Habíamos pensado ir en coche para después acercarnos a Grasse pero nos dio pereza así que dedicamos el día a Canes con escapada de playa; en el bus 200 (1,5 trayecto; hay tren por 3,5€) ya que preferimos ir viendo los pueblos con el autobus; para la vuelta nos confundimos porque cogimos el último bus que iba llenísimo en vez del tren.
CANNES: a mi personalmente me decepcionó mucho.
Nos bajamos del autobús y casi por inercia llegamos al Palacio del Festival del Cine que después de tantos días viendo edificios y palacios monos nos sorprendió ver algo tan moderno (y soso), tenía sus escaleras con la alfombra roja así que nos hicimos unas cuantas fotos, buscamos por el paseo las manos estampadas en la piedra de alguna actriz famosa y la palma dorada del suelo que está como icono siempre delante de cada teatro o cine.
Como estábamos al final de la playa nos encaminamos a ver la parte vieja con el puerto viejo, el Hotel Le Ville (un edificio muy bonito) y subimos al barrio viejo de la Suquet con su torre, sus calles empedradas y estrechitas y sus bonitas vistas desde lo alto. Destaca el Palacio de la tour de la Castre . Para mi, este barrio fue lo más bonito de Cannes, con edificios del color mostaza y ocres, casitas bajas, etc.
Cogimos la Rue du Marché Forville, paramos a ver el mercado y bajamos de nuevo al palacio, compramos algo para comer y fuimos recorriendo el paseo marítimo en busca de un cachito de playa pública para comer y pasar el rato: aquí la playa sí es de arena y el agua sigue teniendo ese color turquesa, pero la zona pública que cuando llegamos estaba llena, se fue petando y petando y aquello parecía Benidorm.
Solo hay dos zonas públicas a cada esquina del paseo, el resto son zonas privadas de hoteles o chiringuitos (cada cual más impresionante) y hay alguna zona municipal en la que tienes que alquilar la sombrilla y/o las hamacas para poder entrar.
De camino a la playa fuimos por la Promenade de la Croisette viendo los edificios y palacios impresionantes: Hotel Carlton Intercontinental, el Hotel Martínez, el Majestic o el Palacio Stephanie. Todos ellos acompañados por las tiendas más lujosas del mundo mundial. Con deciros que vimos un par de taxis Masserratti.
Después del baño de multitudes y con el sol un poco más bajo (ozú, qué caló) nos fuimos a ver la zona comercial de la Croisette: un cúmulo de tiendas de lujo de todas las marcas y colores y alguna franquicia que para mi hicieron que perdiera todo el encanto, nos gustó más la zona comercial de la Rue Felix Faure con sus tiendas de souvenirs, artesanía y artículos provenzales así que nos fuimos a dar un último paseo por allí, por la playa y al autobús de vuelta (ya os digo, si alguien va es recomendable volver en cercanías por la cantidad de gente que hay en ese autobús).
CANNES: a mi personalmente me decepcionó mucho.
Nos bajamos del autobús y casi por inercia llegamos al Palacio del Festival del Cine que después de tantos días viendo edificios y palacios monos nos sorprendió ver algo tan moderno (y soso), tenía sus escaleras con la alfombra roja así que nos hicimos unas cuantas fotos, buscamos por el paseo las manos estampadas en la piedra de alguna actriz famosa y la palma dorada del suelo que está como icono siempre delante de cada teatro o cine.
Como estábamos al final de la playa nos encaminamos a ver la parte vieja con el puerto viejo, el Hotel Le Ville (un edificio muy bonito) y subimos al barrio viejo de la Suquet con su torre, sus calles empedradas y estrechitas y sus bonitas vistas desde lo alto. Destaca el Palacio de la tour de la Castre . Para mi, este barrio fue lo más bonito de Cannes, con edificios del color mostaza y ocres, casitas bajas, etc.
Cogimos la Rue du Marché Forville, paramos a ver el mercado y bajamos de nuevo al palacio, compramos algo para comer y fuimos recorriendo el paseo marítimo en busca de un cachito de playa pública para comer y pasar el rato: aquí la playa sí es de arena y el agua sigue teniendo ese color turquesa, pero la zona pública que cuando llegamos estaba llena, se fue petando y petando y aquello parecía Benidorm.
Solo hay dos zonas públicas a cada esquina del paseo, el resto son zonas privadas de hoteles o chiringuitos (cada cual más impresionante) y hay alguna zona municipal en la que tienes que alquilar la sombrilla y/o las hamacas para poder entrar.
De camino a la playa fuimos por la Promenade de la Croisette viendo los edificios y palacios impresionantes: Hotel Carlton Intercontinental, el Hotel Martínez, el Majestic o el Palacio Stephanie. Todos ellos acompañados por las tiendas más lujosas del mundo mundial. Con deciros que vimos un par de taxis Masserratti.
Después del baño de multitudes y con el sol un poco más bajo (ozú, qué caló) nos fuimos a ver la zona comercial de la Croisette: un cúmulo de tiendas de lujo de todas las marcas y colores y alguna franquicia que para mi hicieron que perdiera todo el encanto, nos gustó más la zona comercial de la Rue Felix Faure con sus tiendas de souvenirs, artesanía y artículos provenzales así que nos fuimos a dar un último paseo por allí, por la playa y al autobús de vuelta (ya os digo, si alguien va es recomendable volver en cercanías por la cantidad de gente que hay en ese autobús).