Hiroshima y Miyajima (26/01/2017) ✏️ Diarios de Viajes de JaponNos despertamos por última vez en Kioto, con algo de pena pero también con la seguridad de que tenemos que volver. Enseguida nos ponemos en marcha para ir camino a la estación, ya que nuestro shinkansen a Hiroshima sale a las 7:20 de la mañana...Diario: Japón en Invierno. Enero 2017⭐ Puntos: 4.8 (21 Votos) Etapas: 17 Localización: JaponNos despertamos por última vez en Kioto, con algo de pena pero también con la seguridad de que tenemos que volver. Enseguida nos ponemos en marcha para ir camino a la estación, ya que nuestro shinkansen a Hiroshima sale a las 7:20 de la mañana, nosotros somos muy previsores y preferimos estar con bastante antelación, y además con la idea de desayunar allí, en un sitio de gofres que habíamos visto el día que fuimos a Nara y olía a gloria, desgraciadamente, está cerrado, así que nos conformamos con nuestro desayuno habitual de kombini y máquina. Llega la hora de irse y en algo menos de dos horas ya estamos en la estación de Hiroshima, allí la primera misión es encontrar las taquillas para dejar las mochilas, las encontraréis fácilmente ya que están anunciadas como coin lockers, y su precio varía en función del tamaño, nosotros necesitamos una mediana de 500 yenes para las dos mochilas, si lleváis maleta tipo cabina, hay unas más grandes que os pueden servir, si buscáis en google imágenes os saldrán bastantes fotos de como son, y alguna de como entran las maletas. Se puede pagar con la SUICA y además hay una pantalla que se puede poner en inglés, no tiene pérdida. Salimos de la estación y enfrente ya tenéis la parada de tranvía que hay que coger para llegar al Museo de la Paz, que es donde nos dirigimos nosotros. Para llegar valen los tranvías 2 y 6, y hay que bajarse en la parada Gembakudomu-mae, el trayecto nos cuesta 160 yenes y nos da la oportunidad de ver una ciudad que nos sorprende bastante, anchas avenidas, un montón de gente y moderna, no sabíamos muy bien que esperar y de momento la impresión es muy buena. Para visitar el Museo de la Paz, la entrada cuesta 200 yenes, y antes os encontraréis con la zona al aire libre con un montón de monumentos, como el de Sadako Sasaki, la niña que tristemente se vio afectada por la lluvia negra tras la bomba, y desarrolló leucemia. Falleció antes de conseguir hacer 1000 grullas de papel, con las que podría pedir el deseo de curarse, al lado del monumento en su nombre mucha gente deja grullas de papel. También aquí podéis ver la cúpula que se mantiene en pie, el cenotafio o el fuego de la paz, que está encendido y no se apagará hasta que desaparezcan todas las armas nucleares. No voy a meterme mucho en el tema del museo, nos pareció una visita durísima, realmente hay momentos que sólo queríamos salir de allí, la primera parte donde hay expuestas pertenencias y restos de edificios es espeluznante. Aún por muy duro que resulte, creo que es una visita necesaria, y ni actos atroces como estos ni por supuesto las víctimas de ellos, deben caer en el olvido. Lo mismo pienso de las visitas a campos de trabajo o concentración, siempre que las exposiciones y el comportamiento de los visitantes en ellas se hagan desde el más absoluto respeto. Salimos del museo muy tocados, así que decidimos ir andando hasta la estación de vuelta, para darnos un tiempo de reflexión antes de cambiar el chip para nuestro siguiente destino. Aun a día de hoy escribo estas líneas con un nudo en la garganta. Tras un largo paseo, llegamos a la estación un poco más recuperados del impacto, y antes de seguir nuestro camino, hacemos una parada en un lugar llamado Hearth Brown, que hemos fichado antes y bien merece unas líneas. Desde el escaparate habíamos visto cosas para llevar con buena pinta y decidimos coger algo para comer en el tren. Un pequeño antecedente, yo soy gallega, y como buena gallega que soy, si había algo que echaba de menos en Japón era el pan y el queso, tanto que ya había informado a mi familia que era lo que quería para comer a nuestra vuelta, pan, queso y jamón. Cuando entré y vi un bollo de pan con queso encima, creo que mis ojos se salieron de las órbitas, cogimos además un par de bocadillos que ya ni recuerdo de que eran, y unos meron pan que venían hasta calientes… Spoiler, estaba todo increíble, el pan sabía a pan de verdad, no a bollito dulce ni nada, a pan, y el meron pan… impresionante. Aprovisionados, nos dirigimos hacia la JR Sanyo Line, para ir llegar hasta la terminal de ferry. El trayecto dura unos 25 minutos, y aprovechamos para ir comiendo ya que queremos aprovechar al máximo las horas de luz de Miyajima. Para coger el ferry, hay que bajarse en Miyajimaguchi, este transporte también entra en el JR Pass, también salen algunos de otra compañía desde otros puntos de Hiroshima, por si no tenéis el pase, así no tendréis que desplazaros hasta aquí, pero desconozco los precios. Os dejo una foto con los horarios del ferry. Una vez en el ferry, el trayecto es muy cortito, y ya voy experimentando un nerviosismo que se torna en emoción cuando vislumbramos por primera vez el Torii rojo sobre el mar, este es uno de los días con los que soñaba desde casa, un top absoluto del viaje, y recuerdo ya desde hace muchos años, ver fotos del torii en internet o en revistas, y pensar, yo quiero estar ahí, sin saber muy bien ni donde estaba situado. Cuando nos bajamos del ferry, echamos a andar un poco a lo loco, ya que realmente la zona donde están las tiendas y los hoteles es muy pequeña, y ya nos empieza a gustar lo que vemos, callejuelas, tiendas de souvenirs muy coquetas, ciervos, casitas… Aun así intentamos no entretenernos ya que anochece muy pronto, y además sobre las 6, cierran todas las tiendas. Nos damos de bruces prácticamente con nuestro hotel, el Ryoso Kawaguchi, y rápidamente la amabilísima dueña nos invita a dejar nuestro calzado en la recepción, y nos da un montón de información de la zona. Este Ryokan tiene pequeños onsen privados así que aprovechamos para reservar para después de cenar, y es que este es uno de los grandes motivos para escoger este hotel, mi novio tiene bastantes tatuajes y en general no se puede acceder a los onsen públicos con ellos, en algunos hacen la vista gorda con los turistas, y si solo tienes uno puedes taparlo, pero en nuestro caso preferimos no vernos en esa situación, y así podíamos disfrutarlo juntos. Cuando entramos en nuestra habitación, nos quedamos alucinados como os relate en la parte de los hoteles, la típica habitación japonesa con sus galletas típicas de Miyajima incluidas. Salimos del hotel muy contentos y comprobando además como la temperatura es sorprendentemente agradable, tanto que ya casi nos sobra el abrigo y hemos podido abandonar gorros, bufandas y demás. Con esta buena atmósfera nos acercamos hasta la zona del torii, ahora mismo podemos llegar hasta él ya que la marea está totalmente baja, disfrutamos muchísimo en la zona, haciendo fotos, tocando el torii… El torii forma parte del santuario de Itsukushima, y es considerado uno de los 3 paisajes más bellos de Japón. Mide casi 17 metros de alto y pesa unas 60 toneladas y ha sido reconstruido en varias ocasiones, ya que al estar en el mar, sufre bastantes daños con el paso del tiempo. Los toriis separan el mundo de los espíritus del humano, y esta isla se considera sagrada. Justo enfrente se encuentra el santuario, que también parece flotar en el mar cuando sube la marea, pero aun siendo quizá el más conocido, nosotros lo vemos sólo por fuera, ya que necesitamos priorizar el tiempo y nos llama mucho más la atención el Daisho in. Es un templo gratuito que se encuentra a unos 5 minutos del torii, y las fotos que había visto me habían gustado muchísimo. Lo cierto es que no sé cómo describiros este templo, pero a nosotros nos dejó muy alucinados. El recinto es muy grande, cuenta con varias zonas más escondidas y unos cuantos edificios, además coincidió que debía haber un monje haciendo rezos o algo así, y entre su canto y los gongs de las campanas, nos vimos envueltos en un ambiente muy especial. En este templo, veréis un montón de estatuas Jizo de las que os hablé anteriormente, además de muchas más figuras. Perderos en este templo y explorad cada rincón sin miedo, no os dejará indiferentes. Cuando salimos del templo, la marea está empezando a subir ya, y nosotros decidimos ir a dar una vuelta por las callejuelas de tiendas, ya que aún nos faltan bastantes regalitos que comprar, y en general tienen todas muy buena pinta. Pero aprovechamos el camino para admirar la preciosa pagoda de 5 pisos que se encuentra en el templo Senjokaku. Yo os recomiendo estas tiendas para comprar los detalles, tienen cosas muy bonitas y a buenos precios, nosotros al final compramos todo entre Miyajima y la zona de Higashiyama de Kioto. Veréis un montón de cucharas de madera, algunas para usar y otras de adornos con diferentes kanjis y el paisaje de Miyajima, además de una gigante expuesta en la calle, y es que al parecer aquí se hizo la primera cuchara de madera para remover arroz. Es un regalo muy chulo y además a buen precio. Aproveche también para probar más galletas de Miyajima, llamadas momiji manju. Algo me decía que las que teníamos en la habitación iban a ser de anko, y yo quería probar de chocolate si o si jeje. Empezaba a oscurecer, y las tiendas ya iban echando el cierre, así que nos vamos hacia el torii con el trípode, para verlo con la marea alta y hacer tantas fotos como nos fuera humanamente posible jeje. La magia de este paisaje no puede explicarse con palabras, ni con fotografías, hay que vivirlo… No sé si esta isla será sagrada o no, pero a mí me ha robado el corazón Cuando el frío empieza a hacer mella en nosotros, nos vamos a buscar un lugar para cenar, aunque es súper temprano, en la isla ya no queda más que hacer y tenemos reservado el onsen para las 21, así que nos vamos en busca de un objetivo muy concreto, probar Okonomiyaki, llevaba apuntando un lugar muy recomendado, Kishibe, pero está cerrado y seguimos andando hasta encontrar un lugar abierto. En Miyajima todo cierra muy pronto, aun así, suelen estar abiertos muchos hasta las 21, pero creemos que al ser enero se nota en la ausencia de turistas. Encontramos uno cerca de donde se coge el ferry, y pedimos 2 Okonomiyakis normales, pero, horror, cuando llegan, mi novio se da cuenta de que llevan la misma salsa que le revolvió el estómago con los Takoyakis… apenas puede comer más que pequeñas partes sin salsa, y aun así no le gusta demasiado. Para mi está bien, aunque tampoco me enloquece, al final tengo comerme el mío y dejar parte del suyo en mi plato ya que nos da reparo por los señores del local, sabiendo como son los japoneses no queremos que piensen que está mal, ya que es un problema nuestro… Al final nos vamos al hotel con un sabor medio amargo, que aún sabe peor después de una tarde tan maravillosa, pero todavía nos queda relajarnos en el onsen, así que no pasa nada, cuando llegamos al hotel, la dueña nos explica el funcionamiento de todo, y allá nos vamos con el yukata para ponernos después. El funcionamiento del onsen, aunque sea privado, es el mismo que en los públicos, tienes una parte para ducharte primero, con el típico taburete y todo, aquí te enjabonas y aclaras, y luego ya limpio te puedes meter dentro del onsen, esto obviamente es muy importante en los públicos ya que estas compartiendo el agua con otras personas. El agua está muy caliente y de vez en cuando tenemos que salir para echarnos un poco de agua fresca, pero la verdad es que es tremendamente relajante y disfrutamos mucho de la experiencia. Me imagino que estar en un rotenburo, que es un onsen al aire libre, tiene que ser increíble, y mentalmente me apunto la experiencia para el próximo viaje… Salimos del baño muy relajados y con nuestros yukatas puestos, sé que hay gente que en verano sale a dar una vuelta con ellos, para nosotros en invierno es impensable, pero si nos tomamos un té matcha en la salita de nuestra habitación, y también hacemos un poco el chorras sacando fotos con los yukatas, para que negarlo jeje. Damos por terminado un día espectacular, y nos metemos en los futones, que por cierto son muy cómodos. Índice del Diario: Japón en Invierno. Enero 2017
01: Introducción y preparativos
02: Llegada a Tokio y primer paseo por Shinjuku (15 y 16/01/2017)
03: Tsukiji, Ginza, Odaiba y primer contacto con Shibuya (17/01/2017)
04: Asakusa, Ueno y Akihabara (18/01/2017)
05: Yanaka, Ikebukuro y Shinjuku (19/01/2017)
06: Kamakura y Yokohama (20/01/2017)
07: Yoyogi, Harajuku y Shibuya (21/01/2017)
08: Tren bala a Kioto. Nishiki Market y Gion (22/01/2017)
09: Templos del este de Kioto. Higashiyama (23/01/2017)
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