a robarnos una risa. A continuación, nos dio un tiempo libre para que disfrutáramos de la belleza de las Tulum y de sus vistas espectaculares.
Nuestra siguiente parada fue Playa Paraíso, que se encuentra a escasos 1 km de las ruinas y cuyo nombre no puede ser más acertado. Con el contraste del verde de la vegetación, el blanco de su fina arena y las distintas tonalidades de azul del agua pareciera que estábamos en el edén. Mientras David nos vigilaba las cosas disfrutamos como enanos del lugar, y cuando nos cansamos de nadar, hacer snorkel y demás, nos estaban esperando unas bebidas refrescantes que habíamos reservado previamente.
Con el bañador puesto nos fuimos a un cenote cercano, concretamente al Grand Cenote. Este, a diferencia del Ik Kil, tiene poca profundidad y su agua es cristalina por lo que se puede disfrutar de los peces y tortugas. Parte del cenote se encuentra bajo una cueva por lo que también se pueden ver murciélagos echando una cabezadita en sus nidos.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Cuando quisimos darnos cuenta ya era hora de comer, así que partimos hacia un restaurante donde pudimos degustar platos tradicionales de la zona de Yucatán, tal como la Sopa de lima (sopa de pollo y tortilla con lima), Cochinita pibil (lechón asado) y pollo ticuleño (Pollo cocido en hoja de plátano). He de decir que todo estaba muy rico, lo cual ya es mucho decir cuando viene de alguien con muchas manías alimenticias. Tal como nos pidió David no hicimos sobremesa, por lo que tan pronto terminamos de comer nos subimos a la furgoneta y partimos para la última etapa de nuestra excursión.
Y llegamos al yacimiento arqueológico de Cobá. En la entrada pudimos contratar el servicio de una limusina maya (125 pesos). La verdad es que es toda una experiencia recorrer en uno de estos triciclos los algo más de 2 kms de distancia que existe entre la entrada y la pirámide de Nohoch Mul. Nuestro piloto iba a toda velocidad, sorteando los obstáculos del camino y adelantando a todo el que se pusiera en nuestro camino. Un poco de adrenalina no venía mal …
Una vez a los pies de la pirámide, David nos explicó un par de curiosidades sobre ella. Si ya de por sí es imponente, saber antes de subir que era la más alta de la Península de Yucatán con 120 escalones y una altura aproximada de 42 metros no ayudaba. Debo decir que subir se sube bien, ¡el problema es bajar!! Los escalones son tan empinados que cuesta creer que no hubiese nunca un accidente. Cierto es que la cuerda está para algo, pero con tanta gente subiendo y bajando usarla es un engorro, además de que al estar a la altura de los pies no es cómodo usarla.
Lo que tal sudé no era normal. Entre el calor, la humedad y el esfuerzo parecía que me había caído a un cenote con la ropa puesta, era una cosa exagerada. Si lo sé me vengo en bañador
Una vez que bajamos todos continuamos en nuestras limusinas la visita al yacimiento, pasando por el observatorio astronómico, el campo de juego de la pelota y una estela con inscripciones mayas. Llegado este punto tuvimos que salir pitando ya que empezó una tormenta típica maya y no era plan que nos alcanzara algún rayo. Algunas limusinas tenían sombrillas, pero la nuestra no y, aunque nos mojamos algo, en cierta medida agradecía que no la tuviera ya que atraen los rayos.
Ya en la furgoneta emprendimos el camino de regreso.
Al llegar al hotel nos duchamos, nos cambiarnos de ropa y fuimos a cenar algo. Una vez más intentamos quedarnos a ver el espectáculo, pero solo fui capaz de aguantar 10 minutos. Es penoso, pero es cierto, eran las 22:00 y la cama me llamaba a gritos.
*** Imagen borrada de Tinypic ***