Como de costumbre, nos levantamos temprano pues este día tenemos excursión, tocaba visita a Himeji. Los billetes reservados del shinkansen los habíamos cogido en la oficina JR de la estación de Kyoto un par de día atrás, y tenemos la vuelta programada en el shinkansen de las seis de la tarde, así que pensamos pasar prácticamente todo el día en Himeji. Nos compramos el desayuno en un konbini y nos lo comemos en el tren de camino. El trayecto no es muy largo, no llega a una hora y en los shinkansen se va muy bien. Son muy cómodos y como mucha gente va durmiendo, los trayectos se hacen muy tranquilos. Además ya sabéis que en Japón la gente es súper respetuosa y se va la mar de a gusto en el transporte público.
Llegamos a Himeji y salimos de la estación. Andamos por la recta y amplia avenida que nos llevará al castillo en unos 15-20 minutos. Es muy fácil porque el camino desde la estación es en línea recta. De camino escuchamos un grupo de españoles detrás nuestro. La verdad es que hemos visto muchísimos y por todo Japón, desde Tokyo hasta Koya-San. Está claro que es un destino que nos mola.
Castillo de Himeji antes de cruzar el puente de la entrada
Cuando llegamos al castillo de Himeji, que es Patrimonio de la Humanidad desde 1993, ya hay oleadas de gente y el sol pega de lo lindo. Hace un calor tremendo y eso que es temprano y acaban de abrir el castillo. Andamos desde el foso de la entrada hasta las taquillas , y allí ya hay trabajadores poniendo a la gente de la cola en orden, cosa que se agradece porque aquí en España muchas veces tonto el último, ya me entendéis. Por suerte, como acaban de abrir a penas tenemos que esperar para comprar las entradas. Cogemos la entrada combinada del castillo y los jardines Kokoen por 1040¥ cada una.
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Empezamos la visita al castillo siguiendo la ruta de las ovejas: es decir, seguir al de delante. El castillo está situado encima de una colina por temas defensivos y hay que pasar por varias puertas y murallas. Después de subir bastantes escaleras, llegamos a la entrada del propio castillo y allí tienes que descalzarte. Por si fuera poco, el resto de la visita sigue consistiendo en subir escaleras a lo largo de las distintas plantas, que tiene unas cuantas, y son bastante estrechas y pronunciadas. Subirlas todavía, pero bajar estas escaleras descalzo se merece un monumento.
Hishi-no-Mon, puerta de camino a la entrada del castillo
El castillo de Himeji es conocido también como el castillo de la garza blanca porque al ser de color blanco recuerda a una garza volando. A mí no me recordó a una garza, pero está claro que por fuera tiene una forma preciosa y lo grande que es impresiona. Su historia empieza casi 700 años atrás y ha sufrido varias restauraciones, la última de ellas finalizó en 2015, después de cinco años de reformas. En ella se han gastado 2,4 billones de yens y han trabajado 15,000 personas. A pesar de las restauraciones, el edificio es el original ya que nunca ha sido destruido por incendios, terremotos, etc. Algo bastante inusual tratándose de Japón.
Por dentro puedes ver toda la estructura del castillo, de madera, de época medieval (una de las más antiguas de Japón). Son seis plantas accesibles, aunque por fuera sólo se pueden contar cinco. Eso lo hicieron expresamente para que si entraban enemigos se confundieran y el señor del castillo pudiera resguardarse en la sexta planta. El interior es muy austero y en cada planta encontraréis un panel informativo que explica lo que se va viendo.
Interior del Castillo de Himeji
Desde la última planta hay muy buenas vistas de la ciudad. Os digo que el interior puede ser un poco decepcionante porque no hay ningún tipo de decoración o exposición y sólo encuentras la información estrictamente necesaria. A mí me gustó porque se muestra tal cual era antiguamente, pero es verdad que puede ser un poco 'soso'. Yo no lo recomendaría para niños, porque hay muchísimas escaleras empinadas y por dentro se van a aburrir. Al salir del castillo vas a parar a una explanada donde hay baños y bancos para sentarse y donde se obtienen buenas vistas del castillo, así que preparad las cámaras de fotos porque van a echar humo. Después emprendemos la bajada, pasando diferentes puertas, murallas, un pozo, un foso...
Al salir del interior del castillo la ruta sigue por aquí
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Cuando volvimos a la entrada, subimos las escaleras que nos llevan hacia el otro lado de la fortificación. Aquí nos encontramos con unos jardines y otro edificio donde se puede entrar, también descalzándote por adelantado. En toda la visita al castillo tendréis que llevar los zapatos con vosotros en una bolsa de plástico que os facilitan ellos, porque no tiene traquillas. Este edificio es un largo pasillo con habitaciones a un lado. Aquí sí hay alguna exposición del castillo y varios paneles que explican la historia del castillo, los señores que lo han habitado, etc. Este pasillo era donde vivían las damas de la corte.
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Castillo de Himeji
Horario: De 9 a 17h (hasta las 18 de abril a agosto). Cierran el 29 y 30 de diciembre.
Precio: 1000¥ sólo el castillo y 1040¥ la entrada combinada del castillo y el jardín.
Acceso: Una vez bajéis en la estación de Himeji solo tenéis que andar en línea recta por la ancha avenida, al final de la cual se visualiza el castillo. Se tarda más o menos 15-20'. También se puede llegar en autobús desde la estación o podéis coger un taxi, pero se puede hacer andando perfectamente.
Después de la visita emprendemos la salida del castillo, pasando de nuevo por la enorme explanada de la entrada, rodeada de cerezos, donde en primavera la gente se tumba a observar las vistas y a disfrutar el hanami. Por desgracia no nos hace un tiempo primaveral precisamente, al contrario, por megafonía nos dan avisos de calor cada dos por tres y al final tengo que sacar el paraguas para refugiarme del sol hasta los jardines Koko-en, porque por el camino hay nada de sombra. Por suerte, están muy cerca, a penas cinco minutos a pie, que bajo un sol abrasador y sin protección se pueden hacer eternos.
Como ya tenemos la entrada combinada solo hace falta que la enseñemos al entrar. Estos jardines se construyeron en 1992 en el sitio donde antaño residían los señores del castillo de Himeji.
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Estos jardines ocupan una amplia extensión. En total son nueve, además de diferentes casas de té. El primer jardín es el más grande y posiblemente uno de los más bellos y corresponde al jardín de la residencia del señor del castillo. Pasas por un corredor de madera y llegas a un enorme estanque con multitud de coloridas carpas, en el que cae una preciosa cascada.
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Uno de los jardines de Koko-en
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Otros jardines son el de los pinos, el de las flores o el de bambú. Todos ellos son preciosos. A lo largo del recorrido iréis viendo las indicaciones con los números de cada lugar para poder seguir la ruta. Es una visita súper recomendable. La visita a estos jardines es de unos 45 minutos aproximadamente, depende de lo que os entretengáis.
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Jardines Kokoen
Horario: De 9 a 18h (hasta las 17h de setiembre a abril). Cerrados los días 29 y 30 de diciembre.
Precio: 300¥ sólo el jardín (1040¥ con la entrada combinada con el castillo).
Acceso: Si venís del castilo tendréis que andar como mucho cinco minutos.
Salimos del jardín y nos ponemos en dirección a la estación de autobuses para comprar los tickets de descuento para llegar hasta el Monte Shosha. El Monte Shosha es el lugar donde se encuentra el templo Engyoji, fundado hace algo más de mil años por un sacerdote budista que había sido iluminado por Monju, el dios de la sabiduría y la inteligencia. El dios Monju informó al sacerdote que todo aquel que subiera la montaña sería purificado en cuerpo y alma. Peregrinar al monte Shosha es habitual hoy en día entre la gente para honrar a los dioses y rezar.
Para llegar al monte Shosha es necesario coger un autobús y un funicular, que te deja al inicio de la ruta. El caso es que en la estación de autobuses venden un ticket que combina ambas cosas y sale mejor de precio, que cogiéndolo todo por separado. Al salir del jardín Koko-en podríamos haber cogido el autobús justo enfrente para llegar hasta el funicular, pero como pensábamos que los autobuses al funicular sólo salían desde la estación no compramos el ticket al llegar a la estación a primera hora de la mañana, así que tuvimos que volver atrás para comprarlo. Una vez en la estación fuimos a la oficina de información y una señora muy maja nos dijo exactamente dónde había que comprar el ticket que incluía autobús + funicular ida y vuelta por 1300 ¥ (650¥ los niños). Nos indicaron la plataforma (número 10) donde coger el autobús y nos pusimos en la cola para coger el bus número 8 hacia 'Mt. Shosha ropeway'. Por cierto, que eran aproximadamente la una del mediodía y no habíamos comido y os recuerdo que íbamos a un monte, pero bien. Yo estaba sufriendo un poco porque ya era mediodía, pero da tiempo perfectamente de subir a esa hora e incluso más tarde, teniendo en cuenta que estamos en agosto (aunque tampoco os paséis a ver si se os va a hacer de noche). Entre el autobús y el funicular se deben tardar unos 45 minutos en llegar al sitio donde se inicia la ruta.
Subiendo al Monte Shosha
Pagamos los 500¥ para poder empezar a ascender por el camino. Al entrar nos topamos con la campana y subiendo el camino por muchas estatuas de dioses y diosas, a quienes los peregrinos les dejan ofrendas y monedas.
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Al llegar a la puerta principal del templo también tenemos unas espectaculares vistas de la ciudad a nuestros pies.
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Todos los salones y subtemplos se encuentran desperdigados por el bosque, así que tendréis que ir paseando de un punto a otro para ir viéndolos. Por el camino, y con mucha hambre ya, encontramos un pequeño restaurante (menos mal!!!) que servía sopas de fideos y algún que otro plato. Nos comimos unos udon que nos sentaron genial y luego nos compramos un helado de yuzu (un cítrico asiático) que nos comimos enfrente de un pequeño estanque lleno de carpas, patos y tortugas.
Templo Maniden
El restaurante estaba justo a los pies del templo Maniden, dedicado a la Diosa de la misericordia. Aunque la reconstrucción es de 1932 porque el edificio original se quemó en 1921, es un edificio precioso y que te transporta a sus orígenes, todo de madera, con un precioso balcón.
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Llegar desde abajo del todo hasta el Maniden son unos 30' con calma. A unos 5 – 10 minutos andando desde aquí llegamos al impresionante Daikodo, el salón principal del templo Engyoji.
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El Daikodo se construyó en el año 986, aunque la última reconstrucción es del año 1956 y a él venían los monjes para estudiar y trabajar. Nos recreamos un buen rato admirando el conjunto de tres edificios y subiendo al balcón del Jikido. Simplemente precioso.
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Más tarde emprendimos la vuelta hacia el teleférico y de camino hicimos sonar la campana, cuyo eco se quedó retumbando durante un rato en la montaña. Definitivamente el Monte Shosha me robó el corazón. Ir andando tranquilamente por un monte salpicado por templos, subtemplos, salones, estatuas...fue maravilloso. Os recomiendo que dediquéis un día entero a Himeji para poder subir, aunque tampoco es una visita que requiera tanto tiempo. En unas tres o cuatro horas tienes tiempo de verlo tranquilamente y la visita es un paseo, no es una gran ruta, así que no os lo perdáis.
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Vistas de Himeji desde el Monte Shosha
Monte Shosha
Horario: De 8.30 a 18h
Precio: la entrada al monte cuesta ¥500 (sin contrar el transporte)
Acceso: se puede acceder desde Himeji, cogiendo un autobús número 8 y el teleférico. El tiquet combinado cuesta 1400¥ e incluye la idea y vuelta en autobús y el teleférico ida y vuelta. Este tiquet se compra en la estación de autobuses de Himeji, que está al lado de la estación de tren JR.
Después de coger el teleférico y el autobús de bajada volvimos a bajarnos en la estación de Himeji. Como aún teníamos algo más de una hora por delante hasta nuestro shinkansen dimos una vuelta alrededor de la estación. Entramos en el Club Sega de Himeji, un centro de entretenimiento con recreativas, máquinas de coger peluches y muñecos con ganchos, máquinas de gashapon, que también probamos en Akihabara. Los gashapon son pequeñas bolas de plástico que dentro contienen un pequeño muñeco, llavero, imán... Los hay para todos los gustos, desde personajes de populares series de anime, animales (especialmente gatos), comidas, coches, etc. Simplemente hay que echarle unas monedas a la máquina, girar la rueda, y caerá una bola de plástico al azar que contiene tu sorpresa.
Después cruzamos a la otra acera de la avenida y entramos a chafardear un Daiso, aunque después del primero los demás no son ninguna novedad porque tienen prácticamente lo mismo. El Daiso por si no lo he explicado antes es básicamente como un bazar chino de aquí aunque más grande y más ordenado. Después de nuestra visita a la tienda entramos en un Mister Donut. Es una franquicia del estilo de Dunkin' Donuts, donde venden donuts (obvio), bollos, cafés, batidos...y cosas así. Aquí no hay, pero en Japón hay un montón de tiendas Mister Donut. Entramos y pedimos un par de donuts, y yo me pedí un 'cotton snow candy', que básicamente a día de hoy aún no sé lo que es, pero diría que algo parecido a una copa con hielo en láminas de color rosa, algo de leche condensada por encima, yogur, mermelada de fresas...Realmente estaba muy bueno. He encontrado foto de internet:
Después del paseo que felizmente terminó en merienda épica nos dirigimos a la estación de trenes para coger el shinkansen donde teníamos asientos reservados. Llegamos a la estación de Kyoto en menos de una hora y volvimos a probar suerte para coger asiento reservado al día siguiente para Miyajima, sin éxito. Nos tocaba madrugar y hacer cola para coger sitio.
De camino al hostel compramos algo de cenar. No sabemos muy bien qué nos apetece, pero yo tengo claro que no quiero nada que tenga arroz ni pasta. Después de dar muchas vueltas, acabamos en un supermercado rollo Corte Inglés que tenía un apartado de comidas del mundo. Una vez allí salió mi vena spaniard y terminamos comprando un paquete de jamón y otro de lomo embuchado. Como la baguette era cara de la ***** compramos ban bimbo y arreando. Quizás os parezca exagerado (yo cuando veía a los de españoles por el mundo y todos estos que iban locos cuando los familiares les traían jamón pensaba bueno qué exagerados...y yo me voy cuatro días y ya estoy llorando por las esquinas) pero a mí la cena me supo a gloria.
Llegamos al hotel a ducharnos y a degustar nuestras exquisitas viandas, compuestas de pan bimbo, jamón y lomo embuchado (y tranchetes, que se me olvidaban. Vivimos muy a lo low cost y los precios del queso eran...qué os voy a contar). Ese día nos acostamos muy pronto, el cansancio se iba acumulando y además teníamos que madrugar mucho para ir hasta Miyajima!