Sin duda alguna, la ciudad más bonita que visitamos en Vietnam. No es una ciudad grande (unos 90.000 habitantes), lo cual evita que tenga el agobiante tráfico de las grandes urbes del país, como HCMC o Hanoi. A ello contribuye también la gran cantidad de bicicletas que hay por todo, en especial en el centro peatonal, el cual cuenta con multitud de tiendas de artesanía, souvenirs, y ropa (si os queréis hacer un traje o chaqueta a medida, éste es un buen lugar), varios templos antiguos bien conservados, un paseo junto al río y, en general, una arquitectura con marcada influencia extranjera.
Hay multitud de restaurantes franceses frente al río, los cuales se iluminan por la noche con los típicos farolillos, lo cual crea una estampa bucólica. Tiene también un par de sitios donde tomarte una cerveza por la noche, donde se suele reunir la población extranjera (mucho “erasmus”).
Para recorrerla, alquilamos un par de bicicletas, y nos paseamos por los alrededores de la ciudad, pasando por puentes, caminos de tierra, perdiéndonos tranquilamente para ver qué nos ofrecía la zona y, en mi opinión, es una buena opción pasar un par de tardes así.
Para los amantes de la gastronomía, hay varios platos típicos en Hoi An como, por ejemplo, el “wonton”, muy bueno.
Para los amantes de la gastronomía, hay varios platos típicos en Hoi An como, por ejemplo, el “wonton”, muy bueno.
En total estuvimos allí 2 días casi completos, y podríamos incluso haber alargado un tercero aunque, también es verdad, habiendo visitado el centro y paseado por los alrededores, no hay mucho más que hacer, salvo relajarse y disfrutar, que no es poco
Lo peor de Hoi An fue salir de allí… Más concretamente, trasladarnos hasta Mui Ne, siguiente punto del recorrido. La distancia es de unos 700 kms, los cuales recorrimos en autobús nocturno (yujuuu) saliendo a media tarde. Entre ambas, creo que lo único interesante es Nha Trang, una ciudad turística frente al mar de 300.000 habitantes, aunque no era lo que buscábamos, por lo que no paramos allí.