Río Lagartos es un lugar mágico y de naturaleza desbordante, un destino imprescindible. Holbox es un lugar de similares características pero terriblemente achuchado por el caudal incesante de turistas que acuden diariamente incluidos los que ya se han "buscado la vida" y "disfrutan" de vivienda en ese masificado y carente de servicios básicos lugar.
El Cuyo era el destino en aquella zona costera que nos quedaba por conocer y aparentemente el mejor conservado, con menos turistas y una población dedicada todavía mayoritariamente a la pesca y a otras actividades similares respetuosas siempre con la naturaleza. Así resultó ser.
Este lugar, conocido en México como el "tesoro escondido de la Costa Esmeralda de Yucatán", forma parte del Parque Nacional de Río Lagartos y aunque por aquellas tierras eso o sea ni mucho menos garantía de conservación, al menos hasta ahora se ha salvado de la vorágine depredadora de los empresarios turísticos y los constructores, en algunos casos tras sufridas "cruzadas" de gran parte de sus 1500 habitantes.
El Cuyo era el destino en aquella zona costera que nos quedaba por conocer y aparentemente el mejor conservado, con menos turistas y una población dedicada todavía mayoritariamente a la pesca y a otras actividades similares respetuosas siempre con la naturaleza. Así resultó ser.
Este lugar, conocido en México como el "tesoro escondido de la Costa Esmeralda de Yucatán", forma parte del Parque Nacional de Río Lagartos y aunque por aquellas tierras eso o sea ni mucho menos garantía de conservación, al menos hasta ahora se ha salvado de la vorágine depredadora de los empresarios turísticos y los constructores, en algunos casos tras sufridas "cruzadas" de gran parte de sus 1500 habitantes.
Con la fotografía anterior a la vista, un detalle para curiosos. Si visitáis El Cuyo y otras zonas de abundancia de flamencos observaréis que los tendidos eléctricos tienen unas enormes esferas incrustadas en el cableado a lo largo del mismo. El motivo: que de las bandadas de flamencos en vuelo no solamente las primeras aves puedan esquivar los cables, sino que eleven el vuelo antes para quienes las siguen no se estrellen contra tales obstáculos.
De nuevo para continuar, la luz de un amanecer yucateco. En este caso iluminando la playa de El Cuyo, sin palabras.
Antes de comenzar nuestra jornada de observación de aves, al alcance de cualquiera ya que los perfectos y profesionales organizadores meridanos las llevan a cabo durante gran parte del año y por los más diversos lugares de la península, se imponía un café acompañado por bollería del día elaborada en el propio poblado. Así da gusto comenzar el día.
Al fondo se ve apenas la reunión que mantenían los pescadores del pueblo a esa hora como cada mañana desde tiempos remotos, previa al inicio diario de su actividad.
Al fondo se ve apenas la reunión que mantenían los pescadores del pueblo a esa hora como cada mañana desde tiempos remotos, previa al inicio diario de su actividad.
Es El Cuyo además de puerto pesquero lugar innumerables ranchos ganaderos en lo que fuese selva al sur de su estero meridional, a los alrededores de uno de ellos nos dirigimos para disfrutar de la actividad del día: la observación de innumerables aves en un entorno para ellas perfecto (naturaleza con agua y peces en abundancia).
A pesar de lo que pueda parecer, los rancheros de la zona son de carácter sumamente amable y siempre dispuestos a la charla con el visitante.
Los terrenos dedicados a la ganadería extensiva aquí también han reemplazado a la antigua selva y el vacuno es la estrella.
Con lluvias abundantes y calor hay charcas de agua dulce en cada rincón, con una gran biodiversidad. Esto es un "carrao" buscando comida en una de ellas.
En plena actividad del día, el pajareo, como allí les gusta decir.
El gran estero al sur del pueblo es lugar de estancia del flamenco rosa, al igual que en las proximidades de Río Lagartos (es la misma ría). En este caso la zona acuática, de escasa profundidad cuenta con un plus verdaderamente importante de cara a su conservación, no es accesible a las embarcaciones desde el mar y por lo tanto resulta poco atractiva para el turismo de masas. Una verdadera suerte para las aves
A Ría Lagartos llegan en total entre enero y septiembre un número aproximado a los 20.000 flamencos para reproducirse, aunque durante todo el año pueden observarse grupos dispersos.
En la zona marítima, al norte de El Cuyo, un dique siempre abarrotado de aves hace de límite a una parte de la playa y protege la entrada en aquellas aguas escasamente profundas al puerto, pequeño, resguardado e interior.
El puerto de El Cuyo, dedicado ahora exclusivamente a la pesca y al turismo (en menor medida esta última actividad), fue a mediados del siglo XX un lugar de gran actividad ya que por allí salieron en su día todas las maderas obtenidas de la tala del arbolado que componía la espesa selva del norte de Yucatán. Por supuesto era el puerto de salida para las explotaciones madereras de Colonia Yucatán, a 38 kilómetro por carretera de este lugar.
El centro neurálgico del humilde y encantador pueblo, a escasos 25 metros de la playa: la iglesia, la plaza del pueblo y el faro.
El faro de El Cuyo fue edificado sobre una antigua construcción maya de forma piramidal preexistente de unos 7 metros de altura. Es uno de los atractivos del pueblo ya que puede subirse al mismo pidiendo autorización al capitán del puerto y observar una considerable zona de costa e interior.
Aquí un simpático vecino y pescador mañanero en aquella ría repleta de peces.
Nos aseguró que capturaba todos los días dos o tres "pececillos" simplemente para hacerse "un caldito".
Durante la actividad "pajarera" no solamente nosotros avistábamos las aves, a veces eran ellas las que nos observaban con detenimiento.
El Toh, o "pájaro relojero". Ave extraordinaria tanto por la forma de mover su bella y peculiar cola como por su canto o por ser ave de leyenda. Admirada por todos los ornitólogos de aquellas tierras. Este ejemplar se nos presentó y pudimos observarlo tal y como aparece en este documento, en un "posado" perfecto.
Ya de regreso a Playa del Carmen, el camino más corto pasa de nuevo por Kantunilkin. Menos de dos horas de trayecto en total desde El Cuyo a Playa.
Hemos terminado nuestro primer "proyecto" en este viaje y volvemos a Playa encantados tras dejar además nuevos y buenos amigos en el camino...