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Hoy para mí era un día muy ilusionante. Como apasionado de la naturaleza uno de mis grandes afanes es observar animales en libertad y estando en Somiedo no podía faltar el intento de tratar ver a su gran reclamo faunístico, el oso pardo cantábrico, que aún siendo el animal terrestre salvaje más grande de la península, sin embargo es bastante más pequeño que sus hermanos pardos de la zona rusa o los grizzlies americanos.
Como comenté en la introducción contacté con dos empresas que se dedican a estos menesteres. Al final me decidí por Wildwatching, la cual ya conocía con anterioridad a tener en mente el viajar a estas tierras ya que siempre me ha fascinado el tipo de viajes que realizan. En su web veis que es lo que hacen. El por qué pues no sabría decirlo, ya que Somiedo Experience es más barata y encima entre la observación de la mañana y la tarde te ofrecen una excursión senderista con ellos, mientras que con Wildwatching es únicamente las observaciones, dejándote a tu aire entre medias.
El día comenzó antes de las 6:45. Nos vestimos y mientras sacaba a la perra para que hiciera sus necesidades ya ví la furgoneta de la empresa que se dirigía al lugar de encuentro. Corriendo para el centro del pueblo que es donde habíamos quedado. Íbamos bien abrigados y yo con mi objetivo Tamron 150-600 que con la Canon EOS700D, que es una APS-C, hace de él realmente un 210-960 mm. Un cañón para tratar de pillar alguna instántanea medio decente.
Al llegar comprobamos que eramos bastante gente, de hecho la furgoneta iba llena y nosotros dos y una pareja de Barcelona iríamos con otro guía, Jorge, en su coche. Luego me enteré que era uno de los guías de Somiedo Experience, que por lo visto subcontratan a su empresa de vez en cuando los de Wildwatching cuando éstos tienen a mucha gente. Jorge es un chico muy majo que mientras subíamos por la carretera dirección al Puerto hasta nuestro destino de observación, nos indicaba buenos puntos de observación. Paramos en la aldea de La Peral, en el aparcamiento con el que cuenta ya que en este lugar es donde se encuentra el famoso mirador de El Príncipe. Subimos hasta donde se encuentra la última casa de la aldea, ya que al lado hay una zona donde poder observar bien las montañas que tienes enfrente y a la espalda. Fuimos aquí porque ayer por la tarde se vieron un par de osos a última hora en una de las montañas. De todas formas nos dijeron que estaba siendo muy difícil divisarlos, ya que el campo está atrasado unos 25 días. Julio ha sido un mes con poco Sol y mucha lluvia y los arándonos y arraclanes de los cuáles se tendrían que estar inflando por estas fechas aún no están maduros del todo. De hecho me comenta Jorge que hace unos días vió excrementos de oso y aún tenían restos de cerezas.
La observación empieza de escándalo ya que en un prado recién segado se ve un zorro y un corzo. Se ven a simple vista, aunque están lejos. Con los prismáticos que nos han prestado a cada uno si no disponíamos, se ve muy bien y con el par de telescopios que ponen a nuestra disposción ni os digo.
Zorro en el quinto rábano. Disparada a 600 mm con la ISO muy alta ya que era al amanecer y a pulso hay que compensar para que no salga muy trepidada
Los que hemos pasado algunas mañanas de este estilo, que consiste en esperar y estar mirando cada dos por tres con los prismáticos sabemos que no hay mucho que contar. Esto es tener paciencia y esperar para ver si hay suerte. Este tipo de esperas ya lo he realizado por mi mismo varias veces en Andújar, a la búsqueda del lince y hay más días de vacío que de éxito. Y hablamos de éxito el ver al animal que buscas aunque sea menos de 5 segundos.
Estuvimos en este punto de observación más de dos horas y no hubo ningún avistamiento. Solo fuimos visitados por las vacas y por el mastín juguetón de la aldea, que disfrutó mucho al estar acompañado. Aquí el grupo se partió. El guía de Wildwatching se fue con los que iban en la furgoneta a la zona de Perlunes y nosotros con Jorge iríamos a otro lugar a probar suerte. Si había algún avistamiento que pareciera duradero se llamarían. Así que cogimos los bártulos y para el coche. Paramos al lado de la carretera antes de llegar a Caunedo y tras andar entre hierbajos durante 3 minutos campo a través nos sentamos en una ladera para observar la de enfrente, que por lo visto también es una posible zona. Poco después de 20 minutos y tras comprobar que no se veía ni un mísero bicho, nos trasladamos a Gúa. Allí, al lado del cementerio, había unos cuántos observadores aficionados. Por lo visto es uno de los lugares más conocidos de observación. Preguntamos qué tal y nos dijeron que antes de las 8 de la mañana apareció un oso que fue un visto y no visto, y desde entonces nada. Allí permanecimos hasta pasada las 10, cuando ya el sol empezaba a calentar y ya es más complicado que los animales se muevan. En Gúa sí vimos un par de rebecos y al menos un petirrojo se me puso a tiro para sacarle una foto.
Las vacas reclaman su lugar. En la zona de observación. Petirrojo
Así que a las 10:30 ya estábamos en Pola de Somiedo. A las 18:30 nos volveríamos a ver para tratar de verlos al atardecer. Volvimos a desayunar en el restaurante de ayer y luego, aprovechando que no estábamos con la perra fuimos a unas tiendas a ver si nos llevábamos algo de recuerdo. Al final mi mujer lo que se llevó fue un pantalón de senderismo de invierno que le gustó bastante.
Fuimos de nuevo al Supermercado a comprar más provisiones y ya fuimos a por la perra al piso. Como era poco más de las 12 decidimos hacer algo ligerito, así que nos dirigimos al área de descanso de la Malva para realizar parte del PR.AS-13
El coche hay que dejarlo en el área de descanso y dirigiéndote por la carretera algo menos de 100 metros se ve partir un sendero bien marcado y con un cartel indicativo de la ruta. Aunque comienza con un trecho de subida, luego es bastante plana. Hacía calor, pero como buena parte estábamos cubiertos de vegetación se hizo más llevadera. Es una ruta bonita y fácil, en el que es fácil ver sobrevolar buitres por encima de nuestas cabezas y que en ciertos puntos se abre para ver el paisaje. Estuvimos una hora y media entre ida y vuelta y realizamos algo más de la mitad de la ruta.
Detalles de la ruta PR.AS-13
Regresamos a Pola y como ayer comimos en el Meirel. Esta vez pedimos pastel de Cabracho que además de abundante estaba para chuparse los dedos. Además me ventilé un botella de sidra recién sacada del río. Hay que aprovechar que ya no tengo que conducir más hoy.
En el restaurante Meirel. Las sidras crecen en el río
Luego estuvimos haciendo hora hasta las 18:30, tomando café, cerveza y dejando a la perra en el apartamento. Volvimos a distribuirnos como por la mañana, pero esta vez no venía Jorge, sino la otra socia de Somiedo Experience, Sofía, que había pasado la noche haciendo vivac, vamos durmiendo al raso con unos turistas franceses en la zona más salvaje de Somiedo, por donde se mueven los lobos y aunque no los vieron sí que vieron excrementos de los mismos. La verdad es que tiene que ser una experiencia muy chula. Nos dirigimos de nuevo hasta la zona de observación de La Peral y allí estuvimos hasta el anochecer, de hecho regresamos pasadas las 10 de la noche, vamos que exprimimos a tope mirando en las montañas, pero no hubo suerte. Eso sí, en el mismo prado en el que por la mañana estaba el zorro se tiró una hora un gato montés intentando pillar algo. También vimos rebecos y ciervos, pero mucho más lejos. Imposible para el objetivo, pero que con telescopio se veían bastante bien.
El gato montés. El atardecer en la zona de observación, con el mastín también vigilando
En cuanto a la experiencia, a mí me gustó, mi mujer llegó a aburrirse porque esto le gusta menos y aunque el objetivo no se cumplió, por lo menos ví un gato montés que personalmente no lo había visto con anterioridad. La actividad nos costó 90 euros por barba y consiste en que te llevan al lugar de observación y te ponen los instrumentos ópticos, además de responderte a todas las dudas que tengas. Si vale la pena ya cada uno que juzgue. Somiedo Experience hace lo mismo pero con excursión entre medias por menos y al final las observaciones la hicimos con ellos. Lo bueno es que ya sabía donde ir por mi cuenta si quería volver a intentarlo, pero la verdad es que hablando con los guías y con los aficionados que van por ellos mismos, dicen que este año por estas fechas está siendo dificilísimo, cuando otros años los ves casi todos los días. Murphy.
Llegamos cansados y yo con los ojos rojos de tanto forzarlos. Nos duchamos rápido y cenamos ligero viendo un episodio de Castle y para la cama, que el día ha sido largo.
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Contando con protección desde los años setenta, se ha librado de repoblaciones salvajes. Hay todavía en España bastantes espacios donde disfrutar de la variedad de los bosques autóctonos así que, esta vez uno y en otra ocasión será otro
