Martes 27 de marzo de 2018: Café New York + Parlamento + Zapatos del Danubio + Basílica de San Esteban + Ópera + Casa del Terror + Plaza de los Héroes + Castillo Vajdahunyad
Hoy empezábamos el día de una manera diferente: con un desayuno en el autoproclamado café más hermoso del mundo.
Salimos del hotel y fuimos a pie por el bulevar Múzeum körút; en el camino pasamos por el Museo Nacional Húngaro y la Facultad de Humanidades de la Universidad Eötvös Loránd (ELTE). Una vez alcanzamos la intersección con la avenida Rákóczi, seguimos por esta última hasta llegar a destino.
El Café New York nos recibió con la melodía de un piano. Faltaban unos minutos para las 9:00 am y había lugar de sobra, así que no tuvimos que esperar para que nos ubicaran en una mesa. El edificio es espectacular por donde se lo mire; la decoración de las paredes, los techos y las columnas es preciosa, refinada y llena de detalles. Predomina el color dorado y el ambiente es cálido; por un momento nos sentimos dentro de un palacio.
Pedimos un desayuno italiano (que incluía café, té o chocolate caliente, jugo de naranja, ensalada de frutas, bocadillos dulces, miel, manteca y variedad de mermeladas, abundante), un chocolate con crema, una porción de croissants y panqueques y en total pagamos 13500 HUF (45 euros). Los precios, por lógica, eran elevados, pero acordes al lugar. La propina (mayor al 10%) estaba incluida en la cuenta. La comida era rica y las porciones, correctas. La atención fue muy cordial. Definitivamente valió la pena darse el gusto.
Después de desayunar, tomamos la línea M2 del metro hasta Kossuth Lajos Square, la estación más cercana al Parlamento, porque a las 10:30 am teníamos la visita guiada en español.
Habíamos hecho la reserva por Internet con dos meses de anticipación en el sitio web del Parlamento y recibimos las entradas por correo electrónico. Cada una nos costó 5800 HUF (precio para los que no son ciudadanos de la Unión Europea) más 250 HUF por persona en concepto de gastos de servicio. Si bien es posible comprar las entradas allí mismo, preferimos asegurarnos el lugar porque los cupos se llenan enseguida.
El ingreso era por el Centro de Visitantes, así que tuvimos que rodear el edificio por uno de sus lados hasta encontrarlo (era un acceso subterráneo). El lugar estaba lleno de gente, había un mostrador de venta de entradas y una tienda de souvenirs. Nosotros nos acercamos a una pantalla que anunciaba los horarios y los idiomas de las visitas e hicimos fila con las entradas impresas; todavía faltaban 10 minutos para nuestro turno. Luego pasamos un control con escáneres, dejamos las mochilas en el guardarropas (requisito del Parlamento, servicio sin costo), y tomamos las audioguías.
La visita duró 45 minutos y fue muy interesante. Vimos la escalera principal, con su imponente alfombra roja, la Antigua Cámara Alta (actualmente usada para fines turísticos, ya que los miembros del Parlamento se reúnen en una cámara que no está abierta al público) y la Sala de la Cúpula, que contiene distintas estatuas de los reyes de Hungría y donde se hallan en custodia la Santa Corona y demás joyas de la corona húngara. En esta última sala presenciamos un cambio de guardia y es el único lugar donde está prohibido sacar fotos.
Nos despedimos de la guía y el camino nos condujo a una sala-museo donde había algunos objetos exhibidos. En el centro se destacaba una maqueta de todo el edificio.
Una vez salimos, y luego de fotografiar el Parlamento desde distintos ángulos, fuimos a ver los Zapatos del Danubio, un monumento dedicado a las víctimas del Holocausto asesinadas a orillas del Danubio.
Nuestra ruta siguió por la Basílica de San Esteban, a la que entramos tras haber hecho una donación obligatoria de 200 HUF.
En el interior se podían sacar fotos, pero sin flash. Los frescos de las paredes y los delicados detalles decorativos captaron nuestra atención.
Salimos de la nave principal e hicimos fila para subir a la cúpula, que tenía una entrada aparte, por la que había que pagar 600 HUF. El acceso a la cúpula era por escaleras y a una cierta altura se podía optar por usar un ascensor o bien seguir por escalera. Las vistas desde arriba eran increíbles:
Antes de seguir con el recorrido, fuimos a pie hasta la Plaza Vörösmarty tér en busca de algún lugar para almorzar, ya que con motivo de la Feria de la Primavera sabíamos que había varios puestos de venta de alimentos además de artesanías.
Nos detuvimos en uno llamado Grill Killary, donde compramos dos limonadas, un pancho y un crepe de papa con goulash de pollo por 7000 HUF y almorzamos de pie en unas mesas cercanas que tenían la altura de unas barras de bar.
Terminamos de comer pasadas las 14:00 pm y seguimos nuestro paseo por la Avenida Andrassy, una de las principales arterias de la ciudad en la que abundan tiendas de marcas muy conocidas y edificios elegantes.
La primera parada de esta avenida fue la Ópera, un edificio que ya desde lejos sobresale por su arquitectura.
Entramos por el lado izquierdo para comprar las entradas para la visita guiada de las 15:00 pm (2490 HUF por persona) y, como todavía faltaba media hora para el tour, nos quedamos adentro a esperar y a descansar un poco luego de tanta caminata. En la época en que fuimos nosotros, el auditorio estaba en obras y no iba a formar parte del recorrido; nosotros lo sabíamos de antemano pero igual nos lo aclararon al comprar las entradas.
La visita empezó puntual y duró 20 minutos. Incluyó el vestíbulo, la escalera principal, la cafetería y el balcón. Se podían sacar fotos, incluso con flash.
Por último, hubo un mini concierto de 10 minutos que presenciamos sentados en la escalera principal.
De nuevo en la Av. Andrassy, pasamos por la Plaza Oktogon hasta llegar a la siguiente parada, Terror Haza (la Casa del Terror), un museo conmemorativo a las víctimas de represión, tortura y asesinato de los regímenes fascista y comunista en Hungría durante el siglo XX.
La entrada costaba 3000 HUF por persona. Teníamos intenciones de contratar una audioguía (1500 HUF), pero cuando llegamos, ya no había más y desistimos de esperar a que alguna se desocupara. Dejamos las mochilas en unos lockers (también hay guardarropas para los abrigos) y empezamos la visita. En el interior estaba prohibido sacar fotos.
La exposición abarca dos pisos y un sótano, en el que se veían las celdas donde antiguamente las víctimas eran encarceladas. En cada una de las salas había material informativo impreso en húngaro y en inglés para llevar. Estuvimos una hora y media en el lugar, y, si bien la visita fue muy interesante, recomendamos hacerla con audioguía porque con tanta lectura se nos hizo un poco densa. Antes de salir, compramos una botella de agua grande (750 HUF) en la tienda del museo.
Nos quedaban unas cuantas cuadras de la Av. Andrassy por delante para llegar a la Plaza de los Héroes, pero, en vez de caminar, decidimos tomar la línea M1 del metro, la más antigua de Budapest y la segunda más antigua del mundo, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Cuando llegamos a la Plaza, la encontramos vallada y con un atril con banderas en el medio; aparentemente se iba a hacer un acto o alguna ceremonia, porque había bastante personal policial alrededor y no se podía pasar.
Nos dirigimos al Parque Városliget, pero antes sacamos unas fotos con el Castillo Vajdahunyad de fondo, que, rodeado de lagos y árboles, parecía de película:
El castillo actualmente alberga el Museo de Agricultura y su diseño está basado en un castillo ubicado en Transilvania (Rumania). Pasamos por la inmensa puerta de hierro, de la que siempre veíamos fotos de día y no sabíamos si a la tardecita/noche se podía circular libremente o estaba cerrado el paso, y que comprobamos que estaba siempre abierta.
En el recinto vimos la Capilla Jaki y la estatua Anonymous. Habíamos leído en el foro que esta zona era buena para hacer compras, pero no vimos puestos en los alrededores, posiblemente por la hora, porque ya empezaba a anochecer.
Dimos un paseo corto por el parque porque el frío se empezaba a sentir cada vez más, y luego tomamos el metro M1 desde la Plaza de los Héroes hasta Vörösmarty tér.
Teníamos reserva para cenar a las 20:00 pm en Ket Szerecsen, cerca de la Ópera, y, como todavía faltaba un largo rato, caminamos a paso lento para hacer tiempo. Pasamos por la Plaza Elizabeth, con su noria iluminada, y miramos los pocos puestos de artesanías que quedaban abiertos en la feria que había en la plaza.
Pasadas las 19:30 pm llegamos al restaurante y, si bien entramos antes de la hora estipulada, nos pudieron ubicar igual porque había mesas libres. El lugar no era muy grande, así que conviene reservar por las dudas; nosotros lo habíamos hecho con unas semanas de anticipación. La atención fue cordial y el ambiente era muy acogedor. Los precios eran razonables en relación con la calidad y las porciones, correctas. Pedimos dos bebidas, dos entradas (sopas goulash) y dos platos (pollo relleno con muzzarella, puré y tomates y costillas de cerdo con miel y chili) y pagamos 12000 HUF (38 euros) con propina, que venía incluida en la cuenta. Fue de lo mejor que comimos en Budapest y, por ende, más que recomendable.
La noche estaba agradable y las distancias no eran muy largas, así que volvimos caminando al hotel.