Hoy queremos un día un poco más movidito que el anterior, aunque sin pasarnos...que ya estamos llegando al final del viaje y nos apetece ir más relajadamente. Nos levantamos, nos damos una ducha y vamos a desayunar a una cafetería que está muy cerca del hostel. Nos pedimos tostadas, huevos, zumo...el ‘típico’ desayuno más occidental. No fue gran cosa y más bien carete, pero bueno, también nos apetecía desayunar en plan tranquilo y cómodo. Es curioso que en Japón, como ya sabéis, esté prohibido fumar en las calles y en cambio en algunos restaurantes y cafeterías tengan zona para fumadores, como en este caso.
Tenemos claro que nuestra primera visita va a ser el templo Ginkakuji y luego seguiremos visitando algún templo de la zona. Después el plan es ir a Nishiki a ver el mercado, puesto que no hemos visto el de Tokyo, y picotear algo por allí. Para llegar al templo Ginkakuji cogemos un autobús en la estación de Kyoto, que tarda unos 20 minutos en llegar. El autobús nos deja muy cerca, sólo tenemos que andar una calle que hace un poco de cuesta, y que está llena de tiendas de recuerdos, tiendas de comida, puestos de comida, etc. Toda la zona alrededor del templo de Ginkakuji, el paseo del filósofo, etc., nos pareció muy bonita, más tradicional y cercana a la naturaleza que la zona donde estaba nuestro hostel.
Pagamos la entrada al templo Ginkakuji, o pabellón de plata, templo zen establecido en 1482. Cada entrada nos costó 500¥. Este templo lo mandó construir el nieto del shogun que había mandado construir el pabellón de oro (o Kinkakuji), sólo que en su caso no pudo recubrirlo de láminas de plata y realmente pese a recibir ese nombre de la plata no hay ni rastro. Al principio el Ginkakuji era la villa de retiro del shogun y después fue convertido en templo.
Templo Ginkakuji o pabellón de plata
La estructura de la ruta que se sigue aquí es bastante similar a la del templo Kinkakuji, es decir, se rodea el templo por sus jardines, pero no se entra dentro del mismo. Dentro del edificio hay una estatua de Kannon. El templo en sí es mucho más sencillo que el Kinkakuji pero sus jardines son de largo mucho más bonitos -realmente los jardines del templo de oro no son gran cosa- y están perfectamente arreglados. En muchos templos nos hemos encontrado a varios trabajadores en los jardines, que se dedican a quitar cualquier atisbo de suciedad y de malas hierbas, por eso se mantienen así de preciosos.
Cono hecho de arena blanca que representa el Monte Fuji
Al lado del templo hay una montaña hecha de arena blanca, que representa el Monte Fuji y rodeada de más arena, perfectamente rastrillada, que representa las olas del mar. Este es el jardín seco del templo. Durante el paseo por los jardines nos encontramos con un lago, un puente, bosque, un jardín de musgo, una fuente de agua...no le falta ningún detalle. Subiendo unas escaleras dentro de la ruta se ve el templo y vistas de la ciudad de Kyoto. Desde este punto, mirando hacia el bosque la izquierda se ve un árbol que tiene una cuerda de color rojo. Este árbol es un descendiente del árbol que sobrevivió a la bomba atómica lanzada en Hiroshima en 1945. La visita al templo nos ocupa unos 45 minutos sin prisas.
Vistas desde el templo Ginkakuji
Después de nuestra primera visita, volvemos a bajar la misma calle que habíamos subido para llegar a la entrada del templo y entramos en algunas tiendas a cotillear souvenirs. Me declaro fan total de las tiendas de recuerdos japonesas!!
Llegamos al inicio del camino del filósofo o camino de la filosofía. Este es un paseo paralelo al canal del río, con muchos árboles, puentes, etcétera. A lo largo del camino hay cafeterías, tiendas...aunque todo en un ambiente muy tranquilo, de barrio tradicional. En un principio no teníamos pensado recorrerlo porque habíamos leído que en verano no era gran cosa y que cuando vale realmente la pena recorrerlo es en primavera, especialmente con los cerezos en flor. Ese día estaba muy nublado y no era especialmente caluroso en comparación a otros días en Kyoto y decidimos recorrer al menos un trozo para poder juzgarlo con conocimiento de causa. Finalmente lo recorrimos entero y a mí me pareció precioso. En primavera tiene que ser maravilloso, pero para mí mereció mucho la pena recorrerlo en esa mañana de agosto. Además se estaba súper tranquilo y nos cruzamos con poquísima gente, entre ellos con una familia en la cual el niño pequeño llevaba una jaulita y una red para cazar cigarras. Durante el trayecto se respiraba verdadera paz.
Recorriendo el camino del filósofo
Por el camino fuimos viendo algunos paneles con mapas de la zona y decidimos llegar hasta el templo Eikando, así que llegamos hasta el final del camino. Son unos 25 minutos caminando desde el templo Ginkakuji, que repito que a mí me pareció bonito hacerlo a pie. Después bajamos una calle residencial, donde había una tienda de recuerdos (una de tantas...aunque en esa calle sólo vi una) y compramos un daruma de color negro que nos había encargado una amiga y otro recuerdo para casa (otro gato más y van...xD). Antes de llegar al templo Eikando nos compramos unas bebidas que aún no habíamos probado en una máquina: una era de melón, que estaba rica, y otra era de yogur y tenía tropezones sólidos. De verdad que la sensación es rara pero de sabor estaba bueno. Lo de las máquinas es exagerado, no sólo por la cantidad que hay en las calles, si no por la variedad que tienen, no te da tiempo a probarlas todas, porque tienen para aburrir. No es como aquí, que en una máquina encontraríamos lo típico: coca-cola, fantas, nestea, aquarius… Allí además de que hay máquinas a cada pocos metros y en cualquier calle, todas tienen variedades diferentes, además de que en verano están bien frías, pero en invierno tienen muchas bebidas calientes. Lo de las máquinas da para muchas hojas de diario, ya lo sabéis…pero me hace ilusión de vez en cuando recordarlo y contarlo para que lo leáis, aunque ya lo habréis visto en todos los diarios XD.
Llegamos al templo Eikan-do, perteneciente a la secta budista Jodo y compramos la entrada, 600¥ cada una, aunque ojo porque en otoño es más cara (1000¥) por el cambio de hojas de los árboles, que es especialmente bello en este templo por la multitud y diversidad de especies en el jardín. El templo se fundó en el año 853.
Este templo, cuyo nombre real es Zenrinji -el nombre de Eikan-do viene de un importante sacerdote del templo llamado Eikan-, es muy grande y tiene un impresionante jardín, así que la visita os tomará un rato. Primero nos dedicamos a visitar todos los edificios del templo, donde está prohibido sacar fotografías de los interiores y dejamos el jardín para el final. Los edificios están conectados entre sí por pasillos de madera y destaca el salón de Amida (Amidado), donde hay una estatua de Amida Buda, representada mirando hacia atrás. Según la leyenda Eikan estaba paseando un día por el templo y la estatua, que originalmente miraba hacia delante, se giró para hablarle. Desde la pagoda, de dos pisos, que está ‘escondida’ entre multitud de árboles, se obtienen unas bonitas vistas del resto del conjunto sagrado y de la ciudad de Kyoto.
Carpa amarilla en el tasque del interior
Los jardines transcurren por un camino rodeado de múltiples árboles de distintas especies que dan un colorido súper bonito en verano, así que no me quiero imaginar en otoño...La parte estrella del jardín es el estanque, cruzado por un puente, que llega hasta una isla que está en medio del agua, donde hay un pequeño santuario. Alrededor del estanque hay multitud de árboles. Este estanque en otoño (durante algunas semanas) lo iluminan al anochecer y tiene que ser un espectáculo, no me lo perdería por nada si coincidiera mi visita durante esas fechas (no me pagan los del templo por la publicidad xD).
En el jardín del templo Eikan-do
Después de pasear por los jardines y de hacer muchas fotos fuimos a coger un autobús para llegar hasta el mercado de Nishiki. A estas alturas probablemente ya sepáis que los autobuses son un buen medio para visitar Kyoto porque llegan a muchos lugares donde no se puede acceder en tren. Aún así el tren puede ser muy útil para llegar a algunos puntos de la ciudad porque es mucho más rápido y directo. Todo es tener en cuenta dónde estamos y a dónde queramos ir en el momento para ver qué opciones de transporte tenemos. Si planeamos coger varios autobuses (más de dos) sale a cuenta entonces comprar el pase diario de autobuses, que se puede comprar directamente al conductor del autobús durante el mismo trayecto. Este pase cuesta 500¥ y dura 24 horas.
Os dejo algunas pinceladas de cómo coger un autobús en Kyoto. Primeramente lo mejor es que os bajéis alguna aplicación para el movil que os ofrezca un plano de la ciudad con las distintas líneas de autobús y lo ideal es que os permita consultar qué autobús o autobuses coger en un trayecto de X a Y. Cuando ya tengamos claro qué autobús tenemos que coger, hay que saber que para cogerlo hay que ponernos en la cola para entrar en orden por la puerta trasera (se entra por la puerta de atrás y se sale por la de alante). Se paga al bajar del autobús, no al subir, y para pagar el trayecto hay que hacerlo con el importe justo. Esto significa que si no llevamos el dinero justo tenemos que conseguir el cambio. El cambio te lo dará una máquina que hay al lado del conductor. Después, antes de bajar, metes las monedas justas en la máquina al lado del conductor o compras el billete diario y el conductor te lo valida.
Nos bajamos en una de las estaciones cercanas al mercado de Nishiki. Esta es una zona de Kyoto muy animada, con multitud de tiendas de todo tipo, llenas de locales y turistas. El mercado está en una calle cubierta, que estaba a petar de gente, más teniendo en cuenta que era la hora de comer y que este lugar se caracteriza por tener multitud de puestos de comida para todos los gustos. Éramos muchos con la misma idea, pero por suerte, hay puestos y comida de sobra para todos. Había todo tipo de comida: desde encurtidos, hasta brochetas de pescado, pasando por diferentes frituras, tako tamago… El tako tamago es una cosa que nos hacía ilusión probar. Se trata de una brocheta de pulpito glaseado y hecho a la parrilla, en cuya cabeza hay un huevo duro de codorniz. Es muy curioso. No está mal pero tampoco es que sea una maravilla. Nos recorrimos el mercado entero y también probamos una especie de okonomiyaki, una brocheta de sepia, etc. A mí se me iban los ojos para todos lados porque todo tenía una pinta estupenda, pero tuvimos que parar porque se nos iba de las manos.
Puesto de brochetas de pescado en el mercado de Nishiki
Al final del mercado Nishiki, si sigues recto, te encontrarás con un pequeño santuario sintoista en medio de las calles cubiertas llenas de tiendas y restaurantes. Este santuario se llama Nishiki Tenmangu. Me recordó a otro santuario pequeñito que nos encontramos en pleno mercado de Ameyoko. Japón tiene estas cosas curiosas que nos encantan a todos. De repente, entre tiendas y carteles luminosos a tope, te encuentras con un montón de linternas o farolillos y un pequeño santuario o templo detrás. Este en concreto está dedicado al dios de la sabiduría y por eso es visitado por muchos estudiantes que quieren mejorar su rendimiento académico. Este templo también es característico porque dicen que el agua es de muy buena calidad.
Esa tarde la dedicamos a pasear un poco por la zona, porque como os he comentado es una zona donde hay muchas tiendas, centros comerciales, etc. Estuvimos paseando por la calle Shijo dori, que es más una avenida que una calle, con multitud de tiendas de moda y restaurantes. En realidad esta avenida es muy larga, tiene 7 kilómetros, y llega hasta Pontocho, pero sólo recorrimos unos pocos metros. Como veréis, se trata también de una calle cubierta y tiene farolillos a modo de iluminación, por darle un toque tradicional, ya que se trata de un lugar eminentemente moderno.
Réplicas de cera de comida en un resturante de Shijo dori
Esa tarde también anduvimos por Teramachi dori, que es una calle perpendicular al mercado, también cubierta, cosa que nos vino muy bien porque empezó a llover con fuerza durante un rato. Esta calle también está llena de restaurantes, pachinkos y muchas tiendas de souvenirs y ropa. Es un buen lugar si tienes que comprar recuerdos para la familia. También probamos en un puesto de comida los taiyakis, que son esa especie de pastelito japonés con forma de pez, que sabe a gofre y que va relleno de anko (judía roja), aunque el mío estaba relleno de patata dulce.
Cuando nos cansamos de pasear fuimos a coger el autobús para volver al hostel, en la calle Shijo dori y seguía lloviendo. Ese día llegamos bastante temprano al hostel, pero aprovechamos el mal tiempo para ir a comprar algo para cenar, guardarlo en la nevera, y poner lavadoras y secadoras. Mientras la ropa se lavaba nos fuimos a la cocina a tomarnos una bebida que llevaba algo de alcohol y fruta cítrica y algo de picar que aún no sabemos que es, pero estaba rico.
Cuando la ropa estuvo lista empezamos a hacer maletas porque nuestra intención era mandarlas para Osaka al día siguiente y tenerlas en Osaka dos días más tarde. Lo de enviar maletas es muy muy MUY recomendable y está muy bien de precio. Además es totalmente fiable. Yo lo tengo súper claro, el día que vuelva pienso hacer exactamente lo mismo, mandar maletas de un lugar hacia otro. Cada maleta grande nos salió por unos 1600¥. Muchos hoteles ya incluyen este servicio y te rellenan ellos los papeles para el envío y se encargan de hacerlo todo. Y los que no, como en el caso del hostel de Kyoto, sólo tuvimos que acercarnos al Lawson y desde allí nos lo hicieron sin problemas.
Después de dejar en orden las maletas nos dimos una ducha, cenamos y a dormir. Mañana es uno de los días más esperados de Kyoto...vamos a Higashiyama!!