Día 7, 9 de agosto
Nos levantamos tempranito, porque teníamos dos horas y media de viaje hasta nuestra primera parada del día. Hoy también amanece nublado y con algo de lluvia, pero es que cada día hace más frío, se nota que vamos hacia el norte.
Entre nubes y algunos ratos de lluvia llegamos al Parque Nacional Jökulsárgljúfur, uno de los tres parques nacionales que finalmente constituyeron el de Vatnajökull National Park. Es un área alargada y nosotros comenzamos su visita por las cascadas, que son la atracción situada más al sur del parque, formadas por el río Jökulsá á Fjöllum. Esta es Detiffos, una de las cascadas más caudalosas de Europa.
Hasta aquí se puede llegar desde dos sitios diferentes. Ambos parten de la N1: desde la carretera 864 o desde la 862. La primera es mucho mejor, pero si se quiere continuar visitando el parque hacia el norte no queda más remedio que usar la 862.
Esto también genera cierto debate sobre qué vista es la mejor para las cascadas. Mi opinión es que probablemente desde cualquiera de las dos la vista es impresionante, con diferentes perspectivas, pero buenas las dos.
Esto también genera cierto debate sobre qué vista es la mejor para las cascadas. Mi opinión es que probablemente desde cualquiera de las dos la vista es impresionante, con diferentes perspectivas, pero buenas las dos.
Quizá desde el otro lado se llega más cerca. Se ve la gente muy chiquitita enfrente, pegada a la cascada, pero desde tan cerca también se pierde perspectiva. Lo cierto es que la cantidad de agua es tal que la columna de gotitas de agua se ve desde lejísimos y te pones perdido sin acercarte demasiado.
Desde el mismo aparcamiento sale un camino común que se desvía, a la izquierda hacia Dettiffoss y a la derecha a Gulfoss. La verdad es que entre que llovía un poco y además caían tantas gotas de las cascadas, disfrutamos poco del más de medio kilómetro que las separa.
Desde el mismo aparcamiento sale un camino común que se desvía, a la izquierda hacia Dettiffoss y a la derecha a Gulfoss. La verdad es que entre que llovía un poco y además caían tantas gotas de las cascadas, disfrutamos poco del más de medio kilómetro que las separa.
De nuevo de vuelta al coche y esta vez a conducir una de las carreteras más incómodas de todas las que usamos en Islandia, pesar de que no es la peor. La 862 por la que veníamos se convierte en F-862. Llovía, pero eso no era lo peor, la carretera es muy estrecha, sólo cabe un coche y tiene apartaderos cada tanto. Íbamos nerviosos por si nos cruzábamos con alguien y no había apartadero, porque era imposible que cupiesen dos coches. Tampoco podías sacar un poco la rueda de la carretera porque estaba encajada en la tierra, en fin, un estrés... Tanto es así que ni siquiera vimos el desvío a Hafragilsfoss, una cascada más modestita, pero que hubiéramos querido visitar..
Por fin, tras unos 25 km de carretera infernal, con el coche tan lleno de barro que no sabíamos por dónde coger la puerta para cerrarla llegamos a Vesturdarlur.
Por fin, tras unos 25 km de carretera infernal, con el coche tan lleno de barro que no sabíamos por dónde coger la puerta para cerrarla llegamos a Vesturdarlur.
Esta zona zona del parque tiene dos principales zonas de interés. Hljóðaklettar, que se trata de un afloramiento de basalto en columnas verticales, horizontales y otras diversas formas, que junto con plegamientos y roturas dan lugar a unas formaciones muy curiosas. Este nuevo nombre imposible significa "rocas del eco" y parece ser que es así porque precisamente en estos recovecos suena el eco del caudaloso río Jökulsá á Fjöllum, que está justo al lado.
El camino discurre por una zona de arbustos y durante todo el recorrido se ven esculturas naturales, que no dejan de sorprender. Algunas tienen nombre, entre los que no pueden faltar, por supuesto, troles y ogros.
El camino discurre por una zona de arbustos y durante todo el recorrido se ven esculturas naturales, que no dejan de sorprender. Algunas tienen nombre, entre los que no pueden faltar, por supuesto, troles y ogros.
El recorrido para visitar esta zona se hace por el camino V2, pero nosotros queríamos visitar también Rauðhólar, o montañas rojas, para lo que hay que coger la ruta V4. Es un poco más larga y hay que subir un pelín, pero no deja de ser un paseo de 5 km.
Esta es la primera montaña roja que vemos:
Esta es la primera montaña roja que vemos:
Alcanzada esa primera cima se ven el resto de cráteres que recorreremos después. Tiene un color rojo intenso, una pena que no tengamos ni un solo día soleado donde todo resaltaría más...
Desde arriba al mirar hacia atrás vemos esta perspectiva de Hljóðaklettar:
La bajada es bastante inclinada y el camino queda muy expuesto a la parte del río, pero incluso para los que tenemos un poco de vértigo, merece la pena el paseo.
Tras terminar la ruta V4 hacemos el camino de vuelta del tramo circular por la V2, para llegar a la Iglesia, una de las formaciones basálticas más famosas de esta zona.
Tras terminar la ruta V4 hacemos el camino de vuelta del tramo circular por la V2, para llegar a la Iglesia, una de las formaciones basálticas más famosas de esta zona.
Volvimos al aparcamiento y allí mismo comimos. Hacía un aire terrible y tuvimos que cambiar el coche de sitio para que nos tapase un poco. Habíamos pasado bastante frío en el camino así que estábamos deseando meternos en el coche para ir a nuestro siguiente destino: Ásbyrgi.
Se trata de una depresión en forma de herradura. De hecho cuenta la leyenda que es debida a que Sleipnir, el caballo volador de ocho patas de Odín tocó aquí la tierra , que digo yo, si era volador, más adecuado sería que tuviera 8 alas...
Se trata de una depresión en forma de herradura. De hecho cuenta la leyenda que es debida a que Sleipnir, el caballo volador de ocho patas de Odín tocó aquí la tierra , que digo yo, si era volador, más adecuado sería que tuviera 8 alas...
Paramos en el centro de visitantes, ya que teníamos previsto hacer alguna excursión a pie, pero hacía tanto frío y caía agua a ratos, que desistimos y decidimos irnos a Húsavík.
Como llegamos pronto nos pasamos por el sitio donde habíamos contratado la excursión para ver ballenas al día siguiente. Coincidió que justo llegaba una lancha. Nos contaron que hacía mucho frío pero que habían visto varias ballenas. De hecho, el guía era un chico español, que nos dijo que nos pusiéramos todo lo que tuviésemos de abrigo, que la previsión era de mucho viento y lluvia y que al día siguiente nos acompañaría otra guía que había que también era española.
Contentos por un lado pero descontentos por la previsión de mal tiempo, pagamos la excursión (esto es lo bueno de esta empresa, que reservas pero no pagas por adelantado) y, tras preguntar por un sitio para la cena, nos fuimos al hotel, que fue toda una odisea. Para hacer el check-in había que ir a otro sitio. Cuando nos dan la habitación era un gua diminuto en el que no nos cabían las maletas y no nos podíamos cambiar de ropa a la vez. Un verdadero engaño.
Con el cabreo en todo lo alto nos fuimos a cenar a Salka, un restaurante estupendo donde cenamos muy bien.
Después dimos un paseo por el pueblo y por el puerto. No hacía tanto aire, pero había una humedad tremenda, así que nos fuimos a "disfrutar" de la habitación de los pitufos.
Como llegamos pronto nos pasamos por el sitio donde habíamos contratado la excursión para ver ballenas al día siguiente. Coincidió que justo llegaba una lancha. Nos contaron que hacía mucho frío pero que habían visto varias ballenas. De hecho, el guía era un chico español, que nos dijo que nos pusiéramos todo lo que tuviésemos de abrigo, que la previsión era de mucho viento y lluvia y que al día siguiente nos acompañaría otra guía que había que también era española.
Contentos por un lado pero descontentos por la previsión de mal tiempo, pagamos la excursión (esto es lo bueno de esta empresa, que reservas pero no pagas por adelantado) y, tras preguntar por un sitio para la cena, nos fuimos al hotel, que fue toda una odisea. Para hacer el check-in había que ir a otro sitio. Cuando nos dan la habitación era un gua diminuto en el que no nos cabían las maletas y no nos podíamos cambiar de ropa a la vez. Un verdadero engaño.
Con el cabreo en todo lo alto nos fuimos a cenar a Salka, un restaurante estupendo donde cenamos muy bien.
Después dimos un paseo por el pueblo y por el puerto. No hacía tanto aire, pero había una humedad tremenda, así que nos fuimos a "disfrutar" de la habitación de los pitufos.
ALOJAMIENTO HÚSAVÍK:
• Guesthouse Sigtún. La casa en general no está mal, pero tuvimos la desgracia de que nos tocó una habitación diminuta, donde prácticamente no nos podíamos mover. Además, el check in hay que ir a hacerlo a otro sitio
INFORMACIÓN:
• north.is
• Jökulsárgljúfur