Santa Maria dei Miracoli
Tuvimos que salir escopetados porque la última admisión de la iglesia Santa Maria dei Miracoli era a las 4:45 y, apurando, fuimos por la Calle Buranelli, Calle del Fumo, atravesamos Campiello Widman, Calle Widman y llegamos en 5 minutos.
En la zona más oriental del sestiere de Cannaregio, esta obra maestra del Quattrocento (1489) de la familia Lombardo es otra de las iglesias que no se puede dejar de visitar, no tanto por su grandiosidad, porque es pequeña, sino por su belleza de mármoles debido a su colorido y tallas. Comparada con un joyero y escenario fotográfico de la mayoría de las bodas (apenas se abre prácticamente sólo para estas celebraciones), lo cual en sí ya dice algo de su belleza comúnmente reconocida, tiene como fachada un armonioso tapiz de paneles decorados, mármoles pulidos de diferentes colores, elegantes bajorrelieves y esculturas.
Tuvimos que salir escopetados porque la última admisión de la iglesia Santa Maria dei Miracoli era a las 4:45 y, apurando, fuimos por la Calle Buranelli, Calle del Fumo, atravesamos Campiello Widman, Calle Widman y llegamos en 5 minutos.
En la zona más oriental del sestiere de Cannaregio, esta obra maestra del Quattrocento (1489) de la familia Lombardo es otra de las iglesias que no se puede dejar de visitar, no tanto por su grandiosidad, porque es pequeña, sino por su belleza de mármoles debido a su colorido y tallas. Comparada con un joyero y escenario fotográfico de la mayoría de las bodas (apenas se abre prácticamente sólo para estas celebraciones), lo cual en sí ya dice algo de su belleza comúnmente reconocida, tiene como fachada un armonioso tapiz de paneles decorados, mármoles pulidos de diferentes colores, elegantes bajorrelieves y esculturas.
En el interior, aunque tampoco se podían sacar fotos, nos las ingeniamos para hacerlo jugando un poco a la técnica del despiste (éramos dos) con el vigilante. Más vistoso cuando entra la plena luz del sol, está decorado con mármol crema, gris, rosa y blanco. En la balaustrada entre la nave y el presbiterio hay figuras de san Francisco, el arcángel Gabriel, la Virgen y santa Clara, de Tullio Lombardo. También son de los Lombardo la mampara que rodea el altar mayor y los medallones de los evangelistas en los tímpanos de la cúpula.
Posee también una espléndida bóveda de cañón con casetones que contienen 50 retratos de santos y profetas.
Por la zona próxima a esta iglesia, por ejemplo en el Campo de Santa Maria Nova, hay tiendas de máscaras artesanales interesantes.
Campo Santi Giovanni e Paolo (San Zanipolo)
Según se mira la fachada de Santa Maria dei Miracoli cogimos la calle de la derecha (Calle Castelli), después la Calle delle Erbe, y una vez cruzado un puente y doblado a la izquierda llegamos al Campo dei Santi Giovanni e Paolo (San Zanipolo), que técnicamente pertenece al sestiere de Castello, aunque está en la misma frontera al lado del de Cannaregio.
En este campo está la estatua del Condottiere Colleoni, obra maestra de Verocchio que, por su aspecto enérgico y de mala leche (su apellido hace referencia a que tenía un par de…) me recordaba a alguien y no caía a quién hasta que al final me di cuenta: De Juana Chaos.
Campo Santi Giovanni e Paolo (San Zanipolo)
Según se mira la fachada de Santa Maria dei Miracoli cogimos la calle de la derecha (Calle Castelli), después la Calle delle Erbe, y una vez cruzado un puente y doblado a la izquierda llegamos al Campo dei Santi Giovanni e Paolo (San Zanipolo), que técnicamente pertenece al sestiere de Castello, aunque está en la misma frontera al lado del de Cannaregio.
En este campo está la estatua del Condottiere Colleoni, obra maestra de Verocchio que, por su aspecto enérgico y de mala leche (su apellido hace referencia a que tenía un par de…) me recordaba a alguien y no caía a quién hasta que al final me di cuenta: De Juana Chaos.
Bartolomeo Colleoni era un comandante de tropas mercenarias que dejó su fortuna a la República con la condición que erigiesen su estatua frente a San Marcos, pero las autoridades no estaban muy de acuerdo con esa ubicación de manera que se la jugaron colocándola ante la Scuola Grande di San Marco en vez de ante la basílica. Muy hábiles.
Pero lo que más llama la atención de este Campo son dos edificaciones.
Pero lo que más llama la atención de este Campo son dos edificaciones.
Una de ellas, la ornamentada y asimétrica fachada renacentista de la Scuola Grande di San Marco obra de los Lombardo y Mauro Codussi (hoy sede del Hospital Civil de Venecia), que por su aspecto y materiales (mármoles claros) recuerda a la iglesia que vimos anteriormente. Se cuenta la historia de una madre soltera, que vivía sola con su hijo que era rechazado tanto por la sociedad turca como por la veneciana, al haber nacido en Venecia y ser descendiente de turcos. Este desahogaba su frustración maltratando a su madre, que lo adoraba. Una noche las cosas se precipitaron. En un acceso de ira, el joven acuchilló a la madre y le arrancó literalmente el corazón del pecho. Arrojó el cuchillo y huyó, sin soltar el corazón que llevaba en una mano. Corrió hacia el puente que está delante de la Scuola, pero al subir el primer escalón tropezó y cayó, y dejó caer lo que llevaba en la mano. El corazón rodó por el suelo hasta detenerse, y emitió una voz: “Hijo mío, ¿te has lastimado?”. El joven, enloquecido, corrió hacia la laguna, que se encuentra frente al cementerio, se lanzó al agua y se ahogó. Aún se pueden oír sus lúgubres lamentos en el silencio del Campo, pues va en búsqueda del corazón de su madre para sentir el calor de su amor durante las gélidas noches invernales. El escultor que esculpió los relieves en perspectiva de la fachada de la Scuola, Cesco Pizzigani, como todas las noches, arruinado, dormía bajo el portal y, al ver la escena, decidió grabarla, así que todavía hoy se puede contemplar en el portal, junto al perfil de las naves que atracaban en el Campo cinceladas por su mano, una figura con un turbante en la cabeza que lleva un corazón en una mano: el corazón de una madre.
Y al lado de la Scuola, haciendo ángulo de 95º, una iglesia de ladrillo rojo que es también de obligada visita y en este caso por su monumentalidad, la de los Santi Giovanni e Paolo (San Zanipolo), otra hermosa iglesia gótica que rivaliza con Il Frari en tamaño, importancia y arte, con elaborados monumentos funerarios de 25 dux realizados por la familia Lombardo. En el exterior, hay ya 8 sarcófagos, y las columnas del pórtico de la entrada provienen de Torcello. Sea por cualquier otro motivo o por tanta tumba, se dice que en el Corte Bressana, situado enfrente del costado derecho de la iglesia, cada noche se puede encontrar el esqueleto de uno de los últimos campaneros de San Marco (de 2 metros de altura en mitad siglo XIX). Vendidos sus huesos por codicia a un científico, el alma de este hombre está condenada a vagabundear, después de media noche, pidiendo limosnas a las personas que por allí pasan, para poder recomprarse así mismo.
El interior se diferencia de Il Frari en que hay muchos más monumentos funerarios y estatuaria. Pasada la entrada, en el muro interior de la fachada, toda esa pared está ocupada por monumentos de los Mocenigo, incluida la tumba de Pietro Mocenigo a la izquierda.
Y al lado de la Scuola, haciendo ángulo de 95º, una iglesia de ladrillo rojo que es también de obligada visita y en este caso por su monumentalidad, la de los Santi Giovanni e Paolo (San Zanipolo), otra hermosa iglesia gótica que rivaliza con Il Frari en tamaño, importancia y arte, con elaborados monumentos funerarios de 25 dux realizados por la familia Lombardo. En el exterior, hay ya 8 sarcófagos, y las columnas del pórtico de la entrada provienen de Torcello. Sea por cualquier otro motivo o por tanta tumba, se dice que en el Corte Bressana, situado enfrente del costado derecho de la iglesia, cada noche se puede encontrar el esqueleto de uno de los últimos campaneros de San Marco (de 2 metros de altura en mitad siglo XIX). Vendidos sus huesos por codicia a un científico, el alma de este hombre está condenada a vagabundear, después de media noche, pidiendo limosnas a las personas que por allí pasan, para poder recomprarse así mismo.
El interior se diferencia de Il Frari en que hay muchos más monumentos funerarios y estatuaria. Pasada la entrada, en el muro interior de la fachada, toda esa pared está ocupada por monumentos de los Mocenigo, incluida la tumba de Pietro Mocenigo a la izquierda.
Por la pared de la derecha, la primera tumba es de Marcantonio Bragadin, despellejado vivo por los turcos tras la caída de Chipre (en la urna se conserva su piel). En el segundo altar de la nave lateral derecha está el tríptico de San Vicente Ferrer de Giovanni Bellini, compuesto de 9 paneles con santos y en los 3 pequeños de abajo escenas de la vida cotidiana. En la primera capilla de la derecha hay un icono bizantino y, a continuación de la capilla, el impresionante monumento barroco de la familia Valier.
En la segunda capilla del lado derecho, Capella di san Domenico, hay un fresco en el techo de Giambattista Piazzeta (que influyó enormemente en Tièpolo), la Gloria de santo Domingo, una de las mejores obras del XVIII veneciano, y un pie de santa Catalina de Siena, patrona de Italia y de Europa, que tiene reliquias de partes de su cuerpo repartidas por toda la península italiana.
En el crucero derecho un panel de Vivarini muestra a Cristo llevando la cruz. En ese mismo crucero hay también una grande y hermosa vidriera de cristal de Murano (s. XV). En el presbiterio, el altar mayor barroco se atribuye a Baldasare Longhena y, del lado derecho, de izquierda a derecha están la tumba de Michele Morosini, a continuación la de Leonardo Loredan,
y a la izquierda del altar está la tumba de Andrea Vendramin, la mejor de todas.
Al fondo del crucero izquierdo está la Cappella del Rosario, con varias obras de Paolo Veronese, destacando entre ellas La adoración de los pastores, de vivos colores, más visibles si se encienden los dos focos que alumbran el cuadro, cosa que vale la pena hacer.
Siguiendo el crucero izquierdo hay una estatua de bronce, monumento a Sebasttiano Venier, comandante de la flota de Lepanto. Continuando por el muro de la nave izquierda está la tumba de Nicolò Marcello.
Un poco más al este de Campo San Zanipolo y fuera de la ruta que teníamos trazada, por lo que no nos acercamos allí, en la zona del Campo San Francesco della Vigna, se cuenta una historia que me recuerda en parte a las apariciones de la Santa Compaña, Estadea u Hoste Antiga de mi tierra. Un hombre, sorprendido por la oscuridad, se encontró con una procesión de muertos que daba vueltas alrededor del pequeño cementerio de la parroquia. Los muertos llevaban un cirio en la mano, y uno de ellos, al ver al hombre, le dijo: “Buen hombre, ¿adónde vas sin una candela a estas horas de la noche? Toma mi cirio.” Y gracias al cirio, el hombre consiguió regresar a casa. Pero a la mañana siguiente, al abrir la alacena donde había guardado el cirio, encontró la mano de un muerto. Esperó a que volviese a oscurecer y regresó al cementerio. La procesión aún estaba ahí y todas las almas llevaban una luz en la mano, salvo una: el alma que lo había ayudado la noche anterior. Entonces, el hombre, temblando de miedo, se le acercó y le devolvió aquella mano, que se volvió a convertir de inmediato en un cirio.
Cruzando el puente que está enfrente de Santi Giovanni e Paolo volvimos a Cannaregio pasando por la Calle Larga G. Gallina. En esta calle, en una papelería del número 6380 vimos fuera unas postales muy bonitas de grabados de las figuras de la Comedia del Arte. Aunque las tenían todas (son un mogollón), nos conformamos con llevar 8 al precio de 5€.
Atravesamos el Campo de Santa Maria Nova, pasamos por delante del Campiello homónimo, anduvimos la Salizzada de San Canciano y en la Salizzada San Giovanni Grisostomo 5546, en el bar gelateria Ai Lupi, hicimos un alto en el camino. Entramos porque vimos una especie de pizza arrollada que tenía buena pinta y resultó también estar buena (4€). La acompañamos con una ombra (2€, la primera y única de todo el viaje) de un tinto decente y una caña (3€). Le preguntamos al dueño donde estaba por la zona la casa de Casanova. Nos dijo que Casanova vivió en varias casas de Venecia, cosa que es verdad, y nos indicó una que estaba cerca de Santi Giovanni e Paolo, por lo que preferimos no volver sobre nuestros pasos. Curiosamente, al día siguiente dimos con la que le preguntamos, justo enfrente de la casa donde estuvo la de Marco Polo que era la que íbamos buscando.
Campiello del Remer
Volvimos un poco atrás hacia la confluencia de las Salizzadas San Giovanni Grisostomo con San Canciano. Una vez pasada la iglesia de San Giovanni Grisóstomo, en el lado opuesto de la calle y frente al Campo San Giovanni Grisóstomo, a través de la estrecha Calle della Stua, se llega al Campiello del Remer, todo un acierto de La Venecia secreta de Corto Maltés. Se trata de una bonita y encantadora placita decorada con arcos góticos y véneto-bizantinos que da al Canal Grande, con buenas vistas al Puente Rialto y a la Pescaria. Además, el Campiello cuenta también con su leyenda: en esta zona se dice que el espectro de Fosco Loredan emerge de las aguas, teniendo entre sus manos la cabeza de su esposa Elena, sobrina del dux Grimani, que él mismo cortó en un ataque de celos y tiempo más tarde se arrojó a las aguas del canal en el mismo sitio.
Un poco más al este de Campo San Zanipolo y fuera de la ruta que teníamos trazada, por lo que no nos acercamos allí, en la zona del Campo San Francesco della Vigna, se cuenta una historia que me recuerda en parte a las apariciones de la Santa Compaña, Estadea u Hoste Antiga de mi tierra. Un hombre, sorprendido por la oscuridad, se encontró con una procesión de muertos que daba vueltas alrededor del pequeño cementerio de la parroquia. Los muertos llevaban un cirio en la mano, y uno de ellos, al ver al hombre, le dijo: “Buen hombre, ¿adónde vas sin una candela a estas horas de la noche? Toma mi cirio.” Y gracias al cirio, el hombre consiguió regresar a casa. Pero a la mañana siguiente, al abrir la alacena donde había guardado el cirio, encontró la mano de un muerto. Esperó a que volviese a oscurecer y regresó al cementerio. La procesión aún estaba ahí y todas las almas llevaban una luz en la mano, salvo una: el alma que lo había ayudado la noche anterior. Entonces, el hombre, temblando de miedo, se le acercó y le devolvió aquella mano, que se volvió a convertir de inmediato en un cirio.
Cruzando el puente que está enfrente de Santi Giovanni e Paolo volvimos a Cannaregio pasando por la Calle Larga G. Gallina. En esta calle, en una papelería del número 6380 vimos fuera unas postales muy bonitas de grabados de las figuras de la Comedia del Arte. Aunque las tenían todas (son un mogollón), nos conformamos con llevar 8 al precio de 5€.
Atravesamos el Campo de Santa Maria Nova, pasamos por delante del Campiello homónimo, anduvimos la Salizzada de San Canciano y en la Salizzada San Giovanni Grisostomo 5546, en el bar gelateria Ai Lupi, hicimos un alto en el camino. Entramos porque vimos una especie de pizza arrollada que tenía buena pinta y resultó también estar buena (4€). La acompañamos con una ombra (2€, la primera y única de todo el viaje) de un tinto decente y una caña (3€). Le preguntamos al dueño donde estaba por la zona la casa de Casanova. Nos dijo que Casanova vivió en varias casas de Venecia, cosa que es verdad, y nos indicó una que estaba cerca de Santi Giovanni e Paolo, por lo que preferimos no volver sobre nuestros pasos. Curiosamente, al día siguiente dimos con la que le preguntamos, justo enfrente de la casa donde estuvo la de Marco Polo que era la que íbamos buscando.
Campiello del Remer
Volvimos un poco atrás hacia la confluencia de las Salizzadas San Giovanni Grisostomo con San Canciano. Una vez pasada la iglesia de San Giovanni Grisóstomo, en el lado opuesto de la calle y frente al Campo San Giovanni Grisóstomo, a través de la estrecha Calle della Stua, se llega al Campiello del Remer, todo un acierto de La Venecia secreta de Corto Maltés. Se trata de una bonita y encantadora placita decorada con arcos góticos y véneto-bizantinos que da al Canal Grande, con buenas vistas al Puente Rialto y a la Pescaria. Además, el Campiello cuenta también con su leyenda: en esta zona se dice que el espectro de Fosco Loredan emerge de las aguas, teniendo entre sus manos la cabeza de su esposa Elena, sobrina del dux Grimani, que él mismo cortó en un ataque de celos y tiempo más tarde se arrojó a las aguas del canal en el mismo sitio.
En el momento que llegamos no se nos apareció ningún espectro, pero sí estaban allí los vigili del fuoco (bomberos) que se disponían a subirse al barco de bomberos (en Venecia no hay coche de bomberos) y no sé por qué motivo mi mujer se dedicó a sacarles fotos. A lo mejor era para constatar que el cuerpo de bomberos estaba bien dotado.
Strada Nova
Continuamos por la Calle Dolfin y cruzamos un puente para llegar al Campo dei Santi Apostoli. Justo después de pasar el puente nos paramos en una tienda del lado izquierdo para comprar unas figuras de muñecas de comic japonés que nos gustaron para nuestras hijas (35€). Enfilamos la concurrida Strada Nova (comercios de diario, restaurantes, hoteles, puestos de mercado, supermercados, etc.). Por la tercera bocacalle a la izquierda, Campo de Santa Sofia, se llega a la parada del traghetto desde donde se ve frente por frente, al otro lado del canal, el edificio neogótico de ladrillo de la Pescaria con sus arcos y dos páteras de colores modernas, una del león de San Marcos y otra de Pietro Arentino.
Strada Nova
Continuamos por la Calle Dolfin y cruzamos un puente para llegar al Campo dei Santi Apostoli. Justo después de pasar el puente nos paramos en una tienda del lado izquierdo para comprar unas figuras de muñecas de comic japonés que nos gustaron para nuestras hijas (35€). Enfilamos la concurrida Strada Nova (comercios de diario, restaurantes, hoteles, puestos de mercado, supermercados, etc.). Por la tercera bocacalle a la izquierda, Campo de Santa Sofia, se llega a la parada del traghetto desde donde se ve frente por frente, al otro lado del canal, el edificio neogótico de ladrillo de la Pescaria con sus arcos y dos páteras de colores modernas, una del león de San Marcos y otra de Pietro Arentino.
Regresando otra vez a la Strada Nova y volviendo a coger la siguiente a la izquierda, Calle de la Ca’ d’Oro, al final se puede ver de cerca y desde tierra el edificio de Ca’ d’Oro en una posición un tanto oblicua, aunque buena. A pesar de todo, las mejores vistas de este espléndido edificio son desde los vaporettos que circulan por el Canal Grande o desde la Pescaria. Aunque se puede visitar su interior con un bonito patio y algunas obras pictóricas interesantes, lo mejor de Ca’ d’Oro está en su fachada.
Ponte Chiodo
Después de acabar la Strada Nova, cruzamos un puente hasta Campo San Felice, cogimos a mano derecha por la Fondamenta della Chiesa y después por la de San Felice. Al final de esta hay dos puentes, el último de ellos, del lado derecho en sentido de nuestra marcha, es el Ponte Chiodo, el único puente que queda sin barandillas de Venecia, aunque, como comenté, hay también otro en Torcello (Ponte del Diavolo), que estaba en obras de restauración.
Después de acabar la Strada Nova, cruzamos un puente hasta Campo San Felice, cogimos a mano derecha por la Fondamenta della Chiesa y después por la de San Felice. Al final de esta hay dos puentes, el último de ellos, del lado derecho en sentido de nuestra marcha, es el Ponte Chiodo, el único puente que queda sin barandillas de Venecia, aunque, como comenté, hay también otro en Torcello (Ponte del Diavolo), que estaba en obras de restauración.
Campo de l’Abazia
Le dimos la espalda a este puente y cruzamos otro para volver a coger inmediatamente a la derecha por la Fondamenta della Misericordia hasta el Campo de l’Abazia, una zona muy atractiva de Cannaregio. Quiero aclarar que, a partir de aquí, las fotos que he seleccionado, salvo las nocturnas, son del día siguiente, en el que repetimos en parte esta ruta, porque las sacamos de día y salieron mejor.
Le dimos la espalda a este puente y cruzamos otro para volver a coger inmediatamente a la derecha por la Fondamenta della Misericordia hasta el Campo de l’Abazia, una zona muy atractiva de Cannaregio. Quiero aclarar que, a partir de aquí, las fotos que he seleccionado, salvo las nocturnas, son del día siguiente, en el que repetimos en parte esta ruta, porque las sacamos de día y salieron mejor.
Se dice que por este campo, un viejecillo encorvado camina por la noche de un lado a otro tambaleándose bajo el peso de un enorme saco pidiendo limosna. Si se apiadan de él se transforma en un esqueleto de fuego porque se trata del fantasma de Bartolomio Zenni, un viejo usurero y avaro que, cuando se declaró un incendio, se negó a ayudar a los vecinos a salvar a sus hijos, prefiriendo salvar sus bienes en un saco, pero al arrastrarlo hasta un canal cercano, desapareció en sus aguas. Se dice que el alma de Bartolomio será liberada cuando alguien le ayude a llevar el saco desde el Campo de l'Abazia a la iglesia de Santa Fosca. Así que, si lo veis, echadle una mano... o echad a correr.
Casa de Tintoretto y Campo dei Mori
Seguimos por el Sotoportego y Fondamenta dell’Abazia y, en vez de dirigirnos al final de ésta a la derecha por Corte Vecchia para, desde Sacca della Misericordia, contemplar las islas de San Michele y Murano (ya las habíamos visto desde Fondamente Nove y desde el vaporetto que nos llevó a las islas), continuamos de frente y, después de cruzar el Ponte dei Muti vimos otro varadero, en este caso de lanchas más habituales y no tan turísticas como las góndolas del Squero di San Trovaso.
Casa de Tintoretto y Campo dei Mori
Seguimos por el Sotoportego y Fondamenta dell’Abazia y, en vez de dirigirnos al final de ésta a la derecha por Corte Vecchia para, desde Sacca della Misericordia, contemplar las islas de San Michele y Murano (ya las habíamos visto desde Fondamente Nove y desde el vaporetto que nos llevó a las islas), continuamos de frente y, después de cruzar el Ponte dei Muti vimos otro varadero, en este caso de lanchas más habituales y no tan turísticas como las góndolas del Squero di San Trovaso.
Seguimos avanzando por el Corte dei Muti hasta llegar a la Calle Fonte donde torcimos a la izquierda para ir por la Fondamenta dei Mori (pegada el canal Rio della Sensa). Se deja a mano derecha las bocacalles de Calle Due Corti y Calle Tintoretto y un poco más adelante se llega a la Casa de Tintoretto (número 3399), fácil de distinguir porque en el lado inferior izquierdo de su fachada tiene la estatua blanca de un moro con un enorme turbante. Aparte de una estatua de Hércules con una estaca en el primer piso entre dos ventanas que, según la leyenda, cubre el hueco por donde desapareció una bruja convertida en gato negro (la estaca es con la que le golpeó Tintoretto) que quería conseguir de la hija del pintor, con engaños, diez hostias consagradas.
Propiamente hay tres estatuas de tres mercaderes moros (realmente procedentes de Morea, el Peloponeso griego) de la familia Mastelli del siglo XIII (y el relieve de un camello con mercancías en la fachada de su palacio), por supuesto, con su leyenda asociada: uno, el ya citado de la Casa de Tintoretto, y otros dos en el muro este del Campo dei Mori, un poco más adelante a mano derecha.
En la esquina también del muro este del Campo dei Mori hay una cuarta estatua con una particular nariz de bronce que representa al Señor Antonio Rioba, portavoz de críticas contra la política de la República (otra especie de paschino que, juntamente con el jorobado de Rialto, era quien recibía las mofas de los venecianos).
Los hermanos Mastelli (Rioba, Afani y Sandi) adoptaron ese nombre ya que todo indica que mastelli designa riqueza (arcas repletas de monedas de oro y plata). El cuarto individuo ya aludido, Antonio Rioba (no confundir con el nombre del primero de los hermanos), vendría a ser el sirviente de los Mastelli. Ahora vamos con la leyenda. Los hermanos tenían fama de buenos negociantes, además de fanfarrones, ambiciosos y deshonestos. El mayor de los hermanos Mastelli, Rioba, se vanagloriaba de ser un comerciante justo y de buen trato, de manera que habitualmente los cerraba con un “Que el Señor me convierta en piedra si lo que digo es una falsedad”. Un día entró una anciana viuda, casi en la ruina, en casa de los Mastelli. Quería gastar todo su dinero en comprarles telas para así poder reflotar el negocio que llevaba. Rioba vio la ocasión para hacer un buen trato (o sea, robar a la viuda), de manera que intentó engañarla. Le dijo que tenía unas telas muy buenas y muy caras (lo cual era falso), pero que se las vendería aunque perdiera algo de dinero (las mentiras típicas de los “buenos” negociantes). Y acabó su mentira con su conocido “Que el Señor me convierta en piedra si lo que digo es una falsedad”. Entonces la mujer le llenó las manos con sus ducados que se convirtieron en piedras y la mano de Rioba empezó a convertirse también en piedra; sus hermanos empezaron a transformarse en estatuas y hasta su criado. Resulta que la mujer era Santa Magdalena. Hoy en día aun se puede ver a los hermanos y al criado petrificados en Campo dei Mori, y hay quien dice que a éste último, en las frías noches de invierno se le oye quejarse y si una persona de alma pura quisiese poner su mano sobre el pecho de la estatua, podría quizá sentir el latido del corazón.
Después de atravesar el Campo dei Mori llegamos a un puente que lo separa de la iglesia de la Madonna dell’Orto. Lo cruzamos y dimos unos pasos hacia la derecha por la Fondamenta Gasparo Contarini porque, enfrente, al otro lado del Rio Madonna dell’Orto, está la fachada del palacio de los Mastelli con el relieve del camello cargado de mercancías y guiado por un hombre que, al parecer, representa al propio criado de los Mastelli, Antonio Rioba, tirando del animal de carga. Se dice que desaparece a la medianoche del día de la Epifanía, y que vuelve a su lugar a la mañana siguiente. En cuanto al palacio, se cuenta que en siglo XVIII durante varias noches se oyeron repicar a la misma hora las cinco campanillas de las habitaciones del palacio. Se solicitó la intervención de un exorcista para expulsar de la morada a los espíritus malignos. Hoy aún suelen emanar del palacio voces y músicas: son las de los mercaderes que, tal como solían hacer en vida, se reúnen al cabo de sus prolongadas andanzas para festejar el éxito de sus viajes.
Después de atravesar el Campo dei Mori llegamos a un puente que lo separa de la iglesia de la Madonna dell’Orto. Lo cruzamos y dimos unos pasos hacia la derecha por la Fondamenta Gasparo Contarini porque, enfrente, al otro lado del Rio Madonna dell’Orto, está la fachada del palacio de los Mastelli con el relieve del camello cargado de mercancías y guiado por un hombre que, al parecer, representa al propio criado de los Mastelli, Antonio Rioba, tirando del animal de carga. Se dice que desaparece a la medianoche del día de la Epifanía, y que vuelve a su lugar a la mañana siguiente. En cuanto al palacio, se cuenta que en siglo XVIII durante varias noches se oyeron repicar a la misma hora las cinco campanillas de las habitaciones del palacio. Se solicitó la intervención de un exorcista para expulsar de la morada a los espíritus malignos. Hoy aún suelen emanar del palacio voces y músicas: son las de los mercaderes que, tal como solían hacer en vida, se reúnen al cabo de sus prolongadas andanzas para festejar el éxito de sus viajes.
Volvemos por nuestros pasos hasta la entrada de Campo dei Mori dado que la Madonna dell’Orto ya está cerrada (aunque tendríamos la oportunidad de verla por dentro al día siguiente), se está poniendo el sol y cada vez hay menos luz. Desde el Campo seguimos por la derecha por Fondamenta dei Mori y cruzamos el primer puente a la izquierda para seguir por la Calle del Forno y doblar nuevamente a la derecha para continuar por Fondamenta degli Ormesini. Estamos pasando por la zona centro de Cannaregio, uno de los sestieres más tranquilos y pintorescos de Venecia. Me gustaría indicar que, aunque todos los sestieres venecianos que recorrimos tienen preciosos rincones, el de Cannaregio tiene un encanto especial, además de ser el más populoso y lugar de residencia de la mayoría de sus lugareños. Da la impresión de que estás en un barrio realmente popular por su gente, tiendas y bares.
El Ghetto
Una vez que dejamos a mano izquierda dos puentes llegamos a uno muy bonito construido en hierro forjado. Se trata del puente del Ghetto Nuovo, una de las dos entradas del Ghetto judío de la ciudad que por la noche cerraba sus puertas.
El Ghetto
Una vez que dejamos a mano izquierda dos puentes llegamos a uno muy bonito construido en hierro forjado. Se trata del puente del Ghetto Nuovo, una de las dos entradas del Ghetto judío de la ciudad que por la noche cerraba sus puertas.
Las casas que están del lado izquierdo del puente, una vez cruzado, pertenecen al Ghetto Novíssimo, pero nosotros continuamos de frente para entrar en el Campo del Ghetto Nuovo.
El ghetto, palabra italiana que significa “fundición”, existe desde 1516, siendo el primero de la historia y el que dio nombre a los demás. Los judíos estaban confinados por las noches (salvo los médicos) cerrando las puertas de acceso, pero por el día podían salir del ghetto convenientemente indentificados con distintivos. No podían ejercer oficios manuales ni “nobles”, ni poseer casas pero muchos amasaron grandes fortunas (con la banca, comercio, imprenta). Sólo a partir del siglo XIX se les dio libertad de movimiento. De unas 5.000 personas que habitaban el ghetto en el siglo XVII (de ahí que algunas casas tengan hasta 7 pisos de techos bajos), sólo hay unas pocas familias judías en la actualidad y menos de 200 judíos en toda la isla, pero conserva su carácter étnico: tiendas de alimentación kosher, librería judía, sinagogas, tiendas con menorahs (el candelabro de seis brazos)...
La parte más antigua y atractiva del Ghetto es el Campo del Ghetto Nuovo, aunque se llegó a extender por el Ghetto Vecchio (curiosamente menos antiguo que el Nuovo) y el Ghetto Novíssimo.
El ghetto, palabra italiana que significa “fundición”, existe desde 1516, siendo el primero de la historia y el que dio nombre a los demás. Los judíos estaban confinados por las noches (salvo los médicos) cerrando las puertas de acceso, pero por el día podían salir del ghetto convenientemente indentificados con distintivos. No podían ejercer oficios manuales ni “nobles”, ni poseer casas pero muchos amasaron grandes fortunas (con la banca, comercio, imprenta). Sólo a partir del siglo XIX se les dio libertad de movimiento. De unas 5.000 personas que habitaban el ghetto en el siglo XVII (de ahí que algunas casas tengan hasta 7 pisos de techos bajos), sólo hay unas pocas familias judías en la actualidad y menos de 200 judíos en toda la isla, pero conserva su carácter étnico: tiendas de alimentación kosher, librería judía, sinagogas, tiendas con menorahs (el candelabro de seis brazos)...
La parte más antigua y atractiva del Ghetto es el Campo del Ghetto Nuovo, aunque se llegó a extender por el Ghetto Vecchio (curiosamente menos antiguo que el Nuovo) y el Ghetto Novíssimo.
En el Ghetto Nuovo hay placas de bronce conmemorativas del holocausto y se encuentra la modesta pero bien diseñada colección del Museo Ebraico desde donde se puede hacer una visita guiada del propio museo y las sinagogas (la alemana, la española y la levantina), imposible cuando llegamos por ser ya de noche. En el Ghetto Nuovo están las más famosas, la Scuola Tedesca (Alemana, en la planta baja está el Museo Ebraico), la más antigua (1529), que ha sufrido varias restauraciones y que, junto con la Scuola Canton (segunda planta del Museo Ebraico) y la Scuola Italiana, se utiliza sólo para eventos específicos. En el Ghetto Vecchio están las más modernas, la Scuola Spagnola (la más grande) y la Scuola Levantina (con calefacción) que se utilizan, respectivamente, en el verano y en el invierno.
Salimos del Campo del Ghetto Nuovo por donde antiguamente estaba la otra puerta que se cerraba por las noches, cruzando un puente y entrando en el Ghetto Vecchio, donde se puede observar mejor la mayor altura de los edificios a que Venecia también nos tiene desacostumbrados, como los del Corte Scala Mata, un pequeño ensanche con placas conmemorativas en las paredes alusivas a los héroes judíos de la I Guerra Mundial y del holocausto de la II Guerra Mundial.
Salimos del Campo del Ghetto Nuovo por donde antiguamente estaba la otra puerta que se cerraba por las noches, cruzando un puente y entrando en el Ghetto Vecchio, donde se puede observar mejor la mayor altura de los edificios a que Venecia también nos tiene desacostumbrados, como los del Corte Scala Mata, un pequeño ensanche con placas conmemorativas en las paredes alusivas a los héroes judíos de la I Guerra Mundial y del holocausto de la II Guerra Mundial.
Continuando por la Salizzada del Ghetto Vecchio a mano derecha sobre otro edificio se puede ver una placa más antigua que las anteriores (la foto es también del día siguiente). Se trata de un escrito que indica los castigos que serán infligidos a los marrani, palabra “cariñosa” con la que eran designados los falsos judíos conversos (ya se sabe el amor que tienen los judíos y los musulmanes por los cerditos).
Después de salir del Ghetto Vecchio por el sotopórtego del mismo nombre, cogimos a la izquierda y cruzamos el puente siguiente, el Ponte delle Guglie, llamado así por las agujas (especie de pequeños obeliscos) que lo adornan. Desde ahí se puede sacar unas buenas fotos, entre otras al mercado de Rio Terrà San Leonardo, muy animado de noche (y también de día), aunque no pasamos por él.
Cruzamos por Campo San Geremia y anduvimos Rio Terrà Lista di Spagna (más hoteles, tiendas, restaurantes…), hasta llegar al Ponte Scalzi, al que subimos para hacer también algunas fotos nocturnas a la fachada de San Simeon Piccolo llena de andamios y a la iglesia de los Scalzi.
Trattoria Al Nono Risorto
En Ferrovia cogimos un vaporetto de la línea 1 para ir a la parada Rialto Mercato (mercado de la Pescaria). Allí cogimos la Calle Baccarie hasta Calle dei Botteri a mano izquierda, para después torcer a la derecha por la Calle del Cristi que va a dar a Campo San Cassiano. Lo cruzamos en dirección hacia la izquierda donde nos encontramos con el Sotoportego de la Siora Bettina (perpendicular a la Calle della Regina). Ahí, en el número 2338, está la trattoría Al Nono Risorto, un lugar ensalzado en el foro y con razón por su excelente relación calidad-precio, donde fuimos a cenar. Atendida por jóvenes (algunas camareras son hispanas), tiene un espléndido cenador cubierto de glicinias de primavera a principios del otoño. Cuando nosotros llegamos no había flores, pero sí se podían ver las hojas de esa imponente planta bajo la que cenamos porque la temperatura era agradable en el exterior. Siempre está lleno y esa noche no iba a ser la excepción. Conseguir mesa para dos fue fácil, pero para más personas era necesario esperar. Te cobran el cubierto aparte (3,40€), pero el agua (embotellada) es gratuita y el vino de la casa, fácil de entrar aunque un pelín áspero al final, tiene un precio estupendo (4,50€ el medio litro). Mi mujer pidió un plato de fritura mixta de pescado y gambas (11€) y yo una pizza (8,50€). Por un malentendido, mi mujer les pidió patatas fritas en vez de cocidas con el pescado y le trajeron las patatas fritas aparte (3€ más) como si se tratara de guarnición. La comida era abundante y muy rica. La pizza, cocida en horno de leña, grande y muy sabrosa, con una base deliciosa. Me tomé de postre un tiramisú (8,50€), una ración también generosa que tuvieron el detalle de traerla con dos tenedores por si la queríamos compartir. No ha sido de los mejores que he tomado en mi vida, pero estaba bueno. El total ascendio a 33,90€, 30,90€ si descontáis las patatas que trajeron por error, pero que finalmente también dimos cuenta de ellas.
En Ferrovia cogimos un vaporetto de la línea 1 para ir a la parada Rialto Mercato (mercado de la Pescaria). Allí cogimos la Calle Baccarie hasta Calle dei Botteri a mano izquierda, para después torcer a la derecha por la Calle del Cristi que va a dar a Campo San Cassiano. Lo cruzamos en dirección hacia la izquierda donde nos encontramos con el Sotoportego de la Siora Bettina (perpendicular a la Calle della Regina). Ahí, en el número 2338, está la trattoría Al Nono Risorto, un lugar ensalzado en el foro y con razón por su excelente relación calidad-precio, donde fuimos a cenar. Atendida por jóvenes (algunas camareras son hispanas), tiene un espléndido cenador cubierto de glicinias de primavera a principios del otoño. Cuando nosotros llegamos no había flores, pero sí se podían ver las hojas de esa imponente planta bajo la que cenamos porque la temperatura era agradable en el exterior. Siempre está lleno y esa noche no iba a ser la excepción. Conseguir mesa para dos fue fácil, pero para más personas era necesario esperar. Te cobran el cubierto aparte (3,40€), pero el agua (embotellada) es gratuita y el vino de la casa, fácil de entrar aunque un pelín áspero al final, tiene un precio estupendo (4,50€ el medio litro). Mi mujer pidió un plato de fritura mixta de pescado y gambas (11€) y yo una pizza (8,50€). Por un malentendido, mi mujer les pidió patatas fritas en vez de cocidas con el pescado y le trajeron las patatas fritas aparte (3€ más) como si se tratara de guarnición. La comida era abundante y muy rica. La pizza, cocida en horno de leña, grande y muy sabrosa, con una base deliciosa. Me tomé de postre un tiramisú (8,50€), una ración también generosa que tuvieron el detalle de traerla con dos tenedores por si la queríamos compartir. No ha sido de los mejores que he tomado en mi vida, pero estaba bueno. El total ascendio a 33,90€, 30,90€ si descontáis las patatas que trajeron por error, pero que finalmente también dimos cuenta de ellas.
Después de las 10:30 cogimos el vaporetto en la parada Rialto Mercato para ir al hotel, también la línea 1, hasta la parada Sant’Angelo. De esta vez ya no nos perdimos como el primer día y llegamos en un par de minutos.