Islandia. Por fin llega el día del tan anhelado viaje. Me voy a Islandia, es decir, casi arriba del todo. 2.894 km. hasta su aeropuerto, Keflavik y 4 horas y media, 5 horas de vuelo. Depende del tráfico. Voy con tres amigas valencianas que lograron convencerme de que el verano en Islandia podía ser distinto, y tras investigar en Youtube, Google, Instagram y Segundamano.com pensé que a lo mejor tenían razón y me apunté. El vuelo de WOW Air salía de Alicante. Pensamos que la maleta que facturáramos podría pesar máximo 30 kilos, así que en vista de que nos habían contado los elevados precios de la comida en Islandia, decidimos llevar víveres entre la ropa, tales como embutido, queso, vino, atún, colines, paté, atún, mermelada, atún y alguna otra latilla de atún. Una vez en el aeropuerto nos dimos cuenta de que los 30 kg no eran tales y que eran 20. La mía pesaría unos 17-18 kg mientras que las de las chicas excedían en un par de docenas de kilos...planchas para el pelo, cremas, acondicionadores, aires acondicionados, microondas, espejos de pared, etc. Tuvimos que cenar alguna que otra latilla de atún y redistribuir el peso entre las maletas y el equipaje de mano, y con eso y alguna que otra caída de ojos que le hice a la chica del mostrador logramos que nos dejaran pasar las maletas sin coste adicional. Menos mal que los aviones de hoy en día han mejorado muchísimo en clase turista y hay el espacio suficiente entre los asientos como para que te quepan dos bolígrafos y un folio sin doblar. "Si te toca pasillo puedes estirar las piernas" Así es, puedo estirar las piernas en el pasillo si no pasaran por él 53 veces con el carrito de los cafés, coca-colas, y sándwiches, 201 veces la gente a mear al servicio y dos romerías del Cristo de los Gitanos y la Virgen del Rocío. En vista del trasiego en el pasillo debo plegar mis piernas e ir moviéndolas en función de lo entumecidas que las tenga. Nuestro vuelo salió a la 1:30 a.m. así que lo tocaba a esas horas era dormir. Además de acomodar las piernas también es necesario acomodar el cuerpo, la cabeza y los brazos, pero cuando has conseguido acomodar alguno de ellos, el otro está empezando a presentar síntomas de gangrena.
Tras las 4 horas y pico de vuelo aterrizamos en Keflavik, aeropuerto más cercano a Reikiavik. Otra cosa que me sorprende de los vuelos es el aterrizaje y cuando ya se detiene el avión y se quita la señal correspondiente a los cinturones de seguridad. La gente como loca se empieza a levantar y a bajar su equipaje de mano de los maleteros. ¿Y a dónde van? A ninguna parte porque las puertas no se han abierto aún y se quedan cual rebaño de ovejas en el pasillo mirando a la gente que está sentado como diciendo: "Ja, ja, ja, yo ya tengo mi equipaje de mano y voy a salir 5 minutos antes que tú”. En fin...Luego te encuentras a los mismos que se quedan esperando el equipaje en la cinta mientras tú te vas con el tuyo (yo a uno le hice un calvo según me iba).
En Islandia por estas fechas amanece sobre las 5:30 a.m. aproximadamente, así que cuando salimos del aeropuerto a por el coche de alquiler ya empezaba a haber luz. Si queréis recorrer los rincones más maravillosos de Islandia y poder llegar a ellos sin problemas es imprescindible alquilar un 4x4 tocho. El nuestro era un 4x4 normalito, un Dacia Duster que en ningún momento nos dio un problema y siempre nos llevó y nos trajo a todos los sitios. Desde el kilómetro 1 de nuestro viaje empezamos a descubrir los maravillosos paisajes que tiene el país. Montañas con laderas de color gris, verde, marrón, negra... en las que de vez en cuando asomaba alguna cascada que se convertía en múltiples ríos a los pies del monte. Las carreteras rectas en las que no veíamos el final de la misma. Si vais alguna vez a Islandia durante las primeras horas de conducción la frase que más os oiréis decir será "Qué bonito", a no ser que os perdáis en el parking del aeropuerto entonces la frase será "¿por dónde se sale de aquí?". Nuestro coche llevaba navegador pero nosotros os recomendamos llevar algún plan B, que en nuestro caso se convirtió en el plan A, que era utilizar una aplicación del móvil llamada MAPS.ME, la cual funciona off-line y es bastante más completa que el navegador del coche. Muchos de los sitios a los que queríamos ir, bien fueran atracciones turísticas o alojamientos, no aparecían en el navegador, en cambio en la aplicación aparecían e incluso te daba la opción de reservar, precio de la habitación, así como los nombres de las ex novias del dueño. Muy completa.
[align=center]Amanecer
Tras las 4 horas y pico de vuelo aterrizamos en Keflavik, aeropuerto más cercano a Reikiavik. Otra cosa que me sorprende de los vuelos es el aterrizaje y cuando ya se detiene el avión y se quita la señal correspondiente a los cinturones de seguridad. La gente como loca se empieza a levantar y a bajar su equipaje de mano de los maleteros. ¿Y a dónde van? A ninguna parte porque las puertas no se han abierto aún y se quedan cual rebaño de ovejas en el pasillo mirando a la gente que está sentado como diciendo: "Ja, ja, ja, yo ya tengo mi equipaje de mano y voy a salir 5 minutos antes que tú”. En fin...Luego te encuentras a los mismos que se quedan esperando el equipaje en la cinta mientras tú te vas con el tuyo (yo a uno le hice un calvo según me iba).
En Islandia por estas fechas amanece sobre las 5:30 a.m. aproximadamente, así que cuando salimos del aeropuerto a por el coche de alquiler ya empezaba a haber luz. Si queréis recorrer los rincones más maravillosos de Islandia y poder llegar a ellos sin problemas es imprescindible alquilar un 4x4 tocho. El nuestro era un 4x4 normalito, un Dacia Duster que en ningún momento nos dio un problema y siempre nos llevó y nos trajo a todos los sitios. Desde el kilómetro 1 de nuestro viaje empezamos a descubrir los maravillosos paisajes que tiene el país. Montañas con laderas de color gris, verde, marrón, negra... en las que de vez en cuando asomaba alguna cascada que se convertía en múltiples ríos a los pies del monte. Las carreteras rectas en las que no veíamos el final de la misma. Si vais alguna vez a Islandia durante las primeras horas de conducción la frase que más os oiréis decir será "Qué bonito", a no ser que os perdáis en el parking del aeropuerto entonces la frase será "¿por dónde se sale de aquí?". Nuestro coche llevaba navegador pero nosotros os recomendamos llevar algún plan B, que en nuestro caso se convirtió en el plan A, que era utilizar una aplicación del móvil llamada MAPS.ME, la cual funciona off-line y es bastante más completa que el navegador del coche. Muchos de los sitios a los que queríamos ir, bien fueran atracciones turísticas o alojamientos, no aparecían en el navegador, en cambio en la aplicación aparecían e incluso te daba la opción de reservar, precio de la habitación, así como los nombres de las ex novias del dueño. Muy completa.
[align=center]Amanecer
El primer destino después de parar un par de gasolineras con la cafetera rota y tomar un café en una tercera con la cafetera óptima, fue el Parque Nacional de Thingvellir. En este parque entre otras muchas cosas se puede pasear por la falla que separa la placa Noramericana y la placa Euroasiática, que a su vez servía a los islandeses desde el año 930 de congreso y ahí es donde decidían las leyes y sus cosas de la isla como qué volcán ponían en marcha, a qué cascadas ponían más agua...y cosas así. Cada pocos metros el paisaje miraras donde miraras iba cambiando. Paredes de piedra, cascadas, lagos, ríos, praderas...todo en un margen de dos o tres kilómetros y no das a basto con la cámara de fotos.
Al final del sendero que discurre entre las paredes que servían de congreso a los antiguos pobladores, el camino se divide en dos: a la izquierda nos dirigimos a la cascada Öxarárfoss, nuestra primera cascada. La cascada seguramente sea la más pequeña que hayamos visto pero no dejamos de admirarla un rato.
Como era muy temprano íbamos solos por el parque y así podíamos disfrutar del paisaje y hacernos fotos sin que saliera la cabeza de algún turista despistado o algún autobús de jubilados, los cuales abundaban, nipones y jubilados. Para acabar con la visita a nuestro primer destino fuimos hasta el final del sendero donde había una vista de la falla desde un pequeño mirador y un autobús de jubilados que había llegado desde otro punto distinto al nuestro y abarrotaban el mirador. Tras unos pequeños empujones, haciendo un poco de presión presencial y tirando un par de jubilados al vacío, logramos hacer un par de fotos.
Próxima parada: agua caliente que sale del suelo a chorrazo, es decir el Geysir. Precisamente la palabra géiser deriva de Geysir, que a su vez deriva del verbo islandés "gjósa" que significa "erupcionar". Muchos diréis que he mirado Wikipedia, pensad lo que queráis pero a veces utilizo la lógica de las palabras, geysir-geiser-gjósa-erupcionar, más claro agua. La afluencia de gente ya empieza a ser importante, pero en todo el viaje nunca llegó a ser agobiante, el Geysir está dentro del Círculo Dorado que se encuentra muy cerca de Reikiavik y se llega por carretera sin necesidad de utilizar un 4x4, con una Vespa es factible. Cerca de la carretera encontramos un parking y cruzando la carretera se encuentra la zona de los géiseres donde está el Gran Geysir y Strokkur que son los dos más grandes acompañados de pequeños agujeritos que borbotea el agua y te avisan que te puedes quemar. El Gran Geysir dejó de erupcionar a principios de este siglo. Según he podido leer hay dos teorías, una dice que como consecuencia de las piedras, monedas y demás objetos arrojados por los turistas. La gente se pensaría que el agua siente y que si le tiraban cosas pues erupcionaría para mostrar su enfado, pero no fue así y ahora por mucho desatascador que lleven no hay manera de que aquello eche agua. La otra teoría cuenta que es debido a que está dormido pero que cualquier actividad sísmica puede hacer que despierte de su letargo y escupa toda su ira contra los turistas que en este momento se encuentren haciendo el canelo por los alrededores. El Strokkur ha debido tener más tragaderas que su primo y aún sigue echando agua de 20-30 metros de altura.
La escena es la siguiente: un agujero acordonado por si alguno tiene tentaciones de hacerse una exfoliación extrema de la cara, y el géiser cada 8-10 minutos erupciona, y entre erupción y erupción la gente (entre los cuales me incluyo) está sujetando sus dispositivos (móviles, cámaras de foto, videocámaras) enfocando al agujero para no perderse el chorro. Las escenas son surrealistas porque hay gente (sobre todo japoneses) que adoptan las mejores poses para el selfie como por ejemplo los dedos en V haciendo el símbolo de la victoria, besando a sus parejas, vi a uno que se quedó sin aire y cayó dentro de la terma, incluso gente que se les cansa el brazo, lo baja y justo erupciona el géiser quedándoles el selfie como si te lo hubiera hecho Serafín Zubirí, media oreja, un poco de la capucha, el japonés de al lado y una gota que no sabes si es de alguien que te ha escupido o del géiser. El Geysir es de los pocos lugares donde hay sitios con suvenires y un centro de información con restaurantes, cafeterías, etc., en el resto del país la mayoría de los sitios está levemente alterado con construcciones.
Seguimos aprovechando lo temprano del día para seguir viendo el Círculo Dorado y camino de nuestro primer alojamiento nos detuvimos en una de las joyas del viaje, la catarata Gullfoss. Como otras muchas cosas en este viaje, nunca habíamos visto nada parecido. Una catarata con dos caídas, la primera de 11 metros y la segunda de 21 y con un caudal de agua tremendo que cae por sus 20 metros de anchura. ¡Qué bonito!... no parábamos de repetirlo, solos o acompañados. Al igual que las otras dos principales atracciones del Círculo Dorado había bastante gente y hacerse fotos en las que apareciéramos solos era misión imposible. Por mucha gente que empujara al agua siempre tenía al lado a un jubilado, un japonés o la especie que empezaba a aparecer, el italiano. Había multitud de lugares desde que admirar la catarata y como siempre con el mínimo rastro de la mano del hombre, cosa que nos gustó en cada sitio al que fuimos.
Aún era pronto para comer así que pusimos rumbo a las cabañas donde íbamos a hacer la primera noche y pararíamos por el camino a comer. Vimos en la Lonely Planet que en la localidad de Laugarvatn existía algo de vida. Supermercado, restaurantes y la principal atracción de la zona que eran unas piscinas geotermales. Compramos en el supermercado aquello que nos podría hacer falta como agua, pan, tomates, salsa tártara, gelatina de kiwi y un poco de levadura. Comimos en un merendero a orillas de lago del mismo nombre que el pueblo. El entorno era bonito, aunque había muchos mosquitos y eran capaces de levantarnos un palmo del asiento, pero no picaban, eran el mosquito cojonero común de Islandia. Una vez tomamos café nos acercamos a una cabaña muy cuca que era un restaurante llamado Galleri, muy recomendable y un sitio muy acogedor.
Con las pilas cargadas fuimos directamente hasta nuestras cabañas, Fossatun Camping Cottages and Pods, una especie de camping con cabañas de madera y un entorno espectacular.
Dudamos entre ir a ver alguna cosa del plan del día siguiente o quedarnos allí a descansar. Nos quedamos allí a tomar una cerveza y cenar, y... para darnos un bañito en unos jacuzzis que tenían a disposición de los huéspedes.
La verdad es que después del día que llevábamos no nos vino mal un bañito de burbujas. Las cabañas donde nos quedamos eran muy sencillas y pequeñas. Teníamos la opción de haber llevado un saco de dormir o alquilar ropa de cama por 12 €. Optamos por la segunda para ahorrar cargar con un saco durante todo el viaje. Cenamos en el porche de una de las cabañas siendo aún de día, amanecía sobre las 5 de la madrugada y anochecía a las 22:30, aunque durante toda la noche se podía ver lo que llama el sol de medianoche y en el horizonte se veía un atardecer continuo. En cuanto cenamos nos fuimos a dormir porque estábamos rotos.[/align]