El día ha amanecido plomizo y así se ha mantenido durante toda la jornada. De vez en cuando se ha dejado sentir la presencia de ese sirimiri que poco a poco va mojando las calles. Lanbroa, euskaraz. Apenas se ha vislumbrado el astro rey. Pero el fresco no nos ha amilanado.
Hemos recargado la tarjeta del Metropolitano en la estación que se encuentra a pocos metros del apartamento. Con un sistema muy bien ideado, el autobús circula por un carril propio, carril central de una autovía de 8 ó 10 carriles.
En el centro dela ciudad nos hemos apeado, y seguido hemos encontrado un banco Escotia Bank. Después de varias gestiones e intentos, con la ayuda de una de las jefas, hemos conseguido sacar algo de dinero.
A continuación nos hemos acercado a la Plaza de Armas, donde hemos podido presenciar el Cambio de Guardia. Vistoso y entretenido, pero bajo la amenaza de la lluvia calabobos. Parecía que se iba a suspender el acto, pero al final la suerte nos ha favorecido.
Hemos realizado la pertinente visita guiada a la catedral. Era ya la hora de comer, así que nos hemos esmerado y, hemos degustado varios platos típicos en un restaurante cercano, en la zona del Pasaje de Santa Rosa.
Nos hemos acercado hasta el Convento de Santo Domingo, donde se veneran a Santa Rosa de Lima y Fray Escoba. Continuamos hasta la ribera del río Rimak, y desde ahí nos acercamos hasta la iglesia del convento de San Francisco de Asís. Pasamos por la casa denominada Torre Tagle, en cuya fachada se nos recuerda al inolvidable Inca Garcilaso. Desde ahí llegamos a la Basílica de San Pedro. Y luego, tras una caminatilla, nos acercamos hasta el Museo de Arte, donde podemos contemplar una exposición sobre Nazca y Paracas: muy interesante.
Vamos a dejar el arte y la arquitectura para finalmente acercarnos hasta el Parque de las Aguas, contiguo al Estadio Nacional de fútbol. Las proyecciones de luz sobre el agua, acompañados de una estupenda música nos han hecho olvidar el cansancio de la jornada.
Un día excepcional en una ciudad especial.