DÍA 9 EN GRECIA, 3ER. DÍA DE CRUCERO. ESCALA DE JORNADA COMPLETA EN RODAS.
Por la mañana, amanecimos ya en Rodas. Era un día tranquilo porque lo íbamos a pasar completo allí y, además, estábamos amarrados en el puerto, con lo cual podíamos subir y bajar del barco cuando nos diera la gana, sin depender de las incómodas listas de desembarque en los botes. Evidentemente, no se trataba de conocer la isla de Rodas, lo cual exige varios días, sino hacer un recorrido pequeño, pero interesante: en fin, a lo que se puede aspirar yendo de crucero.
Rodas a vista de pájaro según GoogleMaps.
Pero también es verdad que el destino merecía hacer un esfuerzo: estábamos en la joya de la corona del Dodecaneso, y su ciudad antigua es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Lo primero que nos llamó la atención, ya desde el barco, fueron sus robustas murallas. Sin embargo, nuestro primer objetivo no era el casco antiguo de Rodas, sino la pequeña población de Lindos, que nos habíamos empeñado en visitar. Fue posible hacerlo porque, como ya he mencionado, íbamos a estar toda la jornada amarrados en el puerto de Rodas. Pensamos en coger un autobús, pero no nos cuadraba muy bien el horario, la distancia es notable y podíamos perder un tiempo precioso que íbamos a necesitar en Rodas. También hay la posibilidad de ir en barco, pero estábamos en el mismo caso. Así que nos pusimos de acuerdo con otra pareja para ir en taxi. No fue barato (45 euros por trayecto), pero las excursiones de la naviera nos hubieran costado más del doble. De esta forma, nos asegurábamos poder volver al crucero a comer con el consiguiente ahorro. De todas formas, quizás de tener que repetirlo, igual lo hubiese hecho al revés, dejando esta excursión para por la tarde.
LINDOS.
Es un encantador pueblecito de unos tres mil habitantes, a 55 kilómetros de la ciudad de Rodas, que cuenta con dos preciosas playas gemelas y en cuya cima hay una acrópolis. El pueblo y su escenario son preciosos y pintorescos a rabiar, lo malo es que… todo estaba lleno de gente, ¡cómo no! La masificación se encontraba sobre todo en el laberinto de callejuelas que asciende a la acrópolis, flanqueado por tiendas de todo tipo, donde los turistas se paraban a curiosear, montando un tapón impresionante. Estuvimos dando una vuelta y entré en la Iglesia, muy bonita por cierto, pero no pude hacer ninguna foto allí porque no tenía sentido sacar únicamente cuerpos y cabezas.
Las hermosas playas que rodean Lindos.
Camino por el que suben los burros.
Fundado por los dorios, en torno al siglo X a.C., según Homero, las poblaciones de la isla que participaron en la Guerra de Troya fueron Lindos, Ialisos y Cámiros. Los habitantes de las tres eran dorios y juntos fundaron en el 408 a.C. una ciudad común, Rodas, a la cual se trasladaron buena parte de sus pobladores. Aunque su importancia política declinó a partir de entonces, siguió conservando influencia como centro religioso puesto que tenía dos santuarios, dedicados a Atenea y a Heracles.
Lindos desde la carretera, coronado por la Acrópolis.
Para llegar a la acrópolis hay que subir una empinada cuesta y los turistas más perezosos utilizan burros, que por fortuna ascienden por camino distinto al que hay para ir andando. Sin embargo, es cierto que, con ser numerosos los que fuimos allí, el grueso de la gente se quedaba en el pueblo, comprando en las tiendecitas instaladas en bonitas casas, algunas del siglo XVII. Por cierto que el último tramo es bastante exigente y en la acrópolis apenas hay sombras, así que ojo con el calor y el sol, que pega de lo lindo (nunca mejor dicho): llevad protección, agua y gorra o sombrero.
Ticket de acceso a la Acrópolis de Lindos.
La ciudadela natural que representa la colina que se encuentra sobre Lindos fue fortificada por griegos, romanos, bizantinos, caballeros y otomanos, quedando restos del paso de casi todos ellos. Por eso, para llegar a la acrópolis griega, hay que acceder por la fortaleza que construyeron en el año 1317 los Caballeros de San Juan sobre una antigua fortificación bizantina para proteger la isla de los otomanos.
Una vez en el interior y tras subir unas escaleras, nos encontramos con los restos del Templo dórico de Atenea Lindia, que aunque su versión más antigua data del siglo VI a.C. fue reconstruido en el año 300 a.C. después de haber destruido por un incendio y de esta época las ruinas que podemos ver ahora. Medía 21,5 metros de largo por 7,75 metros de ancho y contaba con un pórtico de cuatro columnas dóricas en cada lado corto. También hay algunos restos del Templo de Zeus Polieo y de un teatro.
Una vez en el interior y tras subir unas escaleras, nos encontramos con los restos del Templo dórico de Atenea Lindia, que aunque su versión más antigua data del siglo VI a.C. fue reconstruido en el año 300 a.C. después de haber destruido por un incendio y de esta época las ruinas que podemos ver ahora. Medía 21,5 metros de largo por 7,75 metros de ancho y contaba con un pórtico de cuatro columnas dóricas en cada lado corto. También hay algunos restos del Templo de Zeus Polieo y de un teatro.
Fortaleza de los Caballeros de San Juan.
El Templo de Atenea Lidia.
Vistas sobre el mar.
Además, pudimos ver los propileos del siglo IV a.C., una escalera helenística monumental del siglo II a.C., una estoa (restaurada) del 200 a.C., que medía 87 metros de largo y tenía 42 columnas, una muralla helenística, los restos de un templo romano del año 300 d.C. , relieves tallados con trirremes romanas y la Iglesia de San Juan, ortodoxa griega, del siglo XIII. En fin, un conjunto de lo más completo, en el que solo sobraba un poco de gente.
Y, por si eso fuese poco, el marco paisajístico era sensacional, realzado por un día de sol espléndido, confiriendo a las calas de alrededor un maravilloso color turquesa. De verdad, no sé si me gustaron más las ruinas o su escenario, quizás fue el conjunto completo. Por cierto que aquí se rodó la película “Los Cañones de Nabarone”.
Escalinata, estoa, fuerte y el mar.
CIUDAD DE RODAS.
Como he mencionado anteriormente, la ciudad medieval de Rodas fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1988, pero su importancia se remonta mucho más atrás, no en vano aquí estuvo ubicada una de las siete maravillas del mundo antiguo, el célebre Coloso de Rodas. Pero vayamos por partes.
Vista parcial de Rodas desde el Puerto.
Escribiendo sobre Lindos, ya comenté que Rodas fue fundada en el año 408 a.C. por las ciudades dóricas de Lindos, Ialisos y Cámiros para tener un centro de administración común, que las hiciera más fuertes. En efecto, la ciudad prosperó, aprovechando las riquezas que le proporcionó el importante comercio de su puerto, contando incluso con alcantarillado y una buena red de abastecimiento de agua. Entre los años 304 y 293 a.C. el escultor Cares de Lindos construyó una estatua de enormes proporciones, situada en la entrada al puerto. Representaba a Helios, dios del sol, tenía una base de mármol blanco y la estructura era de acero y piedra con capas de bronce. Sus 37 metros de altura permitían que los barcos cruzasen para entrar al puerto bajo sus piernas abiertas. En el año 226 a.C. un fuerte terremoto dañó la ciudad y derribó la estatua, que no se volvió a erigir, y cuyos restos permanecieron esparcidos por el puerto durante siglos. Está considerada como una de las siete maravillas del mundo antiguo y, actualmente, en la bocana del puerto de Mandraki, en el lugar donde se supone que estuvo el coloso, se colocaron como recuerdo dos columnas de piedra con sendos ciervos de bronce. Por cierto, que hace poco leí en algún periódico que las autoridades griegas quieren levantar otro coloso similar al primitivo, pero tres veces más alto. ¡Madre mía, no me lo puedo creer!
Como tuviera que pasar este "barquito" por entre las piernas del coloso...
En el 164 a.C. Rodas pasó a integrarse en el Imperio Romano dentro de la provincia de Asia. Fue una época culta y próspera y todavía se conservan muchos restos de esta época en la ciudad. A partir del siglo V sufrió diversos avatares, fue incendiada por los saurios, los bizantinos la convirtieron en un puerto muy importante en el comercio entre Constantinopla y Alejandría e, incluso, fue tomada por los árabes en el siglo VII, que se llevaron los restos del coloso a Siria para fabricar monedas. Volvió a manos de los bizantinos hasta la caída del imperio en 1204. Tras varios años inciertos, En 1307, Rodas fue conquistada por los Caballeros Hospitalarios, y con la anuencia del Papa Clemente V en 1309, permanecieron más de dos siglos en la isla, teniendo que defenderse en numerosas ocasiones del acoso de las tropas otomanas. Sin embargo, pese a que en 1521, Rodas contaba con las más inexpugnables fortificaciones del mundo cristiano, los Caballeros cedieron ante el asedio del Sultán Solimán el Magnífico, acordando ceder la ciudad a cambio de que sus habitantes no sufrieran ningún daño y que seguir profesando la fe cristiana; además, los caballeros podrían marcharse llevándose todos los tesoros que pudieran acarrear. La isla estuvo en poder otomano desde 1523 hasta que en 1912, durante la guerra italo-turca, las tropas italianas ocuparon las islas del Dodecadeneso y anexionaron Rodas a Italia. Tras la II Guerra Mundial, se convirtió en protectorado británico, hasta que fue cedida a Grecia el 7 de marzo de 1948 pese a las reticencias turcas.
Los minaretes de las mezquitas se hacen patentes en la ciudad, evidenciando su pasado otomano.
Con esta historia tan ajetreada, los lugares para visitar en Rodas eran muy numerosos y procuramos distribuir lo mejor posible la jornada, una vez que regresamos de Lindos, lo que no fue muy difícil porque el puerto para barcos grandes, Kolona, no está lejos del casco antiguo.
Lo primero que nos llamó la atención fueron sus impresionantes murallas de piedra, con un perímetro de 4 kilómetros y una anchura media de 12 metros, que protegen el casco antiguo y que están consideradas entre las más grandes y mejor conservadas de Europa. Protegen el casco antiguo, que se divide en tres zonas: Kollakio (barrio de los caballeros), Hora (barrio turco) y el Barrio Judio. En Kollakio se encuentran las zonas de más atractivo medieval y en Hora los comercios y restaurantes. Resulta interesante recorrer al menos un tramo de la muralla, admirando las fortificaciones que los caballeros realizaron, mejorando las anteriores defensas bizantinas. Hay varias puertas para pasar al casco antiguo: Santa Catalina, Amboise, San Antonio, San Juan, San Pablo, San Atanasio, los Molinos, Libertad, Arnaldo…
Ciudad amurallada vista desde el Puerto.
La Puerta de Santa Catalina, o puerta del mar, fue construida en 1478 por el Gran Maestre y era la principal y la más artística de la ciudad porque no se esperaba recibir un ataque otomano por este lado de la ciudad. Da acceso al muelle comercial, junto al que se encuentra un grupo de molinos.
La Puerta de San Pablo está rodeada por un muro bajo y protegida por una torre almenada. Muy cerca se encuentra la Puerta de la Libertad. La verdad es que ya no sé si confundo la una con la otra, ni siquiera mirándolo en internet me he aclarado porque sale la misma foto con los dos nombres.
La puerta más impresionante desde el punto de vista defensivo es la llamada Puerta de Amboise, construida en 1512 sobre un foso que salva un puente con arcos. Esta puerta da acceso a la zona donde residían los Caballeros, que estaba protegida por otras tres puertas consecutivas, incluyendo la de San Antonio, para hacer el recinto inexpugnable
.Desde aquí se puede acceder al Palacio de los Grandes Maestres, fortificación dentro de otra fortificación, fue construida en el siglo XIV, albergó a 19 grandes maestres y también sirvió de refugio a la población en el curso de los ataques otomanos. Resultó dañado durante el asedio turco de 1522 y quedó destruido por una explosión accidental a mediados del siglo XIX. Los italianos lo reconstruyeron siguiendo los planos originales para el exterior, dotando el interior de un fasto mayor que el primitivo.
Palacio de los Grandes Maestres y Murallas.
Paseo del foso.
Paseo del foso.
Desde la parte superior de la muralla se tienen unas vistas muy bonitas del casco antiguo y del mar, en el que podíamos ver nuestro crucero amarrado en el puerto. Y, dentro o fuera de las murallas, cualquier recoveco entre las calles laberínticas ofrecía un rincón encantador, incluso sin nadie a la vista.
Tampoco hay que perderse los restos del Templo de Afrodita, del siglo III a.C., una de las pocas ruinas griegas del casco antiguo.
Una de las zonas más bonitas del casco antiguo es la Avenida de los Caballeros y aledañas, cuyos edificios de piedra con grandes portales en forma decarco y ventanas adinteladas te transportan a otra época. Aquí hay que callejear y disfrutar: es lo principal y no vale la pena describir nada. Y no venía mal refrescarse en alguna de sus fuentes porque el calor apretaba de lo lindo.
Enseguida aparecimos junto a la Mezquita de Solimán el Magnífico, también llamada la Mezquita Rosa. Se construyó en 1522 para conmemorar la victoria del sultán otomano sobre los caballeros. Estaba cerrada al público por restauración
Junto a la Mezquita se encuentra la Torre del Reloj, por cuya tortuosa escalera subí para hacer unas fotos desde lo alto. Mis afanes por las alturas son ingobernables hasta por mi misma.
El crucero desde la torre y otras vistas de la ciudad.
Siguiendo la calle Sokratus, que antes era arteria principal de los antiguos bazares, que hoy conserva su espíritu comercial, con sus cafeterías, restaurantes y tiendas. Un poco más adelante llegamos a una de las postales típicas de Rodas, la Plaza Ipokratus, siempre llena de gente, con la Lonja de los Mercaderes y su bonita y llamativa Fuente Turca, también llamada Fuente Castellana. Inevitable sacarse una foto aquí.
Plaza Ipokratus.
Fuente castellana (o turca)
Logia de los Mercaderes.
Fuente castellana (o turca)
Logia de los Mercaderes.
Si gusta y se tiene tiempo hay varios museos para visitar: el de arte bizantino, el judío, el arqueológico, el de artes decorativas, el de arte moderno griego…
Y entre idas y vueltas pasó la jornada, no sin antes probar los cafés frapés de una heladería típica, cerca de la Torre del Reloj. Muy interesante el día y también algo cansado porque el calor empezaba a apretar muy mucho. Así que fuimos a una de las playas a meter un ratito los pies en el agua.
Me fui de Rodas con las ganas de haber pasado allí una noche para ver la ciudad medieval iluminada. Otra vez será.