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La chica del alojamiento de Gante nos dejó cerca del centro t’Zand, en una zona que estaba toda levantada por obras. Ello y el carácter peatonal de las calles del centro de Brujas así lo aconsejaba.
Nuestro alojamiento estaría a unos 700 m. distante de allí. Pero nos indicó la zona de la izquierda, o nosotros lo interpretamos mal. Por allí que nos encaminamos, maleta a rastras, disfrutando de la distribución de viviendas en las calles que íbamos recorriendo. Todas blancas y uniformes en volumen, muy bien cuidadas. Este barrio es muy tranquilo y bonito.
Llegamos hasta las inmediaciones de la SmedenPoor y nos encontramos por la zona arbolada que acompaña el canal que rodea la ciudad de Brujas. Me imaginé que sería la zona arbolada que precede al lago Minnewater y seguimos caminando pensando que enseguida encontraríamos el lago. Como no era así, pusimos el GPS del móvil y comprobamos que nos estábamos alejando de nuestro destino. Vuelta por otras calles y acabamos dónde mismo habíamos comenzado a caminar, en la zona de obras cercana al t’Zand.
Está visto que nuestra búsqueda del hotel, tanto en Gante como en Brujas, va acompañado de un pequeño tour panorámico acompañados de la maleta.
Recorrimos las calles traseras de la catedral de San Salvador y pronto llegamos al comienzo de la Mariastraat, donde se encontraba nuestro alojamiento. Hotel Notre Dame. Un hotel modesto que para nosotros fue más que suficiente. Dentro de un edificio histórico acondicionado como hotel y con buenas prestaciones, como su estupendo desayuno. Nos costó 153€, dos noches con desayuno.
Una vez dejado atrás el edificio t’Zand, la arquitectura de las casas se va trasformando, apareciendo los característicos edificios de Brujas de ladrillo rojo y fachadas en escalera. Voy emocionada porque voy a cumplir uno de mis antiguos anhelos, dormir en Brujas y disponer de más de medio día para recorrerla.
Dejé la maleta sin abrir en la habitación y me eché yo sola a la calle. Sin mapa, sin rumbo fijo, sin ningún propósito de ver algo en concreto. De todas formas no me hubiera valido de nada pues ya estaba todo cerrado. Lo mismo ocurría con los comercios que me fui encontrando. Pero me daba igual, yo lo que quería era callejear por Brujas.
Continúo caminando por la Mariastraat que luego se convierte en Katelijnestraat hasta llegar a la llamada Katelijne Poort, junto al canal, aunque ya no quede ninguna puerta.
El centro histórico de Brujas se encuentra rodeado por un canal de unos 7 km. que va bordeando el trazado de las antiguas murallas de la ciudad. Con varias puertas que, aunque aún no se conserven, si ha perdurado su nombre. Si bien, algunas puertas han quedado en pie, han sido restauradas y pueden visitarse. Nuestro último día en Brujas veríamos dos de ellas.
Por las calles aledañas a Katelijnestraat se pueden encontrar varios ejemplos de las llamadas “casas de caridad” o Godshuizen. Son pequeñas casas encaladas en blanco dispuestas alrededor de un patio o pequeño jardín. Muchas de estas concentraciones solían tener su propia capilla, también encalada en blanco. Son de los primeros antecedentes de viviendas sociales. Los ricos burgueses de los gremios las construyeron en el siglo XIV para gente necesitada, ancianos y viudas.
Me encontré con un ejemplo de godshuizen en la misma calle Katelijnestraat. Pero desconociendo su significado no me atreví a entrar porque pensaba que era una propiedad privada. Y en cierto modo lo es, pero se puede visitar el jardín de estas godshuizen.
La calle estaba muy poco transitada, parecía que caminaba por un antiguo pueblo al caer la tarde, y los comercios todos cerrados.
Voy pensando un poco en los orígenes de esta ciudad y en su cambiante historia. Nacimiento, época de esplendor y decaimiento posterior, para resurgir de nuevo cuando fue descubierta como destino turístico. Su mayor atractivo es su casco histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2000. Un casco histórico que mantiene intactas las estructuras arquitectónicas medievales, aunque algún edificio haya tenido que ser restaurado.
Su nombre deriva de la palabra Bryggia, del noruego antiguo, que significa, muelle o amarradero. El nombre en neerlandés, Brugges, significa “puentes”, y son muchos los puentes que existen en la ciudad.
La ciudad ya existía en el siglo XI. Para el siglo XII ya tenían las murallas.
Brujas tuvo su época de esplendor en la Edad Media, gracias al comercio textil de los paños flamencos, de la mano de la cercana Gante. Permaneció en la cumbre durante 400 años para luego caer en el olvido durante otros 400 años, detenida en el tiempo. Su edad de oro va entre los años 1200 y 1400. Era miembro de la liga Hanseática. Algunos comerciantes extranjeros llegaron a la ciudad y fundaron especie de consulados. Vendían sus productos a cambio de los tan apreciados paños. La ciudad vio nacer la primera bolsa del mundo, como veríamos al día siguiente.
La riqueza y la devoción religiosa fomentaron la aparición de una comunidad de artistas que sirvieron en la corte de los duques de Borgoña, sucesores de los condes de Flandes y que eran grandes mecenas del arte.
Después de 400 años en el olvido, la ciudad de Brujas fue descubierta para el turismo y le fue devuelto todo su esplendor gótico, barroco, renacentista y modernista.
Volví sobre mis pasos por la Katelijnestraat y ya en Mariastraat, desde el puente que cruza el canal, una imagen impactante me hace detener. Un par de edificios que dan al canal parecen flotar sobre el mismo, e incluso, mecerse lentamente con el vaivén del agua.
Son edificaciones pertenecientes al Oud Sint Jan, el hospital de San Juan. Un pasadizo en ladrillo parece acceder a su interior y se encuentra abierto, así que no tengo más que seguirlo.
Unos cuantos edificios de color rojizo se distribuyen en torno a un patio central con una estatua de dos monjes abrazándose, El Beso de la Paz, de 1947.
Otros edificios que dan a otros pequeños patios también se pueden observar. Varias miradas son posibles, y todas muy gratas, por cierto.
Uno de los edificios alberga la antigua farmacia del hospital. Yo no tenía noticia de ello, pero además está ya cerrada y delante del edificio, las únicas dos personas que había en el interior de este antiguo patio. El hecho de que no haya casi nadie y el desconocimiento del sitio en el que estoy hace que recorra algunos rincones con cierto temor, como si me hubiera introducido en un lugar privado.
Pues resulta que todas estas dependencias son visitables y de entrada gratuita, dentro de su horario.
Para posicionarnos un poco, diremos que el hospital de San Juan es de los más antiguos de toda Europa. Construido en el siglo XII, ha conservado su uso original hasta 1978, año en que Brujas inauguró un nuevo hospital general que tomó el relevo en el tratamiento de los enfermos.
Existe un documento de 1138 en el que se recogen las normas del hospital. En este hospital no solo se cuidaban enfermos, aunque no admitían a enfermos contagiosos ni enfermos mentales, sino que además tenía la función de hospedar a los viajeros y peregrinos que pasaban por Brujas. Las salas del hospital del siglo XIII y XIV son los edificios más antiguos de este gran complejo.
En el hospital trabajaban hombres y mujeres. Las hermanas se encargaban del cuidado de los enfermos y la cocina y los hermanos se encargaban de la administración del hospital.
En el siglo XIX se había quedado pequeño y se construyo un nuevo y más moderno hospital en el mismo emplazamiento, pero se conservaron los antiguos edificios. Este nuevo hospital es el que ha estado funcionando hasta 1978.
Estas salas del nuevo hospital se remodelaron después de su cierre como hospital y desde 1989 forman parte del centro de congresos y eventos Site Oud Sint-Jan. En estas salas se celebran todo tipo de eventos, reuniones, conferencias, bodas, fiestas…. Hasta hay una exposición permanente de obras de grabados y litografías de Pablo Picasso.
A esta parte del complejo es dónde me dirigí después de haber echado un vistazo a los edificios más antiguos. Sigo sin encontrarme a nadie y sigo con la impresión de que me adentro en terreno ajeno.
Hay una especie de terraza con mesas y sillas adaptadas como para banquetes. Enfrente de esta terraza hay una vista preciosa sobre un canal. Al lado un aparcamiento que cruzo y me adentro en una pequeña calle que tiene como un pasadizo de madera con un gran ventanal que pareciera un mirador. Y si no lo es, da igual, porque la vista que hay desde el mismo es una de las muchas vistas soberbias que se van obteniendo en Brujas si te dedicas a investigar por sus callejones. Gran parte del complejo del hospital de San Juan detrás del canal y sobresaliendo por encima de todo la torre de la catedral de San Salvador si diriges tu vista hacia la izquierda y de la alta torre de la iglesia de Nuestra Señora si diriges tu mirada hacia la derecha.
La torre de Nuestra Señora me sirve como punto de referencia por el que me dejo guiar ya que dicha iglesia se encuentra enfrente del hospital de San Juan.
Vuelvo a salir a Maria Straat y de nuevo observo los dos edificios antiguos del hospital que dan al canal, los cuales siguen meciéndose por las aguas del mismo, una de las postales más representativa de Brujas. Por el otro lado del puente otros rincones pintorescos.
Las salas medievales del hospital y la iglesia albergan una buena colección de arte, documentos de archivo, instrumentos médicos y seis preciosas obras de Hans Memling. El museo de Hans Memling, que tendríamos ocasión de ver al día siguiente.
Vuelvo al hotel con la noche ya encima y nos preparamos para salir a cenar y dar una vuelta.
En esta ocasión nuestros pasos atraviesan la cercana Simon Stevinplein y por la Steenstraat nos vamos acercando a la Plaza Markt. Por esta calle cenamos en un italiano y luego nos dispusimos a pasearnos por el centro. Desde la plaza Markt por la Breidelstraat hasta la plaza Burg. Por el Callejón del Asno Ciego hasta el Vismarkt, para regresar hacia el hotel a través del Muelle del Rosario y el canal Dijver que nos deja junto a la iglesia de Nuestra Señora, a dos pasos de nuestro hotel.
La ciudad de Brujas es encantadora de día, de eso no hay duda. Pero es que Brujas por la noche parece otra ciudad. Por la noche, con las cautivadoras luces doradas y blanquecinas, aparece la magia por cada rincón, por cada esquina. Edificios iluminados, farolas tenues estratégicamente dispuestas, los reflejos en el agua, el suave fluir de los patos en los canales, los rincones en penumbra…. Me resulta muy difícil describirlo.
Disfrutamos de un paseo reposado, casi con la única compañía de la soledad de la noche, el rumor del agua de los canales. Gozando de la serenidad y la belleza de la ciudad reflejada en sus canales.
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