De Skaftafell a Skógafoss ✏️ Diarios de Viajes de Islandia

---

El día amaneció soleado y sin viento, la suerte nos acompañaba desde que habíamos llegado al sur, pero el tiempo es muy cambiante en Islandia, a lo largo del día la iba a empeorar.
Comenzamos de buena mañana la caminata a Svartifoss (significa cascada negra en islandés), hay varios senderos por los que llegar, todos empiezan en el camping, nosotros seguimos el S2 , es una subida empinadilla pero no tiene mayor dificultad, lo malo fueron algunos tramos helados, con crampones se hubiera ido mejor. Llegamos a unas escaleras en la bajada, en las que era imposible no caerse, así que nos tiramos como si fuéramos en trineo, sólo que sin trineo.


Es cierto que parece un órgano tubular como dicen, el color de las columnas se debe a su origen volcánico y su forma hexagonal por un proceso de cristalización ya que el flujo de la lava se enfrió muy lentamente.


Entre ir y volver tranquilamente parándonos a hacer muchas fotos, se nos fueron unas 3 horas.
Abandonamos el parque nacional dirección Núpsstaður,
Es un pueblecito construido a principios del S.XIX, en el 2010 falleció el último miembro de la familia de granjeros que la habían habitado desde entonces. Se está estudiando declararlo monumento nacional.


Y desde allí nos fuimos a Kirkjugolf, había muchísima nieve y encontrarlo fue una aventura.


Son el mismo tipo de columnas que hay en Svartifoss sólo que aquí en vez de una pared forman un curioso suelo.
El día empezaba a ponerse feo, se levantó el viento y se nubló, así que nos fastidió un poco la visita a la playa de Reynisfjara en Vík í Mýrdal.
Aquí nos encontramos más columnas hexagonales.


El vendaval te llenaba los ojos de arena y era bastante difícil caminar (mirar que pelos), pero aún así nos recorrimos la playa porque era preciosa, menos mal que había alguna cueva en la que refugiarse.



El próximo lugar que visitamos fue Dyrhólaey, parece que está muy cerca en el mapa, pero hay que dar una buena vuelta. Las vistas son impresionantes, pero no se podía estar, las rachas de viento eran brutales.


Seguimos nuestra ruta y ya sin apenas luz llegamos a Skogafoss, había un cartel de prohibido pernoctar, pero estábamos cansados y había bastantes furgonetas aparcadas, así que nos la jugamos y nos quedamos a dormir ahí, que estaba resguardado del viento y había baños públicos.
Ni siquiera nos acercamos a la catarata, nos conformamos con verla tras los cristales, habíamos cogido mucho frío las dos paradas anteriores. Mañana sería otro día.

---