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Tal y como ayer hice, vuelvo a madrugar. Y mientras preparan el desayuno me largo a la calle, a aprovechar que hay poca gente a esas horas deambulando por la ciudad.
Hoy nos toca un día de sol en la ciudad.
Me dirijo al rincón que tanto me gustó ayer, en la parte trasera de la iglesia de Nuestra Señora. A ver si descubro la ventana gótica más pequeña de Brujas. Ayer, en el paseo en barca, la vimos y creo que se dónde encontrarla. El rincón en cuestión es el patio Arentshof. Para no repetirme os remito a esta etapa DOS TORRES EN EL SKYLINE DE BRUJAS. HANS MEMLING
El palacio Gruuthuse, como ya comenté, lo están rehabilitando y no hay forma de visitarlo porque ponen una valla de seguridad detrás de la puerta blasonada. Pero como es temprano dichas vallas no están puestas y por allí no hay nadie. Sigilosamente entro dentro del recinto abierto que hay delante del palacio. El pozo de los deseos sigue allí e igualmente sigue colgada en su particular “letrero” la media luna.
Halve Maan, significa media luna y, como ya vimos, es la única cervecería activa que permanece en el centro de Brujas. Como los señores de Gruuthuse tenían el monopolio del aliño para la cerveza, el gruute, posiblemente tengan alguna relación. Todo tiene que ver con la cerveza y ambos tienen el símbolo de la media luna. Pero lo más probable es que sean imaginaciones mías.
Pese a las obras, puedo apreciar en parte la belleza exterior de este palacio. Sus torretas, cubiertas parcialmente de yedra que va creciendo en tonos verdes y rojizos, tienen una prestancia especial. Tengo también la oportunidad de asomarme al canal que circula pegado a un lateral de este edificio. Pero por esta parte del edificio no se encuentra la pequeña ventana gótica.
Antes de entrar en el Arentshof y pasando por el puente Gruuthuse, observo, casi por casualidad, que en el edificio con fachada blanca hay un pequeñísima ventana gótica que se puede ver por encima, justo cuando el canal Dijver se acaba y se pierde bajo el puente. Pero no es esta la ventana que vimos ayer desde la barca ya que aquella estaba en un lateral distinto y en un edificio de ladrillo. Es posible que haya dos ventanas? Pues sí que las hay.
Me adentro en el patio Arentshof. El paisaje siegue siendo el mismo, por supuesto, pero cuanto ha cambiado…. Lo que hace un día soleado…..
Todo tiene otro colorido, un tono festivo y alegre en la vegetación y en los edificios. El ábside y la torre de la iglesia de Nuestra Señora se pueden ver mirando hacia el frente o mirando en el canal. El canal tiene sus aguas calmas ya que a esta hora aún no pasan barcas que las alteren y entonces parece que ves dos Brujas, la de sus edificios y la reflejada en el canal.
Paso el puente Bonifacio, alzo la mirada…, y enseguida descubro la pequeña ventana gótica en la pared lateral de ladrillo rojo del edificio Gruuthuse. Solo hay que mirar hacia arriba una vez que se ha pasado el puente.
Así que no es totalmente cierto lo que te dicen en los paseos en barca, que mires la ventana gótica más pequeña de Brujas. No es solo ésa ventana, hay al menos dos ventanas góticas pequeñas en Brujas. Ambas son del mismo tamaño.
Juan Luis Vives sigue subido en su pedestal con aspecto menos solitario.
Salgo de los patios por el otro lateral de la iglesia de Nuestra Señora y me dirijo al puente sobre Mariastraat para volver a ver la imagen del Hospital de San Juan en su lateral que da al canal. El sol ha hecho ya su efecto sobre el edificio. Cómo resplandece……, preciosa imagen.
Tenemos varias visitas pendientes por el centro de la ciudad, pero hace un día tan estupendo que hay que aprovecharlo. Y realmente solo tenemos tres horas antes de coger nuestro tren para el aeropuerto.
Nos dirigimos hacia Minnewater ya que nos vamos hacia la estación para comprobar los horarios de los trenes. Ya los teníamos controlados pero queríamos confirmarlo. Al final era solo una excusa para volver a pasar de nuevo por todo el borde de Minnewater, el lago y el parque. Si ayer estaba todo precioso, hoy ni te cuento, con todo iluminado y resplandeciendo con el sol.
Desde la estación de tren nos pasamos a través de la plaza que hay en la isla del canal. Por la Bargeplein, que, como dije ayer, es la plaza que concentra la llegada de todos los autobuses turísticos a Brujas y su correspondiente aparcamiento. Un moderno puente rojo pone a esta plaza en contacto con el parque Minnewater.
Nosotros vamos a caminar por las orillas del canal ya que hay espacio habilitado para ello.
La primera referencia que encontramos en este paseo es la Katelijnepport, que conecta con la iglesia de Nuestra Señora con tan solo seguir por la Katelijnestraat y Mariastraat.
El nombre indica el lugar dónde esta puerta se encontraba, formando parte de la segunda muralla de la ciudad. La puerta fue demolida en 1782 y todo el resto del conjunto en 1862. Ahora hay un puente giratorio que recibe el mismo nombre que la puerta tenía.
La segunda fila de murallas de la ciudad de Brujas ya no existe. Pero si pervive su recuerdo. El canal que rodea casi toda la ciudad sigue su rastro fielmente, al igual que el pulmón verde que lo acompaña.
Vamos caminando por este idílico pulmón verde y el andar por esta arboleda y esta soledad es una tremenda gozada. De vez en cuando se ve a alguien caminando o paseando al perro, alguna bicicleta. Pero casi nada. Es una nueva impresión que nos llevamos de Brujas y bastante distinta también.
En corto trayecto llegamos a una de las puertas medievales que aún se mantienen en pie, la Gentpoort, Puerta de Gante. Para los brujenses representaba la frontera con el exterior y para los visitantes su entrada en la prosperidad. Es una de las cuatro puertas que se mantienen aún en pie y probablemente la que mejor se conserva.
La puerta actual fue construida junto con Kruispoort y Katelijnepoort a principios del siglo XV, por Jan van Oudenaerde, sustituyendo a una anterior de 1297. Su función era la de proteger a la ciudad y también la entrada y salida de distintos bienes. Encima de la entrada hay un nicho con la figura de San Adrián, el protector de Brujas frente a la peste.
En su interior hay ahora un museo de la ciudad que es posible visitar reservando su visita. Cuando nosotros pasamos no había nadie y la puerta estaba cerrada.
Por la puerta en arco que hay entre sus dos torretas pasa el puente del canal circular que lleva el mismo nombre que la puerta.
En esta puerta estuvo colgada la cabeza de Pieter Lanchals, el gobernador que fue decapitado en las revueltas de la ciudad contra Maximiliano de Austria.
Otro corto trayecto caminando y llegamos al cruce del canal Coupure con el canal circular. Para cruzar hay un puente moderno de 2002 realizado por el ingeniero suizo Jürg Conzett y lleva su nombre, puente Conzett. Es un puente que se levanta para el paso de las embarcaciones. Este ingeniero ideó un diseño simple e integrado en el medio ambiente en el que se encuentra. Dos grandes tubos de acero se apoyan en cuatro paredes sólidas de piedra. La cubierta del puente se conecta a esos tubos mediante cables. Cuando los tubos giran alrededor de su eje, la plataforma se eleva.
El trayecto hasta la siguiente puerta medieval, la Kruispoort, Puerta de la Santa Cruz, fue ya algo más largo, pero igual de bonito y con el mismo flujo de gente, casi ninguna.
La puerta original fue construida en 1297. La puerta actual, era la tercera, la construyó, al igual que la Gentpoort, Jan van Oudenaerde, a principios del siglo XV.
Tiene dos caras bien distintas. La cara que da a Brujas parece más una mansión que una puerta defensiva. En las esquinas se aprecian dos torres octogonales que flanquean una fachada con cuatro ventanas y pequeños arcos en la parte superior. Entre las ventanas se puede ver el crucifijo que da nombre a la puerta, aunque también puede llevarlo por la comunidad Sint- Kruis, que se encuentra al otro lado del canal.
Por el arco central de la puerta pasan los vehículos y tiene un paso peatonal que posibilita el paso a los caminantes para poder ver la parte posterior de la puerta, la que da al canal.
Esta parte sí que tiene aspecto de fortaleza, con dos robustas y redondas torres unidas entre sí por una especie de pasillo techado y almenado en el que se ven unas hendiduras que correspondían a un puente levadizo. Originalmente el conjunto de la torre era más grande, con ocho torres y dos puertas, una firme y otra de puente levadizo.
Dicen que su interior se conserva tal cual era, pero no tuvimos ocasión de comprobarlo ya que estaba todo cerrado.
Por esta puerta tuvieron ocasión de pasar muchos personajes históricos, como Carlos V o Napoleón.
Brujas tiene una rica historia de molinos. Cuando la segunda muralla se erigió alrededor de la ciudad, finales del siglo XIII, se previeron lugares para la construcción de molinos. Los mapas del siglo XVI muestran que habría unos 23, ocho de los cuales se encontraban entre la Kruispoort y la Dampoort, tramo donde se encuentran actualmente los molinos restantes.
El molino más cercano al Kruispoort es el que llaman Bonne Chiere. El molino actual fue construido en 1911 como reemplazo del viejo Bonne que fue derribado por una tormenta. Se utiliza solamente como decoración y nunca se usó para moler grano y al que no se puede entrar.
El segundo molino después de la Kruispoort es el llamado Sint-Janshuis. Es el único de los cuatro que siempre ha estado en este lugar. En origen lo encargaron los panaderos de Brujas en 1770 en lugar de otro que fue derribado en 1744 y era del hospital Saint-John. A este molino se puede acceder ya que hay un museo en su interior.
Hay otros dos molinos más en el camino hacia la Dampoort, el Nieuwe Papegaai y el Koelewi, a los que no nos acercamos.
Estos molinos suelen estar colocados encima de una pequeña colina, que me imagino que es artificial. La colina está cubierta de césped verde y los molinos lucen muy vistosos encima de la misma.
Decidimos finalizar la caminata por el canal circular de Brujas y adentrarnos en la ciudad. No por falta de ganas, porque el paseo estaba muy ameno, sino porque teníamos un horario que cumplir.
En la Peperstraat entramos en un bar a tomar un café. Se nota que estamos algo retirados del centro de la ciudad. Ni un turista, todos los parroquianos eran gente del barrio. Como en cualquier bar de pueblo, con su peña futbolística incluida.
Al salir un señor nos vio con el mapa y se acercó por si necesitábamos ayuda. Teníamos claro que queríamos llegar hasta la iglesia de Jerusalén. Nos indicó el camino más corto y nos añadió otro par de iglesias cercanas como sugerencia, junto con una pequeña conversación sobre España.
Y tan corto, como que la iglesia estaba al final de la misma calle Peper en la que nos encontrábamos.
No es muy normal que en Brujas te encuentres una iglesia que se llame de Jerusalén. El conjunto no es solo la iglesia. Es un complejo privado de una familia llamada Adornes. La familia Adornes procede de Génova, que se establecieron en Brujas cuando Opicius Adornes forma parte del séquito del Conde de Flandes. Su descendiente más importante, Anselm Adornes, se convierte en el siglo XV en un influyente hombre de negocios, diplomático, caballero y gran viajero. En este mismo siglo fue cuando la familia construyó la mansión, las casas de caridad y la capilla de Jerusalén.
En 1427 obtuvieron el privilegio de construir una iglesia como propiedad privada. En la actualidad sigue siendo privada y gestionada por los herederos, ya por la diecisiete generación posterior.
La iglesia es consagrada en 1429 y está inspirada en la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén. Aún hoy se siguen celebrando eventos religiosos en la capilla.
La arquitectura de la iglesia es bastante exótica para la ciudad de Brujas. No así las casas de caridad que se encuentran al lado y que siguen los cánones de las construcciones en ladrillo de la ciudad. La torre de la iglesia es la edificación más extraña y notable de todas. Una parte inferior rectangular con otra superior octogonal, más pequeña. Con una galería flanqueada por dos torres más pequeñas coronadas por un sol y una media luna. La torre octogonal se encuentra coronada por una esfera con una cruz maltesa encima.
En las casas de caridad hay una exposición multimedia en la que te adentras en la vida de Anselmo Adornes para conocer su mundo y el de la sociedad de su tiempo: su peregrinaje de 14 meses con su hijo a Tierra Santa, el papel importante de la familia Adornes en el comercio del alumbre, la historia del Oso Blanco, la orden del Unicornio, la devoción de la familia y sus emblemas, la historia de las vidrieras de la capilla …. En fin, un museo muy informativo e interesante, caso de haber tenido más tiempo del que disponíamos.
La arquitectura de la capilla, su decoración interior, las reliquias allí guardadas, dan un reflejo claro de que es una familia devota y que sienten adoración por Jerusalén.
Desde luego la visita al interior de la capilla no deja indiferente a nadie. Puede que te guste o que te parezca tenebroso. Nosotros lo vimos como un todo magnífico y bastante diferente a lo que estamos acostumbrados a ver en una iglesia normalmente y nada parecido a las iglesias que estábamos viendo en Bélgica.
La primera estancia en la que entramos se organiza en torno a dos tumbas que parecen una sola, pero con dos figuras, representando a Anselmo Adornes y su esposa que descansan en ellas. La tumba es de basalto negro y precioso tallado.
Un altar repleto de calaveras y huesos rotos te puede resultar tremendo si te fijas en los detalles, no en el todo. Por encima se alzan tres cruces de madera, como las tres cruces del Gólgota.
Las bonitas vidrieras representan a un miembro de la familia Adornes acompañado de su santo patrón. En el caso de Anselmo Adornes se encuentra acompañado de San Anselmo, arzobispo de Canterbury. Estas vidrieras datan de 1560. Proporcionan la única luz que hay en el interior y por ello el ambiente es íntimo y profundo.
Todas las paredes están cubiertas de adornos de lo más dispar. Desde un púlpito de madera, cuadros de la pasión de Cristo, bajorrelieves varios, un cuadro de la Virgen con el Niño en relieve en madera, composiciones en cerámica y porcelana representando a la Virgen y al Niño, blasones varios …Lo miramos todo con admiración y extrañeza.
Por unos estrechos escalones su sube al coro desde donde se tienen mejores vistas de toda la sala inferior, las tumbas, la bóveda de la torre….
Detrás del altar de las calaveras se encuentra la verdadera capilla, dónde ofician los servicios religiosos. Con techos bajos, sillas desperdigadas, una oscura reliquia en un lateral. Y lo más extraordinario, una reja bizantina parece cubrir una pequeña dependencia instalada a ras de suelo. En esta dependencia se encuentra un Cristo yacente, con velas encendidas y un ambiente místico que parece respirarse nada más verlo. Según distintas versiones dicen que es una copia del sepulcro original de Cristo. Yo he visto el que hay en Jerusalén y no me lo recordaba en nada salvo en el ambiente recogido y místico. Claro está que el modelo original del sepulcro de Cristo se perdió en el siglo XVI.
Todos los adornos e imaginería de la iglesia son originales y se han conservado después de tantos años porque al estar su gestión en manos privadas, además de que los han ido cuidando, han estado a salvo de ataques iconoclastas, cambios de gobiernos….
El centro, en otras dependencias, te da la posibilidad de tomarte algo, rodeados de este ambiente íntimo y con vistas al patio y las casas de caridad. Por lo visto, te sirves lo que deseas, dentro de lo que ofrecen, y echas el dinero en una caja puesta para tal fin.
No tuvimos ocasión de comprobarlo porque el tiempo se nos echaba encima y teníamos que marchar.
Esta iglesia permanece abierta todos los días, salvo domingos y festivos. El precio del museo y la visita a la iglesia cuesta 7€, aunque contemplaba algunas reducciones. Yo creo que es una visita muy interesante por su historia, antigüedad y lo extraordinario de su contenido, tan distinto a todo lo que estamos acostumbrados a ver en una iglesia normal.
De camino de vuelta pasamos por delante de la iglesia de Santa Ana en Sint Annaplein.
Es este un barrio con encanto y muy tradicional, sobre todo en la elaboración de encajes.
Es una capilla gótica de una sola nave construida a principios del siglo XVII con un rico interior barroco. Nosotros le echamos un vistazo rápido y tampoco pudimos deleitarnos en los detalles porque además la estaban limpiando. En la mayoría de sus paredes están adornadas con mármol, sobre todo en el coro alto. Los confesionarios están incrustados y finamente tallados en madera de roble.
Dicen que es una de las iglesias más bonitas de Brujas, algo alejada del centro y por eso en el barrio en que se encuentra todo parecer ir más lento, con otro encanto particular.
Por la calle Santa Ana desembocamos en el canal, en su tramo de Saint Annarei. Un tramo de canal por el que no habíamos pasado, salvo en la excursión en barca, que nos sorprendió gratamente. Y es que Brujas tiene muchos tramos de canal y no da tiempo a explorarlos todos.
Seguimos por esta canal y desembocamos en el conocido Groenerei que volvemos a recorrer con mucho gusto hasta llegar a la plaza Burg.
Una última mirada a la plaza Burg y a Grote Markt.
Y ya de vuelta al hotel a recoger las maletas.
El tiempo se nos ha echado encima y el rato que calculamos en llegar a la estación de trenes, con las maletas arrastrando, nos parece muy justo. Así que nos llegamos hasta el lateral de la iglesia de Nuestra Señora en el que hemos visto una marquesina con paradas de autobuses. Aunque había estado mirando en la mañana las distintas posibilidades y los horarios no conseguía entenderlo. Solo veía un autobús que pasaba por allí y que fuera hasta la estación, el número 12. Pero indicaba que comenzaba a pasar por esta parada a partir de las 14:00 horas. Nuestra intención era ver si podíamos encontrar un taxi. Pero nada más llegar a la parada, llegó precisamente el autobús 12 a cuyo conductor preguntamos si iba para la estación. Como nos dijo que sí nos subimos y en 5 o 10 minutos estábamos en la estación de trenes, con tiempo de sobra.
El tren hacia el aeropuerto, aunque pone que va directo, hace dos breves paradas en Bruselas, en la estación de Midi y en la estación Central. Pero llegamos en el tiempo previsto al aeropuerto.
El avión salió a su hora y tuvimos un vuelo normal hasta Málaga. Recogida del coche que teníamos aparcado en el parquin de larga estancia de Aena, con una buena oferta por internet. Y regreso a casa.
El viaje se nos ha hecho muy cortito. Pero ha sido muy intenso. Es mucho lo que hemos visto y hemos pateado. Pero casi nunca se ve todo lo que uno tiene previsto.
En mi primera visita a Brujas, hace tantos años, la ciudad me dejó encantada pese a que no tuvimos ocasión de ver nada. Me he podido quitar aquella espinita y vuelvo de Brujas igual de embrujada. Por mucho que haya visto, me quedan ganas de más. Gracias a la oportunidad que nos ha ofrecido la oficina de turismo de Visit Flandes, a la que le estaré eternamente agradecida.
Atrás se nos ha quedado la visita al Historium, el museo Groeninje, subir a la torre del Belfort, ver las otras puertas que quedan en pie de las antiguas murallas de la ciudad, patear más tramos de canales, descubrir nuevos rincones …..
Por supuesto que no estamos saciados de lo que hemos visto en Bruselas, ni en Gante, ni por supuesto en Brujas, así que tendremos que volver.
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