Como muchos otros pueblos fronterizos de la zona, Monsaraz está diseñado para defender el territorio de los ataques del vecino, y que éste no se pase de la raya. Ésta zona de La Raya o A Raia, en portugués, bien da para realizar una ruta de castillos por diferentes pueblos de España y Portugal, pero en este caso sólo tenemos tiempo de visitar Monsaraz, que nos pilla de camino de vuelta a Sevilla.
En lo alto de una colina se encuentra este coqueto pueblo. Con apenas tres callejas se ha convertido en uno de los principales atractivos de la zona, y en uno de los pueblos más bonitos de todo Alentejo.
Hoy en día desde sus murallas y su torre del Homenaje se tienen unas vistas infinitas sobre los campos de alrededor y el reciente embalse de la Alqueva, el más grande de toda Europa occidental.
Al cruzar cualquiera de sus puertas amuralladas se da un salto en el tiempo hacia el Medievo de la península ibérica, sus calles blancas y las grandes piedras que parecen salir desde dentro de las casas crean una estampa preciosa.
Imagino que por la hora a la que llegamos los pequeños museos e iglesias que se pueden visitar estaban cerrados. Pero con todo y eso, a nosotros nos ha encantado. Recorrer el interior de sus muros entre sus casas encaladas ha sido una grata sorpresa.
Con este precioso pueblo ponemos el punto y final a nuestros días en Portugal. Estamos seguros que volveremos por la zona, está aquí al lado, y me he quedado con ganas de hacer un viaje por estos pueblos de frontera que tienen rincones sorprendentes.
Gracias por leernos y aguantar nuestras historias.
En lo alto de una colina se encuentra este coqueto pueblo. Con apenas tres callejas se ha convertido en uno de los principales atractivos de la zona, y en uno de los pueblos más bonitos de todo Alentejo.
Hoy en día desde sus murallas y su torre del Homenaje se tienen unas vistas infinitas sobre los campos de alrededor y el reciente embalse de la Alqueva, el más grande de toda Europa occidental.
Al cruzar cualquiera de sus puertas amuralladas se da un salto en el tiempo hacia el Medievo de la península ibérica, sus calles blancas y las grandes piedras que parecen salir desde dentro de las casas crean una estampa preciosa.
Imagino que por la hora a la que llegamos los pequeños museos e iglesias que se pueden visitar estaban cerrados. Pero con todo y eso, a nosotros nos ha encantado. Recorrer el interior de sus muros entre sus casas encaladas ha sido una grata sorpresa.
Con este precioso pueblo ponemos el punto y final a nuestros días en Portugal. Estamos seguros que volveremos por la zona, está aquí al lado, y me he quedado con ganas de hacer un viaje por estos pueblos de frontera que tienen rincones sorprendentes.
Gracias por leernos y aguantar nuestras historias.