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Tras levantarnos a las 7:00 y desayunar, recogemos las mochilas, hacemos el check out (los gastos del hotel figuran en la etapa anterior), dejamos las mochilas en recpeción y nos vamos a las 8 y media a dar un paseo mañanero por la zona, aprovechándo la buena situación del hotel.
He de decir que aquí la gente madruga mucho. El ritmo de vida no es como el nuestro. A las 6 de la mañana las calles ya están llenas de vida. Así que a las horas que salíamos nosotros el tráfico -sobretodo el motero- era intenso. Empezamos a comprobar lo difícil que es el caminar por estas ciudades, por el poco respeto al peatón, por la cantidad de tráfico, y por estar literalmente "ocupadas" las aceras por cualquier cosa menos por peatones.
Primeramente visitamos el Museo Kraton, que tras perdernos por las calles localizamos su situación. El edificio es muy atractivo. Nos quedamos dudando de pasar a verlo, y al final decidimos que no, que el tiempo a lo mejor luego nos faltaba. Pienso que fue mala decisión ahora, a toro pasado. Me hubiera gustado verlo por dentro. Pero no todo puede ser.
Después fuimos a buscar el barrio de Kampung Batik, cercano a la zona. Este barrio es famoso por dedicarse a la producción de los famosos batiks. Más antiguamente que ahora. Y la verdad es que el barrio es muy acogedor y muy agradable para pasear: sus calles estrechas hacen que apenas haya circulación.
Tras estos paseos, tanteamos algún sitio que vimos de transporte, por si salía barato ir a Yogya, pero al final seguimos con nuestro plan original: ir a la estación de ff.cc de Solo Belapan y coger un tren, para lo cual volvemos a eso de las 10 y media al hotel, recogemos las mochilas e ilusos de nosotros que creíamos que la estación estaba cerquita para ir con las mochilas: algo más de media hora penando por esas calles cargadas de tráfico, mirando para todos lados... Deberíamos haber cogido un taxi.
Pero el caso es que sobre las 11 y cuarto nos encontramos en la estación de Solo Balapan. Yo ya llevaba aprendido que más o menos cada hora sale un tren para Yogya. Pero se nos vino el mundo abajo cuando vimos que estaba a rebosar de gente esperando. Tras sacar el número de orden en un dispensador, ver todo lo que faltaba para que me tocara, me acerco a una chica de información que estaba con un vigilante hablando, para ver si había forma de sacar un billete a Yogya lo más rápido posible sin necesidad de esperar lo que allí se veía. El caso es que como yo hablo un inglés tan peculiar, la chica no me dio solución, y a los diez o quince minutos, que yo andaba comiéndome la cabeza de cómo poder salir de allí, se me acerca el vigilante y me viene a decir, entre señas e inglés que acababan de abrir una taquilla para el próximo tren destino a Yogya y que salía en media hora. El mundo se ma abrió. En esa taquilla no había nadie. Le di miles y miles de gracias al señor, y en 5 minutos ya tenía mis dos billetes destino a Yogya.
A las 12:10 salió puntualmente. Un tren normalito para un trayecto de "cercanías". No sé si en todos los trenes de esta clase llevarán personal de la empresa además del revisor, pero al lado de una puerta de salida iba un señor de la compañía con una pareja de policías y empecé chaporrear con ellos y con mi inglés la posibilidad de bajarme en alguna estación cercana a Prambanam (pues yo ya había visto en el mapa que la linea de tren transcurre por esta zona), y mira por dónde nos entendimos y me dijeron los agentes, muy amables, que sí, que me tenía que bajar en la estación de Maguwo, la estación de tren cercana al aeropuerto, que en una hora más o menos llegaría, y que nada más salir de la estación se encuentra la parada del bus Trans Jogya para ir hasta Prambanam.
¡Menudo bombazo!. Éso fue suficiente para hacer rápidamente cambio de planes y adelantar una tarde nuestro calendario: esa misma tarde acabaríamos viendo Prambanam y acabando en nuestro homestay en Borobudur.
Pero sigamos. Arreglado este asunto, seguimos chaporreando con una pareja de estudiantes que se habían sentado con nosotros para charlar. La curiosidad era mutua. Ella al lado de Lola y él a mi lado. ¡Nuestra primera charla más o menos larga con lugareños! Lo típico, de dónde somos, algo de nuestras costumbres, de las suyas. La chica por lo visto le contaba a Lola que sus padres le querían casar con un vecino de toda la vida, pero que ella quería a su amigo, al chico que se había sentado a mi lado...Historias de religión tal vez.
Sobre las 13 horas llegamos a Maguwo, salimos y localizamos rápidamente la parada del Trans Jogya. Tras informarnos de cuál era el número con destino a Prambanam (creo recordar que era el 1A), no esperamos ni cinco minutos cuando se presentó el bus. Sin entender nada de las indicaciones del agente que hay en la parada llamando a subir al autobús (voceaba en indonesio), y gracias a la amabilidad de los lugareños que nos indicaron en su momento de cuál era el nuestro, nos encontramos en el autobus camino a Prambanam. Y en pocos más llegamos.
Al bajarnos en la parada de Prambanam aunque no hay pérdida ninguna, hay que orientarse un poco. La parada está entre dos avenidas. Por una se cruza a unos locales comerciales y un banco, al que fuimos para sacar dinero del cajero (seguíamos con todo los euros encima y no habíamos tenido ocasión de cambiar), y nuestra desgracia al comprobar que el cajero estaba roto. Tras esta situación avistamos un puesto de policía unos metros más abajo, en la misma acera de salida de la estación del bus, y allí nos indicaron que había cajeros camino a la entrada del templo, al que se accedía por la otra avenida que antes he hombrado, al otro lado. No tiene pérdida porque desde la misma parada del bus, o desde la comisaría se ve en la acera de enfrente los jardines del templo. Se trata de cruzar la avenida y coger la acera camino a la entrada.
Tras cruzar esta avenida con sumo cuidado (bendita circulación), cogemos la acera junto a los jardines y tras andar 200 o 300 metros se llega a la entrada al recinto. En el camino hay una serie de cajeros, en los que sacamos dinero.
Una vez dentro, localizamos el edificio de recepción, en el que se paga la entrada, y preguntando si tienen consigna para dejar el equipaje, nos indican dónde está situada. Era una duda que no tenía clara: si tuviéramos que andar con la mochila por todo el recinto...no hubiéramos podido.
El precio de las entradas no es que sea barato (al final de la etapa lo pongo), pero es lo que hay. Al menos la consigna es gratis.
Y tras dejar las mochilas...empieza el espectáculo. Un agradable paseo ajardinado nos lleva a la zona principal. No voy a decir nada que ya no se sepa de este templo, pero voy a puntualizar algo a tener en cuenta, y que suele pasar desapercibido:
Esencialmente lo que conocemos como Prambanam es un conjunto de templos (mejor dicho, conjunto de grupos de templos) situados todos en el mismo complejo, a una distancia entre ellos suficiente como para tirarte en este sitio perfectamente 3 horitas. Nosotros entramos a las 14:15 horas y salíamos a las 17:15. La hora de cierre era a las 17:30. El recinto en sí es muy agradable, muy amplio, con los amplios paseos ajardinados que comunican los templos. También existe la posibilidad de ver todo el recinto en un trenecito turístico.
Si bien el principal y más visitado grupo de templos es el que da el nombre a Prambanam, cuyo templo principal es el dedicado a Shiva, no desmerece por nada la visita de los otros templos, en especial Candi Sewu. A unos 20 minutos caminando, pasando por otros templos no tan vistosos, llegamos a Sewu. Al contrario que el complejo de Shiva que es hinduista, este otro es budista. Los accesos están guardadados por unos guardianes que ya impresionan lo suficiente como para no olvidar esta visita.
Bajo mi punto de vista Candi Sewu no tiene nada que envidiar al de Shiva. El echo de encontrarse algo retirado hace que no sea muy visitado. El desorden de piedras sin catalogar, todas acumuladas por doquier, las figuras requebrajadas, sin cabeza o con cuerpos sin saber si están completos o a falta de alguna posible pieza tal vez oculta aún en un rincón. Quién sabe. Todo ésto, todo este caos arqueológico, del rompecabezas del millón de piezas, transfiere al lugar una sensación que conmueve.
Después de ver Candi Sewu, nos vamos buscando la salida, pues el cielo no tiene buena pinta. No nos dio un respiro y justo a pocos mestros de la salida empezó a diluviar de tal manera que nos tuvimos que refugiar en uno de los varios refugios que hay. Así estuvo cerca de media hora, hasta que por fin amainó un poco y salimos corriendo a por las mochilas y a la salida.
Ya en la misma puerta de salida, negociamos con un taxi el transporte desde aquí a nuestro homestay Lotus 2, en la zona de Borobudur, por 300.000rp y le pedimos que estamos sin comer nada desde el desayuno, en el hotel de Solo. Aunque no era del todo cierto, pues siempre llevábamos unos paquetitos de galletas para estos casos, que habíamos comido en el tren, pero aún así, eran las 5 y media de la tarde y ¡¡ uno no puede subsistir un día de vacaciones a base de galletas !!. Y nos llevó a un warung de los que hay en la calle de enfrente, saliendo de los aparcamientos, y la verdad es que él tenía que haber comido ahí porque el cap cap (o alg así, una ensalada con pollo) y el sandwich estaban de miedo.
Y después de comer, ya las 6 de la tarde (bueno, de la noche), nos ponemos camino Borobudur, donde llegamos a eso de las 7 y poco, previamente avisado el homestay vía whasapp de la posible hora de llegada.
El Lotus 2 lo reservamos porque la Lonely Planet lo marca como favorito. Esta recomendación será más bien porque los chicos, que son simpatiquísimos, se conocen la zona y te llevan a las excursiones en moto, o porque en la parte de atrás hay unas vistas de arrozales (nada espectacular) o véte a saber cuál es el motivo para que la LP lo recomiende, pero lo cierto es que es el sitio más cutre en el que hemos dormido en todo el viaje. Cercano a Borobudur está, pero vimos otros homestays que tenían mucha mejor pinta (a lo mejor solo exterior) a 30 o 40 metros del nuestro.
Dicho ésto, y mientras tomamos un té hablamos con los encargados para contratar el plan del día siguiente y que en resumen era:
-Sobre las 5:00 de la mañana subir a ver el amanecer a Punthuk Setumbu.
-A la bajada, sobre las 6, visita templo Borobudur.
-Regreso al Lotus 2 sobre las 9 o 10 a desayunar, y empezar el tour de Selogriyo.
-Comida y camino a Yogya.
Ya concretado el plan del día siguiente, y elegida la habitación, que sólo tiene tres y estábamos solitos, nos vamos a cenar a un warung cercano. Mala elección. Al igual que el Lotus 2, el peor sitio que elegimos en todas las vacaciones para comer algo. Pero no todo va a ser bueno. En un buen viaje siempre tiene que haber cosas positivas y cosas negativas para complementar.
Tras cenar un poco y pasear no mucho, nos retiramos a dormir, que mañana hay que madrugar.
GASTOS:
-Billetes de tren Solo-> Yogya: 16.000rp (2p)
-Trans Jogya Maguwo->Prambanam: 7.000rp (2p)
-Entradas mixtas Borobudur+Prambanam: 832.000rp (2p)
-Taxi Borobudur->Prambanam: 300.000rp
-Comida warung Prambanam: 82.000rp
-Cena warung Borobudur: 40.000rp
IMPRESIONES DE LA ETAPA: Tras las dudas del día anterior de cómo íbamos a desarrollar este día al no tener nada claro, fue un gran día de aventura y un buen día de relaciones sociales a lo largo de todo el día, vivido a nuestro aire e improvisando que nos dejó un gran sabor de boca.
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