19 de agosto
El tiempo se nos echa encima, pero por suerte no nos equivocamos de camino en ningún momento y llegamos al punto de encuentro del tour poco después de las 16:30, con tiempo para comprar unas bebidas y echar un vistazo a la tienda de recuerdos. El tour lo contratamos vía internet en www.amishexperience.com, por 170$ pre-pagados. Es el VIP tour (visit in person). El punto de reunión es el Plain and Fancy Farm (3121 Old Philadelphia Pike, entre Bird-in –hand e Intercourse), en pleno corazón del Amish Country. Por esta zona transcurre gran parte de la película “Único testigo”.
Se nos presenta el chófer-guía del tour, Bill, un señor de no menos de 70 años al que no logramos entenderle una palabra por el acento que tiene…En el minibús, nos acompañan 8 o 10 personas más, todos americanos del estado de NY, y una pareja de berlineses. El aire acondicionado, también para conservar verduras, madre mía qué exagerados.
Empezamos el tour conduciendo por las carreteras secundarias de la zona, entre granjas dispersas y plantaciones de lo que creemos es tabaco principalmente. Cuando ya estamos completamente desorientados y seguros de no encontrar por nosotros mismos el camino de regreso, nos metemos por el camino de entrada de una granja. Antes de aparcar, ya vemos a varios niños Amish corriendo descalzos con sus vestidos sacados de “La casa de la pradera”, y a su madre que nos espera para darnos la bienvenida, también descalza. Los numerosos niños también nos dan la bienvenida, mostrándonos unos cachorros de perro nacidos hace un par de semanas. Todos tienen los pies como “hobbits”, anchos y bastante sucios, pero no es de extrañar si van siempre descalzos, entre estiércol, suciedad del suelo, etc. Incluso vimos a la madre aplastar con la planta del pie un abejorro amenazante sin inmutarse…
Nos cuentan que no pueden usar la electricidad, pero aun así, se las apañan para poder ordeñar a las vacas mecánicamente y refrigerar la leche hasta que las cisternas la vienen a buscar. Venden casi toda su producción a grandes empresas lecheras. Tampoco pueden salir en las fotos, así que hay que ir con cuidado, aunque no creo que le den mucha importancia si suelen recibir tours, pues seguro que han salido muchísimas veces.
Hacemos un breve recorrido para ver la zona de ordeñar las vacas, todas en su espacio particular, con su nombre y todo (incluso hay una llamada Ada!), la zona del depósito de refrigeración, a los terneros recién nacidos (les podemos dar el biberón), y finalmente un garaje en el que guardan sus “buggies”, hechos a mano. Nos cuenta que los de color negro son para Menonitas y los grises para Amish.
Tampoco sabemos cuáles son las diferencias entre unos y otros. Para acabar la visita, nos dejan probar un vaso de leche cruda, sin hervir ni nada, pero refrigerada, y un poco de limonada casera. Obviamente, esperan un “donativo” a cambio, así que les dejamos 5$. Durante toda la visita, Bill ha dejado el motor en marcha, para que la refrigeración no se pare y cuando volvemos a entrar en el bus, nos tiritan los dientes.
Tras un rato más de conducción, y no sé si alejándonos o acercándonos a la base, paramos en otra casa particular, en la que solamente nos recibe un señor mayor, con unas llagas terribles en un pie y al que le faltan un par de dedos en una mano. Se dedica, aparte de las tareas de la granja, a fabricar mantas para caballos. Nos cuenta un poco algo de su trabajo, vemos el taller y poca cosa más. Al final, después de darse cuenta que le miramos constantemente el pie llagado, nos cuenta que le ha caído encima agua hirviendo. Misterio resuelto! Una visita que nos da la impresión de estar un poco improvisada. Como si hubiera habido cambio de planes a última hora y esta fuera la de emergencia. Nos dejó bastante indiferentes. El motor del bus sigue en marcha, creo que hay témpanos de hielo colgando del techo…
La última visita de la tarde (el tour dura 3 horas), es a una familia (Miller) mucho más habituada a recibir gente. Nos muestran el interior de su casa, la nevera que funciona con propano (eso sí pueden usarlo), y nos sentamos todos a charlar un ratito con ellos en la terraza con vistas, intercambiando preguntas de todo tipo (educación, sanidad…). Nos sorprende que no pueden conducir vehículos a motor, pero sí ir en ellos, si conduce otro. Averiguamos que tienen 8 hijos (habitual en familias Amish), y más de 40 nietos, algunos de los cuales revolotean a nuestro alrededor, jugando o cuidando al más pequeño de todos, un bebé que no tendrá más de 6 meses. En un rincón del comedor, un colgante en la pared con los nombres de hijos, nietos, biznietos...
Ellos también se muestran interesados en saber cosas de sus visitantes y también van preguntando. Una agradable manera de acabar de pasar la tarde, descubriendo una cultura y modo de vida totalmente diferentes a lo que estamos acostumbrados.
Milagrosamente, Bill nos lleva al punto de partida (no estábamos tan lejos) pasadas las ocho y empieza a oscurecer. Queríamos ir a cenar a Jennie’s Dinner (2575 Lincoln Highway East, Ronks), pero ya es muy tarde y nos lo encontramos cerrado. Como tememos que nos pase en todas partes, nos metemos en el primer local abierto que encontramos: Capricio’s, unos metros más adelante. Tomamos unas pizzas bastante buenas y unas ensaladas por 30$.
Nuestro hotel está en York, a pocos kilómetros de aquí, y llegamos bastante tarde, pasadas las 10 y media. Por suerte mañana es domingo. Tras el check in, caemos en la cama rendidos.
Days Inn York Motel: 104€ por dos noches, con desayuno (Booking)
266 Kms recorridos.
20 de agosto
Aunque sea domingo, tenemos que levantarnos relativamente pronto para aprovechar el desayuno del motel: bagels, tostadas, yogures, gofres recién hechos, algo de fruta, zumo y café con leche.
Ahora que hemos cogido fuerzas, ya podemos subir al coche y dirigirnos a uno de los destinos previstos de hoy, no apto para golosos: Hershey’s Chocolate World. La fábrica de las famosas chocolatinas que encontraréis en cualquier supermercado, tienda, gasolinera… Probablemente la película “Charlie y la fábrica de Chocolate” se basó en este lugar, puesto que nos recuerda mucho a varias escenas de la película.
Se encuentra en la localidad del mismo nombre, junto a un parque de atracciones. Las retenciones de tráfico nos hacen retrasar bastante, tanto el parque como la fábrica son lugares muy concurridos, y más en domingo. El aparcamiento es inmenso, y hay que tomar referencias para después encontrar el coche.
Entramos en el hall abarrotado, y nos vamos directos a la tienda para dar una vuelta, entre toneladas de chocolatinas, gorras, camisetas y otros objetos de regalo. No teníamos nada reservado aquí, y nos cuesta decidir qué pack de actividades adquirir. Al final nos decidimos por uno que incluye el Chocolate Tour, el 4D Chocolate Mistery y el Create your own bar. Las 3 actividades para los 3 por 78$. El Chocolate tour es continuo, pero los otros dos van con horarios determinados. Por suerte, la combinación de horarios nos permite hacerlo todo relativamente bien. La actividad que hemos descartado es la de degustación de chocolates, podríamos haberlos arruinado…
Vamos primero al Chocolate tour, que va explicando el proceso de fabricación de las barras, mientras navegas en unas tazas por raíles en un circuito en el que hay animaciones mecánicas y se ven réplicas del proceso de fabricación. Dura unos 15 minutos en total. Obviamente a la salida te obsequian con una chocolatina y pasas a la tienda de regalos.
La siguiente actividad la hacemos también antes de parar a comer. El 4D Chocolate Mistery es una proyección en 3D con algún efecto en los asientos (temblores, salpicaduras) coordinado con la proyección de una película de animación que transcurre en la fábrica, con las 3 chocolatinas estrella como protagonistas. No vale la pena pagar por ello. En realidad, la que nos interesaba más era la que haremos después de comer: crear nuestra propia chocolatina.
A la salida de la sala de proyección, obsequio de otra chocolatina. No nos han quitado el hambre, o sea que nos dirigimos a la zona en la que hacen varios tipos de comidas (hamburguesas, sopas, platos combinados). Comemos los 3 por 35$, bebidas, cafés y galletas incluidos. Nos llega la hora de proceder a la “cocina” para crear nuestra galleta. En la cola nos reparten delantales, gorros y cubre-barbas como medidas higiénicas. Ya dentro, en primer lugar nos tenemos que poner delante de unas pantallas a diseñar nuestra chocolatina: tipo de chocolate y dos o tres ingredientes. A continuación, pasamos al interior de la línea de producción para ver todo el proceso totalmente automatizado. Interesante. Mientras esperamos que nuestras barras acaben el proceso y se enfríen, tenemos que diseñar la caja en la que nos las llevaremos. En total, menos de 20 minutos. Salimos los 3 muy contentos con nuestras chocolatinas personalizadas.
Ester y Ada deciden quitarse delantal y gorra, pero yo me lo dejo puesto y mientras visitan por enésima vez el lavabo, me quedo en el centro del hall disfrazado, mientras toda la gente me mira como si fuera un bicho raro (supongo que con razón). Incluso llegan a preguntarme si trabajo en la fábrica! Ester se parte de risa… Continúo disfrazado hasta llegar al coche, siendo el centro de muchas miradas y comentarios hasta que entro en el coche. A la salida, debemos pagar por el aparcamiento, 40$ por unas 5 horas.
La idea era acercarnos a Gettysburg para ver el campo de batalla más famoso de la Guerra de Secesión, pero creemos que es muy tarde y no nos daría tiempo, así que lo dejamos para mañana. Volvemos al hotel a dejar las chocolatinas y descansar un rato.
Más tarde, volvemos a coger el coche para ir a dar una vuelta por Lancaster, a pocos kilómetros del motel. No hay mucho que ver por lo que parece, así que tras pasear un poco por la calle que nos parece más céntrica, entramos a cenar en Isaac’s (North 215 Queen St.). Unas hamburguesas y ensalada por 27$. Volvemos al coche y de regreso al motel, consideramos la posibilidad de cambiar una de las próximas noches, debido a que vamos a tener que cancelar una de las excursiones que queríamos hacer del Appalachian Trail, posiblemente la más conocida: MacAfee Knob, portada de la película en que basamos el viaje: "Un paseo por el bosque".
Es una excursión larga (unos 12 kms ida y vuelta, y en subida toda la ida), y con Ester coja y yo con catarro (Ada también empieza a mostrar síntomas), creemos que no la podremos hacer, así que planeamos cambiar el alojamiento para recorrer más kilómetros aquel día y hacer otras excursiones más adaptadas a nuestras circunstancias. Al llegar al motel, le pido al recepcionista que me deje utilizar el ordenador que hay a disposición de los clientes para proceder al cambio, pero para mi decepción, resulta que no tenemos cancelación posible. Tendremos que improvisar… Vuelvo con las malas noticias a la habitación, pero no le damos mayor importancia. Nos ponemos a mirar un rato la televisión, y al poco quedo dormido.
235 Kms recorridos.
21 de agosto
Otro maravilloso desayuno en el Days Inn antes del check out y de salir pitando en busca de una lavandería para hacer la primera colada del viaje. Entre lavar y secar, casi 9$, pero no tendremos que ir desnudos por Virginia. Aunque hoy tampoco nos hubieran hecho mucho caso, pues tiene lugar un acontecimiento importantísimo para los lugareños: un eclipse total de sol (no visible al 100% en esta zona).
Ponemos rumbo a Gettysburg, ciudad tristemente famosa por ser escenario de una de las batallas más grandes en la Guerra de Secesión en 1863, y por el discurso del Presidente Lincoln, pronunciado apenas 4 meses tras dicha batalla, en la inauguración del cementerio. Se encuentra a unos 50 kms de York, y en menos de 1 hora estamos en el Visitor Center del National Military Park, donde cogemos la información y el plano correspondiente al “auto-tour”, para hacer un recorrido guiado por nuestra propia cuenta, en el escenario principal de la película del mismo nombre: "Gettysburg".
En el plano se detallan los puntos más importantes del recorrido, de unos 40 kilómetros en total, atravesando prados, plantaciones, bosques y la ciudad de Gettysburg, como no.
Lo más destacable es que vimos centenares de cañones, muchas barricadas y alguna estatua conmemorativa de algún mandamás de la batalla. Tampoco esperábamos mucho más, la verdad. Una visita puramente de relleno si no eres un apasionado de la Historia Americana. Debo confesar que ni acabamos el recorrido entero de puro aburrimiento. Vale, y hambre…Teníamos la excusa perfecta para dejarlo, pues era hora de comer.
Tras aparcar en el centro del pueblo y pasar delante de un par de restaurantes y tiendas de souvenirs con infinidad de banderas confederadas, revólveres oxidados y uniformes militares, nos metemos en Tommy’s Pizza a comer por 38$, mientras esperamos el eclipse. Ester y yo es el 2º que vemos, el primero fue en Tromso hace un par de años. Lo único que se ve es un oscurecimiento general del cielo, pero sin llegar a quedar negro, como cuando se acerca tormenta de golpe, para que os hagáis una idea. Si miras con un telescopio u objetivo de largo alcance, llegaréis a ver el paso de la luna frente al sol, y como queda parcialmente tapado, pudiéndose ver solamente una pequeña fracción (como la luna creciente). Después de un ratito mirando al cielo, lo justo para que duelan las cervicales, entramos a comprar un pequeño souvenir que Ada quiere traer. Ya hemos tenido bastante de Gettysburg, y nos vamos más al sur, deteniéndonos solamente para llenar el depósito (34$), y comprar unas bebidas para el camino. Próxima parada: Virginia.