En este camping estuvimos lo más cerca posible de la “acampada libre”, en el sentido, no de no tener que pagar, sino de estar dentro de un entorno natural destacado. Por la mañana se notaba que los campistas no queríamos prisas. No es de extrañar, con la abertura que esconde a Gljúfrabúi de frente y varias caídas de agua a la izquierda que llevan hasta otra de las grandes en la isla: Seljalandfoss.
Después de desayunar con estas vistas, fuimos hacia la izquierda, para ver primero la famosa cascada detrás de la cual se puede caminar; dejamos la AC en el mismo sitio donde habíamos aparcado la noche anterior. Llevábamos la ropa impermeable puesta, cubrepantalón y chubasquero. Aunque la gente nos miraba como si fuéramos marcianos, nos vino genial, porque te mojas nada más acercarte.
Sin estar establecido, lo cierto es que se suele seguir el orden de entrar por la derecha subiendo varios escalones, pasar por detrás con el torrente de agua de frente y salir por la izquierda. Aquí ya estamos totalmente mojados.
Pasar por detrás nos pareció divertido y emocionante, sobre todo, a don terremoto, que seguro que fue un pez en otra vida, por tanto que le gusta el agua.
Después de estar por aquí nos acercamos a la tienda que está junto al puesto de comida y mesitas de merendero; con tanta insistencia con la gracia de los frailecillos, nuestro niño se encaprichó con uno de peluche, así que cedimos en darle el caprichito, a precio de tienda de souvenir. Al fin y al cabo se lo merecía
Desandamos el camino de nuevo hacia el camping, unos 350 metros, y buscamos la entrada a Gljúfrabúi, señalizada así en los carteles, que creo que es la misma que Gljúfurarfoss. El suelo estaba bastante embarrado. A la izquierda del panel explicativo, se baja una ligera cuesta y al llegar a la entrada desde la que sale el agua de la cascada, caminamos por encima de algunas piedras que permiten llegar hasta el interior, donde hay una roca grande a la que se sube la gente para hacerse la foto con el agua que viene del río Gljúfurá y que cae dentro de la cueva.
Aquí el calzado impermeable es fundamental, porque a veces puedes hundir el pie en el arroyo. Una experiencia que a nuestro hijo le pareció superdivertida, caminando por encima de piedras que se mueven con “peligro” de resbalar y caer a las "temibles" aguas.
La gente nos ayudábamos unos a otros, sobre todo en el tramo final al llegar a la roca o para bajar de ella. De vuelta un chico italiano cogió en brazos a don terremoto y lo sacó de la cueva para que no se mojara las botas (con lo que le gustó la entrada...), a cambió hundió las suyas en el agua y salió empapado.
En dirección a Selfoss cogemos la 35 hacia el cráter Kerið; a medida que nos vamos acercando, la tierra en algunas zonas se va tornando rojiza. Ver este cráter con un lago en su interior nos medio quitará la espinita de no haber podido ver en el norte el Viti aquel día en que la niebla se empeñó en que no lo conociéramos.
Tenemos 18º y tras pagar la entrada (2ª vez en 11 días) lo rodeamos hacia la derecha. Puede bajarse por unas escaleras de madera cercanas a la caseta de entrada e incluso había gente bañándose.
A media tarde ponemos rumbo a Keflavík. Será nuestra última noche en la AC y queremos tener tiempo para recoger todos los trastos, limpiarla un poco y localizar una gasolinera con aspiradora y manguera cerca de la oficina de entrega.
Por el camino vemos unas pequeñas fumarolas; no hay nada señalizado, pero entramos en el desvío a la derecha.
Es una zona geotermal, en Þorlákshöfn, no recuerdo dónde exactamente, pero sí que vimos un cartel por la zona que indicaba Sveitarfélagið Ölfus, una Hverir a pequeña escala, con fumarolas, solfaratas, azufres y barros explosivos. Una pequeña montaña nos recordó a Namafjiall, con su hendidura en el centro.
Cerca hay una casa negra, delante de la que hay una lago azul turquesa de agua muy espesa, y lo que parece ser un viejo balneario abandonado. Esto es una suposición nuestra. También varias tuberías pequeñas de las que sale vapor y una enorme con la que se aprovechará el calor gratuito de la tierra. si no tienes oportunidad de ir al norte, tal vez aquí puedas llevarte una idea de la fuerza geotermal que hay en la isla.
Ahora sí, rumbo a algún camping cercano al aeropuerto. Se nos hace pesadísima la hora y media que pasamos en carretera. Buscando la gasolinera que nos habían recomendado los de Campervan Iceland por correo con servicios para AC, dimos con una rotonda en la zona comercial de Reykjanesbær (carretera 41, Reykjanesbraut) en la que hay un puesto de venta de fish and chips, al lado de la gasolinera Orkan y del Bonus. Eran las 6 de la tarde, ¿qué más daba añadir otro poco de locura de horarios y costumbres? ¡¡¡Qué bueno estaba!!! Si era bacalao, nos tocó un trozo grueso, blanquísimo, tierno... y el empanado sin sabor a fritanga.
Nuestro último baño fue en la piscina de Garður, al oeste de Reykjanesbær, ya en la zona de Keflavík, a donde llegamos con 16 grados. La piscina de natación tenía varias calles, a 28º y varios hotpots a 38º, 40º y 42º. Hay también una infantil pequeñita y un tobogán grande rojo desde el que me animo a tirarme varias veces saliendo de las piscinas de agua caliente. Si hubiera seguido un poco más en la isla en poco tiempo hubiera aguantado hasta la de 4,5º . Nos llama la atención que en una de las mesas hay un termo de café, bricks de leche y agua gratis. La siguiente foto pertenece a www.svgardur.is/ ...g-sundlaug
A la salida la temperatura ha bajado ya hasta los 9º; pasamos un rato en el parque infantil que está al salir, cerca de la escuela y de las canchas, con tirolina incluida.
Hacemos las últimas fotos del intento de puesta de sol que nos deja el perfil de Garður y nos dirigimos al camping Sangerdi para dormir nuestro último sueño en la AC.