Estambul ofrece a sus visitantes una diversidad cultural y artística excepcional. Desde Bizancio, en sus inicios hasta Estambul en la actualidad, Constantinopla constituyó la época de máximo apogeo económico y artístico en la ciudad. Es en esta época donde nace una expresión artística nueva que se propagará por todo el imperio de la mano de Constantino, resurgiendo una visión moderna del arte religioso clásico, con Santa Sofia y la iglesia de San Salvador de Chora o Kariye como máximos exponentes. Durante el imperio Otomano, la Mezquita Azul, Mezquita de Solimán el Magnífico, Palacio de Topkapi y los palacios del Bósforo conforman un amplio rango arquitectónico artístico que se puede ver en pocas ciudades, testigo del apogeo de la capital de tres de los imperios más poderosos en la historia de las civilizaciones.
Si Florencia fue cuna del renacimiento, Constantinopla fue la cuna del arte bizantino, expresándose entre los límites del imperio romano de Oriente, la ciudad conoce su máximo esplendor artístico en esta época. Una de las características principales del arte Bizantino es que está estrechamente vinculado a la religión, en su caso a la cristiana. Es lógico puesto que fue Constantino quién hizo del Cristianismo la religión oficial del imperio romano.
Destaca por ser una síntesis entre el arte helenístico clásico y el arte oriental, las composiciones equilibradas en los motivos decorativos de esculturas, mosaicos y columnas se une a las formas ricamente adornadas con materiales y coloridos propios de la cultura oriental, de formas mucho más estilizadas. En arquitectura destacan las características cúpulas entre pechinas típicas de las basílicas bizantinas, los revestimientos de mármol y la decoración de capiteles. La arquitectura junto con los mosaicos son la máxima expresión del arte Bizantino y Estambul cuenta con dos ejemplos excepcionales, Santa Sofia y San Salvador de Chora.
Santa Sofia
El emperador de la capital del imperio Bizantino Justiniano I mandó construir en el 532 el imponente templo en honor a la tercera persona de la Trinidad, en un intento por superar el templo de Salomón en Jerusalén. Un tambor central soporta la gran cúpula rodeada de cuatro pechinas, los arquitectos adoptaron la planta basilical clásica para su construcción. La cúpula inicialmente se sostenía sobre dos semicúpulas que le valían de contrafuertes, posteriormente los Otomanos le añadieron grandes contrafuertes y los minaretes exteriores, convirtiéndola en mezquita después de casi mil años de culto cristiano, dándole la imagen que posee hoy día.
Santa Sofia es por tanto una de las construcciones mas antiguas y más importantes del arte bizantino en el mundo, testigo del apogeo de la ciudad de aquella época. Por ello hoy Santa Sofia es un museo al aire libre donde se pueden apreciar la belleza del arte bizantino en Estambul. El interior también es destacable, ya que posee varios mosaicos pertenecientes a la época bizantina y otros que aunque no son de la época poseen una belleza extraordinaria. Todos los mosaicos religiosos se tapiaron con yeso durante el imperio Otomano, muchos se han recuperado y restaurado para el deleite de los visitantes.
Exceptuando los de las entradas que son más antiguos, los mejor conservados pertenecen al s.XIV y principios del s.XV, son los mosaicos venecianos que fueron tapiados cuando los Otomanos conquistaron la ciudad en 1453. Durante esta época varias cruzadas se inician desde Roma con la financiación de mercaderes venecianos para recuperar el espíritu cristiano que se estaba perdiendo en la ciudad, prueba de ello son estos bellos mosaicos en la segunda planta del templo al más puro estilo bizantino. Destaca uno sobre el resto por su finura y carácter realista del mosaico, como si se tratase de una pintura, realmente es impresionante.
Kariye
Si Santa Sofia es un ejemplo del arte Bizantino en cuanto a arquitectura se refiere, San Salvador de Chora o Kariye lo es en cuanto a los mosaicos que alberga. Para muchos los mosaicos bizantinos más bellos del mundo, también fueron tapiados durante su conversión a Mezquita. Originariamente fue un monasterio fundado en el s.IV consagrado a Cristo, llamado San Salvador en el Campo, en griego Chora significa extramuros, ya que se situaba fuera de la muralla inicial de Constantino. En el año 413 se construye la muralla de Teodosio, quedando dentro de los márgenes de la todopoderosa Constantinopla, y cerca de una de las puertas de la ciudad. Justiniano I comienza la reconstrucción del templo haciéndolo más grande hacia el 557 pero un terremoto se lo impidió. No fue hasta el 1070 cuando María Dukaína comienza la construcción de la iglesia en forma de cruz griega, siendo la inspiración para las iglesias ortodoxas hasta el s.XVIII y la que podemos contemplar hoy día. Kariye es un ejemplo de iglesia bizantina en el mundo, pero lo más destacable está en su interior.
Los mosaicos datan del 1315, cuando Andrónico II Paleólogo añade el exonartex y la cripta a la iglesia. Teodoro de Metoquites, un intelectual de la época, será el encargado de proveerla de todos los mosaicos que conforman un orden cronológico histórico religioso, los cuales son un ejemplo del llamado renacimiento paleológico. En 1513, con la ciudad en poder de los Turcos Otomanos, Bayaceto II la convierte en Mezquita, tapiando los mosaicos con yeso. En 1948 comenzaron los trabajos de restauración, y a partir de 1958 dejó de usarse para el culto islámico y pasó a ser uno de los museos con más obras de arte bizantinas en cuanto a mosaicos se refiere del mundo. La Iglesia se encuentra en el distrito Edirnekapi, lejos de la zona turística, pero pilla de paso para visitar el distrito de Eyüp que también recomiendo, merece realmente desplazarse a esta zona de la ciudad para contemplar la iglesia más antigua de Estambul y sus magníficos mosaicos.
Estambul es una ciudad fascinante, ofrece una diversidad cultural y artística impresionante. Su historia hace que sólo en este apartado del Arte Bizantino sea la ciudad más importante del mundo.
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