Por fin una cama grande y cómoda para dormir, con sábanas perfectas que huelen a limpio y una ducha en condiciones, estábamos apreciando detalles que quizás nunca antes habíamos valorado.
El primer día nos lo tomamos con tranquilidad, después del palizón del viaje de ayer nos apetecía ir relajados. La noche anterior acordamos con el conductor del tuk tuk realizar el circuito largo por 17$, recordad que siempre hay que regatear.
Nos pareció una manera muy cómoda y recomendable de comenzar a visitar los templos de Angkor. Lo primero que hicimos fue comprar las entradas para tres días, 62$ por persona, una auténtica burrada. Hace menos de 3 meses este pase costaba 40$ y han subido el precio en más de un 50% como si nada, menuda suerte tenemos. El día fue fantástico, hacía mucho calor y es importante beber mucha agua y llevar algo de comida porque una vez dentro del recinto los precios de todo se disparan.
Vimos muchos templos pero los que más nos gustaron de este primer día fueron Preah Khan, Ta Som y Pre Rup, desde el que se tenía una vista fantástica sobre la selva de Angkor.
Las mujeres tienen que cubrir sus rodillas y sus hombros en la mayoría de los templos, nosotros habíamos leído que no era así y tuvimos que comprar un pareo a precio europeo para poder continuar con las visitas. Realmente creo que acertamos escogiendo el tuk tuk para el primer día porque nos sirvió para situarnos dentro del recinto de los templos, nos llevaron a comprar los tickets y nos olvidamos de preocupaciones.
La tarde iba a ser bien diferente. Le pedimos al chico del tuk tuk que nos dejase en el centro de Siem Reap porque era mucho más barato para comer que la zona por la que se encontraba nuestro hotel. Tras comer nos fuimos andando hasta el hotel bajo un sol de justicia, no nos importaba mucho los 45 minutos de paseo porque al llegar teníamos una piscina esperándonos. Para sorpresa nuestra cuando llegamos a la piscina el agua estaba muy turbia y con un tono verdoso que indicaba que algo había fallado, el chico de recepción nos comentó que habían tenido un problema eléctrico y que iban a intentar de solucionarlo. Se nos quedó una cara de tontos que no veas, nosotros que veníamos soñando con la piscina bajo ese sol que te mata. Subimos a la habitación y tras darnos una refrescante ducha descubrimos que el aire acondicionado no funciona, puffff, ya estamos. Los chicos de recepción vinieron y nos arreglaron el aire, menos mal. Como estábamos sin piscina, decidimos alquilar una moto para darnos una vuelta. Además nos hacía falta para visitar los templos a nuestro aire y poder movernos por la ciudad con total libertad durante los días que pasaríamos en Siem Reap. Nos fuimos al centro nos tomamos una cervecita bien barata y al subirnos a la moto resulta que no anda, que se le ha ido la batería, esto empieza a resultar un chiste. Por suerte un chico que pasaba por allí nos ayudó y consiguió arrancarla, mil gracias. Nos fuimos a dar una vuelta, más que nada para cargar bien la batería y tras un rato paramos para comprar los desayunos de los siguientes días en un supermercado. Al volver a la moto, ¡tachán! se había atascado la pestaña del antirrobo y era imposible introducir la llave para arrancar la moto porque la pestaña bloqueaba la entrada. Todos estos problemas vinieron uno tras otro en menos de dos horas, estábamos a punto de estallar, ¡que más nos va a tocar hoy!. Por suerte contamos con la ayuda de varios camboyanos, en especial un chico que era pintor de cuadros y que con las pocas herramientas que tenía en ese momento consiguió partir la pestaña del antirrobo y nos resolvió el problema sin pedirnos nada a cambio. Estaremos eternamente agradecidos a toda esa gente que nos ayudó, nada que ver con los camboyanos dedicados al turismo, sobre todo a los que se encuentran dentro del recinto de los templos, los cuales llegaron hasta insultarnos por no querer comprar una botella de agua o coca cola, menuda mafia.
El resto de días no volvimos a tener ningún problema más, ni en el hotel, ni con la moto. En el hotel arreglaron la piscina y resultó ser un chollazo por el precio que habíamos pagado.
Con la moto hicimos el circuito pequeño comenzando con el amanecer en el templo más grande jamás construido por la humanidad, son palabras mayores, Angkor Wat.
El amanecer en este templo es una visita obligatoria para todos los turistas que vienen a Camboya, nosotros no tuvimos mucha suerte y el amanecer fue bastante flojo, pero nos encantó igualmente. Tras ver como el sol se levantaba detrás de Angkor Wat, nos dirigimos al templo de Bayon, una decisión muy acertada, sin duda este ha sido el templo que más nos ha impresionado y en el que los vellos se nos pusieron de punta en más de de una ocasión.
En parte nos impresionó tanto por el hecho de que estábamos prácticamente solos en el templo. Llegamos a su entrada sobre las 7:15 de la mañana y no abría sus puertas hasta las 7:30. Mientras la mayoría de visitantes estaban realizando su visita a Angkor Wat, las caras del templo de Bayon comenzaban a recibir los primeros rayos de sol casi en solitario, apenas éramos unas 10 o 12 personas las que estábamos en aquel mágico lugar.
Soy de los que pienso que la luz importa mucho sobre las impresiones que nos causa un lugar, en mi opinión los lugares cambian al amanecer y al atardecer. Esas caras sonrientes tiñéndose del rojo de los primeros rayos de la mañana parecían cobrar vida, esa luz casi mágica hace que te fundas con el lugar y llegues a entender, o mejor dicho a sentir lo grande y maravilloso que es el complejo de Agnkor Thom.
Visitamos algunos de los templos más famosos como Ta Prhom o el mismísimo Angkor Wat. En estos dos en concreto se nota un número mucho mayor de turistas, en algunos casos es casi imposible hacerte una foto decente, pero que se le va a hacer.
Este día fue el que más disfrutamos de los templos, lo de ir en moto a tu aire es una maravilla y mucho más barato que un tuk tuk. Nos sorprendió que no vimos casi a ningún turista eligiendo esta opción y es que por internet corre el bulo de que a los turistas no los dejan entrar en moto a los templos, esto es totalmente falso. Me imagino que será un rumor que harán correr los conductores de tuk tuk para que no se les venga abajo el negocio.
El tercer día de nuestra visita a los templos nos acercamos hasta Banteay Srei, es el templo más alejado de la ciudad de Siem Reap y dicen que fue construido por mujeres. No hay duda de que los grabados en la roca son de una calidad sobresaliente, pero tampoco es menos cierto que se pierde bastante tiempo en llegar.
De camino hacia el templo descubrimos una Camboya más rural y muy diferente a la de la ciudad de Siem Reap.
En nuestro último día en Siem Reap los chicos del hotel se portaron genial con nosotros y pese a realizar el check out a las 11:00 de la mañana nos permitieron quedarnos disfrutando de la piscina durante todo el día y también nos dejaron utilizar la moto unas 3 horas más de manera gratuita. Aprovechamos para relajarnos en la piscina del hotel hasta que a las 20:00 de la tarde tomamos un bus nocturno que nos llevará hasta Sihanoukville, el último peldaño antes de alcanzar el paraíso de Koh Rong.
El primer día nos lo tomamos con tranquilidad, después del palizón del viaje de ayer nos apetecía ir relajados. La noche anterior acordamos con el conductor del tuk tuk realizar el circuito largo por 17$, recordad que siempre hay que regatear.
Nos pareció una manera muy cómoda y recomendable de comenzar a visitar los templos de Angkor. Lo primero que hicimos fue comprar las entradas para tres días, 62$ por persona, una auténtica burrada. Hace menos de 3 meses este pase costaba 40$ y han subido el precio en más de un 50% como si nada, menuda suerte tenemos. El día fue fantástico, hacía mucho calor y es importante beber mucha agua y llevar algo de comida porque una vez dentro del recinto los precios de todo se disparan.
Vimos muchos templos pero los que más nos gustaron de este primer día fueron Preah Khan, Ta Som y Pre Rup, desde el que se tenía una vista fantástica sobre la selva de Angkor.
Las mujeres tienen que cubrir sus rodillas y sus hombros en la mayoría de los templos, nosotros habíamos leído que no era así y tuvimos que comprar un pareo a precio europeo para poder continuar con las visitas. Realmente creo que acertamos escogiendo el tuk tuk para el primer día porque nos sirvió para situarnos dentro del recinto de los templos, nos llevaron a comprar los tickets y nos olvidamos de preocupaciones.
La tarde iba a ser bien diferente. Le pedimos al chico del tuk tuk que nos dejase en el centro de Siem Reap porque era mucho más barato para comer que la zona por la que se encontraba nuestro hotel. Tras comer nos fuimos andando hasta el hotel bajo un sol de justicia, no nos importaba mucho los 45 minutos de paseo porque al llegar teníamos una piscina esperándonos. Para sorpresa nuestra cuando llegamos a la piscina el agua estaba muy turbia y con un tono verdoso que indicaba que algo había fallado, el chico de recepción nos comentó que habían tenido un problema eléctrico y que iban a intentar de solucionarlo. Se nos quedó una cara de tontos que no veas, nosotros que veníamos soñando con la piscina bajo ese sol que te mata. Subimos a la habitación y tras darnos una refrescante ducha descubrimos que el aire acondicionado no funciona, puffff, ya estamos. Los chicos de recepción vinieron y nos arreglaron el aire, menos mal. Como estábamos sin piscina, decidimos alquilar una moto para darnos una vuelta. Además nos hacía falta para visitar los templos a nuestro aire y poder movernos por la ciudad con total libertad durante los días que pasaríamos en Siem Reap. Nos fuimos al centro nos tomamos una cervecita bien barata y al subirnos a la moto resulta que no anda, que se le ha ido la batería, esto empieza a resultar un chiste. Por suerte un chico que pasaba por allí nos ayudó y consiguió arrancarla, mil gracias. Nos fuimos a dar una vuelta, más que nada para cargar bien la batería y tras un rato paramos para comprar los desayunos de los siguientes días en un supermercado. Al volver a la moto, ¡tachán! se había atascado la pestaña del antirrobo y era imposible introducir la llave para arrancar la moto porque la pestaña bloqueaba la entrada. Todos estos problemas vinieron uno tras otro en menos de dos horas, estábamos a punto de estallar, ¡que más nos va a tocar hoy!. Por suerte contamos con la ayuda de varios camboyanos, en especial un chico que era pintor de cuadros y que con las pocas herramientas que tenía en ese momento consiguió partir la pestaña del antirrobo y nos resolvió el problema sin pedirnos nada a cambio. Estaremos eternamente agradecidos a toda esa gente que nos ayudó, nada que ver con los camboyanos dedicados al turismo, sobre todo a los que se encuentran dentro del recinto de los templos, los cuales llegaron hasta insultarnos por no querer comprar una botella de agua o coca cola, menuda mafia.
El resto de días no volvimos a tener ningún problema más, ni en el hotel, ni con la moto. En el hotel arreglaron la piscina y resultó ser un chollazo por el precio que habíamos pagado.
Con la moto hicimos el circuito pequeño comenzando con el amanecer en el templo más grande jamás construido por la humanidad, son palabras mayores, Angkor Wat.
El amanecer en este templo es una visita obligatoria para todos los turistas que vienen a Camboya, nosotros no tuvimos mucha suerte y el amanecer fue bastante flojo, pero nos encantó igualmente. Tras ver como el sol se levantaba detrás de Angkor Wat, nos dirigimos al templo de Bayon, una decisión muy acertada, sin duda este ha sido el templo que más nos ha impresionado y en el que los vellos se nos pusieron de punta en más de de una ocasión.
En parte nos impresionó tanto por el hecho de que estábamos prácticamente solos en el templo. Llegamos a su entrada sobre las 7:15 de la mañana y no abría sus puertas hasta las 7:30. Mientras la mayoría de visitantes estaban realizando su visita a Angkor Wat, las caras del templo de Bayon comenzaban a recibir los primeros rayos de sol casi en solitario, apenas éramos unas 10 o 12 personas las que estábamos en aquel mágico lugar.
Soy de los que pienso que la luz importa mucho sobre las impresiones que nos causa un lugar, en mi opinión los lugares cambian al amanecer y al atardecer. Esas caras sonrientes tiñéndose del rojo de los primeros rayos de la mañana parecían cobrar vida, esa luz casi mágica hace que te fundas con el lugar y llegues a entender, o mejor dicho a sentir lo grande y maravilloso que es el complejo de Agnkor Thom.
Visitamos algunos de los templos más famosos como Ta Prhom o el mismísimo Angkor Wat. En estos dos en concreto se nota un número mucho mayor de turistas, en algunos casos es casi imposible hacerte una foto decente, pero que se le va a hacer.
Este día fue el que más disfrutamos de los templos, lo de ir en moto a tu aire es una maravilla y mucho más barato que un tuk tuk. Nos sorprendió que no vimos casi a ningún turista eligiendo esta opción y es que por internet corre el bulo de que a los turistas no los dejan entrar en moto a los templos, esto es totalmente falso. Me imagino que será un rumor que harán correr los conductores de tuk tuk para que no se les venga abajo el negocio.
El tercer día de nuestra visita a los templos nos acercamos hasta Banteay Srei, es el templo más alejado de la ciudad de Siem Reap y dicen que fue construido por mujeres. No hay duda de que los grabados en la roca son de una calidad sobresaliente, pero tampoco es menos cierto que se pierde bastante tiempo en llegar.
De camino hacia el templo descubrimos una Camboya más rural y muy diferente a la de la ciudad de Siem Reap.
En nuestro último día en Siem Reap los chicos del hotel se portaron genial con nosotros y pese a realizar el check out a las 11:00 de la mañana nos permitieron quedarnos disfrutando de la piscina durante todo el día y también nos dejaron utilizar la moto unas 3 horas más de manera gratuita. Aprovechamos para relajarnos en la piscina del hotel hasta que a las 20:00 de la tarde tomamos un bus nocturno que nos llevará hasta Sihanoukville, el último peldaño antes de alcanzar el paraíso de Koh Rong.