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Como estábamos en San Francisco sólo dos días eramos conscientes de que no podríamos verlo todo. No hicimos ningún itinerario por ello. Solamente tenía unas cuantas notas de posibles sitios a visitar, de los más conocidos, la idea de cruzar el Golden Gate Bridge y la reserva hecha para la visita a Alcatraz en horario de tarde noche. Nuestro recorrido iba a ser fruto de la improvisación.
A las 9 estábamos devolviendo el coche en las oficinas de Alamo en Bush Street.
Andando nos fuimos al Visitor Information Center que se encuentra en el 900 de Market St. De paso echamos un vistazo a Union Square que es la zona centro de la ciudad y la zona comercial más conocida de San Francisco. Alrededor de la plaza y las calles circundantes están repletas de grandes almacenes y prestigiosas tiendas de lujo. (Macy’s con su Cheescake Factory). Por la plaza había varios corazones de distintos colores y dibujos.
El centro de información turística de la ciudad se sitúa en Hallidie Plaza, en un nivel más bajo que el entorno. Pero abrían a las 10:00.
Al lado se encuentra la terminal del tranvía Powell y Market St donde giran a mano los vagones del tranvía. Tuvimos ocasión de ver esta maniobra en dos ocasiones mientras esperábamos que la oficina de turismo abriera y luego cuando salimos. Nosotros y la mucha gente que allí se congrega para ver el giro y una enorme cola que se forma para luego subirse en el tranvía.
Deambulando por la plaza se nos acercó un señor de color, algo entrado en años, a preguntarnos en que nos podía ayudar. Fue de lo más amable y cordial, ofreciéndose para resolver cualquier duda que tuviéramos. En la taquilla dónde se compra el ticket para el tranvía pidió un plano de la ciudad que luego nos entregó y que, a la postre, fue el plano más útil que tuvimos pues en cada calle especificaba los autobuses o tranvías que circulan por cada una de ellas. Le fuimos a dar una propina y se negó alegando que ese era su trabajo.
Compramos la tarjeta Muni Pass para tres días por el precio de 31$. Permite el uso ilimitado de los transportes de la red Muni (metro, autobuses y tranvías) y del Cable Car histórico. Los Muni Pass no incluyen la fecha ni su validez y tiene uno mismo que hacerlo rascando los círculos de la fecha en que se comienza a usar. Yo creo que nosotros, aunque solo fueron dos días, lo llegamos a rentabilizar pues fueron varias las veces que nos subimos en el Cable Car y el precio de cada billete de estos tranvías cuesta 7$ de forma individual. Los otros medios de transporte cobran 2$ por trayecto.
El Cable Car no solo sirve para desplazarse de una calle a otra, también es un gran entretenimiento y diversión. No todos los días se puede uno desplazar en el interior de un compartimento acristalado, en el banco que da a la calle o colgado del vagón, con el soniquete de la campanilla. Además de ser una figura histórica, un superviviente de otra época. Este medio de transporte estuvo a punto de desaparecer en 1947 pero la población se opuso fuertemente. En 1964 el sistema de cable car fue declarado Patrimonio Histórico Nacional.
El cable car tiene tres rutas que cubren algunas de las zonas más interesantes de San Francisco: Powell-Hyde, Powell-Mason y California Street.
En las oficinas del Visitor Information Center no fueron muy amables que digamos, nosotros al menos no tuvimos suerte. Nos encasquetaron a una novata que no tenía idea de nada. Le hicimos un par de preguntas que no supo responder y desistimos de seguir preguntando. Y nadie hablaba español.
Una pregunta fue que nos dijera el itinerario del autobús que va a Presidio, el shuttle PresidiGo. No tenía ni siquiera idea de que existiera.
Yo tenía una nota vaga de que salían de la terminal Transbay en la Howard St. y como vimos en el plano que no estaba muy lejos decidimos caminar hasta allí y de paso llegarnos a ver Yerba Buena Gardens.
Aunque hay jardines es más bien un parque urbano. Situado en Mission Street, entre las calles 3ª y 4ª. Los jardines se llaman Esplanade y se encuentran rodeados de galerías, museos, cafés, restaurantes, teatros..
Enfrente la iglesia católica St.Patrick’s. Junto a los jardines el Memorial Dr. Martin Luther King Jr. detrás de una cascada de agua.
En la Transbay Terminal no encontrábamos el lugar de partida del bus a Presidio. Vimos un aviso de que la terminal está en obras y transitoriamente la parada está en la esquina de Howard y Main. No hay indicación alguna de parada y como en la esquina no puede parar no sabíamos en que calle esperar. Preguntamos a un barrendero que desconocía esta opción de transporte pero se tomó interés y vino a avisarnos que el autobús estaba parado en Howard cuando nosotros finalmente habíamos decidido esperar en Main.
PresidiGo Downtown Shuttle es un servicio rápido de transporte, porque hace muy pocas paradas en la ciudad, para llegar a la zona de Presidio. Es un servicio gratuito en determinados horarios y en otros es válido el Muni Pass.
www.presidio.gov/ ...wn-shuttle
The Presidio es un parque que se situa en la punta norte de la península de San Francisco. El parque, que fue muchos años de uso exclusivo militar, tiene actualmente un uso comercial y público y fue reconocido como Hito Histórico Nacional en 1962. Un parque recreativo cubierto de bosques de pinos, cipreses y eucaliptos con amplia red de senderos que se pueden recorrer a pie y en bicicleta. Una buena manera de ver los edificios que alguna vez albergaron a efectivos militares y otros convertidos a determinados usos públicos, restaurantes, museo de la familia de Walt Disney, Centro de Artes Digitales Letterman, parte del imperio Lucasfilm con la estatua de Yoda en el patio principal. Sin olvidarnos de lo mejor, las espectaculares vistas del Puente Golden Gate y la Bahía de San Francisco, que es fundamentalmente lo que pretendíamos ver además de acceder a pie al Golden Gate.
Es un parque muy extenso y difícil de abarcar en una visita tan corta a esta ciudad. Mi interés por el parque se despertó cuando me regalaron el libro 1001 caminatas que hay que descubrir antes de morir. Precisamente una de estas 1001 caminatas se desarrolla dentro de Presidio. Con tiempo limitado hay que acotar las visitas a realizar y tuve que descartar esta caminata, pero una pequeña parte sí que hice.
El servicio Downtown de PresidiGo llega hasta el Transit Center y desde allí hay dos líneas distintas que recorren dos zonas diferentes de este parque. Presidio Hills Route y Crissy Field Route, ambas circulan cada 30 minutos.
Nosotros utilizamos la Crissy Field Route para trasladarnos hasta la parada Golden Gate Bridge que se sitúa en una especie de plazoleta muy cuidada y adornada con cafetería y zona de baños, Toll Square, además de la estatua del ingeniero creador del puente, Joseph Strauss. Las vistas del puente desde aquí son dignas de verse.
Golden Gate Bridge une la Península de San Francisco con el promontorio Marín a lo largo de 2.7 km. Se construyó en sólo cuatro años después de una lucha contra los vientos implacables, la niebla, las rocas y las mareas traicioneras. Tuvo un coste alto y se llevó 11 vidas por delante. Finalmente fue inaugurado en 1937. El estrecho que cruza fue bautizado por un primer explorador que le recordaba al “Cuerno de Oro”, con el nombre de Golden Gate y el puente, lógicamente, lleva el nombre del estrecho. El nombre te sugiere un puente dorado y sin embargo es fácilmente identificable por su color rojo, más bien el naranja “internacional”. Al principio el puente sólo tenía una capa de imprimador rojo. El color gustó y se decidió dejarlo como definitivo, además de que es bien visible en la niebla para los buques en tránsito.
La niebla suele ser asidua visitante de la bahía y le gusta rodear al puente. A nosotros nos ha tocado en suerte un día libre de niebla y el viento no es fuerte así que estábamos más que decididos a cruzarlo a pie aunque fueran ya más de las 12 del mediodía. El frío tampoco se hacía notar demasiado, con una sudadera estábamos más que bien. Lo que sí persistía era una cierta bruma que impedía ver con nitidez los paisajes de fondo.
Hay un carril paralelo a la autopista 101 que es compartido por las bicicletas y los peatones, cada uno en su zona. Las bicicletas circulan junto a la carretera y los peatones pegando a la barandilla. Es una caminata distinta de las que se hacen habitualmente y muy interesante. Tienes 2.7 km. para poder contemplar detenidamente y a placer amplias vistas que van desde el Skyline de San Francisco, la bahía, la isla de Alcatraz y hasta la costa del otro lado de la bahía.
En la lejanía es bien visible, (aunque envuelto en bruma), el Bay Bridge y la isla Yerba Buena en la que descansa. El agua del Pacífico adentrándose en la bahía, ruge muchos metros más abajo y de vez en cuando ves barcos pasando por debajo del puente.
Puedes apreciar el tamaño real del puente, ver su estructura, comprobar cuan altas son sus dos torres gemelas, (227 m.) en las que se encuentran ancladas las arcadas del puente, verificar lo enormes que son las maromas y cuerdas.
Se desemboca en el mirador Vista Point. Como está repleto de autobuses turísticos y lleno de gente nos vamos primero hacia Battery Spencer.
Battery Spencer se encuentra al otro lado de la autopista y se suele llegar a él en coche, antes de entrar en el puente, a través de la Conzelmand Road. Caminando o en bicicleta se puede cruzar la autovía por un paso bajo la autopista que atraviesa las entrañas metálicas y rojas de este extremo del puente. No tiene indicación pero hay unas escaleras que bajan y delante de las mismas, pintado en el suelo, hay un cuadro amarillo con unas escaleras y una bicicleta dibujadas.
El paso emerge al otra lado de la autopista en una pequeña explanada que se ramifica en una carretera y, siguiendo las indicaciones de algunas rutas que comienzan desde aquí, a un sendero que va por la ladera de la colina en medio de vegetación variada. No hay indicación alguna con el nombre de Battery Spencer. Algunas de las rutas que indica un cartel son a Rodeo Beach y Muir Beach.
El sendero permite eludir la carretera y subiendo por el mismo sigues contemplando buenas vistas de esta parte del puente, sus enormes pilares rojos de acero y el entorno del mirador de Vista Point. Desemboca luego en la carretera pero continúa por el lado izquierdo de la misma, bien definido, por un corto trecho hasta llegar al aparcamiento de Battery Spencer.
El lugar está lleno de historia ya que a finales del S.XIX y principios del S.XX era uno de los principales puntos de protección de la entrada a la bahía de San Francisco. Desde el aparcamiento hay un camino que pasa las antiguas dependencias de hormigón y cimentaciones de los cañones de 12 pulgadas de esta batería, hoy abandonadas, con mayor o menor fortuna en su grado de deterioro. Poca gente se detiene a observarlas ya que la principal atracción se encuentra en la cima de este pequeño promontorio, al filo de un acantilado que vierte hacia el Pacífico. La vista de Golden Gate Bridge en primer plano y San Francisco al fondo. El puente parece levitar entre el azul del cielo y el azul verdoso del agua del mar. Es una de las vistas del puente más deseada y fotografiada. Merece la pena el pequeño esfuerzo de subir hasta aquí.
He visto fotos con gente al borde mismo del acantilado. Ahora está acordonado y no se puede pasar.
Como parece que nos ha gustado la perspectiva seguimos otro camino que lleva hasta Battery Wagner, mucho más abajo del promontorio, para investigar un poco y obtener otros puntos de vista distintos.
Battery Wagner era una batería costera de hormigón armado algo menor, para cañones de 5 pulgadas. Como se encuentra más escondida, los amantes del grafitti han llenado sus paredes de pinturas. El camino sigue bajando hasta Kirby Cove, un campamento situado ya en la playa. Hasta aquí es una caminata corta de un kilómetro, ida y vuelta. Se obtienen buenas vistas del mar, el puente y los acantilados rocosos.
El mirador de Vista Point, también llamado Mirador H. Dana Bowers, aunque casi nadie lo conoce por este nombre. Es el más visitado, pero no es, bajo mi punto de vista, el mejor mirador, ni el que ofrece mejores vistas del Golden Gate Brigde. Quizá al estar tan concurrido le quite parte de su encanto. Por allí hay dos memoriales, Blue Star Memorial Highway y The Lone Sailor Memorial y una rosa de los vientos.
Aunque me había parecido leer en algún sitio que allí había una cafetería, no supimos encontrarla, tan sólo una tienda de souvenirs, así que el hambre tendrá que esperar un poquito.
Si se va en coche, hay que tomar la primera salida una vez pasado el puente. Para llegar a este mirador, Vista Point, hay que “salir” de San Francisco y para visitar Battery Spencer hay que “entrar” en San Francisco. Es necesario tener claro este concepto por el pago de peaje del puente que, a diferencia del Bay Bridge, no se paga “in situ” sino de forma electrónica.
goldengate.org/tolls/spanish.php
Volvimos a San Francisco por el mismo sitio, andando nuevamente sobre el puente, que ahora se encuentra con muchos menos peatones y ciclistas. La pintura carmesí del puente parece estar en muy buen estado y eso que está expuesto continuamente al viento y los aires marinos. Por algún sitio he leído que lo pintan cada año y que se llegan a gastar hasta 38.000 litros de pintura. Cualquier dato referido a este gigante de acero galvanizado tiene que ser en términos superlativos. Como también lo es el triste dato de que ostenta el mayor record de suicidios. No es de extrañar pues que a cada pocos pasos en el puente haya un letrero con un teléfono para ayudar y emergencias.
En la cafetería de la Toll Plaza, dónde llegan los autobuses, nos tomamos un perrito caliente, ya que no quedaba casi nada. Cuando los pocos clientes que quedan están tomando ya el café.
Estábamos esperando a que llegara el sutthel del parque para volvernos hasta algún punto cercano al Palacio de Bellas Artes. Vimos que llegan dos autobuses 28 y como en nuestro plano indica que cerca del palacio pasa el 28, cuando llegó el tercero decidimos subirnos en él. Algo no funcionó. Debe de haber dos itinerarios distintos para el autobús 28 o el plano mentía. En el que nos subimos hizo un largo recorrido por otra zona que incluso se salía del plano que teníamos. Llegó hasta Balboa Park Station y tuvimos que bajarnos. Volvimos a subirnos en otro bus 28 pensando que a la vuelta es cuando pasaría por Presidio y el Palacio de Bellas Artes. Hizo exactament el mismo recorrido pero a la inversa. Así que después de casi una hora estábamos en el mismo punto de inicio, en la Toll plaza. A mal tiempo, buena cara. Tuvimos un tour panorámico que no estaba planeado y que nos sirvió para ver zonas diferentes de San Francisco que, de otra forma, no hubiéramos visitado y también tuvimos un buen rato de interrelación con los diversos personajes que habitan San Francisco.
Justo cuando bajábamos del autobús llegaba el bus del parque al que nos subimos como teníamos planeado desde un principio. El recorrido de la Crissy Field Route es circular y en este sentido va paralelo a la costa de la bahía pero a una altura superior, dirección Crissy Field, precisamente. Como lo que se veía desde el autobús nos estaba gustando decidimos bajarnos casi enseguida, al inicio de la Lincoln Blv.
Había varias rutas señaladas, para bicicletas y peatones, la mayoría de las cuales bajaban hasta el borde del mar. Es una bajada fuerte, en escalones la mayor parte de los tramos, por la ladera cubierta de vegetación muy cuidada y con flores vistosas.
La ruta al borde de la bahía seguía hasta Fort Point en un sentido, el cual desechamos porque las vistas del puente desde donde estamos son estupendas y ya hemos visto bastante de las interioridades del puente como para que nos apetezca verlas de nuevo. Las vistas desde Fort Point tienen la particularidad de que si miras hacia arriba hay una vista distinta del puente, su red de enormes vigas y cables.
Escogemos el otro sentido, el que sigue hasta Crissy Field. La tarde tiene una luz bonita y especial y el paseo se encuentra muy ambientado con gente paseando, corriendo, pescando en el espigón Torpedo Wharf, niños jugando… Un paseo muy agradable al borde de las aguas de la bahía. Mucha gente acude a Torpedo Wharf, (también llamado Fort Point Pier), para pescar cangrejos pero otros muchos se adentran para sacar una buena foto del Golden Gate. Cerca se encuentra Warming Hut dónde sirven chocolate caliente, para los días ventosos y fríos, pero hoy se encuentra cerrado.
Volvemos a subirnos en otro siguiente bus de esta ruta y le pedimos a la conductora que nos indique la parada más cercana al Palacio de Bellas Artes. Y así lo hizo cuando llegamos a una parada enfrente de Crissy Field Center, al lado de Marina Gate. Cruzamos la calle y nos encontramos el palacio de frente, por un lateral de su enorme columnata.
Palace of Fine Arts, el Palacio de Bellas Artes, es un edificio monumental construido en origen para la Exposición Panamá-Pacífico 1915. Es una de las pocas estructuras que sobrevivieron de esta Exposición aunque tuvo que ser reformado en 1965 y algunas mejoras en 2009. Las reformas conservaron el estilo arquitectónico de su diseñador inspirado en el clasicismo de las estructuras griegas y romanas.
Nos adentramos por entre una gran columnata de altas y majestuosas columnas de estilo corintio que se unen en su parte superior asemejando una pérgola. En algunos tramos las columnas son dobles y se van sucediendo formando una curvatura alrededor de una laguna artificial.
El primer tramo de columnas da paso a una enorme estructura central de forma redonda y abierta por varias arcadas, cubierta por una cúpula y toda ella más entrada en la laguna. Un siguiente tramo en curva continúa en columnata similar al tramo inicial. Algunos basamentos de las columnas y frisos se encuentran adornados con bajorrelieves y esculturas.
El palacio también está rodeado por jardines y plantaciones muy cuidadas embelleciendo el conjunto con diferentes colores y texturas. Y no digamos de la belleza que aporta la laguna alrededor de la cual se levantan las construcciones. La extensión del agua proporciona una superficie de espejo para reflejar las edificaciones en determinados momentos y aunque no se reflejen el agua incrementa la sensación de lugar apacible y romántico que ya de por sí tiene el conjunto.
Es todo muy fotogénico y más todavía con la luz del atardecer. No extraña lo más mínimo ver parejas de novios que han escogido el lugar para su reportaje de boda.
Frente a la laguna se extiende lo que parece ser una zona residencial. Varias calles con hermosas y coloristas casas que no tienen nada que envidiar a las Painted Ladies.
En una de estas calles tiene su parada el autobús 30. Parada que a simple vista no se ve. Hay que fijarse en el bordillo de las aceras que es dónde viene señalada. Un simpático y amable conductor nos indicó la parada exacta en dónde teníamos que bajarnos para acceder a Fishermans Wharf. Bajando un pequeño tramo de la Taylor St desembocamos en Jefferson St, frente al Pier 45.
Fisherman’s Wharf es la zona vieja del puerto de San Francisco que aún conserva su arquitectura de muelles y almacenes y con algunos barcos aún atracados en los muelles. Pero ahora es una de las zonas más animadas e interesantes de San Francisco. Sus muelles son una atracción turística y las calles aledañas a los mismos están repletas de restaurantes, tiendas y opciones de ocio.
Comenzamos paseando por el muelle 45. Nos adentramos hasta el final del mismo, por una zona solitaria y sin ninguna actividad. No vemos nada que nos recuerde a la zona turística que es. Pero conseguimos la mejor estampa de todo el paseo por Fishermans. Varios amarres y barcos balanceándose con el vaivén del agua a los que iluminan los últimos rayos del sol, haciéndolos parecer hasta bonitos.
Retrocedimos y en otra ramificación del muelle ya fuimos viendo atracciones conocidas. La plataforma de acceso al submarino USS Pampanito se encuentra ya cerrada y tenemos que conformarnos con verlo de lejos. Igualmente ocurre más adelante con el barco SS Jeremiah O’Brian. Ambos son reliquias del pasado, supervivientes de la II Guerra Mundial y su visita, toda una lección de historia. Al menos es lo que creo pero no puedo confirmarlo.
Lo que sí estaba abierto y su entrada era gratuíta era el Musée Mecanique. Y eso que es una colección particular. Su propietario, Edward Galland Zelinsky, tiene recopilados más de 300 artículos de lo más variopinto, pero con el denominador común de ser másquinas y artefactos mecánicos de principios del siglo XX que aún funcionan con monedas. Os acordais de “Zoltar”, aquel extraño personaje que adivinaba el futuro?, de las máquinas tragaperras y futbolines?, de las máquinas de música que funcionan con manivela?. Casi ninguno las hemos visto en la realidad pero sí en muchas películas. Pues aquí son reales y se pueden utilizar introduciendo su correspondiente moneda. Una visita interesante.
Saliendo del muelle 45, enfrente, se encuentra la famosa panadería Boudin, en dónde desde 1849 se fabrican las típicas hogazas redondas de pan que se rellenan de sopa.
Paseamos por los otros muelles, que son menos interesantes, compramos algunos regalos y llegamos al famoso Pier 39 cuando quedaba ya muy poca claridad. Es el muelle más famoso y adentrándonos en él comprendimos el porqué. Es un precioso muelle de madera reconstruído y modernizado que se encuentra flanqueado por una sucesión de tiendas de muchos tipos, restaurantes, bares.., dispuestos con cierto encanto.
Al pasar una tienda de Mangos nos encontramos con las escaleras musicales. Sus escalones son en blanco y negro y asemejan las teclas de un piano. Subiendo o bajando por ellas, suenan notas musicales. Doy fe de ello.
Al final del recorrido hay un tiovivo muy pintoresco. Los leones marinos no los vimos por ningún lado. No se si se habían ido a dormir o no buscamos bien. Tampoco es que tuviéramos especial interés en ello. Ya habíamos visto la escultura tan simpática de estos animalitos a la entrada del muelle y con ello nos conformamos.
En uno de los muchos restaurantes que hay decidimos entrar y nos atrevimos a probar el clam chowder, la hogaza con sopa de pescado. Y ciertamente nos gustó.
Me quedé con ganas de haber paseado un rato más por los muelles de Fishermans, pero con luz del día, no en horario nocturno, cuando el frío se incrementó y ya estábamos cansados.
Regresamos al hotel cogiendo de nuevo el autobús 30, en sentido contrario, que para en Chesnut St., una calle paralela a Lombard St., a corta distancia de nuestro hotel.
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