Día 6, 8 de agosto
De nuevo madrugamos y hemos preparado el desayuno en la casita, con unas vistas preciosas de los prados de la granja. A las ocho de la mañana, ya estábamos en el coche. Eso sí, como cada mañana, está nublado. Esta es la tónica general del viaje, siempre amanece nublado, luego puede salir el sol, o no, o puede llover, o no. Pero hoy hace bastante frío y humedad.
Aunque el día anterior ya habíamos ido a cenar a Djúpivogur y lo habíamos hecho mirando al puerto, hoy queríamos visitarlo de día.
Hay que tener en cuenta que cuando en Islandia se habla de una ciudad, con la excepción de Reikiavik, hay que cambiar el orden de magnitud, ya que Djúpivogur por ejemplo, no llega a 400 habitantes. De hecho, en las guías de viaje se citan pueblos que tiene menos de 100 habitantes, pero es que es lo que hay.
Realmente Islandia es una isla desierta. Su densidad de población es de 3 habitantes por cada kilómetro cuadrado, España tiene 93. De hecho, precisamente cuando uno llega a los fiordos del este se da cuenta de que, al desaparecer el turismo, desaparecen las personas. Es difícil coincidir con un coche en la carreteras o incluso con alguien en la calle. Eso sí, a al hora de cenar, los bares y restaurantes están repletos de islandeses. Les encanta.
Bueno, pues si bien, en general, las ciudades de Islandia no tienen mayor interés que el lugar donde está ubicadas y su arquitectura de madera pintada de brillantes colores, Djúpivogur es el puerto más antiguo de los fiordos orientales, data del siglo XVI.
Conserva alguna de las casas del siglo XVIII. En concreto, esta roja que es el antiguo almacén de troncos Langabúð que hoy es un museo.
Aunque el día anterior ya habíamos ido a cenar a Djúpivogur y lo habíamos hecho mirando al puerto, hoy queríamos visitarlo de día.
Hay que tener en cuenta que cuando en Islandia se habla de una ciudad, con la excepción de Reikiavik, hay que cambiar el orden de magnitud, ya que Djúpivogur por ejemplo, no llega a 400 habitantes. De hecho, en las guías de viaje se citan pueblos que tiene menos de 100 habitantes, pero es que es lo que hay.
Realmente Islandia es una isla desierta. Su densidad de población es de 3 habitantes por cada kilómetro cuadrado, España tiene 93. De hecho, precisamente cuando uno llega a los fiordos del este se da cuenta de que, al desaparecer el turismo, desaparecen las personas. Es difícil coincidir con un coche en la carreteras o incluso con alguien en la calle. Eso sí, a al hora de cenar, los bares y restaurantes están repletos de islandeses. Les encanta.
Bueno, pues si bien, en general, las ciudades de Islandia no tienen mayor interés que el lugar donde está ubicadas y su arquitectura de madera pintada de brillantes colores, Djúpivogur es el puerto más antiguo de los fiordos orientales, data del siglo XVI.
Conserva alguna de las casas del siglo XVIII. En concreto, esta roja que es el antiguo almacén de troncos Langabúð que hoy es un museo.
Aunque también tiene alguna no tan famosa como este curioso hotel.
Otra de las cosas que tiene Djúpivogur curiosas es esta escultura formada por 34 huevos en el puerto que representan a las especies de aves presentes en el fiordo. Se llama Eggin i Gledivík.
Y también tiene un precioso y pequeño faro naranja.
Una vez terminada la visita al pueblo hemos pasado por la gasolinera para llenar al depósito. Es la primera vez que lo hacemos en una gasolinera que no sea de la cadena Olis y nos retienen 25.000 coronas, que tardarán en liberarnos de la cuenta varios días. Pasa siempre con las gasolineras de la cadena N1, que sino marcas un importe exacto, sino llenar el depósito, te retienen 25.000, con independencia de lo que eches. Al lado hay un super, así que hemos comprado pan y skyr y listos para comenzar viaje.
Recorremos todo el fiordo Berufjörður pero está tan nublado que no tenemos vistas buenas, es más, ni siquiera vemos el monte Búlandstindur, un monte piramidal que es la vista más característica de este fiordo.
Así que continuamos y empieza a aparecer el sol cuando llegamos al faro de Streitisviti, justo antes de empezar a recorrer el fiordo que nos llevará a Breiðdalsvík.
Recorremos todo el fiordo Berufjörður pero está tan nublado que no tenemos vistas buenas, es más, ni siquiera vemos el monte Búlandstindur, un monte piramidal que es la vista más característica de este fiordo.
Así que continuamos y empieza a aparecer el sol cuando llegamos al faro de Streitisviti, justo antes de empezar a recorrer el fiordo que nos llevará a Breiðdalsvík.
Si bien esta zona no es un fiordo propiamente dicho, no hay entrantes profundos, sí que ofrece unas bonitas vista de los acantilados de lava.
El día iba clareando y la temperatura mejoraba algo. Tal vez consiguiéramos que Islandia nos regalase un día completo de sol...
Pasamos por Breiðdalsvík, otro pueblo pesquero con no demasiado encanto. Decir que en esta zona se puede optar por ir por el famoso Öxi Pass, la parte más alta de la carretera 939 que termina en la 95, o bien hacer lo que nosotros, seguir costeando por la N 1.
La verdad es que poder disfrutar de las vistas del mar merece muchísimo la pena, una vez que el sol ilumina el agua. Además, los días que hemos pasado en la zona sur, excepto en un par de ocasiones que nos hemos acercado a la playa, el mar queda bastante lejos, así que resulta una agradable novedad.
Viajamos con Fáskrúðsfjörður a la derecha, para, ya por el interior descender hasta el final del fiordo Mjóifjörður. Su traducción literal es "fiordo estrecho" y de hecho lo es, solo tiene 18 km de ancho, y por eso resulta tan bonito.
Pasamos por Breiðdalsvík, otro pueblo pesquero con no demasiado encanto. Decir que en esta zona se puede optar por ir por el famoso Öxi Pass, la parte más alta de la carretera 939 que termina en la 95, o bien hacer lo que nosotros, seguir costeando por la N 1.
La verdad es que poder disfrutar de las vistas del mar merece muchísimo la pena, una vez que el sol ilumina el agua. Además, los días que hemos pasado en la zona sur, excepto en un par de ocasiones que nos hemos acercado a la playa, el mar queda bastante lejos, así que resulta una agradable novedad.
Viajamos con Fáskrúðsfjörður a la derecha, para, ya por el interior descender hasta el final del fiordo Mjóifjörður. Su traducción literal es "fiordo estrecho" y de hecho lo es, solo tiene 18 km de ancho, y por eso resulta tan bonito.
Comenzamos a bajar por una carretera endemoniada, con un montón de curvas, de grava, llena de baches y una pendiente considerable. Pero si el fiordo merece la pena no menos la vista desde la carretera, toda llena de cascadas, llamadas Klifbrekkufossar.
El pueblo, que se encuentra más adelante y al que nosotros no fuimos, ahora es el menos poblado de Islandia, fue a principios del siglo una estación ballenera noruega. Supongo que este barco varado algo tenía que ver con ella, pero no he encontrado ninguna información al respecto: si lleva mucho allí, si fue un naufragio o un abandono. El caso es que en algunos sitios aparece equivocadamente como un barco de la Segunda Guerra Mundial. En cualquier caso, es muy fotogénico.
Desde casi cualquier ángulo.
Muy cerca del barco hay una granja, se ve en la foto de arriba. Esto da una idea de lo aislados que viven algunos islandeses. Imaginaos esto en pleno invierno
Dimos la vuelta para volver por la 93 de nuevo hasta la N 1 para llegar a Egilsstaðir, sin ningún interés y en la que solo paramos en el super para comprar alguna cosilla, ya que allí hay un Bonus.
Seguimos camino, ya que nuestro siguiente objetivos son dos cascadas que se encuentran al final de un lago llamado Lagarfjlót, del que se dice que también tiene un monstruo, como el del Ness. Obviamente nosotros no lo vimos.
Lo que sí es una peculiaridad de esta zona es que han realizado una repoblación de árboles en una de sus orillas y la verdad, es que resulta tremendamente extraño, ya que en Islandia no hay árboles de ese porte. Realmente es un arboretum, en el que se plantaron diferentes especies con el fin de demostrar que los árboles sí podían crecer en Islandia y posiblemente explotarlos, aunque esa faceta parece que se ha abandonado.
Paramos a comer en un mirador justo antes de llegar al camino por el que se sube a las cascadas y coincidimos con un grupo de valencianos que venían en un minibus del norte, haciendo un recorrido circular en sentido contrario al nuestro. Nos dijeron que les había hecho horrible, sobretodo por el viento, así que, teniendo en cuenta que malo malo no nos había hecho pero que sólo habíamos tenido pequeños ratos de sol, nos quedamos un poco plof. Pero bueno, estuvo bien cambiar impresiones sobre lo que a cada uno les quedaba por ver.
Aprovechando esto, en muchas de las carreteras islandesas hay pequeñas áreas de descanso con unas mesas y bancos donde se puede parar a comer, normalmente con unas vistas estupendas. Es en estos banquitos donde nos encontramos con algunos viajeros.
Bueno, pues tras la comida comenzamos el paseo, que será de un total de casi 5 km. Hay que atravesar una puerta y el primer tramo son unas escaleras. Después se sigue subiendo por un camino, dejando todo el rato el río a la derecha.
Seguimos camino, ya que nuestro siguiente objetivos son dos cascadas que se encuentran al final de un lago llamado Lagarfjlót, del que se dice que también tiene un monstruo, como el del Ness. Obviamente nosotros no lo vimos.
Lo que sí es una peculiaridad de esta zona es que han realizado una repoblación de árboles en una de sus orillas y la verdad, es que resulta tremendamente extraño, ya que en Islandia no hay árboles de ese porte. Realmente es un arboretum, en el que se plantaron diferentes especies con el fin de demostrar que los árboles sí podían crecer en Islandia y posiblemente explotarlos, aunque esa faceta parece que se ha abandonado.
Paramos a comer en un mirador justo antes de llegar al camino por el que se sube a las cascadas y coincidimos con un grupo de valencianos que venían en un minibus del norte, haciendo un recorrido circular en sentido contrario al nuestro. Nos dijeron que les había hecho horrible, sobretodo por el viento, así que, teniendo en cuenta que malo malo no nos había hecho pero que sólo habíamos tenido pequeños ratos de sol, nos quedamos un poco plof. Pero bueno, estuvo bien cambiar impresiones sobre lo que a cada uno les quedaba por ver.
Aprovechando esto, en muchas de las carreteras islandesas hay pequeñas áreas de descanso con unas mesas y bancos donde se puede parar a comer, normalmente con unas vistas estupendas. Es en estos banquitos donde nos encontramos con algunos viajeros.
Bueno, pues tras la comida comenzamos el paseo, que será de un total de casi 5 km. Hay que atravesar una puerta y el primer tramo son unas escaleras. Después se sigue subiendo por un camino, dejando todo el rato el río a la derecha.
Cuando se lleva aproximadamente un km aparece Litlanesfoss, otra de las cascadas islandesas con columnas de basalto:
No todas son verticales, también las hay en otras direcciones como consecuencia de los movimientos tectónicos.
Allí arriba también se ve Hengifoss, a la que se llega tras otra subidita de algo más de 1 km. Esta es para mi, la segunda cascada más bonita de Islandia.
Aquí se ven mejor los estratos de arcilla entre el basalto, que es lo que le el color a las franjas rojas.
Me encantaron el paseo y las dos cascadas, a pesar de que en algún momento, como cada día, nos cayeron algunas gotillas... No obstante, no llegamos a la base de la cascada como en otras ocasiones porque el río tenía mucha agua y había que cruzarlo, pero por supuesto, hubo baño de pies.
De nuevo al coche para, esta vez por la orilla norte y muy atentos por si veíamos al monstruo , volvemos a rodear el lago para dirigirnos a Seyðisfjörður.
Lo primero que hicimos fue ir al hotel, ya que dormíamos en el mismo pueblo. Concretamente en los antiguos alojamientos para los trabajadores de una empresa pesquera que había. Cuando llegamos y vimos que eran casi los tinglados de un puerto nos quedamos un poco sorprendidos, pero luego la habitación estaba genial y tenía su encanto.
De Seyðisfjörður dicen que es uno de los pueblos más bonitos de Islandia. Es un pueblo, bastante idílico, al final del fiordo con su mismo nombre y que tiene este aspecto general.
De nuevo al coche para, esta vez por la orilla norte y muy atentos por si veíamos al monstruo , volvemos a rodear el lago para dirigirnos a Seyðisfjörður.
Lo primero que hicimos fue ir al hotel, ya que dormíamos en el mismo pueblo. Concretamente en los antiguos alojamientos para los trabajadores de una empresa pesquera que había. Cuando llegamos y vimos que eran casi los tinglados de un puerto nos quedamos un poco sorprendidos, pero luego la habitación estaba genial y tenía su encanto.
De Seyðisfjörður dicen que es uno de los pueblos más bonitos de Islandia. Es un pueblo, bastante idílico, al final del fiordo con su mismo nombre y que tiene este aspecto general.
Pero también tiene un puerto bastante grande donde llegan los ferris procedentes de las islas Feroe y de Dinamarca. No pudimos evitar pensar que un pueblo como este podría ser el escenario de la serie Atrapados (ya expliqué algo de esta serie en las primeras etapas, pero vuelvo a recomendarla aquí).
Pero sin duda, el encanto del pueblo reside en sus preciosas casas de "lata" pintadas de colores.
Pero sin duda, el encanto del pueblo reside en sus preciosas casas de "lata" pintadas de colores.
Aunque esta es sin duda la imagen más famosa del pueblito:
Después de dar un largo paseo por el pueblo fuimos a cenar a Skaftfell Bistro, donde compartimos mesa con otra pareja, porque estaba bastante lleno, pero tenía un ambiente muy agradable. Sin embargo, hoy hemos disfrutado de estar solos en muchos de los sitios a los que hemos ido. Se nota mucha diferencia en cuanto a número de turistas de esto con el sur y más lo notaríamos los días venideros, pues cuanto más al norte menos gente.
Tras la cena, como sigue siendo muy de día otro paseito y a nuestro hotel en las afuera. Hoy el día no ha sido tan intenso como otros, así que estamos menos cansados.
Tras la cena, como sigue siendo muy de día otro paseito y a nuestro hotel en las afuera. Hoy el día no ha sido tan intenso como otros, así que estamos menos cansados.
ALOJAMIENTO SEYðISFJORðUR:
• Nord Marina Guesthouse. No tiene web, pero se puede reservar en cualquier centra de reservas. Es un edificio antiguo reformado donde se alojaban los trabajadores de una fábrica de pescado. Tiene una gran cocina común.
INFORMACIÓN:
• east.is
• Hengifoss