Siempre he vivido atrapada por la magia de las imágenes que he visto, estos años atrás, de zocos, edificios color ocre, el Sahara,...y las mil historias que contaban las mamás marroquíes de mis alumnos, que de vez en cuando me traían algún detallito de aquellas tierras, y los acompañaban de dulces y bonitas postales.
Desde ese momento, siempre supe que quería conocer Marruecos...lo tenía complicado, mi marido, todo lo contrario a mi, nunca se ha sentido atraído por esta cultura, y nombrar Marrakech, o Fez consigue en él un efecto migraña inminente...algo raro, vaya.
Corría el mes de noviembre cuando lié como buenamente pude a mis compañeras del cole, y a lo tonto, a lo tonto, nos juntamos 8 chicas dispuestas a dejarnos embrujar por la magia de Marrakech.
No sé mis compañeras, pero yo sabía donde iba, estaba emocionada por conocer una cultura totalmente diferente a la mía y a la europea; sabía que era un país menos desarrollado que el mío y todo lo que ello conlleva, supongo que por eso, superó mis expectativas y volvería mil y una vez más. Y aunque solo esté a 13km de Europa, Marrakech sigue siendo de otro tiempo y de otro lugar.
El tiempo era limitado, solo disponemos de los fines de semana, ya que los puentes y macrovacaciones todas las aprovechamos para viajar en familia. También teníamos claro que no queríamos pasar calor y que moríamos de ganas por viajar, así que la fecha debía ser cercana.
Mirando el precio de los vuelos (por cierto, nada baratos al ser fin de semana) nos cuadró el último finde de enero y reservamos la ida con ryanair y la vuelta con air europa (que unicamente ese fin de semana fletaba un avión a media tarde...el resto del año su vuelo sale a las 23:45h)...el motivo? la maratón de Marrakech, que ese domingo se celebraba en sus calles; aunque de todo esto nos enteramos después, claro.
Para compensar el vuelo encontramos un alojamiento estupendo y muy barato. Como no podía ser de otra forma, un riad en la medina, a escasos 10 minutos andando de la bulliciosa plaza Jmaa El Fna. Nos costó 20 euros la noche con desayuno, y como tenía disponibilidad para 8 personas lo reservamos todo entero para nosotras.
Se trata de Riad Dar Wildeve, regentado por una española de Zaragoza, y aunque ella no estaba ese fin de semana allí, su empleado Youssef, nos hizo sentir como en casa.
Tengo que deciros que fue un fin de semana de mucho frío y muchas de las viviendas de allí no están bien preparadas para combatirlo, al contario, su construcción asegura el estar fresquito y a la sombra durante la mayor parte del año, ya que allí las temperaturas aprietan.
Un riad, es una típica construcción marroquí dentro de la medina, y tras una tosca fachada albergan auténticos oasis de paz, tranquilidad y confort. Suelen tener un gran patio, fuentes, flores,...
Éste es el nuestro:
Venga que empezamos!
Desde ese momento, siempre supe que quería conocer Marruecos...lo tenía complicado, mi marido, todo lo contrario a mi, nunca se ha sentido atraído por esta cultura, y nombrar Marrakech, o Fez consigue en él un efecto migraña inminente...algo raro, vaya.
Corría el mes de noviembre cuando lié como buenamente pude a mis compañeras del cole, y a lo tonto, a lo tonto, nos juntamos 8 chicas dispuestas a dejarnos embrujar por la magia de Marrakech.
No sé mis compañeras, pero yo sabía donde iba, estaba emocionada por conocer una cultura totalmente diferente a la mía y a la europea; sabía que era un país menos desarrollado que el mío y todo lo que ello conlleva, supongo que por eso, superó mis expectativas y volvería mil y una vez más. Y aunque solo esté a 13km de Europa, Marrakech sigue siendo de otro tiempo y de otro lugar.
El tiempo era limitado, solo disponemos de los fines de semana, ya que los puentes y macrovacaciones todas las aprovechamos para viajar en familia. También teníamos claro que no queríamos pasar calor y que moríamos de ganas por viajar, así que la fecha debía ser cercana.
Mirando el precio de los vuelos (por cierto, nada baratos al ser fin de semana) nos cuadró el último finde de enero y reservamos la ida con ryanair y la vuelta con air europa (que unicamente ese fin de semana fletaba un avión a media tarde...el resto del año su vuelo sale a las 23:45h)...el motivo? la maratón de Marrakech, que ese domingo se celebraba en sus calles; aunque de todo esto nos enteramos después, claro.
Para compensar el vuelo encontramos un alojamiento estupendo y muy barato. Como no podía ser de otra forma, un riad en la medina, a escasos 10 minutos andando de la bulliciosa plaza Jmaa El Fna. Nos costó 20 euros la noche con desayuno, y como tenía disponibilidad para 8 personas lo reservamos todo entero para nosotras.
Se trata de Riad Dar Wildeve, regentado por una española de Zaragoza, y aunque ella no estaba ese fin de semana allí, su empleado Youssef, nos hizo sentir como en casa.
Tengo que deciros que fue un fin de semana de mucho frío y muchas de las viviendas de allí no están bien preparadas para combatirlo, al contario, su construcción asegura el estar fresquito y a la sombra durante la mayor parte del año, ya que allí las temperaturas aprietan.
Un riad, es una típica construcción marroquí dentro de la medina, y tras una tosca fachada albergan auténticos oasis de paz, tranquilidad y confort. Suelen tener un gran patio, fuentes, flores,...
Éste es el nuestro:
Venga que empezamos!