Hoy decidimos pasar el día en Raurisertal; lo recordamos como uno de los mejores en esta zona. Es conocido como Tal der quellen, “el valle de los manantiales”, porque por sus tierras corren más de 300, junto a arroyos y cascadas menores. Tras bucear por la web y el mapa del valle Sommerwanderkarte que nos habían mandado por correo, nos había llamado la atención la Rauriser UrQuell, lo que ellos llaman "el secreto de Rauris". Condujimos hacia el interior del valle, en sentido contrario al que lo habíamos hecho los días anteriores, pasando por otros pueblitos como Wörth y Bucheben hasta el Gasthof Bodenhaus. El parking (de pago) y el inicio de la ruta que seguimos, la 25, están enfrente.
Nuestro objetivo está en la parte superior de Hüttwinkltal, a unos 35’ (a nosotros nos lleva algo más) de cuestas en ligera pendiente, pero fáciles de subir siguiendo las marcas blancas y rojas, en una zona de vegetación baja al principio, tras cruzar un puente de madera que salva el primer arroyo con el que nos encontramos.
A nuestra espalda queda un bosque frondoso a los pies de la cadena montañosa que tiene en un extremo al Höhe Sonnblick, con sus 3000 metros y esa forma que parece que le dieron un pellizco en su cima más alta y prominente.
Luego, según vamos ascendiendo, seguimos por un camino resguardado por helechos y árboles, con pequeñas caídas de agua. Al llegar a esta indicación tras cruzar otro puente de madera, tenemos las distintas rutas que pueden hacerse a partir de este punto.
Seguimos de frente y a la izquierda del árbol mirón, por la 25a vamos bajando un rato con vistas al valle hasta un merendero, en el que hacemos un pequeño descanso. Apenas nos cruzamos con dos personas. De vuelta al árbol seguimos la señal 25, Waldsee. Caminamos dando la espalda al arbolito; a la derecha se abre otro sendero amplio, pero nosotros seguimos hacia la zona boscosa, hasta encontrar esta imagen que nos da un brinco en el corazón.
Este es el secreto: un lago idílico e indescriptible, quieto, escondido solo aquí arriba con su esmeralda como un espejo perfecto. Nos parece estar soñando y hasta dudamos de si caminamos por el agua o por la tierra. Lo bordeamos intentando exprimir cada átomo de esta belleza, cruzando otro puente a cuya izquierda se desparramaba otra caída de agua.
Algunas setas nos sirvieron para jugar con don terremoto a que ahí viven gnomos y duendes, pero que no deben tocarse nunca. Solo una familia que iba con tres perros rompieron el silencio verde del lago; los animalitos disfrutraron chapoteando sus patitas en el espejo, que tras las ondas concéntricas, volvió a quedarse dormido.
Subimos otro buen rato más pasando el puente y de vuelta al lago nos sentamos en cualquier banco de los que hay a su alrededor para entender por qué Rauris y su valle de manantiales es uno de nuestros lugares preferidos en el Höhe Tauern.
De vuelta al aparcamiento, recorrimos por la Kolmstrasse la corta carretera panorámica Mautstrasse Kolm Saigurn, de unos 4.5 km, que nos lleva al final del valle de Kolm Saigurn para encontrarnos de frente con el Höher Sonnblick con sus 3106 m., acompañada del Alteck (2942 m.) y del Schareck (3.123 m.) Hay muchos senderos para hacer también por aquí.
Comimos en la terraza del Alpengasthof Bodenhaus, otro restaurante con zona de juegos en el exterior. Nos atendieron de maravilla, con sus trajes típicos tan bonitos.
Es uno de los mejores almuerzos de los que hemos disfrutado en el país y ya el motivo definitivo para querer volver a este valle: una ensalada de la granja (bacon, papas asadas, judías, lechuga de varios tipos, cebolla, tomate, pimiento...), pechuga empanada en almendras en salsa de curry con arroz y raviolis caseros con espinacas y ricota. Desde la mesa estábamos muy cerca del parque infantil del restaurante, en una zona de césped con manzanos y casitas para pájaros.
Después pasamos el resto de la tarde en la piscina, aprovechando los 27º que teníamos. Esta sería nuestra última noche en la casa bonita.
Nuestro objetivo está en la parte superior de Hüttwinkltal, a unos 35’ (a nosotros nos lleva algo más) de cuestas en ligera pendiente, pero fáciles de subir siguiendo las marcas blancas y rojas, en una zona de vegetación baja al principio, tras cruzar un puente de madera que salva el primer arroyo con el que nos encontramos.
A nuestra espalda queda un bosque frondoso a los pies de la cadena montañosa que tiene en un extremo al Höhe Sonnblick, con sus 3000 metros y esa forma que parece que le dieron un pellizco en su cima más alta y prominente.
Luego, según vamos ascendiendo, seguimos por un camino resguardado por helechos y árboles, con pequeñas caídas de agua. Al llegar a esta indicación tras cruzar otro puente de madera, tenemos las distintas rutas que pueden hacerse a partir de este punto.
Seguimos de frente y a la izquierda del árbol mirón, por la 25a vamos bajando un rato con vistas al valle hasta un merendero, en el que hacemos un pequeño descanso. Apenas nos cruzamos con dos personas. De vuelta al árbol seguimos la señal 25, Waldsee. Caminamos dando la espalda al arbolito; a la derecha se abre otro sendero amplio, pero nosotros seguimos hacia la zona boscosa, hasta encontrar esta imagen que nos da un brinco en el corazón.
Este es el secreto: un lago idílico e indescriptible, quieto, escondido solo aquí arriba con su esmeralda como un espejo perfecto. Nos parece estar soñando y hasta dudamos de si caminamos por el agua o por la tierra. Lo bordeamos intentando exprimir cada átomo de esta belleza, cruzando otro puente a cuya izquierda se desparramaba otra caída de agua.
Algunas setas nos sirvieron para jugar con don terremoto a que ahí viven gnomos y duendes, pero que no deben tocarse nunca. Solo una familia que iba con tres perros rompieron el silencio verde del lago; los animalitos disfrutraron chapoteando sus patitas en el espejo, que tras las ondas concéntricas, volvió a quedarse dormido.
Subimos otro buen rato más pasando el puente y de vuelta al lago nos sentamos en cualquier banco de los que hay a su alrededor para entender por qué Rauris y su valle de manantiales es uno de nuestros lugares preferidos en el Höhe Tauern.
De vuelta al aparcamiento, recorrimos por la Kolmstrasse la corta carretera panorámica Mautstrasse Kolm Saigurn, de unos 4.5 km, que nos lleva al final del valle de Kolm Saigurn para encontrarnos de frente con el Höher Sonnblick con sus 3106 m., acompañada del Alteck (2942 m.) y del Schareck (3.123 m.) Hay muchos senderos para hacer también por aquí.
Comimos en la terraza del Alpengasthof Bodenhaus, otro restaurante con zona de juegos en el exterior. Nos atendieron de maravilla, con sus trajes típicos tan bonitos.
Es uno de los mejores almuerzos de los que hemos disfrutado en el país y ya el motivo definitivo para querer volver a este valle: una ensalada de la granja (bacon, papas asadas, judías, lechuga de varios tipos, cebolla, tomate, pimiento...), pechuga empanada en almendras en salsa de curry con arroz y raviolis caseros con espinacas y ricota. Desde la mesa estábamos muy cerca del parque infantil del restaurante, en una zona de césped con manzanos y casitas para pájaros.
Después pasamos el resto de la tarde en la piscina, aprovechando los 27º que teníamos. Esta sería nuestra última noche en la casa bonita.