VII - Daintree Rainforest ✏️ Diarios de Viajes de Australia

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Día 19
Pusimos rumbo a Daintree tempranito para aprovechar el primer día en la selva. Accedimos a la parte más al norte del parque, Cape Tribulation, para la cual había que cruzar el río Daintre en "ferry", por llamarlo de alguna manera. Pagar los 27$ era la única manera de cruzar el vehículo. Uno de mos objetivos aquí era poder ver casuarios y cocodrilos salvajes, además de experimentar el ambiente y la belleza de una selva tropical. La primera parada fue el mirador Alexandra, con vistas al mar de fondo entre la vegetación del bosque tropical. Empezamos a avanzar con la caravana y poco a poco nos fuimos dando cuenta de que aquello era un lugar para ricos: tours de todo tipo, rutas guiadas, snorkeling, kayaking, visitas a la gran Barrera de coral, restaurantes, tiendas, resorts... Casi todos los puntos de interés del mapa eran un negocio. Pero también había cosas gratuitas como playas, algunas caminatas, un par de pozas donde bañarse, y un trekking bastante duro (Mount Sorrow walk).
Paramos en Thornton Beach antes de llegar a nuestro camping. Playa vacía, arena blanca y palmeras... perfecto!
Luego paramos para hacer el Marrdja Walk. Aquí vas caminando sobre una pasarela y puedes ver especies de plantas tropicales, algunas explicadas con su cartel correspondiente. También vi un insecto camuflado en un árbol. Era una especie de mantis/araña super extraña con patas espinosas y unas antenas larguísimas. Cuando tenga tiempo investigaré qué nombre te tiene porqué es un bicho realmente curioso. Justo cuando iba a tee.inar el paseo, al final de la pasarela ocurrió algo que no esperaba: escuché un ruido y... ¡era un casuario! Rápidamente encendí la cámara y me acerqué sigilosamente para no alterarlo. Estaba comiendo frutas que los árboles de por allí habían dejado caer. Es un animal impresionante, y eso que éste no parecía muy grande. Poco a poco me acerqué a él más o menos. Estaba buscando alimentos to tranquilamente. Poco después siguió su camino y lo perdí de vista, al no poder yo bajar de la pasarela. Las fotos no me salieron del todo bien porque dejé el trípode en el coche y estaban un poco movidas. Aunque me sentí afortunado de ver al animal, decidí venir volver a buscar más para fotografiarlo mejor.
Una vez en el camping, rellenamos nuestra ficha de reserva de dos noches y la colgamos en nuestra plaza, para seguir luego con nuestra visita.
Hicimos la Kulki Walk, Pero esta vez no fue tan emocionante. Paseo cortito donde ver más especies de árboles y plantas. Acto seguido fuimos a Myall Beach, muy parecida a la anterior playa, pero con más gente. Aunque era tarde para subir al monte Sorrow, convencí a mi amigo para hacer el trekking. Está recomendado no hacerlo a partir de las 10 de la mañana. Nosotros lo empezamos a las 14:30... La subida es bonita, a través de la selva tropical y muy duro. Hay que subir 700m en una distancia de 3'5 km. No suelo hacer trekking muy a menudo, y no calculé bien. La magnitud de la ruta. Rápidamente se deja ver la dureza del ascenso: subida empinada, Camino lleno de raíces, traicioneras ramas con espinas, troncos en mitad del camino, zarzas que cuelgan de los árboles y se te enganchan a la ropa y a la piel... El camino va serpenteando, alternando grandes subidas con algunas bajadas. Se hace largo. En mitad hay una pendiente de la que cuelga una cuerda para ayudarte a subir. Al final de la ruta la niebla era palpable. El ambiente húmedo hacía que las raíces resbalaran muchísimo y yo ya estaba empapado de sudor. Tras hora y media, llegamos al mirador que hay en la cumbre. Para nuestra desgracia, la niebla no dejaba ver nada. Unos pocos estiramientos, una merienda rápida y a bajar. La bajada sería complicada, porque el tobillo sufriría más y sobre todo por las húmedas raíces, que eran un peligro constante de resbalar. Superado el primer tramo sin contratiempos, empiezo a notar los cuádriceps muy cargados. Estiro un poco y continúo, pero al rato salta a luz un problema muscular que llevo arrastrando desde hace tiempo y con el que no contaba. Tenía toda la parte externa de la pierna derecha cargadísima, y el dolor ya era latente. Faltaban dos tercios de la vuelta aún. El dolor me limitaba tanto, que solo podía bajar los desniveles de lado, no podía levantar mucho la pierna derecha y a veces tenía que dar pasos cortitos. A las 18:40, las noche nos atrapó en mitad de la jungla. No tuvimos más remedio que encender las linternas. Aún quedaba bastante y cada vez me dolía más. El camino era interminable. Me tenía que apoyar en los árboles previo vistazo para no agarrar ningún insecto. Sin querer puse un pie encima de un sapo, pero no llegué a pisarlo. Me llevé por delante decenas de telarañas. Una zarza se me enganchó en el brazo y me hizo sangre, resbalé, me di un golpe al bajar contra un tronco del suelo, me raspé con infinidad de plantas... Una odisea. Tras dos horas y media de bajada, por fin llegamos al final... Me duché como pude, cené y caí reventado.

Día 20
Me levanté un poco dolorido por la paliza del día anterior, pero nada que me impidiera seguir disfrutando del parque. Volví donde vi el casuario el día anterior, esta vez con trípode. Pero no hubo suerte. Sólo pude fotografiar a un cangrejo rojo que se dejó asomar un instante. Acto seguido fuimos a una poza donde se podía uno bañar tranquilo, pues en todas las playas hay carteles alertando de cocodrilos. Tras un chapuzón, fuimos a hacer la Dubuji walk, aunque antes pude sacar fotos a un par de lagartos que vi por allí cerca. Por la tarde fuimos a otra playa y ya no me moví más en todo el día. Seguía algo cansado del día anterior. Vuelta al camping y a descansar.

Día 21
Nuevamente, decidí probar suerte bien temprano en la misma zona donde vi el casuario el primer día. Son más difíciles de ver de lo que pensaba... Tras buscar un rato sin éxito, pusimos rumbo a la playa en la zona de Cow Bay conduciendo despacio, por si veía alguno al lado de la carretera. Poco antes de la playa paramos un rato para comer algo y me di una vuelta por si había suerte y veía alguno. Me alejé un poco y escuché a mi amigo decir algo a mis espaldas. Cuando me giré ¡había uno cruzando la carretera! Me acerqué todo lo rápido que pude pero se perdió entre tanta vegetación. Intenté seguirlo pero era imposible. Lo había perdido...
Fuimos a la playa un rato pero yo me negaba a no poder fotografiar a ese casuario. Volví de nuevo y un conductor que me vio andando por la carretera me dijo que más arriba había visto uno. Seguramente sería el mismo que yo vi. Me apresuré en subir la carretera y poco después lo vi cruzar delante mía. Rápidamente saqué la cámara, hice zoom, enfoqué como pude y logré fotografiarlo, aunque no tuve tiempo de plantar el trípode. Sólo pude sacar una, porque el animal estaba buscando comida y no se iba a parar a posar para mí. Me di por satisfecho. En un principio pensé que sería más fácil ver estos animales, pero estaba equivocado.
La próxima y última parada que hicimos fue la Jindalba walk, la última de las rutas que nos quedaba por hacer. Hicimos la versión corta antes de almorzar, donde vimos una especie de iguana chulísima en una rama, conocida como Boyd's Forest Dragon. Después hicimos la versión larga, de unos 2'7km a través de la selva. Nada comparado al trekking del primer día en cuanto a dureza, pero tardamos casi hora y media en completarlo. Aquí no vimos ningún animal en especial, pero la vegetación seguía siendo asombrosa.
Cruzamos el río para despedirnos del parque después de tres días, y pusimos rumbo al camping gratuito más cercano.

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