Tenía muchas ganas de conocer esta ciudad y por fin hemos podido hacerlo. Entre las cosas que más me atraían de ella, además de sus famosos tranvías y sus pintorescas calles, era su historia dorada de la época de los descubrimientos y su posterior decadencia.
Claustro del Convento da Graça
Sobre Lisboa hay cientos de diarios en nuestro foro, y seguro que mucho mejores y más detallados que éste, así que mi intención no es la de crear una guía completa de la ciudad si no la de dar algunos apuntes prácticos o lugares curiosos que puedan ser de ayuda a otros viajeros.
La primera tarde en la ciudad la empleamos en recorrer los lugares cercanos a nuestro apartamento, situado en el barrio de Alfama, el cual tenía unas vistas impresionantes del Panteón Nacional.
Sin duda, lo primero que te llama la atención de Lisboa son sus calles, la combinación del empedrado de la calzada con los azulejos de las casas le dan una seña de identidad única. Terminamos la tarde en el mirador Portas do Sol, que esconde el atardecer más tardío del continente europeo.
Al día siguiente realizamos el free tour con Sandemans, como de costumbre muy interesante y en el que aprendimos mucho. Después del tour ya sabemos quiénes son Luis de Camoes y Fernando Pessoa, qué pasó el fatídico 1 de Noviembre de 1755 y por qué el puente 25 de Abril lleva esa fecha como nombre. También hemos aprendido a pedir una cerveza en portugués, qué significa Saudade o curiosidades cómo que la mayoría de las estatuas de las plazas están siempre mirando al mar. Sergio, nuestro guía, nos regaló varios consejos muy útiles sobre zonas para comer, transporte y lugares curiosos que visitar.
Entre estos sitios os recomiendo la librería más antigua del Mundo, en la que si compráis algún libro, por ejemplo alguno de Pessoa, os pondrán un sello en el que se puede leer que fue comprado en la Librería Bertrand, la más antigua del mundo.
A la hora de comer, a nosotros nos gusta probar un poco de todo, podemos ir a un restaurante de "buen comer" pero también nos gusta, y cada vez más, mezclarnos con la gente de la ciudad en una buena tasca portuguesa. A nosotros nos explicaron que en los bares en los que comen los portugueses de a pié el menú debe estar escrito a bolígrafo y colgando en la puerta. Así que nos pusimos a la búsqueda de una buena taberna. Cerca de la Iglesia de Santo Domingo, la iglesia del pueblo, encontramos nuestra tasca en el nº 25 de la Rua Arco da Graça, que además de carta en la puerta escrita a rotulador, con tachón incluído, tenía hasta un perro en la puerta. No podíamos fallar.
El bar no tiene nombre, por eso os pongo la dirección. Había un par de obreros esperando fuera porque el pequeño local estaba lleno. Comimos muy bien por 5,50€ cada uno, con cerveza, pan y café. Lo recomiendo para los viajeros que busquen mezclarse con la gente autóctona y estén un poco cansados de tantos lugares iguales para turistas. Aquí terminas compartiendo mesa y charlando con un albañil o la señora mayor que viene de hacer los recados.
Si queréis otras opciones comimos muy bien en O Triguerinho, bar de comida casera típica portuguesa, nos gustó mucho (10€ por persona), también es frecuentado por muchos lisboetas. Si os apetece una cena algo más especial nosotros fuimos a Frade Dos Mares, cerca del barrio alto (25€ por persona)
Para movernos por la ciudad lo mejor es comprar una tarjeta de cartón que se va recargando en los kioscos o en la mayoría de tiendas de regalos. Con ella un viaje en tranvía o autobús es 1,40€, mientras que sin ella son 2,90€. Esta misma tarjeta nos sirve para llegar hasta Belém, uno de los barrios imperdibles si visitas la capital portuguesa. Aquí se encuentran varios puntos de interés.
El que nadie quiere perderse es el Monasterio de los Jerónimos, que conserva un maravilloso claustro de estilo manuelino. Por suerte no tuvimos más de 10 minutos de cola al visitarlo. En su interior se encuentran las tumbas de nombres tan importantes como Vasco da Gama y Luis de Camoes.
Junto a la orilla del río nos encontramos con el Monumento a los descubrimientos y la Torre de Belém, encargada de proteger la entrada de los barcos al rio Tajo.
En un país como Portugal, con la historia de navegantes que tiene, nos pareció interesante visitar el Museo de Marinha. Las salas que más disfrutamos fueron las dos primeras, que están dedicadas a la época de los descubrimientos y en las que se habla de la ruta de las especias y de cómo estos aromas que llegaban del continente asiático colocaron a Portugal a la cabeza de Europa. El resto de salas hablan de barcos posteriores hasta llegar a nuestros días, puede ser una visita interesante si te gusta el tema naval, pero no nos pareció un lugar imprescindible.
Por último todas las guías de viaje deben dedicar unas líneas a la pastelería de Belém porque la cola es tremenda. Me sorprende que la gente espere horas para comerse un pastel de Belém, nosotros nos conformamos con el pastel de nata.
En general los barrios que más nos han gustado son los de Alfama y Moureria, en ellos no hicimos otra cosa que subir y bajar cuestas intentando retratar los rincones con más encanto.
En muchas de sus calles nos encontramos fotografías de las personas mayores que aún viven en el barrio, nos pareció un precioso homenaje. Algunas zonas están llenas de grafittis y arte callejero, otros rincones son pura poesía.
Una zona que nos llamó la atención es un pequeño barrio llamado Estrella D´Ouro, que se encuentra dentro del propio barrio de Graça. Un pelín más allá del mirador de la Senhora do Monte, allí donde dan la vuelta los tuktuk cargados de turistas, comienza una Lisboa más real, en la que sus calles vuelven a llenarse con los comercios de cualquier barrio dejando atrás las tiendas de souvenir que invaden el centro de la ciudad.
La primera tarde en la ciudad la empleamos en recorrer los lugares cercanos a nuestro apartamento, situado en el barrio de Alfama, el cual tenía unas vistas impresionantes del Panteón Nacional.
Sin duda, lo primero que te llama la atención de Lisboa son sus calles, la combinación del empedrado de la calzada con los azulejos de las casas le dan una seña de identidad única. Terminamos la tarde en el mirador Portas do Sol, que esconde el atardecer más tardío del continente europeo.
Al día siguiente realizamos el free tour con Sandemans, como de costumbre muy interesante y en el que aprendimos mucho. Después del tour ya sabemos quiénes son Luis de Camoes y Fernando Pessoa, qué pasó el fatídico 1 de Noviembre de 1755 y por qué el puente 25 de Abril lleva esa fecha como nombre. También hemos aprendido a pedir una cerveza en portugués, qué significa Saudade o curiosidades cómo que la mayoría de las estatuas de las plazas están siempre mirando al mar. Sergio, nuestro guía, nos regaló varios consejos muy útiles sobre zonas para comer, transporte y lugares curiosos que visitar.
Entre estos sitios os recomiendo la librería más antigua del Mundo, en la que si compráis algún libro, por ejemplo alguno de Pessoa, os pondrán un sello en el que se puede leer que fue comprado en la Librería Bertrand, la más antigua del mundo.
A la hora de comer, a nosotros nos gusta probar un poco de todo, podemos ir a un restaurante de "buen comer" pero también nos gusta, y cada vez más, mezclarnos con la gente de la ciudad en una buena tasca portuguesa. A nosotros nos explicaron que en los bares en los que comen los portugueses de a pié el menú debe estar escrito a bolígrafo y colgando en la puerta. Así que nos pusimos a la búsqueda de una buena taberna. Cerca de la Iglesia de Santo Domingo, la iglesia del pueblo, encontramos nuestra tasca en el nº 25 de la Rua Arco da Graça, que además de carta en la puerta escrita a rotulador, con tachón incluído, tenía hasta un perro en la puerta. No podíamos fallar.
El bar no tiene nombre, por eso os pongo la dirección. Había un par de obreros esperando fuera porque el pequeño local estaba lleno. Comimos muy bien por 5,50€ cada uno, con cerveza, pan y café. Lo recomiendo para los viajeros que busquen mezclarse con la gente autóctona y estén un poco cansados de tantos lugares iguales para turistas. Aquí terminas compartiendo mesa y charlando con un albañil o la señora mayor que viene de hacer los recados.
Si queréis otras opciones comimos muy bien en O Triguerinho, bar de comida casera típica portuguesa, nos gustó mucho (10€ por persona), también es frecuentado por muchos lisboetas. Si os apetece una cena algo más especial nosotros fuimos a Frade Dos Mares, cerca del barrio alto (25€ por persona)
Para movernos por la ciudad lo mejor es comprar una tarjeta de cartón que se va recargando en los kioscos o en la mayoría de tiendas de regalos. Con ella un viaje en tranvía o autobús es 1,40€, mientras que sin ella son 2,90€. Esta misma tarjeta nos sirve para llegar hasta Belém, uno de los barrios imperdibles si visitas la capital portuguesa. Aquí se encuentran varios puntos de interés.
El que nadie quiere perderse es el Monasterio de los Jerónimos, que conserva un maravilloso claustro de estilo manuelino. Por suerte no tuvimos más de 10 minutos de cola al visitarlo. En su interior se encuentran las tumbas de nombres tan importantes como Vasco da Gama y Luis de Camoes.
Junto a la orilla del río nos encontramos con el Monumento a los descubrimientos y la Torre de Belém, encargada de proteger la entrada de los barcos al rio Tajo.
En un país como Portugal, con la historia de navegantes que tiene, nos pareció interesante visitar el Museo de Marinha. Las salas que más disfrutamos fueron las dos primeras, que están dedicadas a la época de los descubrimientos y en las que se habla de la ruta de las especias y de cómo estos aromas que llegaban del continente asiático colocaron a Portugal a la cabeza de Europa. El resto de salas hablan de barcos posteriores hasta llegar a nuestros días, puede ser una visita interesante si te gusta el tema naval, pero no nos pareció un lugar imprescindible.
Por último todas las guías de viaje deben dedicar unas líneas a la pastelería de Belém porque la cola es tremenda. Me sorprende que la gente espere horas para comerse un pastel de Belém, nosotros nos conformamos con el pastel de nata.
En general los barrios que más nos han gustado son los de Alfama y Moureria, en ellos no hicimos otra cosa que subir y bajar cuestas intentando retratar los rincones con más encanto.
En muchas de sus calles nos encontramos fotografías de las personas mayores que aún viven en el barrio, nos pareció un precioso homenaje. Algunas zonas están llenas de grafittis y arte callejero, otros rincones son pura poesía.
Una zona que nos llamó la atención es un pequeño barrio llamado Estrella D´Ouro, que se encuentra dentro del propio barrio de Graça. Un pelín más allá del mirador de la Senhora do Monte, allí donde dan la vuelta los tuktuk cargados de turistas, comienza una Lisboa más real, en la que sus calles vuelven a llenarse con los comercios de cualquier barrio dejando atrás las tiendas de souvenir que invaden el centro de la ciudad.
Fotografia de pinterest, lamentablemente no le hice ninguna al azulejo
Ahora en casa, buscando un poco de información sobre esos lugares que me han sorprendido, descubro que el barrio de Estrella D´Ouro es un testimonio de la influencia de los emprendedores gallegos en la ciudad de Lisboa. El pequeño vecindario se mandó a construir para albergar a los trabajadores del gallego Agapito Serra Fernandes, el mismo que a la vuelta de la esquina abrió el Cine Royal. Hoy en día el cine ha pasado a ser un supermercado pero en su fachada sigue colgando una gran Estrella que nos da la pista sobre su pasado Gallego. Estas pequeñas historias que acabo descubriendo en mis viajes son las que me llenan de verdad, porque están ahí pero nadie las ve. Es muy fácil quedarse con lo que nos dicen las guías de viaje, pero es mucho más divertido investigar un poco sobre cualquier detalle que os despierte curiosidad, hoy en día con internet es muy fácil.
En líneas generales Lisboa es una ciudad que te cautiva por ese aire bohemio que desprende pura poesía en cada una de sus esquinas. Me quedo con sus balcones engalanados con desconchones en los que la ropa tendida cuelga a modo de bandera y con los adoquines de sus calles y aceras que tanto han maltratado mis pies durante estos días, pero a la vez llenan de personalidad a esta bonita capital europea.
En líneas generales Lisboa es una ciudad que te cautiva por ese aire bohemio que desprende pura poesía en cada una de sus esquinas. Me quedo con sus balcones engalanados con desconchones en los que la ropa tendida cuelga a modo de bandera y con los adoquines de sus calles y aceras que tanto han maltratado mis pies durante estos días, pero a la vez llenan de personalidad a esta bonita capital europea.