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Hoy amanece otro día espléndido. Desde el balcón de nuestra habitación podemos ver como los incipientes rayos del sol comienzan a iluminar la cumbre del Mt. Sefton y el Mt. Footstool, como, poco a poco, van acariciando sus laderas cubiertas de hielo hasta que el sol se alza por encima iluminando toda la explanada.
Nos preparamos el desayuno en la cocina común, recogemos equipaje y estamos listos para una nueva incursión en este fantástico parque.
Nos desplazamos en coche desde la aldea hasta el White Horse Hill, dónde hay un camping y amplios aparcamientos. Son solo 2,5 kilómetros desde la aldea. Desde este punto comienzan varias caminatas.
Nos disponemos en principio a realizar la ruta más popular, Hooker Valley Track. Y es muy popular porque no es demasiado larga, 11 km. ida y vuelta, no hay grandes desniveles, 120 m., las vistas bonitas son continuas en todo el trayecto y un premio final fascinante.
Comenzando a caminar, a los cinco minutos o así, hay un corto ramal a la izquierda que lleva a una piedra llamada Freda Rock. La piedra no tiene nada de especial, solamente que la tal Freda, apellidada du Faur, se fotografió delante de ella después de conseguir su hazaña. Fue la primera mujer en escalar Aoraki/Mt.Cook, en diciembre de 1910, acompañada por Graham, uno de los tres neozelandeses que conquistaron por primera vez la cima en 1894, subiendo por el valle Hooker y su cara norte. Y allí aparece fotografiada, con falda y botas. Hay hasta un pico con su nombre, Du Faur, en la cordillera que lidera el Mt. Sefton.
Otro corto trayecto y una nueva desviación a la izquierda nos lleva hasta el Alpine Memorial. Una estructura de piedra en forma piramidal cubierta de placas en memoria de los alpinistas que han perdido su vida en los Alpes del Sur.
Como se encuentra encima de una pequeña elevación las vistas hacia atrás son estupendas, se alcanza a ver el extremo del lago Pukaki y el pueblo Mt. Cook. Y por otro lado se eleva imponente el Mt. Sefton, señoreando sus 3151 m. y mostrando la nieve, los glaciares y los acantilados negros de su escarpada ladera.
El sendero es bastante amplio y se encuentra bien mantenido por el DOC. Da gusto caminar en un día tan espléndido y rodeado de cosas bonitas todo el rato.
Como a 1 km. desde la salida nos encontramos con las vistas del lago Mueller y un panel interpretativo. El lago Mueller es otro lago glaciar que recoge el agua derretida del glaciar Mueller. En su día el glaciar llegaba hasta donde estamos parados y ahora apenas si se ven sus escasos 13 km., ocultos en las faldas del Mt. Sefton. La frontal del glaciar pasa desapercibida porque su color se confunde con las morrenas grisáceas que se extienden a ambos lados del lago. También las aguas glaciares que trae el río Hooker se vierten en este lago.
El río Hooker continua como canal de desagüe del lago y lo cruzamos por el primer puente colgante de la ruta. Más abajo se unirá al río Tasman.
Después del puente el camino gira hacia la izquierda y discurre paralelo a la morrena del glaciar Mueller. Las vistas siguen siendo abiertas y no perdemos de vista el Mt. Sefton y el Footstool.
Al segundo puente colgante llegamos cuando hemos recorrido casi los tres kilómetros caminando. El agua del río Hooker forma, a la izquierda del puente, unos rápidos lechosos que vierte en el lago Mueller y a la derecha viene formando como un pequeño desfiladero.
El sendero ahora va bordeando el río Hooker conforme avanza por el valle y de pronto la figura de los dos picos de la cima del Mt. Cook aparece en escena. Seguiremos el camino sin perder esta visión del Mt. Cook.
Cruzamos el arroyo Stocking por un puente de madera y un ramal conduce a un refugio de uso diurno y a los únicos baños que hay en la ruta. Más allá del puente el amplio valle se vuelve pantanoso y la senda continúa en pasarelas de madera hasta llegar al tercer puente colgante.
Después continúa por el lado derecho del río bordeando la pared de una morrena del glaciar Hooker. Por una corta desviación se llega a una pequeña laguna que cuando tiene agua suficiente refleja maravillosamente la cordillera del Mt. Cook. Ahora tiene poca agua y no resulta nada atractiva.
El camino sigue bordeando la morrena mientras va subiendo hasta llegar a la parte superior de la misma dónde hay un pequeño mirador en piedra con alguna mesa de picnic. Parece que hemos llegado a destino.
El lago glaciar Hooker es bien visible en la parte de abajo de este mirador. Su color gris azulado claro o lechoso nos envuelve. Aquí tampoco vemos muchos icebergs navegando a la deriva. Un par de ellos solamente. Al fondo del lago el acantilado de hielo en que termina el glaciar Hooker. Por encima y siguiendo la mirada hacia arriba, la icónica figura del Mt. Cook. Por el otro extremo del
lago, las montañas que han venido acompañándonos.
Hasta aquí se ha recorrido 5,35 km. Un sendero baja, bordeando el lago, hasta la playa rocosa del mismo, completando los 5,5 km. totales de la ruta. Es bastante aconsejable bajar hasta aquí porque hay menos gente que en el mirador y te puedes sentar en una de las rocas, al mismo nivel del agua y puedes hasta tocarla. Los dos icebergs que hay parecen estáticos y están algo alejados, pero si hubiera más sería una delicia verlos navegar tan de cerca. Las vistas del lago, su unión con el glaciar, el glaciar mismo y la figura del Mt. Cook, son más directas en este lugar
Cuando el agua está quieta el lago refleja la figura del Mt. Cook y las montañas colindantes. La luz en este momento no es muy buena, pero vemos insinuarse estas reflexiones dentro de esta agua de color tan extraño. Parece hasta irreal.
Por encima de la playa, mirando hacia nuestra izquierda, se puede ver también una cascada delgada, del flujo de un glaciar que se encuentra casi en la parte superior del Cadogan Peak. Una montaña de 2449 m. que pertenece a la cresta que se extiende desde el Mt. Sefton.
Volvemos a recorrer el mismo camino de vuelta, hacia el aparcamiento.
Tras unos minutos de descanso en el White Horse Hill, decidimos hacer otra pequeña ruta que tiene su inicio también desde este camping. Una caminata a Kea Point.
Aunque ambas rutas, Hooker Valley y Kea Point, se pueden iniciar también en la aldea Mt. Cook, añadiendo 30 o 45 minutos de andadura.
La ruta hasta el mirador de Kea Point es de unos 3 km., ida y vuelta, y unos 95 m. de desnivel.
El inicio del camino es común para esta ruta a Kea Point y a Sealy Tarns y Mueller Hut. Una senda bien mantenida atraviesa pastos subalpinos y matorrales y después de medio kilómetro el camino se bifurca, a la izquierda se dirige hacia el pueblo y nosotros continuamos a la derecha. Poco después otro cruce separa los caminos de las distintas rutas. A la izquierda prosigue para llegar a Sealy Tarns y la misma enlaza después con la que conduce a Mueller Hut.
Ahora el camino acomete una subida corta y lo que comenzó como un sendero liso se ha ido volviendo más pedregoso. Se van viendo, en claros entre los matorrales, algunos caminantes subiendo por la montaña Sealy. Se baja para cruzar un profundo barranco y se acomete la subida última hasta alcanzar una plataforma de observación con paneles de información.
El Mt. Sefton de frente, con sus más de 3000 metros de rocas negras vistas parcialmente entre las nieves perpetuas que, quizá, pronto no lo serán. Para los maoríes es Takiroa, el guardián de Aoraki. Un panel cuenta la historia de la primera vez que lo escalaron. Al lado, su compañero inseparable y más bajito, con 2764 m., el Mt. Footstool hace buena pareja con él y tiene morfología parecida.
El glaciar Mueller en la parte inferior, en su mayoría no se ve y se encuentra cubierto de roca gris. El lago Mueller, el resultado del retroceso del glaciar Mueller. Hace 100 años el glaciar ocupaba todo el valle. Aquí no es tan visible el acantilado de hielo que separa lago y glaciar. Una lengua gris de hielo del glaciar se introduce en el mismo lago.
Las altas y feas paredes grises de las morrenas del glaciar son bien visibles desde aquí. Por encima se alza la figura del Mt. Cook. A la derecha del Mt. Cook hay un punto en el panel que indica Ball Pass, (el track que se inicia en el parking Blue Lakes del lago Tasman).
Una caminata corta con un gran mirador. No todos son tan fácil de alcanzar. A nosotros quizá no nos sorprendieron tanto las vistas porque eran similares a las que habíamos disfrutado en la ruta por el valle Hooker.
Aunque tenía anotada la ruta a Sealy Tarns y la teníamos tan a mano para comenzarla, por supuesto no la hicimos. Nada más y nada menos que 500 m. de desnivel en dos kilómetros. Pero con ello se alcanzan unas pequeñas lagunas en la montaña que tiene las mejores vistas del parque Aoraki/Mt.Cook. La ruta a Mueller Hut sigue por encima de las lagunas para unas vistas aún más elevadas.
Regresamos al pueblo. Delante del Hermitage hay un bosquete en una pequeña elevación que tiene un buen mirador del Mt. Cook. Entre los árboles de este conjunto de vegetación y con las vistas al Mt.Cook nos tomamos el bocadillo. Conseguimos un buen almuerzo con vistas.
El Hermitage es el famoso hotel que ofrece alojamiento superior y acapara las vistas del Mt. Cook en la pequeña aldea. Al lado se encuentra el Centro de Visitantes y también el Sir Edmund Hillary Alpine Centre. Un museo multimedia que se inauguró tres semanas antes del fallecimiento, en enero de 2008, del que está considerado como el neozelandés más ilustre, y del que lleva su nombre. En una terraza hay una estatua de Sir Edmund Hillary.
Hillary consiguió subir a Mt. Cook en 1948, por la cara sur que no había sido antes conquistada y posteriormente se convertiría en la primera persona que escaló el Everest. En el museo hay un cine en el que se puede ver un documental sobre la conquista del Everest por Hillary.
Dimos por concluida nuestra actividad en Mt. Cook Village y nos trasladamos a Twizel, volviendo a contemplar las bonitas estampas del lago Pukaki.
Nos vamos a alojar esta noche en Twizel, que se encuentra en el lado sur del lago Pukaki. Este pueblo no es antiguo, se comenzaron a construir casas en 1968 para los trabajadores de la central hidroeléctrica y en teoría se tenía que abandonar después. Pero allí sigue con varias infraestructuras como pudimos comprobar el día anterior.
La primera idea fue reservar en Lake Tekapo, pero no encontré nada que nos viniera bien y tuve que cambiarlo por el Twizel Holiday Park. Es de los que menos me han gustado, no estaba demasiado mal, pero los apartamentos estaban algo descuidados y el complejo daba la impresión de cierto abandono. No había wifi, aunque dijeran que sí, y la amabilidad de la recepcionista tiene que mejorar.
Dos compañeros deciden quedarse en el complejo a descansar y el resto nos trasladamos en los dos coches hasta el cercano aeropuerto Pukaki, que ya hemos visto antes de llegar al alojamiento. Tres componentes quieren intentar contratar una excursión de vuelo en avioneta o helicóptero. Pese a que el aeropuerto parece no tener ninguna actividad a estas horas pues la caseta de los vuelos panorámicos en helicóptero se encuentra cerrada, consiguen contratar un vuelo en avioneta, sin aterrizaje en la nieve. Volvieron alucinando y super contentos de todo lo que habían visto. El día tan estupendo era propicio para ello.
Yo había estado tentada de hacer también el vuelo, viendo el día tan claro, pero su alto precio me hizo no decidirme, sobre todo porque me mareo siempre en los aviones y en este más pequeño de seguro que era peor. Te gastas un dineral y al final te pasas el vuelo con mareo. No era una buena combinación.
Así que los tres que quedamos, mientras ellos volaban, nos fuimos hasta Lake Tekapo.
Continuamos por la SH8 dirección Lake Tekapo, la cual tiene un primer tramo que bordea el lago
Pukaki. Si las vistas desde la carretera que va a Mt.Cook son maravillosas, estas son iguales o mejoradas. Hay un mirador en el que paran todos los autobuses de turismo, pero pasadas las cinco de la tarde ya no están de ruta. Un mirador con una vista sublime del Mt.Cook en la distancia, rodeado de picos nevados y con el lago Pukaki en primer plano. El agua brillaba a más no poder con el sol de la tarde. Nos conformamos con verlo desde el coche porque fuimos lentos detrás de una carrera ciclista y cuando conseguimos que nos dieran paso no quisimos parar y que volviera a cogernos la carrera. Lo dejamos para la vuelta y … se hizo de noche.
Lake Tekapo en una población que se encuentra al sur del Lago Tekapo y tiene la suerte de disfrutar de inmejorables vistas de las aguas turquesas del lago con el telón de fondo de sinuosas colinas verdes y algunas montañas de los Alpes Meridionales. Situado en el mismo centro del país de McKenzie.
Tiene bastante que ofrecer, sobre todo distintas clases de actividades. Nosotros no supimos aprovechar el potencial tan bonito que tiene este pueblo. Al menos los tres que ahora llegamos, algo sí que pudimos ver.
Aparcamos en coche en el centro del pueblo, en la zona con más comercios y oficinas de actividades, Rapuwai Lane, paralela a la SH8.
Vimos una oficina de información que ya estaba cerrada, pero había otra abierta en la que entramos. Precisamente esta oficina era un centro de información de Tekapo Spring (también de vuelos en helicóptero), lo que andábamos buscando. Nos explicaron cómo funcionan estas piscinas termales, su horario, su localización y nos hacían un descuento (creo recordar que del 20%) si comprábamos allí las entradas. Y así lo hicimos.
Con las entradas compradas y un plano del pueblo nos fuimos hacia el lago a dar un paseo.
El lago Tekapo es el segundo lago más grande de los tres que forman la cuenca hidroeléctrica Waitaki, Pukaki es el más grande y el más pequeño Ohau. Al igual que en el lago Pukaki sus aguas consiguen ese color azul lechoso por el polvo de roca que arrastran de los glaciares. Las aguas del lago Tekapo parecen aún más azules.
Se puede recorrer gran parte de sus orillas por senderos habilitados para ello. Por esta parte central del pueblo el lago tiene su drenaje en el río del mismo nombre. Un gran puente peatonal une ambas orillas del río, muy cerca del lago.
En la otra orilla, en el extremo de una pequeña península se alza la iglesia más fotografiada, la Iglesia del Buen Pastor. Construida en piedra y madera de roble en 1935, fue la primera iglesia de la Cuenca del Mackenzie. Su mayor atractivo radica en que por altar mayor tiene un ventanal amplio que enmarca las vistas divinas del lago y las montañas de fondo. Lo que la hace muy solicitada para bodas de cualquier confesión. La iglesia es interconfesional.
La iglesia se encuentra cerrada y no podemos ver su mayor atractivo. Hay un letrero con su horario de visitas y también la advertencia de que dentro no se pueden hacer fotos. Con nostalgia recuerdo una iglesia pequeñita y similar a esta en los grandes prados de Grand Tetons. Solo que allí las vistas eran las grandes montañas de Grand Tetons y sí que dejaban hacer fotos.
Muy cerca, también a la orilla del lago, hay una estatua en bronce de un perro. Puede parecer extraño, pero cuando lees la placa en su pedestal, no lo es tanto. Es un homenaje de los pobladores del país de McKenzie a los perros de la raza “Collie”, en reconocimiento a la labor primordial que realizan estos perros en la conducción de los ganados de ovejas. De forma romántica algunos quieren ver en ella la figura de Friday, el perro collie de James McKenzie. Pero la estatua es muy posterior y está inspirada en un perro del vecino del escultor. Aunque este tipo de perros se parecen entre sí.
Nos tomamos un refresco en un bar cercano a la orilla y estuvimos charlando un rato con una pareja de españoles que acababan de comenzar su viaje. Nosotros lo estábamos finalizando.
Lake Tekapo tiene paisajes extraordinarios y por ello se esta haciendo muy popular y demandado para la celebración de bodas, no solo de neozelandeses sino de personas de todo el mundo. Y no solo quieren casarse en la iglesia The Good Shepherd, sino también en sus muchos y bonitos jardines alrededor del lago.
Los compañeros avisan que ya han finalizado el vuelo y que vienen hacia Lake Tekapo. Así que nos vamos en el coche hasta dónde se encuentran los Tekapo Springs.
Estas piscinas termales se encuentran encima de una pequeña colina y por ello desde las piscinas, en el nivel superior, se pueden tener vistas del lago. El complejo ofrece tres niveles de piscinas calientes que van de los 36 a los 40 grados. Las piscinas se rodean de rocas y plantas nativas para darles un aspecto más natural. Dentro de ellas hay asientos para que descanses mientras te remojas. Están abiertas hasta las 9 de la noche y ofrecen taquillas para guardar los objetos personales.
Aunque yo no pude disfrutar mucho de ellas. Cuando había recorrido un par de piscinas o tres comencé a marearme y aunque estuve sentada esperando a que se pasara, aquello parecía ir a más. Pensando que pudiera ser por el efecto del agua caliente, decidimos volvernos al hotel. La cosa fue mejorando, pero me dejó la cabeza trastocada para el resto del viaje.
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