Aunque el día amanece nublado y con 14 grados, se despeja parcialmente cuando terminamos de desayunar en nuestra terracita; teníamos previsto comprar la Panoramapass para empezar a usarla hoy, pero arriesgamos confiando en que mañana esté más despejado. Atravesamos el valle hacia el sur, a la zona del Passo San Pellegrino. Es un privilegio ir conduciendo rodeado de paisajes como estos. En casi cualquier parte están los Alpes vigilando el camino. Nuestra idea de hoy era llegar hasta el Rifugio Fucciade.
Llegamos a la zona limítrofe entre Moena y Soraga, donde hay un aparcamiento de pago enfrente de la iglesia y del antiguo hospicio (4€ todo el día); también se puede subir en coche hasta el hotel Miralago.
Existen varias actividades, remontes y la San Pellegrino card, para quien quiera explorar la zona con más detenimiento. En concreto, el funivia que sube a Col Margherita donde hay un área de juegos. En www.passosanpellegrino.it hay bastante info con senderos, refugios, remontes... En el apartado de Actividades > Gastronomía >Restaurantes hay varios con zona infantil (nosotros habíamos husmeado en la web el Bar Husky y la Baita Paradiso, entre otros).
Desde el aparcamiento, cruzamos la carretera y empezamos el paseo al Rifugio Fucciade, subiendo esta ligera rampa hacia el Albergo Ristorante Miralago.
Es un camino forestal muy sencillo, excepto algunas pequeñas pendientes, marcado con el número 607 o alta vía número 2. Cuando llegamos al cartel "Miralago-al Lago" la dejamos atrás y seguimos caminando de frente.
Paseamos por la Conca di Fucciade, con campos verdes y las típicas cabañas de madera, rodeados, cómo no, de un paisaje de excepción: el Pale San Martino, Marmolada, Lagorai, Latemar…
Según nos acercamos al refugio, las montañas que tenemos enfrente están más despobladas, mientras que a nuestra derecha sigue predominando el verde. Aunque seguimos de frente, cada cierto tiempo nos giramos para contemplar lo que dejamos atrás; el paisaje no tiene ni un pizco de desperdicio. ¿Quién no se perdería unos días en una de estas cabañitas?
A medio camino hay una fuente con forma de tronco de árbol y una noria de agua, así que hacemos la parada de rigor para asegurarnos de que funciona bien, la temperatura, "¿puedo meter las manos?", "me mojé hasta los codos"...
En unas dos horas estamos arriba; el refugio tiene una terraza con mesas y una zona exterior de juegos, donde pasamos un rato agradable, después y mientras nos comemos unos bocatas y unos refrescos. Hay un ambiente genial y relajado, otra vez la filosofía de venir a disfrutar del día, sin prisas: montañeros, familias con niños, parejas... compartiendo mesas.
El interior del restaurante es precioso, papá se pierde dentro en la planta baja para captar instantes. Hay muchísima gente… las tartas tienen una pinta… así que caen dos buenos trozos en la terraza. Jugamos, damos la vuelta al derecho y al revés alrededor del refugio y nos acercamos hasta un pequeño riachuelillo en la trasera, viendo el paraje agreste de los Dolomitas en esta parte.
Bajamos aproximadamente en una hora, conteniendo la respiración a cada paso.
Cuando el niño se despierta ya estamos en el Hotel Miralago para ver el Lago Le Pozze, un tesoro escondido del que no habíamos leído nada y que descubrimos por casualidad trasteando con el Street View de Google, creyendo que era el de S. Pellegrino.
Algún lugareño con sus aparejos de pesca y animalitos alrededor. Increíble.
Nuestra siguiente parada es el Lago S. Pellegrino/S. Pellegrino See. Tras salir del aparcamiento donde dejamos el coche esta mañana, en el sentido de la carretera hacia Fassa, paramos frente al Hotel Arnika, en el aparcamiento junto al Hotel Cristallo. Desde aquí se entra a otro escenario mágico.
Tras la parada técnica de rigor en la fuente con forma de tronco en la entrada y subir la pequeña rampa que da acceso, hacemos el paseo circular, que es facilísimo; vale la pena alejarse del inicio. No nos lleva más de cuarenta y cinco minutos, con la diversión de cruzar varios puentes y tirar piedritas.
Creo que hoy ya no podemos pedir más. Ya de regreso, nos hipnotizan el Catinaccio y las Torres de Vajolet. Lo mismo en Vigo y Campestrin con el grupo del Sella. Paramos en varios apartaderos para no tener un accidente, porque es imposible no mirar: se imponen las moles de los Dolomitas en la carretera.
Llegamos a la zona limítrofe entre Moena y Soraga, donde hay un aparcamiento de pago enfrente de la iglesia y del antiguo hospicio (4€ todo el día); también se puede subir en coche hasta el hotel Miralago.
Existen varias actividades, remontes y la San Pellegrino card, para quien quiera explorar la zona con más detenimiento. En concreto, el funivia que sube a Col Margherita donde hay un área de juegos. En www.passosanpellegrino.it hay bastante info con senderos, refugios, remontes... En el apartado de Actividades > Gastronomía >Restaurantes hay varios con zona infantil (nosotros habíamos husmeado en la web el Bar Husky y la Baita Paradiso, entre otros).
Desde el aparcamiento, cruzamos la carretera y empezamos el paseo al Rifugio Fucciade, subiendo esta ligera rampa hacia el Albergo Ristorante Miralago.
Es un camino forestal muy sencillo, excepto algunas pequeñas pendientes, marcado con el número 607 o alta vía número 2. Cuando llegamos al cartel "Miralago-al Lago" la dejamos atrás y seguimos caminando de frente.
Paseamos por la Conca di Fucciade, con campos verdes y las típicas cabañas de madera, rodeados, cómo no, de un paisaje de excepción: el Pale San Martino, Marmolada, Lagorai, Latemar…
Según nos acercamos al refugio, las montañas que tenemos enfrente están más despobladas, mientras que a nuestra derecha sigue predominando el verde. Aunque seguimos de frente, cada cierto tiempo nos giramos para contemplar lo que dejamos atrás; el paisaje no tiene ni un pizco de desperdicio. ¿Quién no se perdería unos días en una de estas cabañitas?
A medio camino hay una fuente con forma de tronco de árbol y una noria de agua, así que hacemos la parada de rigor para asegurarnos de que funciona bien, la temperatura, "¿puedo meter las manos?", "me mojé hasta los codos"...
En unas dos horas estamos arriba; el refugio tiene una terraza con mesas y una zona exterior de juegos, donde pasamos un rato agradable, después y mientras nos comemos unos bocatas y unos refrescos. Hay un ambiente genial y relajado, otra vez la filosofía de venir a disfrutar del día, sin prisas: montañeros, familias con niños, parejas... compartiendo mesas.
El interior del restaurante es precioso, papá se pierde dentro en la planta baja para captar instantes. Hay muchísima gente… las tartas tienen una pinta… así que caen dos buenos trozos en la terraza. Jugamos, damos la vuelta al derecho y al revés alrededor del refugio y nos acercamos hasta un pequeño riachuelillo en la trasera, viendo el paraje agreste de los Dolomitas en esta parte.
Bajamos aproximadamente en una hora, conteniendo la respiración a cada paso.
Cuando el niño se despierta ya estamos en el Hotel Miralago para ver el Lago Le Pozze, un tesoro escondido del que no habíamos leído nada y que descubrimos por casualidad trasteando con el Street View de Google, creyendo que era el de S. Pellegrino.
Algún lugareño con sus aparejos de pesca y animalitos alrededor. Increíble.
Nuestra siguiente parada es el Lago S. Pellegrino/S. Pellegrino See. Tras salir del aparcamiento donde dejamos el coche esta mañana, en el sentido de la carretera hacia Fassa, paramos frente al Hotel Arnika, en el aparcamiento junto al Hotel Cristallo. Desde aquí se entra a otro escenario mágico.
Tras la parada técnica de rigor en la fuente con forma de tronco en la entrada y subir la pequeña rampa que da acceso, hacemos el paseo circular, que es facilísimo; vale la pena alejarse del inicio. No nos lleva más de cuarenta y cinco minutos, con la diversión de cruzar varios puentes y tirar piedritas.
Creo que hoy ya no podemos pedir más. Ya de regreso, nos hipnotizan el Catinaccio y las Torres de Vajolet. Lo mismo en Vigo y Campestrin con el grupo del Sella. Paramos en varios apartaderos para no tener un accidente, porque es imposible no mirar: se imponen las moles de los Dolomitas en la carretera.