Es sábado, día festivo en Nepal. El trabajo ya está hecho, el presupuesto finalizado y estamos a la espera de recibir el visto bueno de la ONG a las variaciones del proyecto. Decido tomarme el día libre. Consulto la Lonely Planet, donde se recomienda la visita a un pueblo cercano. Se lo comento a Krisna Hari y tras tomar el té me acompaña a la parada de autobuses a tomar uno. Me recomienda evitar el transporte local, lento, y me dirige a uno de los llamados turísticos. Me entrega un croquis de cómo llegar donde ha apuntado su número de teléfono. Me siento como un niño pequeño.
Me bajo en Dumre, una ciudad de tamaño similar a Damauli. Son las 9h y tengo ganas de comer. No es que me haya adaptado al nuevo horario, es que todavía no me he adaptado a la dieta nepalí y enseguida siento hambre. Entro en uno de los locales próximos a la parada del siguiente bus. Es un local típico de numerosas puertas de madera la fachada, viejas mesas y sillas con una cocina sencilla en la entrada. Pido chowmain y te especiado con leche. Tardan un imperio, pero aprovecho el tiempo para leer y escribir. No hay colegio y unas niñas curiosas se acercan para hacerme sonreír.
Un día más, en las mañanas no luce el sol y las nubes cubren las colinas. El autobús a Bandipur sale puntual y tarda más de media hora en hacer los escasos 7km de recorrido. La fuerte pendiente y las infinitas paradas no permiten mejorar esa marca. A medida que ascendemos, el fondo blanco de las nubes ofrece más claridad y cuando el motor se para y el estruendo cesa, brilla el sol. La luz y el silencio permiten apreciar más, si cabe, la belleza de este lugar.
El punto final es un pequeño pueblo de montaña que conserva intacta las construcciones típicas newar. La plaza central cuenta con fachadas restauradas con vivos colores que contrasta con el Nepal visto hasta entonces. Cuidado, tranquilo y recoleto, no es de extrañar que el pueblo sea habitual en la ruta turística. Sonrío cuando descubro pizarras en la calle anunciando en inglés café, comida occidental y wifi. Podía estar en Nepal o en cualquier pueblo del Tirol.
Bandipur está en lo alto de una colina a unos 1.000m de altura y en su entorno hay varios miradores desde los que contemplar las montañas del Himalaya. Lamentablemente, a partir de las 10h el paisaje queda oculto tras las nubes que cubren el horizonte.