Día 7 de Agosto, nos queda por delante un día intenso, cogimos el ferri a las 4 de la madrugada, con el mar en calma curiosamente, la travesía fue una delicia comparada con la ida, al llegar al cape Jarvis nos recogió el autobús que ya nos llevaría directamente al aeropuerto pues nuestro avión hacia Sídney salía las 9:15, teníamos que estar una hora antes, todo fue bien por suerte y llegamos con suficiente antelación, bufff, menos mal.
El vuelo hacia Sídney fue correctamente y llegamos a las 11:30 del mediodía una hora perfecta, dejamos las maletas en el hotel Travelodge Phillip Street, el hotel esta estratégicamente situado para llegar en pocos minutos a cualquier sitio del centro de Sídney, el único inconveniente es que, estaba de obras con una remodelación muy importante, solo funcionaban un par o tres de plantas y no tenia recepción, suerte que es para hacer turismo porque durante el día había un ruido ensordecedor de disco cortando metales y taladradoras, con el consiguiente polvo, creo que deberían habernos avisado, pues una persona que quisiera estarse más en el hotel durante el día sería insoportable, pero bueno.
Salimos del Hotel y fuimos a comer a un restaurante de fastfood tailandés, cerca del hotel para recargar pilas y empezar la visita de la ciudad.
Nos dirigimos hacia el puerto bajando por Pitt street, hasta llegar a Circular Quay, por fin delante nuestro apareció la famosísima bahía de Sídney, la primera sensación es que es más pequeña de como la ves en la tele, supongo que es porque usan superangulares y así parece mucho más grande, y el puente sobre la bahía más de lo mismo, muy bonito, pero más pequeño de lo que me imaginaba, ojo que no digo que sea pequeño, quizás también influyo el que había un supercrucero amarrado al lado del puente, no se.
Subimos al Sydney Habour Bridge, por unas escaleras laterales que hay en el barrio The Rocks, y cruzamos el puente, las vistas son espectaculares, los más valientes pueden cruzar el puente por la estructura, pero nosotros lo hicimos por la zona normal de los transeúntes, acabas con un montón de fotografías de la opera, de la bahía y los muelles.
Bajamos al barrio Kirribilli del otro lado del puente y fuimos empapándonos del ambiente de la ciudad, a esa hora estaban saliendo los escolares de clase, todos vestidos con uniformes y los más pequeños con los sombreros para protegerlos del sol a causa de la falta de capa de ozono, justo debajo del puente esta el parque de atracciones Luna Park, que le dimos un vistazo rápido.
Para volver cruzamos con un ferri, que funciona con la misma tarjeta de los autobuses y los trenes "opal", poco a poco iba marchando el sol y al bajar del ferri, nos acercamos hasta la famosa opera de Sídney viéndola cambiar de color tal como iba anocheciendo y encendiendo las luces.
Ya de noche fuimos regresando al hotel y paramos a cenar en un restaurante cercano, aquí en Sídney hay una gran oferta gastronómica por lo que no hay ningún problema a encontrar el tipo de comida que te gusta.
La primera impresión de la ciudad es que es muy agradable para vivir, relativamente tranquila, y de tamaño cómodo, la zona centro se puede hacer perfectamente toda andando, lo que me sorprendió mucho es la gran cantidad de habitantes asiáticos que tiene, me atrevería a decir que son mayoría, otra curiosidad, es que nuestra amiga quiso comprar un paquete de tabaco y los tienen encerrados en cajones metálicos para que no se vean y los paquetes de todas las marcas son de color negro y solo llevan el nombre en pequeño en un lateral, y el precio de un paquete de 25 cigarrillos le cobraron 29 dolares !!, con razón allí casi no fuma nadie.
El vuelo hacia Sídney fue correctamente y llegamos a las 11:30 del mediodía una hora perfecta, dejamos las maletas en el hotel Travelodge Phillip Street, el hotel esta estratégicamente situado para llegar en pocos minutos a cualquier sitio del centro de Sídney, el único inconveniente es que, estaba de obras con una remodelación muy importante, solo funcionaban un par o tres de plantas y no tenia recepción, suerte que es para hacer turismo porque durante el día había un ruido ensordecedor de disco cortando metales y taladradoras, con el consiguiente polvo, creo que deberían habernos avisado, pues una persona que quisiera estarse más en el hotel durante el día sería insoportable, pero bueno.
Salimos del Hotel y fuimos a comer a un restaurante de fastfood tailandés, cerca del hotel para recargar pilas y empezar la visita de la ciudad.
Nos dirigimos hacia el puerto bajando por Pitt street, hasta llegar a Circular Quay, por fin delante nuestro apareció la famosísima bahía de Sídney, la primera sensación es que es más pequeña de como la ves en la tele, supongo que es porque usan superangulares y así parece mucho más grande, y el puente sobre la bahía más de lo mismo, muy bonito, pero más pequeño de lo que me imaginaba, ojo que no digo que sea pequeño, quizás también influyo el que había un supercrucero amarrado al lado del puente, no se.
Subimos al Sydney Habour Bridge, por unas escaleras laterales que hay en el barrio The Rocks, y cruzamos el puente, las vistas son espectaculares, los más valientes pueden cruzar el puente por la estructura, pero nosotros lo hicimos por la zona normal de los transeúntes, acabas con un montón de fotografías de la opera, de la bahía y los muelles.
Bajamos al barrio Kirribilli del otro lado del puente y fuimos empapándonos del ambiente de la ciudad, a esa hora estaban saliendo los escolares de clase, todos vestidos con uniformes y los más pequeños con los sombreros para protegerlos del sol a causa de la falta de capa de ozono, justo debajo del puente esta el parque de atracciones Luna Park, que le dimos un vistazo rápido.
Para volver cruzamos con un ferri, que funciona con la misma tarjeta de los autobuses y los trenes "opal", poco a poco iba marchando el sol y al bajar del ferri, nos acercamos hasta la famosa opera de Sídney viéndola cambiar de color tal como iba anocheciendo y encendiendo las luces.
Ya de noche fuimos regresando al hotel y paramos a cenar en un restaurante cercano, aquí en Sídney hay una gran oferta gastronómica por lo que no hay ningún problema a encontrar el tipo de comida que te gusta.
La primera impresión de la ciudad es que es muy agradable para vivir, relativamente tranquila, y de tamaño cómodo, la zona centro se puede hacer perfectamente toda andando, lo que me sorprendió mucho es la gran cantidad de habitantes asiáticos que tiene, me atrevería a decir que son mayoría, otra curiosidad, es que nuestra amiga quiso comprar un paquete de tabaco y los tienen encerrados en cajones metálicos para que no se vean y los paquetes de todas las marcas son de color negro y solo llevan el nombre en pequeño en un lateral, y el precio de un paquete de 25 cigarrillos le cobraron 29 dolares !!, con razón allí casi no fuma nadie.