Está diluviando, y ahogadas por el chaparrón, se entrecortan las plegarias del primer rezo del día a las 6 de la mañana. A las 8’30, una sarajevita me recoje con su coche para transferirme a la estación de autobuses, y en un cuarto de hora de grato intercambio, me deposita a la entrada de los andenes, deseándome suerte y un próspero regreso a Sarajevo. Misteriosamente, la lluvia cesa, y asoman ruborizados unos cuantos rayos de sol.
Saco sin problemas billete a Split para el bus de las 10 horas (295 kms x 21 euros), y me voy a tomar un cortado a unos bares cercanos, en los que como en el resto de los vistos en Bosnia, se da el binomio café-cigarrillo en su interior.
Soy el único extranjero en el autobús cochambroso, en el que pocos son los respaldos que aguantan rectos, estudiado plan de la compañía para que el pasaje se sienta astronauta por un día, y pueda apreciar los controles roñosos del oxígeno de la nave y los parches del techo de la cápsula con cinta de embalar. El radiador de la calefacción bajo la ventana me cocina la pantorrilla, y el motor del vehículo carraspea como Tom Waits.
Sin embargo, la nave aguanta como una vieja gloria renacida, y rodando entre los pictóricos colores otoñales de las montañas, para pueblo tras otro en Konjic, Jablanica, Mostar, Capljina, frontera, y Neum, donde toca liberación de fluidos y repostaje. El paisaje costero es bonito, y mientras unos hacen fila india delante de la toilette y otros compran souvenirs bosnios, yo paso el rato perdido inmortalizando el momento.
Desde Neum, el cohete se detiene en Ploce, ya en territorio croata, y desde ahí, recorremos un trayecto de 52 kms de costa dálmata hasta Makarska, y posteriormente, tras darse un respiro, los 62 kms de resto de asfalto hasta el destino en Split, donde el viejo autobus campeón, llega renqueante a las 17 horas de la tarde.
La estación central de buses de Split se encuentra en La Riva, sinónimo de nuestro Paseo Marítimo. Tras preguntar, resulta que la estación está a 5 minutos del Palacio del Diocleciano que, aunque en este caso se corresponde con el emperador romano Gaius Aurelius Valerius Diocletianus Augustus, podría confundirse con el Diocleciano, el de la Eustaquia, los que tenían la casa en la cuesta del pilón.
En una oficina del puerto, contrato transporte i/v a las Krka waterfalls para el día siguiente, con el pensamiento de ahorrar tiempo y puede que dinero. En La Riva, hay varios sitios donde poder contratar el tour con entrada, comida, y guía, o solo tansporte, o con la entrada con comida y guía pero sin transporte, o con guía pero sin comida ... La excursión es de 7 horas; el trayecto dura 90 minutos, y se disponen de 4 horas en Krka.
Desde el Palacio del Diocles, meollo del centro histórico, me planto en 10 minutos en el hotel Balatura, en la medieval y plácida calle Radunica, toda de piedra ella, rodeada de callejones con plantas y tiestos y ropas tendidas y farolas. Me recibe un apartamento impoluto y nuevo con cama diocleciana, sofá, escritorio, baño inmaculado, y wifi a tope. Chequin, bultos, y regreso a la estrecha y empedrada calle para proveerme de cervezas café y algo de comer, en algún super. Al final de la calle, cruzo el pasadizo que hay bajo un edificio, que la comunica con la Avenida Zagrebacka, y en la confluencia, tan solo hay que mirar al otro lado de la calle, para encontrar el mercado verde en una explanada, y detrás, el
PALACIO DE DIOCLECIANO
Residencia-fortaleza imperial, aunque construida para retirarse tras su renuncia al trono, era lo suficientemente grandiosa y lujosa como para que a nadie se le ocurriera olvidarse del poder del emperador. Dotada de una estructura castrense y simple.
Diocleciano hizo cuatro cuadrantes, partiendo un rectángulo de 213 X 177 m de norte a sur por una calle principal, el Decumano, y de este a oeste, por otra calle principal, el cardo. La mitad sur lado mar era para uso personal y protocolario, y edificios religiosos públicos; y la mitad norte, para el campamento militar (castrum), servicio, almacenes, talleres, etc. En las cuatro esquinas y todos los lados de las murallas, menos el sur que daba directamente al mar, torres, y en el centro de cada uno de los lados, puertas.
A la muerte del emperador, el palacio fue residencia durante el exilio de la familia imperial, y en el siglo VII, trescientos años despúes, refugio de los habitantes de Salona, huyendo de la destrucción de la capital de la Dalmacia romana, a manos de los eslavos. No les sirvió de mucho porque el palacio fue ocupado poco después en el 639.
De todo el complejo original, no queda mucho, apenas parte de las murallas y puertas,
el peristilo, un templo dedicado a Jupiter, sótanos, y algún que otro pequeño resto.
Puertas
Las puertas exteriores de las murallas eran puntos de control, por lo que una vez hecha la inspección, en el espacio que había a tal fin tras ellas, ya se podían traspasar las puertas interiores que daban acceso al recinto. Las cuatro puertas eran la de oro en el norte, la principal, la de plata en el este, la de hierro en el oeste, y la de bronce, se supone que era la privada por donde Diocleciano salía y entraba en barco a su residencia.
Peristilo
En el peristilo, patio columnado por el que se accedía a la residencia del emperador, se puede ver de frente el pórtico de entrada al palacio; a la derecha, las escaleras que daban acceso a la zona de los templos; a la izquierda la catedral de Split, erigida en el siglo VIII, sobre el mausoleo del emperador, curiosamente, último emperador romano que persiguió a los cristianos. De hecho, la catedral lleva el nombre de San Domnio, obispo martirizado y defenestrado por Diocleciano.
Hoy en día
-Actualmente viven en el recinto unas 3000 personas.
-El casco viejo de Split es una telaraña de estrechas y retorcidas calles llenas de tiendas, restaurantes, bares, supermercados, oficinas, y rincones abandonados.
-La fachada costera del Palacio, es hoy en día La Riva, el animadísimo Paseo Marítimo de la ciudad.
-La muralla este, acoge diariamente el mercado más grande de la ciudad, el Green Market, donde también hay buenos chiringuitos para tomar o picar algo.
EL DIOCLE
Quien es ese loco romano? se preguntaban Asterix y Obelix. Pues el hombre era un dálmata que con 39 años se sentó en el trono de Roma, inaugurando con su mandato (284-305), el periodo del Bajo Imperio romano. Tras su abdicación como emperador en el 305, estuvo cuidando el huerto de su residencia de Spalato – Split, hasta el año 311, en que la palmó.
Como cosas buenas, para los romanos claro, hay que ajudicarle su buena gestión imperial, que puso los cimientos de lo que sería el Imperio romano de Oriente, o sease Bizancio, al dividir el imperio en dos partes, el oriental y el occidental, y hacerlo gobernar por una tetrarquía de cuatro emperadores, dos principales o Augustos, y dos menores o Cesares, uno de cada para cada una de las partes. Esta gestión sirvió momentaneamente para detener durante un tiempo el declive del imperio.
El occidental no duró mucho, ya que la fecha oficial de su extinción fue el 476. El Bizantino, inaugurado oficialmente por el emperador cristiano Constantino, nombrando capital del imperio de oriente en el año 395 a Nueva Roma, antes Bizancio, alias Constantinopla y Estambul, aguantó mucho más, ya que perduró hasta el año 1453, cuando la toma de Constantinopla por los turcos, enterró definitivamente el imperio.
Como cosas malas, para los cristianos claro, hay que nominarle por ser el último de la larga lista de liquidadores de cristianos, ordenando la destruccion de todo templo y texto cristiano, en el año 303, además de cepillarse a cualquiera de ellos que no renegara de su fe y se pasase al bando de los adoradores de Júpiter.
Saco sin problemas billete a Split para el bus de las 10 horas (295 kms x 21 euros), y me voy a tomar un cortado a unos bares cercanos, en los que como en el resto de los vistos en Bosnia, se da el binomio café-cigarrillo en su interior.
Soy el único extranjero en el autobús cochambroso, en el que pocos son los respaldos que aguantan rectos, estudiado plan de la compañía para que el pasaje se sienta astronauta por un día, y pueda apreciar los controles roñosos del oxígeno de la nave y los parches del techo de la cápsula con cinta de embalar. El radiador de la calefacción bajo la ventana me cocina la pantorrilla, y el motor del vehículo carraspea como Tom Waits.
Sin embargo, la nave aguanta como una vieja gloria renacida, y rodando entre los pictóricos colores otoñales de las montañas, para pueblo tras otro en Konjic, Jablanica, Mostar, Capljina, frontera, y Neum, donde toca liberación de fluidos y repostaje. El paisaje costero es bonito, y mientras unos hacen fila india delante de la toilette y otros compran souvenirs bosnios, yo paso el rato perdido inmortalizando el momento.
Desde Neum, el cohete se detiene en Ploce, ya en territorio croata, y desde ahí, recorremos un trayecto de 52 kms de costa dálmata hasta Makarska, y posteriormente, tras darse un respiro, los 62 kms de resto de asfalto hasta el destino en Split, donde el viejo autobus campeón, llega renqueante a las 17 horas de la tarde.
La estación central de buses de Split se encuentra en La Riva, sinónimo de nuestro Paseo Marítimo. Tras preguntar, resulta que la estación está a 5 minutos del Palacio del Diocleciano que, aunque en este caso se corresponde con el emperador romano Gaius Aurelius Valerius Diocletianus Augustus, podría confundirse con el Diocleciano, el de la Eustaquia, los que tenían la casa en la cuesta del pilón.
En una oficina del puerto, contrato transporte i/v a las Krka waterfalls para el día siguiente, con el pensamiento de ahorrar tiempo y puede que dinero. En La Riva, hay varios sitios donde poder contratar el tour con entrada, comida, y guía, o solo tansporte, o con la entrada con comida y guía pero sin transporte, o con guía pero sin comida ... La excursión es de 7 horas; el trayecto dura 90 minutos, y se disponen de 4 horas en Krka.
Desde el Palacio del Diocles, meollo del centro histórico, me planto en 10 minutos en el hotel Balatura, en la medieval y plácida calle Radunica, toda de piedra ella, rodeada de callejones con plantas y tiestos y ropas tendidas y farolas. Me recibe un apartamento impoluto y nuevo con cama diocleciana, sofá, escritorio, baño inmaculado, y wifi a tope. Chequin, bultos, y regreso a la estrecha y empedrada calle para proveerme de cervezas café y algo de comer, en algún super. Al final de la calle, cruzo el pasadizo que hay bajo un edificio, que la comunica con la Avenida Zagrebacka, y en la confluencia, tan solo hay que mirar al otro lado de la calle, para encontrar el mercado verde en una explanada, y detrás, el
PALACIO DE DIOCLECIANO
Residencia-fortaleza imperial, aunque construida para retirarse tras su renuncia al trono, era lo suficientemente grandiosa y lujosa como para que a nadie se le ocurriera olvidarse del poder del emperador. Dotada de una estructura castrense y simple.
Diocleciano hizo cuatro cuadrantes, partiendo un rectángulo de 213 X 177 m de norte a sur por una calle principal, el Decumano, y de este a oeste, por otra calle principal, el cardo. La mitad sur lado mar era para uso personal y protocolario, y edificios religiosos públicos; y la mitad norte, para el campamento militar (castrum), servicio, almacenes, talleres, etc. En las cuatro esquinas y todos los lados de las murallas, menos el sur que daba directamente al mar, torres, y en el centro de cada uno de los lados, puertas.
A la muerte del emperador, el palacio fue residencia durante el exilio de la familia imperial, y en el siglo VII, trescientos años despúes, refugio de los habitantes de Salona, huyendo de la destrucción de la capital de la Dalmacia romana, a manos de los eslavos. No les sirvió de mucho porque el palacio fue ocupado poco después en el 639.
De todo el complejo original, no queda mucho, apenas parte de las murallas y puertas,
el peristilo, un templo dedicado a Jupiter, sótanos, y algún que otro pequeño resto.
Puertas
Las puertas exteriores de las murallas eran puntos de control, por lo que una vez hecha la inspección, en el espacio que había a tal fin tras ellas, ya se podían traspasar las puertas interiores que daban acceso al recinto. Las cuatro puertas eran la de oro en el norte, la principal, la de plata en el este, la de hierro en el oeste, y la de bronce, se supone que era la privada por donde Diocleciano salía y entraba en barco a su residencia.
Peristilo
En el peristilo, patio columnado por el que se accedía a la residencia del emperador, se puede ver de frente el pórtico de entrada al palacio; a la derecha, las escaleras que daban acceso a la zona de los templos; a la izquierda la catedral de Split, erigida en el siglo VIII, sobre el mausoleo del emperador, curiosamente, último emperador romano que persiguió a los cristianos. De hecho, la catedral lleva el nombre de San Domnio, obispo martirizado y defenestrado por Diocleciano.
Hoy en día
-Actualmente viven en el recinto unas 3000 personas.
-El casco viejo de Split es una telaraña de estrechas y retorcidas calles llenas de tiendas, restaurantes, bares, supermercados, oficinas, y rincones abandonados.
-La fachada costera del Palacio, es hoy en día La Riva, el animadísimo Paseo Marítimo de la ciudad.
-La muralla este, acoge diariamente el mercado más grande de la ciudad, el Green Market, donde también hay buenos chiringuitos para tomar o picar algo.
EL DIOCLE
Quien es ese loco romano? se preguntaban Asterix y Obelix. Pues el hombre era un dálmata que con 39 años se sentó en el trono de Roma, inaugurando con su mandato (284-305), el periodo del Bajo Imperio romano. Tras su abdicación como emperador en el 305, estuvo cuidando el huerto de su residencia de Spalato – Split, hasta el año 311, en que la palmó.
Como cosas buenas, para los romanos claro, hay que ajudicarle su buena gestión imperial, que puso los cimientos de lo que sería el Imperio romano de Oriente, o sease Bizancio, al dividir el imperio en dos partes, el oriental y el occidental, y hacerlo gobernar por una tetrarquía de cuatro emperadores, dos principales o Augustos, y dos menores o Cesares, uno de cada para cada una de las partes. Esta gestión sirvió momentaneamente para detener durante un tiempo el declive del imperio.
El occidental no duró mucho, ya que la fecha oficial de su extinción fue el 476. El Bizantino, inaugurado oficialmente por el emperador cristiano Constantino, nombrando capital del imperio de oriente en el año 395 a Nueva Roma, antes Bizancio, alias Constantinopla y Estambul, aguantó mucho más, ya que perduró hasta el año 1453, cuando la toma de Constantinopla por los turcos, enterró definitivamente el imperio.
Como cosas malas, para los cristianos claro, hay que nominarle por ser el último de la larga lista de liquidadores de cristianos, ordenando la destruccion de todo templo y texto cristiano, en el año 303, además de cepillarse a cualquiera de ellos que no renegara de su fe y se pasase al bando de los adoradores de Júpiter.