En un inicio habíamos previsto dedicar este día a una excursión a Kurama y Kibune, que son dos pueblos pequeños, situados en las montañas al norte de Kyoto. La idea era hacer una ruta andando que une ambos pueblos y disfrutar un poco de la naturaleza del lugar. Finalmente, como no teníamos ganas de andar demasiado y ya llevábamos hechas algunas excursiones, quisimos dedicar el día a hacer lo que nos apeteciera en Kyoto.
Por este motivo, ese día madrugamos, pero sin pasarnos. Nos duchamos y nos vestimos con más calma y decidimos ir a visitar el templo de Sanjusangendo, que está bastante cerca de nuestro hostel. Como nos acabamos de levantar y tenemos ganas de caminar decidimos ir a pie. Está a unos 20 minutos del hostel, y de camino aprovechamos para comprarnos el desayuno en un konbini. Son súper prácticos y además hay de todo, tanto dulce como salado e infinidad de bebidas para todos los gustos. De camino al templo no hay nada interesante para ver.
Antes de entrar al templo desayunamos los oniguiris que nos hemos comprado, y zumos. Los oniguiris son unas bolas de arroz de forma triangular, envueltas en alga nori, que por dentro van rellenas de distintas cosas, básicamente saladas. A mí me gustaron mucho los de salmón a la parrilla, aunque reconozco que para desayunar son un poco fuertes. En Japón suelen comerlo mucho cuando se van de excursión porque es práctico, o para el almuerzo de los niños en el colegio.
Jardines del templo Sanjusangendo
Después de desayunar compramos las entradas al templo y entramos. Cada entrada nos costó 600 yenes. Lo más reseñable del templo Sanjusangendo está dentro, pero empezamos la visita por la parte exterior, rodeando el edificio principal. Los jardines no tienen mucho atractivo. No es que sean feos, pero después de haber visto algunos jardines de templos de Kyoto este era muy sencillo en comparación. Realmente sólo tiene un pequeño estanque, con algunas rocas y árboles. Pero como digo, lo más destacado se encuentra dentro del templo, y es lo que vale realmente la pena visitar.
Antes de entrar al templo, un señor muy amable nos invita a quitarnos los zapatos y a guardarlos en unas taquillas a la entrada del templo. A juzgar por la cantidad de zapatos guardados el interior debe estar lleno de gente. Y así es, aunque no es de extrañar. El templo alberga 1001 estatuas doradas de Kannon, todas iguales, y otras estatuas de dioses budistas protectores. Al fondo y en medio de todas las estatuas de pie de Kannon, hay una estatua de Kannon, también dorada, pero mucho más grande que las anteriores y en esta ocasión se encuentra sentada. Una pequeña parte de estas estatuas fueron hechas en el siglo XII, cuando se fundó el templo, y el resto fueran hechas un siglo después, cuando se renovó el templo.
Después del largo pasillo de estatuas, giras hacia la izquierda y hay otro pasillo donde vemos una exposición de la historia del templo, de sus sacerdotes, etc. Allí nos compramos un amuleto. Simplemente dejamos los yenes en una cajita y lo cogimos, pues está todo al alcance de todo el mundo. Esto es habitual en muchos templos y santuarios japoneses y nos da una muestra de la honradez que gastan en el país. En esto (y en otras cosas también) es muy cierto que nos llevan años de ventaja.
Este templo impacta, porque el edificio es súper largo, cosa que ya se aprecia bien desde fuera, pero no te llegas a imaginar el interior, donde todo está repleto de estatuas...es muy bonito e impactante. En el interior no se pueden tomar fotografías, así que hay que conformarse con retenerlo en la memoria.
Templo Sanjusangendo
Decidimos que nuestra siguiente visita será también artístico-cultural y pensamos en ir al templo y la pagoda Toji. Desde Sanjusangendo cogimos un autobús, que tardó un buen rato en llegar. Durante el recorrido nos dejó en una estación de autobuses, un poco más atrás de donde queríamos haber llegado, pero fuimos andando hasta allí sin problemas, porque igualmente estábamos cerca de nuestro destino. Además durante el trayecto vemos dos cosas que nos llaman poderosamente la atención.
1. Un Moss burguer, que fichamos para la vuelta a la hora de comer. El Moss Burguer es como un Mcdonald’s japonés, pero está más bueno.
2. Un Book Off, que es una tienda de segunda mano donde venden libros, cómics, consolas, videojuegos, figuras, etc. Entramos en la tienda sin muchas esperanzas de encontrar figuras (porque no es algo que sea habitual encontrar en todas las tiendas book off) pero sorprendemente en esta tienda sí tienen, y algunas a muy buen precio. Como es nuestro día ‘light’ nos pasamos un buen rato en la tienda mirando y remirando. Compramos tres figuras grandes a muy buen precio y otras muchas pequeñas, y nos dejamos pendiente seguir mirando a la vuelta, por repartirnos los quehaceres y esas cosas...ya que nos han quedado cajas enteras por mirar. Comentar que es la tienda donde hemos comprado figuras a mejor precio, realmente baratas y como nuevas, y la encontramos de chiripa. Las otras tiendas de segunda mano que visitamos en Japón estaban en barrios dedicados a eso (Akihabara, den den town…) y eran más caras, aunque no pudimos ver Nakano Broadway…
Salimos de la tienda con el ansia consumista saciada de nuevo y con intenciones de llegar ya, por fin, al templo Toji, templo budista de la secta shingon, Patrimonio de la Humanidad desde 1994. En unos cinco minutos estábamos entrando por la puerta del complejo. A mano derecha vemos la pagoda, de cinco pisos, pero primero decidimos visitar los otros edificios del conjunto y nos la reservamos para el final. Comentar que estos templos están en la zona sur de Kyoto, quizás menos visitada porque no es una zona tan bonita como Higashiyama o los templos del norte y no tiene tantos atractivos, pero estos templos son igualmente preciosos.
El templo se empezó a construir durante el período Heian, en el año 796, aunque no se conserva ningún edificio original del periodo, porque todos han sido reconstruidos con posterioridad. El salón Kondo es el edificio principal. Dentro está la estatua de Yakushi Buda, el buda de la medicina, y mucha gente rezando en absoluto silencio. Al lado está el salón Kodo, que fue añadido por Kobo Daishi (también le he nombrado en la etapa de Miyajima y lo nombraré en Koya-San) y que se usaba como salón de lecturas. Ambos fueron destruidos por un incendio y reconstruidos posteriormente.
Pagoda del templo Toji
Después fuimos a ver la pagoda de madera, de casi 60 metros de altura. Se construyó en el año 826, aunque reconstruida en 1644 y es la estructura de madera más alta de todo Japón. Preciosa, sin duda alguna. Le echamos muchas fotos desde distintas perspectivas, aunque las que más me gustaron fueron desde el estanque y con la pagoda detrás.
Después de la visita al templo Toji volvemos por el mismo camino que hemos venido, porque queremos ir al Moss Burguer (a 5 minutos andando). No hay nadie delante y pedimos un menú de hamburguesa, patatas y bebida. Hay tres tamaños distintos de menú, así que depende del hambre que tengas pides el que mejor te vaya. La manera de pedir es igual que en Mcdonald’s, pero ellos te dan un número y te puedes ir a sentar. Cuando lo tienen preparado te lo llevan a la mesa. Nos fuimos al piso de arriba, donde tenían asientos tipo sofá muy cómodos. Es un poco más caro que McDonald’s pero está mucho más bueno.
Hamburguesa y bebida de melón
Después de comer volvimos a la tienda Book Off a mirar lo que nos había quedado pendiente, pero no vimos nada más interesante. Nuestra intención era llegar al hostel y dejar todas las bolsas de las figuras antes de hacer nada más. Para volver a coger el autobús en dirección a la estación de Kyoto fue un poco lío. En la zona hay muchas paradas de autobús y tienes que fijarte bien en qué autobuses pasan por cada una. Así que la primera pateada fue en vano, porque allí no paraba el autobús que queríamos. Fuimos a una segunda parada, que estaba justo enfrente de la entrada al templo y el autobús tardó bastante en pasar. Cuando llegó, después de esperar bastante, nos obligaron a bajar en la siguiente parada, en la estación de autobuses donde nos habían obligado a bajar a la ida. Resulta que teníamos que haber ido allí desde el principio, y mira que lo teníamos cerca y los autobuses pasaban cada dos por tres...Por esta chorrada perdimos un montón de tiempo. Pero bueno, como era el día de relax, tampoco nos estresamos mucho.
Llegamos al hostel y organizamos un poco las compras. Después nos aseamos un poco para volver a salir, aunque se nos hizo un poco tarde, porque como ya sabéis, todo lo cierran súper pronto. A las cinco ya han cerrado casi todo, pero es temprano para no hacer nada más. Decidimos aprovechar que es el Obon, un festival que dura varios días, y durante el cual hay visitas nocturnas a algunos lugares de la ciudad, con iluminación especial. Ese día estaba abierto el castillo Nijo, así que decidimos ir, porque es un lugar que queremos visitar.
Puerta Karamon en el castillo Nijo
Nos dirigimos a la estación de autobuses para coger el bus que va hacia el castillo. Está oscuro ya, pero hay mucha gente en la calle. Enseguida llega el autobús y con el montón de gente que somos lo llenamos. Hasta el castillo hay unos 10-15 minutos. Nos bajamos en la misma puerta y nos ponemos en la cola para comprar las entradas. Hay varias personas organizando la cola y va todo súper rápido. Para comprar la entrada hay máquinas y también taquillas, pero la persona que está organizando la cola nos hace comprar las entradas en plan ‘rapidito que se acumula gente’ en las máquinas que sólo están en japonés, o al menos yo no vi el inglés por ningún lado. Sin querer terminé comprando cuatro entradas y me tocó pasar por la taquilla para que me devolvieran el dinero de dos entradas, que me dieron sin problemas...Pero siendo ‘guiris’ nos podrían haber mandado a las taquillas directamente, porque al final terminamos entorpeciendo la cola. Cada entrada nos costó 500 yenes. La entrada normal son 600.
Jardín Ninomaru iluminado
Con las entradas en la mano nos dirigimos a la entrada del castillo, toda iluminada y preciosa. Echamos varias fotos de rigor. Una vez dentro, la ruta pasa por todo el exterior del castillo hasta la casa de té y todo está precioso, especialmente el lago, que no puede ser más bonito. A mí me gustó mucho la visita nocturna, pero también tengo que decir que me decepcionó el hecho de no poder entrar dentro del castillo, porque la entrada nocturna sólo incluía la visita al jardín, pero no se podía visitar por dentro (vale que era 100 yenes más barata pero yo pensaba que era una entrada normal y corriente al fin y al cabo). No sé si fue culpa nuestra por no enterarnos bien, pero yo esperaba poder ver también el castillo por dentro, y ya no volví porque no quise pagar dos veces, así que me quedé sin ver realmente el castillo Nijo. Fue una visita un poco agridulce, pero en un viaje siempre tiene que haber alguna así...
Foso del castillo iluminado
Salimos del castillo y esperamos el autobús, que no tardó en llegar. Nos volvió a tocar ir de pie, porque iba lleno. Fuimos a mirar al lado del hostel, un restaurante que tenía buena pinta para cenar, pero había cola y había que apuntarse a una lista y pasamos...al final compramos algo para cenar y cenamos en el hostel. Algunas noches cenábamos en la cocina y otras nos lo subíamos directamente a la habitación, depende de lo sociables que estuviésemos XD. Por cierto, en los konbini te pueden calentar directamente la comida que compras.
En general fue un día muy light, pero igualmente disfrutamos mucho. Seguramente hubiese valido mucho la pena ir a Kurama y Kibune, pero lo dejamos para el siguiente viaje, junto con otros templos y visitas a Kyoto y alrdedores que tampoco pudimos hacer.