Reykjavik y alrededores ✏️ Diarios de Viajes de Islandia

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¡Qué bien levantarse en una cama y poder ir al baño! La furgo tiene muchas ventajas, pero lo de tener que salir al frio nada mas levantarse no es una de ellas.
Fuimos a desayunar y nos pusimos como el Kiko, era un buffet pequeñito pero muy bien surtido. Entre tostada y tostada decidimos ir al Parque Nacional de Þingvellir, que fue lo que nos saltamos el día anterior y visitar Rejkiavik. La otra opción era ir a hacer el trekking del rio caliente de Reykjadalur y la cueva de Raufarholshellir, pero como por la tarde teníamos que ir a hacer el check out de la furgo antes de que cerraran (al día siguiente salíamos muy pronto y no lo podíamos hacer), elegimos el plan más tranquilo.

Tuvimos que darnos primero un paseo mañanero por Rejkiavik porque estábamos llenos. Llegamos hasta la escultura de Sólfarið.


Muy cerca está Bernhoftsbakari, una pastelería que funciona desde 1834, compré 4 kleinur para desayunar el día siguiente. Los kleinur son como unos donuts islandeses deliciosos, suelen llevar chocolate por encima pero hay de más sabores. De especialidades islandesas de supermercado será lo que mas eche de menos junto con el skyr, éste último es un producto lácteo parecido al yogur griego pero más denso, tiene mucha menos grasa que los yogures y más proteínas. Está de muerte.

Tras el paseo partimos hacia Þingvellir, aparcamos en el parking 1 que es donde está el Visitor center,
pagamos el parking, pagas una vez en una maquinita y te sirve para todo el día en el parque nacional. Está todo perféctamente indicado, hay carteles y mapas por todas partes.
Nosotros fuimos hasta Oxarafoss caminando a lo largo de la falla de Almannagjá, es una de las grietas que separan las placas tectonicas de Noramerica y Eurasia, las placas se separan entre 1 y 18mm al año.


Siguiendo el sendero pasaréis por el Logberg que era donde se reunía la asamblea de hombres libres, el primer parlamento del mundo, creado en el año 930. También veréis Drekkingarhylur, una piscina donde ahogaban a las mujeres acusadas de brujería o adulterio entre otros delitos, a los hombres condenados en lugar de ahogarlos los quemaban. Por último llegaréis a la cascada de Öxarárfoss.


Desde esta ruta salen otros caminos, por ejemplo el que te lleva a Þingvallakirkja, una iglesia de 1859 emplazada donde la antigua iglesia del S.XI, nosotros hicimos sólo parte del camino porque estaba bastante resbaladizo por esa zona como os muestro a continuación.


Si no queréis o no podéis caminar, podéis ir por carretera, hay varios parkings a lo largo del camino. En el aparcamiento Nº1 desde donde salimos nosotros hay un mirador con buenas vistas del valle.


Volvimos a Reykjavik para que revisaran la furgo y dejarlo todo listo para el día siguiente, íbamos con bastante miedo por el tema de la puerta, entre otras cosas porque con lo que nos gastamos en la excursión de la cueva de hielo nos habíamos comido todo el fondo para imprevistos. Tuvimos la suerte de que había un chico que hablaba español, y todo fue mucho más fácil, nos dejaron en la oficina tomando un café (aunque mejor hubiera sido una tila) y se fueron a revisar la furgoneta, no dejaba de entrar y salir con gente. Al cabo de un rato que se nos hizo interminable, volvió y nos preguntó si habíamos tenido algun problema con la puerta, le dijimos que si, y le contamos lo del viento. Nos dijo que nos agradecía la sinceridad y que no nos iban a cobrar ningún recargo porque esa puerta ya había tenido un problema anterior y quizá debido a ello no había aguantado la "ventolera" como debería, así que nos libramos.
Salimos de allí más contentos que unas pascuas, quedamos en que dormiríamos en el parking y les dejaríamos las llaves donde nos dijeron. También nos llamaron a un taxi para que la mañana siguiente nos viniera a recoger a las seis, y nos dieron el teléfono de la compañía de taxis por si había algún problema.

Como era pronto fuimos a la ciudad para celebrar la buena noticia con un par de cervezas islandesas en el Kaffibarinn.




Nos encantó el lugar, está prohibido hacer fotos dentro y la música estaba bajita para poder hablar, el ambiente era de gente local. Había una pizarra con los precios de las cervezas durante el Happy hour, probamos la Gull y una Kaldi que ya la conocíamos, pero en la segunda ronda nos reafirmamos con la Kaldi, es la mejor.

Salimos caninos del bar, así que fuimos a probar los famosos hot dogs de Bæjarins Beztu Pylsur, es un puesto callejero y había cola para pedir, pero como íbamos calentitos no nos importó el frío. No habíamos comido nada desde el superdesayuno, así que nos metimos 2 cada uno entre pecho y espalda.


Y no nos conformamos con eso, luego entramos en un sitio que habíamos visto antes para comernos el postre, yo un helado de cacahuetes salados (después del de pepino es el mas raro que he probado) y mi novio un crep de chocolate negro y coco, era nuestra última noche y tiramos la casa por la ventana, con todo no gastamos ni 50€ en total.

Y ya mas sobrios después de cenar y pasear, condujimos hasta la oficina de Campeasy que estaba a las afueras de Reykjavik.

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