Colorida Trinidad ✏️ Diarios de Viajes de CubaSe hace difícil describir Trinidad en un par de frases. Es una mezcla entre humilde, colorida, diversa… Tiene la capacidad de mostrarte una pequeña ciudad sencilla mientras paseas por sus calles de tierra roja; casitas bajas, de colores...Diario: Cuba en 14 días: Habana, Viñales, Playa larga, Cienfuegos, Trinidad y Cayo Coco⭐ Puntos: 5 (7 Votos) Etapas: 12 Localización: CubaSe hace difícil describir Trinidad en un par de frases. Es una mezcla entre humilde, colorida, diversa… Tiene la capacidad de mostrarte una pequeña ciudad sencilla mientras paseas por sus calles de tierra roja; casitas bajas, de colores, tranquilas… Pero tiene la habilidad de sorprenderte de repente con rincones como la casa de la música, pareciendo una ciudad distinta, llena de gente bailando a su son, su placita central con sus blancos barrotes, gente tomando el sol en sus bancos rodeados de arboles cuidados… Te alejas un poco y ves la espectacular sierra, sus rutas, sus cascadas, sus bosques… Merece la pena pasar varios días y perderte en ella. La mañana de viaje a Trinidad, aprovechamos que teníamos tiempo antes de coger el autobús para cambiar dinero en esta segunda parte del viaje (la primera vez fue en la Habana). Nos levantamos temprano, desayunamos en casa de la familia de Ciefuegos e hicimos una cola interminable en uno de los bancos principales. Si queréis un consejo (al que no le hicimos caso y nos fue fatal) que nos dieron en la casa de Bet&Rum, no perdáis el tiempo en el banco. Id directamente a la casa de cambio más cercana. Estuvimos como 3 cuartos de hora en una cola fuera del banco. En la misma puerta veías cómo daba el sol de lleno. Para evitar la espera al sol, la gente hacían una cola inexistente pidiéndose la vez unos a otros. Esperando sentada en un banco, apoyada en un escaparate… No te dabas cuenta realmente de todas las personas que tenías delante de ti esperando. Cuando les iba tocando, se iban acercando a la puerta haciéndose señales como de “ya estoy aquí que ya nos toca”. Al final, te daba la sensación de que no avanzabas. Por no hablar de la gente que no esperaba la cola y entraba directamente al banco con una excusa inverosímil… Después de esperar tanto rato, vimos que aún nos faltaba muchísima gente así que, por temor a perder el autobús, decidimos salirnos de la “cola” inexistente y probar suerte en la casa de cambio. Al llegar solo estaban esperando fuera como 4 personas así que probamos suerte y esperamos. En media hora conseguimos terminar el trámite, recoger las maletas y marcharnos a la estación para llegar a nuestro siguiente destino. Nada más llegar a Trinidad, nos sorprendió la de gente que se bajaba en el bus con nosotros, siendo octubre temporada baja. Era buen síntoma de que lo que nos esperaba, presentíamos que nos iba a gustar. Por las dudas en cuanto a distancias, acordamos con los dueños de la casa donde nos íbamos a hospedar, que nos enviasen una bicitaxi. Fue un recorrido cortito pero se agradeció porque llegamos a una hora de bastante calor y llevábamos las mochilas bastante cargadas. Nos sorprendió ver la destreza de nuestro conductor. Esas calles empedradas con chinas pequeñitas, hacían tambalearse a las ruedas rápidas de nuestra bicitaxi. Y aún así el conductor fue rapidísimo. En cuestión de segundos, se alejó de la zona principal de bullicio y al minuto siguiente ya estábamos en la casa de Jose y Kirenia. La casa nos enamoró desde el primer momento. Desde el primer alojamiento en La Habana, nos encantaba la idea de pasar tiempo en sus zonas comunes al aire libre. Pasar momentos muertos descansando o leyendo el libro que nos acompañaría en todo el camino. Casi al primer momento de llegar, supimos que este iba a ser nuestro rinconcito de descanso entre aventura y aventura. Pero no todo iba a ser limonadas y mojitos. Habíamos venido a patearnos la ciudad. Uno de los motivos por los que elegimos esta casa era por la ubicación. Según el plano, estaba a una calle todo recto hacia el pequeño centro histórico de la ciudad. Y así fue. Moverse por Trinidad desde y hacia nuestra casa estaba tirado! Dos calles principales a lo largo y varias calles largas que las cruzaban. Al final, si te dejabas llevar, te terminaban llevando siempre a la plaza del pueblo. No tenían mucha pérdida. Igualmente, Jose y Kirenia nos dieron (como en casi todas las casas) una tarjeta con un planito en el reverso para no perdernos. Declarada patrimonio Mundial por la Unesco, Trinidad es distinta. Es rústica, con su gente a caballo, en carretas, niños jugando al balón sin zapatos, parte sin asfaltar, y otra empedrada. Pero también forma parte de las 7 primeras villas tras el descubrimiento de América. Buena prueba de su grandeza en siglos anteriores es su plaza mayor llena de edificios por visitar (por un par de CUCs entras en cualquiera de ellos) como la Casa Padrón (o el Museo de Arqueología Guamuhaya), El palacio Brunet (es el Museo Romántico de Trinidad), la iglesia de la Santísima Trinidad, la casa de los Sánchez (es el museo de arquitectura colonial) o el Palacio de Ortíz (alberga la Galería de Arte universal). Saliendo de la plaza mayor, Trinidad no tiene demasiado. Quizá impresiona más por su colorido, o por todo lo dicho antes: su sencillez, su calma, su distinción. Hay ciudades que te inspiran a quedarte quieta a veces a mitad de la calle, disfrutando el momento. Imagino que es eso lo que sienten los amantes de la fotografía. Ven cosas, eligen su momento. Sin duda, es un buen lugar para hacer fotos para el recuerdo. Entre calles, muy cerca de la plaza, descubrimos el Restaurante del que nos hablaron los dueños de nuestra casa. Sin dudarlo, junto con un restaurante de la Habana (el Bicky, ya os hablaré más adelante), El Restaurante San José es el mejor de toda Cuba. Una carta super llena de cosas apetecibles, además de lo típico del pollo, el arroz y la ropa vieja. Nos gustó tanto que a la noche repetimos. En total fueron 26 CUC para comer y para cenar fueron 22CUC. Fenomenal. Si no recuerdo mal (qué lejano en el tiempo me parece cada vez más mi viaje!!!), en la misma calle del restaurante, encontramos una agencia de viajes donde contratamos la excursión del día siguiente. La tarde nos la tomamos con bastante calma, de paseo por el pueblo hasta que se hizo de noche y fuimos a cenar. Nos acostamos bastante pronto ya que al día siguiente nos esperaba el planazo de excursión!! Solo pensar en las sensaciones de aquel día, dan ganas de comprarse los billetes para el siguiente destino, jaja! Nuestro siguiente día en Trinidad: Topes de Collantes!
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