Abandone Laos de un modo improvisado, tras abonar el importe del billete a Stueng Traeng gasté mis últimos Kips en desayunar como dios manda, sopita de nodles con pollo, un malarone, e invitar a un par de currantes de allí a unas Beerlao. Mientras iba camino de la frontera iba dándome cuenta que era lo último que veía de ese bello país, no pude reprimir un nostálgico suspiro, este lugar es sencillamente encantador. Pero me prometi volver alguna vez, me he dejado muchas cosas que ver y que vivir en el camino.
Los tramites de salida del país son simples, rellenas el formulario de salida, te sellan el pasaporte, y previo pago de 1 US$ te lo devuelven y ala, a caminar unos 300 metros por la carretera hasta el lado camboyano. Allí lo mismo, rellenas el formulario de entrada, entregas el pasaporte, abonas los 21 US$ (son 20 + uno por la cara), te ponen el sello y un visado la mar de chulo en el pasaporte que te da derecho a permanecer en el país un mes enterito. Cruzas la barrera, hay un control de pasaportes para comprobar que nadie se haga escaqueado de pagar y otro dólar después te lo devuelven. Welcome to Cambodia.
Desde allí y una vez distribuidos los ocupantes del bus laosiano en diversos buses camboyanos según destino, yo me dirijo en un peugeot 305 de los años 80 hacia la población de Stueng Traeng. El motivo de esa parada es que no voy a ir hacia Siem Reap por la ruta convencional, quiero intentarlo desde la misma frontera y por el norte del país. Tenía un mapa de carreteras que resulto ser bastante fiable, todo el tiempo del mundo y las ganas de aventura intactas. Asi que una vez en Stueng Traeng me dirijo al mercado local para sacar fotos e inspeccionar un poco aquello. De entrada era uno de los pueblos más feos que he visto durante el viaje, pero el mercado me gusto, además de infinidad de puestos de comida había en sus alrededores multitud de arreglatodos, vendechismes usados, y oficios varios. Me llamo la atención uno con unas pinzas finas y una monóculo enorme como de cirujano, se dedicaba a depilar el interior del oído de los parroquianos, y resulto que había más de uno dedicado a esos menesteres. También vi un templo y un par de ATM. En el marcado comí una sopa hecha con despojos y una especie de callos riquísimos, unas costillitas de cerdo y probé la también famosa Angkor Beer, el orgullo de Camboya. El país promete, pero su cerveza no.
Con la información obtenida en el mercado me fui en busca de un restaurante frente al embarcadero del Mekong. Alli hay un chico que traslada a turistas en moto a donde le pidan, o hace de guía de Motards que van en busca de emociones fuertes por aquellos lares. No me fue difícil encontrarlo, de hecho, nada más entrar allí se me ofreció el mismo para encontrarme una guesthouse, menudo pájaro el Mr. Kosal. Es uno que se gana la vida con lo que salga, normalmente hace de guía tal y como he comentado, pero me contó que también trabaja a temporadas con su tío en la capital. El tema de hacer de guía lo realiza a la perfección tal y como comprobé por los comentarios de un alemán que acababa de realizar un recorrido de casi una semana por las aldeas y montañas de la frontera vietnamita. El tema de los negocios no lo lleva tan bien.
Yo queria hacerlo por mi cuenta, pero según el, la rutas por la cuales había llevado a occidentales eran duras y no extentas de riesgos en forma de atracos, tigres, mal estado de las carreteras y minas. Tambien me aseguraba que mi ruta era peor. Después de eso me pidió 80 US$ por el trayecto, más sus gastos, comida y su alojamiento por el camino…. Le dije que nanay, que esa no era la ruta que yo quería y tras un tira y afloja acabamos concertando que saliamos al dia siguiente hacia Tbeng Mean Chey, desde allí hay taxis a Siem Reap. Parecia sencillo, y el precio solo 20 US$ mas su comida y alojamiento, el resto, gasolina, barco, peajes de los puentes, etc iba a su cargo.
Acepte la habitación que me ofrecían por 5 US$ en frente del embarcadero porque no había otro sitio en la zona, era la número 13. Un zulo como otro cualquiera, y con agua caliente. Una vez duchadito y con el tema del trasporte arreglado alquilé una bici x 1 US$ y me fui con la cámara a pasear. Regrese al mercado, todavía bullía de actividad pese a ser entrada la tarde, una amplia “avenida” se comenzaba a llenar de más puestos callejeros de comida, y yo me deje llevar pedaleando por la ribera del Mekong hasta lo que resulto ser una villa de pescadores de considerable tamaño. Allí estuve un ratillo sacando fotos a los barquitos y a los pescadores, y ya con las ultimas luces regrese al mercado a llenarme la panza, tanto pedalear me había abierto el apetito. Aquello también era un carnaval de sonidos, colores y olores, desde cada rincón del lugar emanaban efluvios a infinidad de carnes y pescados asándose, condimentados con especias variadas hacían de aquello un espectáculo para los sentidos. Era el único occidental que veía desde hacía horas y las miradas de los lugareños eran de curiosidad, pero nada carentes de simpatía. A la que te sentabas en cualquier rincón a comer algo enseguida te preguntaban que si te gustaba, seguían con el típico “güel yu com flom”, y finalizaban con el “malied”? (married – casado), como decía que no todo eran risas cómplices, era muy divertido, además, me estaba dando cuenta que entre ellos no paraban de reír y bromear, como comprobé el resto del viaje son unos cachondos estos camboyanos.
Cuando ya regresaba a mi habitación encontré un café del cual salía música, en una vitrina tenían varias cervezas, incluida como no la Beerlao, asi que no pude resistirlo y me quede un ratillo hasta que cerraron.
Por la mañana siguiente me despertó el primo camboyano del gallo de las islas, el muy cabrón. Un desayuno nuevamente en el mercado y a la hora prevista mi chofer esta con un destornillador arreglando un noseque de la honda 125 que nos debía de llevar por un buen tramo de jungla hasta Tbeng Mean Chey. Cargamos la moto en el barco que nos lleva hasta Thala Barivat y desde allí tomamos una carretera que poco a poco se va convirtiendo en pista entre la jungla. El trayecto no se hace pesado, paramos para las meadicas y los cigarricos de rigor cada horita y el trayecto se va haciendo ameno. A eso de las 12 nos detenemos en el único pueblo que hemos cruzado en toda la mañana. Según mi mapa estamos en medio de algún sitio de Camboya, según Mr. Kosal estamos en Chaeb Can Dao, y dos militares que estaban allí me enseñan un mapa de la zona más detallado que me permite comprobar que efectivamente estoy en medio de Camboya, pero por lo menos se dónde poner la X en mi mapa….
Después de comer carne con verduritas y una especie de buñuelos de pescado muy ricos proseguimos la ruta, dos horas más de jungla, unos cuantos ríos y puentes, y las famosas carreteras de Camboya, rojas y polvorientas. El resto del camino discurre rápido, en otra horita de buena carretera de tierra llegamos a Tbeng Mean Chey. Me lleva a la Guesthouse Pnomh Tep y me consigue una habitación con aircon, Tv y agua caliente x solo 7 US$, y además limpia. Está en una amplia avenida en construcción, en la esquina con lo que es allí la calle principal.
Tbeng Mean Chey Es una pequeña capital de provincia. No tiene ningún interés para el turista convencional. Yo me dedique como no a pasear por el mercado y a informarme del tema “Taxi a Siem Reap”, cosa que conseguí en la estación de autobuses junto al mercado sin ninguna dificultad. Salíamos a las 8 y el precio era el estipulado en unos carteles, 8 US$. Con la calma seguí callejeando, excepto hacer fotos a la población local y a los niños que salen del cole no había nada más que hacer, así que manos a la obra. En la calle principal hay muchos locales de comidas, en uno de ellos aposente mis reales durante unas horillas viendo pasar la vida.
Por la noche mi guía me llevo a cenar a un sitio muy raro pero muy bueno, era un restaurante chino pero en Camboya, nos pusimos las botas por unos 5 US$. Luego me llevo a un Karaoke, ahí fue donde descubrí que en Camboya un Karaoke no es como en Laos. De entrada te dan una caja de latas de cerveza y un cubo con hielo para ir enfriándolas, te meten en una sala con un sofá, una tele y dos micrófonos, al momento entran unas chicas y que comience la fiesta…. Lo cierto es que fue una de las noches más frikis de todo el viaje y aunque por mi parte la cosa no fue a más, aquello podía haber degenerado en un yokese. La cuenta subió a 20 US$ por una caja de vintitantas cervezas y el alquiler de la sala, como fue a medias ahí se le esfumó la mitad del sueldo al guía. Al proximo le pedira el doble.
Por la mañana siguiente y sin que sirviera de precedente no me despertó un gallo, lo hizo el altavoz de un templo a eso de las 6.30. Que brutos, como se les ocurre poner la megafonía a esas horas, según la recepcionista era por una celebración, no siempre es así, manda güevos.
Despues de desayunar me despedi de mi guía, el regresaba a Stueng Traeng y yo iba camino de Siem Reap, quedamos que si mas adelante pasaba por la capital me podía alojar en casa de su tio y el se deplazaria para enseñarme la autentica capital y presentarme a sus amigos. Buen tipo el pájaro, recomendable sin lugar a dudas como guía. Mr. Kosal
El taxi a Siem Reap era un Toyota Camry nuevecito, en el nos desplazamos 6 pasajeros, una niña de 3 años y el conductor por la carretera que lleva primero a Kuleaen, cerca del interesante complejo de Kaoh Ker (era la antigua capital de Imperio Khmer durante el siglo X.). Desde allí tomamos una carretera de asfalto que no abandonaríamos hasta el destino final.
Mi sorpresa fue realizar el recorrido en poco más de dos horas y media, teniendo en cuenta que el día anterior tomamos una ruta mucho más lenta para poder adentrarme en la jungla y fueron 6 horas, el viaje desde la frontera de Laos hasta Siem Reap es viable en una sola jornada por el Noroeste.
Y por fin, Angkor….