Windhoek - Klein Aub - Sesriem ✏️ Diarios de Viajes de NamibiaLlegada a Namibia: Aeropuerto de Windhoek, recoger el coche, camino de Sesriem... y perdernos. Primera aventura en África.Diario: Namibia: 9 días de aventura africana con niños⭐ Puntos: 4.9 (43 Votos) Etapas: 21 Localización: NamibiaEl avión comienza el descenso buscando el Aeropuerto Internacional de Windhoek. Bajo sus alas se presenta un paisaje semiárido, con pequeñas montañas de piedra e inmensas llanuras atravesadas por largas líneas rectas amarillas que se quiebran en el horizonte, por algún accidente geográfico de tarde en tarde. Son caminos de tierra, los caminos de África, que muchas veces no llevan a ningún lado, pero siempre llevan a la aventura. En la inmensidad del África más despoblada, apenas se distingue una cabaña o techo de hojalata y cuando lo hace, suele estar cubierto por el polvo del camino. Ese polvo de África, molesto para la mayoría de los mortales, pero que hace feliz a unos pocos: los que aman este continente. Es el polvo de la aventura que se mete en la nariz, en las orejas… y en el cerebro. Y ya no te lo quitas nunca. #Sesriem (en el corazón del Desierto del #Namib) en nuestro objetivo para hoy. Tenemos reserva en el campamento que está dentro del parque, con lo que no podemos llegar demasiado tarde. Las puertas los parques de Namibia se cierran al atardecer y no abren hasta el amanecer siguiente. Si no llegas a tiempo, tendrás que buscar donde dormir fuera del parque. El Aeropuerto Internacional de Windhoek Hosea Kutako tiene una de las pistas más largas del mundo, con 4,5 kilómetros de longitud, pero la terminal es pequeña aunque moderna. Está situado a 45 km de la ciudad, lo cual no es precisamente un paseo. Existe otro aeropuerto pegado a la ciudad que solo se usa para vuelos domésticos. El avión llega con un ligero retraso. Tras realizar los trámites burocráticos en la aduana: todo facilidades y sin necesidad de visado. Nos recoge un conductor de la compañía de alquiler del coche y nos llevan una furgoneta hasta su establecimiento en la ciudad. Cambiamos algo de dinero en el aeropuerto. Hay varias casas de cambio, de alquiler de vehículos, banco, restaurantes, tiendas de artesanía... un pequeño aeropuerto, pero que parece funcionar bastante eficazmente. El trayecto hasta la ciudad lo hacemos en una furgoneta para él transporte de viajeros. El conductor es muy amable y nos intenta explicar un poco del país. El paisaje es seco y la vegetación es arbustiva. De vez en cuando se cruzan con nosotros alguna familia de babuinos. Les explico a los niños: el babuino es un mono gregario, de aspecto chulesco, tanto en la mirada como en los andares. Sin embargo no es un monito… debido a sus colmillos y a la fiereza con el que protegen a su familia, ni siquiera un león se atreve a enfrentarse a ellos. #Namibia fue colonia alemana y luego inglesa, pero conserva más influencia alemana que británica, con la excepción de la costumbre de conducir por la izquierda. #Windhoek está formada por casas bajas, calles planificadas en las laderas de colinas suaves, urbanizadas con homogeneidad. No parece África: tan ordenada, tan limpia. Llegamos al polígono industrial dónde está la sede de la compañía de alquiler de los vehículos. Es un polígono moderno, qué poco tiene que ver con lo que me tiene acostumbrada África. ¿Tanto habrá cambiado el continente en esta década? Una vez en la recepción de la compañía de alquiler (Advanced Car Hire) nos explican el funcionamiento completo del vehículo, las normas de conducción, las condiciones del seguro, cómo se montan las tiendas de campaña que van sobre el coche. El trato con la empresa es muy correcto en todos los aspectos: advancedcarhire.com/ El vehículo es un impecable Toyota Hilux Doble Cab de 2016 con 60.000 km, con dos tiendas sobre su techo. Tienda se montan en 5 minutos. Además el vehículo y dispone de nevera y utensilios para la acampada: mesas, sillas, platos de metal, cubiertos, linternas y todo lo necesario para acampar con comodidad en cualquier lugar. En Namibia se debe acampar siempre en un lugar autorizado, normalmente campamentos. Tarda más de una hora en enseñarnos todo lo que referente al coche, incluido las herramientas para caso de pinchazo. Nos informan de los límites de velocidad, de las condiciones del seguro a todo-riesgo (y lo que está excluido) y que el coche lleva instalado un GPS con lo que saben en todo momento dónde estamos y a la velocidad a la que vamos. Que si nos excedemos nos darán un máximo de tres avisos y entonces el coche se parará y vendrán a por el. Me suena a ciencia ficción. Tambien nos dan el telefono 24 horas de la compañía, que funciona además por whatsapp. Estamos preocupados porque son las 3 de la tarde y debíamos estar ya en carretera camino de Sesriem. Y para colmo nos lo entregan con el depósito vacío, así que lo primero que tenemos que hacer es rellenar el tanque, porque en Namibia, la distancia entre gasolineras puede ser de cien kilómetros. Con la aprehensión del que estrena coche nos dirigimos al enorme centro comercial que hay frente al polígono industrial (The Grove). Similar al cualquiera de los que podemos ver en una ciudad europea. Lo primero que compramos es una tarjeta telefónica. Sin embargo por algún problema y no se conecta a los datos. El proceso es rápido pero no va funcionar bien en casi todo el viaje. Hasta Swakopmund no funcionaría, luego solo funcionaba con escasa cobertura GPRS. Por último, comienza funcionar correctamente volviendo a Windhoek. Cuando menos falta hacía. Compramos agua un adaptador para los enchufes, y comida para los próximos días. Nos dirigimos al sur por la carretera de Rehoboth. Todavía inseguros con el coche. Cuando nos damos cuenta, nos hemos pasado 90 km del cruce. El GPS no sé por dónde narices nos quiere llevar. Ponemos el GPS de la tableta y nos damos cuenta de que los dos GPS no nos llevan por el mismo camino. También que el mapa de uno y otro son diferentes. El móvil no se ha descargado el mapa de Namibia y está navegando con el mundial. La tableta si que tiene descargado el mapa de Namibia, además del mundial. A partir de ahí, hoy navegamos solo con la tableta. Luego me di cuenta de que había cometido otro error... volver atrás. La opción que había tomado el GPS era más larga, pero casi igual de tiempo. Volvimos atrás otros 90km y perdimos dos horas. Por si la inseguridad de los problemas de GPS y coche nuevo no bastaban, soplaba un fuerte viento lateral y cuando nos cruzábamos con algún camión, el coche se agitaba golpeado por el aire. En Rehoboth tomamos en la pista de tierra que lleva hacia Sesriem (C-24). La tierra nos acompañará en casi toda la ruta. Son pistas apisonadas por máquinas cada X tiempo. Normalmente están en buen estado. Los puntos problemáticos suelen ser los pasos de ríos, dónde puede haber un poco más de piedras y arena. Los trayectos en mal estado se caracterizan por una serie de baches consecutivos que hacen que el coche bote de forma constante y desagradable. Los anglosajones las suelen llamar bumpy road, los franceses lo llaman route ondule y nosotros camino de mierda. Sin embargo, existe una velocidad a la cual se puede circular por ellas reduciendo el bote…. Solo hay que pillarle el tranquillo y tener cuidado de no tropezarte con un bache gordo, salir despedido y partirte la cabeza. Las pistas suelen tener unos 8 metros de ancho a veces más y permiten el cruce holgadamente de dos y tres vehículos a la vez. Los caminos suelen estar vallados respecto al campo y cuando no hay alambrada suele haber un aviso para que se tenga cuidado con los animales que pueden andar por allí sueltos. Las vallas no siempre cumplen su misión, porque cuando una manada de animales se queda atrapado por el lado de la carretera, ya puedes recorrer kilómetros con ellos delante. La distancia entre pueblos, por llamar de alguna forma a cinco o seis casas, es a veces cincuenta kilómetros o más. Son caminos solitarios donde apenas te cruzas con un par de coches a la hora, pero donde nadie pasa de largo cuando ven otro vehículo parado, por si tiene algún problema. La solidaridad en estas latitudes funciona, incluso entre los turistas occidentales. El sol comienza a caer y en estas latitudes lo hace de golpe, con lo que el atardecer es muy breve. Comprendemos que no llegaremos de ninguna forma a Sesriem, dónde tenemos reservado un campamento dentro del parque. Sin embargo, decidimos avanzar por la carretera de tierra qué lleva a Solitaire. Son 85 km de tierra sin cruzarnos con nadie. El sol se oculta kilómetros antes de llegar a la entrada del antiguo pueblo minero de Klein Aub. En el cruce hay una pila enorme de vehículos acumulados como si fuese una chatarrería y un rosario de casas dispersas por una ladera. Bajo un árbol hay un coche y una docena de vecinos. Allí preguntamos por un sitio para dormir. Nos indican que a un kilómetro hay una cafetería que regenta un alemán y que también funciona como bed and breakfast. Nos despiden con ganas de venirse con nosotros, mientras un grupo de niños, salidos de quien sabe dónde, corren detrás del coche. Esto se va pareciendo más a la África que yo recordaba. Nos acercamos hasta allí y nos recibe Gunter, un namibio de origen alemán: rubio y de ojos azules, y su perro saltarín. Se apiada de nosotros y nos indica que en un rincón junto al restaurante donde acampan los perdidos que paran aquí. Preguntamos el precio de acampar aquí y nos dice que es gratis. Insistimos en pagarle algo, pero nos indica que en todo caso como pago que mañana hagamos el desayuno en su cafetería. Nos parece un trato excelente. También nos deja los servicios del restaurante abiertos, por si tenemos que ir al baño. Está medio en obras de reforma, pero limpio. Luego se va a dar una vuelta por el cercado de la finca y a cerrar la puerta exterior. Parece un hombre tranquilo y muy amable. En estos lugares lo importante es tener un pozo con agua suficiente. Los jardines son 4 arbustos y cactus resistentes a la interminable sequía. Frente a la casa hay una impresionante euphorbia virosa (cactus vertical bastante típico de los pedregales namibios) que duplica la altura de la construcción. Con la impericia del que monta por primera vez una tienda de campaña en el techo, nos preparamos para acampar. Mi cerebro de ingeniero se pone en marcha: comprender el problema, planificar una solución y dejarle la ejecución al mecánico (¡Ostras, no hay mecánico!). Le doy un par de vueltas al coche, intentando entender todos los aspectos del problema, planificar los movimientos y mientras intento recordar lo que me habían explicado en el rentacar. Los ingenieros somos los "intelectuales de la mecánica": tenemos los conocimientos teóricos, pero nos dan un destornillador y lo miramos como absortos porque estamos buscando el botón de encendido. Los niños pretenden ayudar, pero lo único que consiguen es estorbar y ponerme más nervioso. La madre está entre preocupada y disgustada (en su mirada de duda veo el presentimiento de que si no dormiremos esta noche a la intemperie). Al final Gunter, se vuelve a apiadar de nosotros y nos echa una mano... y en 10 minutos tenemos desplegadas nuestras tiendas. ¡Veis como no es tan malo: dormiremos en el techo! El restaurante y cafetería está en una pequeña finca junto al río, rodeada de numerosas plantas de clima seco. Antes había sido supermercado y cafetería, bajo el nombre de “Connys”. El lugar parece el escenario de una de esas películas ambientadas en el #Outback (el interior desértico de #Australia). La casa de Gunter está en la parte alta. Junto a ella está construyendo otro par de casas para un futuro bed and breakfast que espera estrenar en primavera. También está rehabilitando partes de los edificios antiguos. En el punto más alto del terreno, se alza una torre de molino sin aspas, que da un toque de aparente abandono al lugar y que debió servir un día para extraer agua. El líquido preciado ahora se obtiene de un pozo con una bomba solar. Tiene web: www.peaceful-living-namibia.com Después de prepararnos unos sándwiches con algunos embutidos y cenar ligero. Nos acercamos al porche de nuestro anfitrión y, bajo las estrellas de África, tenemos una larga conversación sobre que lleva un hombre de unos 50 a asentarse en un remoto pueblo polvoriento, en medio de la nada. También hablamos de la época del apartheid, del colonialismo y de otras vicisitudes de la humanidad. Los niños parece como si se sintiesen en casa, pese a ser su primera visita al África Negra. Juegan en la oscuridad con el perro recogido por Gunter unos meses antes y, de vez en cuando, tropiezan y se oye un ¡Ay!. Menos mal que los niños son de goma. El destino es contradictorio: esta noche hemos perdido un alojamiento y ganado un amigo. La luna sale pronto, pese a ello no puede ocultar los millones de estrellas del cielo africano que forman una diadema sobre su halo. Antes de cerrar la cremallera de la tienda, miro hacia arriba y siento que las estrellas me susurran: “Antonio, bienvenido a casa.” Cierro los ojos. Estoy muerto y presiento que mañana será otro día duro. Vamos a tener muy difícil recuperar el tiempo perdido, pero vamos a intentarlo. ¡Ya estamos en África! Índice del Diario: Namibia: 9 días de aventura africana con niños
01: Preparativos Viaje a Namibia
02: Windhoek - Klein Aub - Sesriem
03: Parque nacional de Namib-Naukluft: Sesriem, Sossusvley, Deadvlei
04: Camino de Sesriem a Walvis Bay y Swakopmund
05: Swakopmund, la ciudad más germana de África
06: Costa de los Esqueletos: Naufragios, Henties Bay y las focas de Cape Cross
07: Spitzkoppe: la montaña de granito y sus pinturas rupestres
08: De Spitzkoppe a Twyfelfontein
09: Twyfelfontein: Pinturas Rupestres y Paisajes Marcianos
10: Twyfelfontein: en busca de los Elefantes del Desierto
11: De Twyfelfontein a Etosha: Damara Living Museum y Bosque Petrificado
12: Okaukuejo, Etosha: La noche que vino a cenar la cobra y la tormenta perfecta
13: Etosha: Adamax y Bosque Encantado, buscando leones y elefantes.
14: Tarde de Leones, leopardos y rinocerontes en Etosha
15: Atardecer inolvidable en Halali
16: Centro de Etosha: el Pan y praderas al norte de Halali
17: Pinchar en Etosha en territorio de leones
18: Campamento de Namutoni - Etosha
19: Este de Etosa: Safari por Namutoni
20: De Namutoni a Okahandja, camino de Windhoek
21: Okahandja-Windhoek: la vuelta a casa
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