Parece ser que el color del cielo resumió nuestras sensaciones al final del día. Nuestra idea en un principio era muy diferente pero las nubes nos cambiaron los planes y tuvimos que ir adaptándonos sobre la marcha.
En principio, queríamos parar en el mirador del Cabo da Roca y pasar la mañana en Praia da Ursa. Una playa espectacular a la que se llega andando por un camino cercano al faro de Cabo da Roca. Después, no teníamos claro si quedarnos por la zona y ver Azenhas do Mar o acercarnos hasta Sintra, ya veríamos sobre la marcha.
Todo parecía indicar que íbamos a tener un gran día en Praia da Ursa, durante el camino por carretera lucía un sol radiante, hasta que bajamos al Cabo da Roca. El chocar de las olas contra el acantilado levantaba una fina capa de agua en suspensión que con el fuerte sol terminaba creando una niebla tan densa que no dejaba ver prácticamente nada, incluso sentimos algo de frío. Hicimos algo de tiempo y nos tomamos una cerveza, a precio guiri, a ver si esta niebla se deshacía, pero que va, más bien todo lo contrario.
Nos acercamos hasta Azenhas do Mar con intención de disfrutar de su bonito mirador pero tampoco tuvimos suerte, el pueblo se encontraba perdido entre la niebla.
Con este panorama decidimos que lo mejor era acercarnos hasta Sintra, ya que no hacía día de playa en la costa. Lo curioso era que nada más abandonar la línea del acantilado el sol volvía a teñir de un azul intenso todo el cielo.
No sé si será porque el día se nos estaba estropeando, o por qué, pero Sintra nos decepcionó un poco. Para ser exactos la culpa no fue de Sintra, sino de la cantidad de gente que allí había. Aparcamos cerca de la estación de tren y dimos una vuelta por el centro de la ciudad, que estaba a tope de turistas, prácticamente no se podía andar por las estrechas calles.
Hay que decir que las vistas son buenas y las calles curiosas, pero con tanta gente es imposible ver algo en condiciones.
No sabíamos muy bien qué visitar en Sintra y al final apostamos por la Quinta la Regaleira, un lugar de historia relativamente reciente, patrimonio de la humanidad, que para nuestra sorpresa nos decepcionó bastante. Casi todo lo que leemos de este lugar es más que positivo, todo el mundo te lo recomienda, algo que me sorprende. Más que un palacio se trata de un parque por el que se ven diferentes torres, estanques y fuentes.
El recorrido está lleno de secretos con un alto simbolismo masónico, yo la verdad es que no conecté con el lugar en ningún momento, aquello era una feria. La atracción principal era encontrar el pozo invertido, una vez encontrado yo le cambiaría el nombre por el del pozo atascado, allí no se cabía. El ruido que rebotaba en las paredes de la torre invertida era tremendo, así es imposible ver nada.
Finalmente se sale del pozo por un estanque en el que hay que cruzar pasando de una piedra a otra, si es que el de delante te permite avanzar.
En fin, hicimos nuestras fotos, dimos nuestro paseo por el parque y vimos rápidamente el interior del palacio, que tampoco me pareció nada del otro mundo.
Creo que Sintra tiene mucho más que ofrecer como para juzgarla sólo por esta visita, quizás nosotros elegimos mal, o tal vez en estas fechas debido a la cantidad de turistas que vimos es mejor pasar de largo y emplear en tiempo en otra cosa. Simplemente fueron nuestras sensaciones y pienso que también debemos compartirlas cuando no son todo lo buenas que uno espera.
Como consejo general para visitar Sintra desde Lisboa os recomiendo que no hagáis como nosotros, y en lugar de ir en coche utilicéis el tren, es más barato y más cómodo porque no tienes que preocuparte por aparcar.
En principio, queríamos parar en el mirador del Cabo da Roca y pasar la mañana en Praia da Ursa. Una playa espectacular a la que se llega andando por un camino cercano al faro de Cabo da Roca. Después, no teníamos claro si quedarnos por la zona y ver Azenhas do Mar o acercarnos hasta Sintra, ya veríamos sobre la marcha.
Todo parecía indicar que íbamos a tener un gran día en Praia da Ursa, durante el camino por carretera lucía un sol radiante, hasta que bajamos al Cabo da Roca. El chocar de las olas contra el acantilado levantaba una fina capa de agua en suspensión que con el fuerte sol terminaba creando una niebla tan densa que no dejaba ver prácticamente nada, incluso sentimos algo de frío. Hicimos algo de tiempo y nos tomamos una cerveza, a precio guiri, a ver si esta niebla se deshacía, pero que va, más bien todo lo contrario.
Nos acercamos hasta Azenhas do Mar con intención de disfrutar de su bonito mirador pero tampoco tuvimos suerte, el pueblo se encontraba perdido entre la niebla.
Con este panorama decidimos que lo mejor era acercarnos hasta Sintra, ya que no hacía día de playa en la costa. Lo curioso era que nada más abandonar la línea del acantilado el sol volvía a teñir de un azul intenso todo el cielo.
No sé si será porque el día se nos estaba estropeando, o por qué, pero Sintra nos decepcionó un poco. Para ser exactos la culpa no fue de Sintra, sino de la cantidad de gente que allí había. Aparcamos cerca de la estación de tren y dimos una vuelta por el centro de la ciudad, que estaba a tope de turistas, prácticamente no se podía andar por las estrechas calles.
Hay que decir que las vistas son buenas y las calles curiosas, pero con tanta gente es imposible ver algo en condiciones.
No sabíamos muy bien qué visitar en Sintra y al final apostamos por la Quinta la Regaleira, un lugar de historia relativamente reciente, patrimonio de la humanidad, que para nuestra sorpresa nos decepcionó bastante. Casi todo lo que leemos de este lugar es más que positivo, todo el mundo te lo recomienda, algo que me sorprende. Más que un palacio se trata de un parque por el que se ven diferentes torres, estanques y fuentes.
El recorrido está lleno de secretos con un alto simbolismo masónico, yo la verdad es que no conecté con el lugar en ningún momento, aquello era una feria. La atracción principal era encontrar el pozo invertido, una vez encontrado yo le cambiaría el nombre por el del pozo atascado, allí no se cabía. El ruido que rebotaba en las paredes de la torre invertida era tremendo, así es imposible ver nada.
Finalmente se sale del pozo por un estanque en el que hay que cruzar pasando de una piedra a otra, si es que el de delante te permite avanzar.
En fin, hicimos nuestras fotos, dimos nuestro paseo por el parque y vimos rápidamente el interior del palacio, que tampoco me pareció nada del otro mundo.
Creo que Sintra tiene mucho más que ofrecer como para juzgarla sólo por esta visita, quizás nosotros elegimos mal, o tal vez en estas fechas debido a la cantidad de turistas que vimos es mejor pasar de largo y emplear en tiempo en otra cosa. Simplemente fueron nuestras sensaciones y pienso que también debemos compartirlas cuando no son todo lo buenas que uno espera.
Como consejo general para visitar Sintra desde Lisboa os recomiendo que no hagáis como nosotros, y en lugar de ir en coche utilicéis el tren, es más barato y más cómodo porque no tienes que preocuparte por aparcar.