Casa da Ínsua y Viseu ✏️ Diarios de Viajes de PortugalCansados tras un largo día de viaje llegamos al hotel, Parador Casa da Ínsua. El lugar en el que se encuentra es inmejorable. A unos 20 minutos de la salida de la autopista A25 en una finca rodeada por todo tipo de árboles frutales, varios...Diario: La Beira Interior⭐ Puntos: 5 (1 Votos) Etapas: 4 Localización: PortugalCansados tras un largo día de viaje llegamos al hotel, Parador Casa da Ínsua. El lugar en el que se encuentra es inmejorable. A unos 20 minutos de la salida de la autopista A25 en una finca rodeada por todo tipo de árboles frutales, varios jardines, piscina, bodega y el palacio que ha sido magníficamente restaurado. Hacemos el check-in y nos muestran un poco por encima cómo está dividido el hotel. Menos mal, porque seguro que nos habríamos perdido. Es inmenso. Pasamos por unos pasillos y salas con su decoración original repletos de cuadros y antigüedades, dejamos a un lado el comedor, la terraza, las cocinas y llegamos a un patio en torno al que se han distribuido las habitaciones. Confortables, decoradas con gusto y bien equipadas, la nuestra tiene vistas a la entrada principal, un sombreado patio con una fuente en el centro donde se pueden estacionar los coches. Más tarde exploraremos con tranquilidad el edificio. Echamos la siesta y aún nos queda tiempo para ir hasta la piscina. Hay que salir por la parte trasera y seguir las indicaciones. Han construido la piscina en una pradera junto al huerto y no hay prácticamente nadie. Cuenta con servicio de toallas, hamacas, sombrilla y servicio de bar. Y así pasamos la tarde hasta que nos acordamos que hay que cenar. El restaurante del parador cuenta con un buen restaurante que ofrece platos a la carta pero también un menú. Elegimos el menú (bastante caro 35 euros/pax). Aquí descubrimos los quesos de Serra da Estrela, deliciosos, y los vinos con denominación de origen Dao, buenos caldos. El menú consistía en: - Carpaccio de pulpo con queso - Bacalao al horno en cama de cebolla - Cordero a la parrilla con esparragado de verduras - Tarta de requesón con helado de canela Deciros que estaba todo delicioso pero las cantidades dejaban un poco que desear, especialmente el cordero, que era una pequeña tajada con muchas verduritas. Si sois comilones os quedaréis con hambre. Fue la única comida que hicimos en el restaurante pues por ese dinero en Portugal te puedes dar un festín en cualquier restaurante, como veréis después. Los precios del Parador van en consonancia con los de España no con los del país luso así que desde ese momento tomamos la decisión de hacer el resto de comidas fuera excepto el desayuno que estaba incluido en el precio del alojamiento y era fantástico. Con una sensación agridulce nos fuimos a la cama. Por la mañana pedimos información en la recepción del parador sobre qué lugares quedaban cerca para poder visitar y nos dimos una vuelta por las instalaciones del hotel que son muchas y que aún no conocíamos. De estilo Barroco el palacio sólo dispone de 35 habitaciones y ha mantenido muchas dependencias en su estado original como los salones que dan a la galería y que conservan su decoración interior repleta de muebles exóticos de maderas diferentes. Las antiguas cocinas o la escalera señorial también mantienen su estructura. Descubrimos además una pequeña capilla, un gimnasio, una sala de juegos... En el exterior cuenta con una tienda en la que venden productos elaborados por ellos mismos (quesos, aceites, vinos, loza...), una antigua herrería con todos los aperos que se usaban antaño, una bodega, dos jardines de muy distinta índole (el francés, con sus parterres de flores y setos bien cortados y el inglés, con sus enormes árboles). Poco después, pusimos rumbo a Viseu, la ciudad más grande cercana a nuestro alojamiento. Nada más llegar allí (una media hora de coche) nos sorprende ver el bullicio de gente y tráfico. Enseguida encontramos aparcamiento en la zona controlada por la ORA y sacamos un ticket para 4 horas. El casco histórico está en la parte alta y las cuestas son considerables además de que nos lleva un tiempo orientarnos. Por fin localizamos una puerta de acceso que debía formar parte de la muralla de la ciudad. Enseguida estamos a la plaza donde se encuentran la catedral y la iglesia de la Misericordia, en la parte alta de Viseu. No vemos la oficina de turismo por ninguna parte aunque hemos visto señales que nos indican que está por aquí. Está un poco escondida. Hay que cruzar la plaza y bajar unas escaleras que salen a mano izquierda y está en ese mismo edificio pegado a las escaleras. Al estar más bajo no se ve desde la plaza. Pero lo primero es lo primero, entrar en la catedral que es de un estilo un tanto diferente al que estamos acostumbrados a ver en España. El acceso es gratuito. Lo que más llama nuestra atención es la sobriedad de su claustro. Es difícil saber en qué estilo se levantó la catedral pues ha sufrido enormes cambios a lo largo de los años pero su silueta domina la plaza del Atrio y se asemeja a una fortaleza medieval. En el interior destaca la decoración de azulejos azules y blancos de algunos de sus muros, típica de Portugal. Justo enfrente se halla la blanca iglesia de la Misericordia del S. XVIII y su escalinata. Forman un armónico conjunto en la plaza. Rodeamos la plaza y nos adentramos en el entramado de callejuelas dispuestas en un orden caótico. Todas ellas estrechas pero repletas de pequeños comercios y de gente que las recorre. Nos topamos con algunos rincones de sabor popular y con casas de estilo medieval, barroco y renacentista que forman una curiosa mezcla que a mi me resulta encantadora. Regresamos a la Plaza del Atrio a tomarnos un café en una terraza, a la sombra y nos cobran por una lata de coca-cola y un café 1,80€, totalmente alucinados. Al lado mismo de la catedral se encuentra el Museo Nacional Grão Vasco, al que no entramos pero que alberga pinturas de gran valor así como esculturas, joyería, numismática, etc. Parece interesante. Seguimos recorriendo la ciudad hasta llegar a la Casa do Miradouro que alberga la colección de restos arqueológicos descubiertos por José Coelho, dicen que tiene las mejores vistas de la ciudad y la entrada es gratuita. Pero aún nos faltaba por descubrir una de las atracciones más chulas de Viseu. Su funicular. Descendiendo por unas escaleras situadas tras la oficina de turismo encontramos la estación donde, en 5 minutos, un pequeño tren cremallera nos lleva a las afueras de la ciudad, cerca del recinto ferial hasta el Campo de Viriato. Es una gozada descender la empinada calle conocida como Calzada de Viriato por entre los coches y después regresar al centro. El funicular es gratuito y sale cada 30 minutos de la estación. A mí me resultó un pintoresco paseo. En las afueras de Viseu el paisaje es muy diferente. Al parque al que nos dirigimos es el lugar en el que estaba situado el primitivo campamento romano donde se fundó la ciudad. Posteriormente servía para guardar el ganado. Hoy en día es una gran circunferencia en cuyo interior ya se han edificado casas pero cuyo perímetro puede recorrerse a través de un sendero elevado lleno de árboles. La estatua de bronce que representa al conocido pastor nos recibe. Dicen los lugareños que Viriato era oriundo de estas tierras y que luchó bravamente contra las legiones romanas en una especie de guerra de guerrillas. Sea como fuere, poco queda ya de la estructura octogonal en la que se supone que se atrincheraban las legiones del Imperio Romano. En un corto paseo recorremos gran parte de ella y regresamos de nuevo al funicular para buscar algún lugar donde comer en el casco histórico. El sitio elegido es una terraza a la sombra del muro trasero de la Catedral, Colmeia creo que se llama. Es la una (hora punta) y se está llenando de gente, pronto no habrá sitio así que cogemos una mesa con mantel de papel y rápidamente nos toman nota de la comida. Mientras esperamos nos ofrecen el exquisito queso de Serra da Estrela. A pesar de que hemos pedido raciones enteras descubrimos que el camarero nos trae medias raciones, afortunadamente. Sería imposible acabarse toda la comida que te ponen en Portugal, son exagerados. Pero de verdad, que los camareros tienen buen criterio. Nos traen un inmenso guiso de judías con arroz acompañado de una ensalada - el plato de barro parecía no tener fondo - y un plato combinado de carne de cerdo con patatas fritas y arroz que me costó terminarme (y eso que eran medias raciones) todo ello con agua, pan y 2 cafés más el aperitivo previo. La cuenta fue de 17 euros. Igualito que la cena de la noche anterior, vamos!! Una y no más, Santo Tomás. Con muy buenas sensaciones regresamos al hotel para dormir la siesta y disfrutar de la piscina hasta la noche. Salimos a explorar los alrededores sobre las 20:00 ya que en Portugal se cena temprano y vemos que en Penalva do Castelo no hay mucha oferta hostelera. Algunos restaurantes incluso están cerrados por vacaciones. Recuerdo haber visto un sitio bastante grande en la misma salida de la autovía A25 , en Mangualde. Hasta allí nos vamos y vemos que tiene una pinta estupenda. Está lleno de lugareños y tanto el ambiente como la comida nos convencen. Nos esperaba el festín del viaje en el restaurante Cascata de Pedra. Pedimos un entrante a base de embutidos y queso y 2 medias raciones de bacalao y arroz de marisco, acompañado de una botella de vino que fue los más caro de la cena. En las fotos no se aprecia bien el tamaño descomunal de los platos pero, a pesar de que comimos los dos muchísimo arroz, no pudimos evitar dejar un poco. Y eran medias raciones. Ni hablar de pedir postre, 2 cafés y listos. Después vimos pasar las raciones enteras para mesas más numerosas y casi me pongo mala de ver tanta cantidad de comida. El servicio muy atento con camareros muy profesionales y la cuenta, de risa (40 euros). 📊 Estadísticas de Etapa ⭐ 0 (0 Votos)
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