Viernes 22 de junio de 2018
El segundo día lo dedicamos en gran parte a Versalles. Queríamos ir un día que no fuese fin de semana, ya que sabíamos que habría muchísima más gente; pero tampoco nos convencía ir el primer día del viaje ya que preferíamos una primera toma de contacto con París, por lo que al final nos decantamos por el viernes por la mañana. Igualmente contábamos con el problema de la huelga de RER tanto viernes como sábado, pero gracias a que nos informamos por adelantado, ya estábamos mentalizados para ello y planificamos el día teniéndolo en cuenta.
Nos levantamos sobre las 7:30 y desayunamos en el piso; aunque igualmente de camino al metro paramos en una boulangerie a comprar pan y, ya que estábamos, un pain au chocolat (lo que viene siendo una napolitana) para el largo camino. Compramos billetes de ida y vuelta y tomamos la línea 5 hasta Gare d'Austerlitz, donde esperamos alrededor de 30 minutos a nuestro tren (RER C), y desde allí hasta Versailles Château - Rive Gauche. En total el trayecto desde el piso debía de durar 1h 15min, pero acabó convirtiéndose en unas 2 horas. Desde la estación es bastante fácil llegar hasta el Palacio ya que está muy bien señalizado; pero si tienes alguna duda, sigue a la marea de gente que va hacia allí y te aseguro que no te perderás. Llegamos alrededor de las 10:30 y, para sorpresa de nadie, había una cola inmensa para entrar. Ahí fue cuando decidimos hacerlo a la inversa: visitar primero los Jardines y después el Palacio.
¡Y fue todo un acierto! En los Jardines de Versalles no había prácticamente nadie aun, pagamos nuestras entradas y pasamos sin hacer cola (normalmente son gratuitos, pero en esa época del año algunos días hay espectáculos musicales en las fuentes y la admisión es de pago). Es importante guardarse la entrada, ya que en algunas zonas puedes salir del "área privada" de los Jardines a la parte de parque público y los guardas te pedirán que muestres tu ticket para poder volver a pasar. Para aprovechar mejor la mañana, nos apuntamos los horarios de las fuentes, ya que algunas eran cada 10 minutos y otras cada 15. Paseamos tranquilamente viendo las fuentes y esculturas hasta que nos entró hambre, a eso de las 13:00, y ahí sacamos en juego la barra de pan que nos compramos por la mañana: con un poco de queso y embutidos nos montamos un picnic lowcost en uno de los muchos bancos que hay.
Sobre las 14:30, con la comida ya digerida y viendo que los jardines empezaban a llenarse de gente, decidimos ir al Palacio de Versalles. Donde la fila por la mañana hacía eses por el Patio Real, en ese momento no tenía ni 10 metros de largo. Claro, todo el mundo estaba comiendo o había entrado primero al Palacio y ahora estaban en los Jardines, así que no tardamos ni 5 minutos en entrar (teniendo en cuenta el control de mochilas). Todo un acierto, te recomiendo que si no puedes llegar a primera hora, utilices esta técnica para ahorrarte tiempo de espera. Eso sí, seguía habiendo bastante gente, pero por lo que he visto en fotos ajenas, al menos nosotros no estábamos apretujados como sardinas dentro de las salas. No seguimos ningún orden en especial, primero vimos la planta baja, donde se encuentran los Aposentos de las hijas de Luis XV, y después subimos a la 1º planta, donde, entre otras cosas, se encuentra la famosa Galería de los espejos. Me repito: aunque había bastante gente y era imposible hacer una de esas fantásticas fotos de instagram donde no sale nadie más que el/la protagonista, al menos teníamos espacio para andar, conseguimos alguna foto decente aunque hubiese gente pasando y/o de fondo y pudimos ver todas las estancias en condiciones.
Una vez terminada la visita, volvimos a la estación de tren que, entre todos los turistas que nos íbamos y la huelga de RER, estaba petada de gente. Nos tocó esperar unos 20 minutos hasta que apareció un tren, bastante preocupados de no poder ni subirnos de la gente que había esperando en el andén. Pero por suerte, los trenes de esa línea (o al menos el que nos tocó a nosotros) son de 2 plantas y no solo pudimos subir, sino que además conseguimos un par de asientos y todo. Desde allí fuimos hasta Concorde e hicimos trasbordo para llegar a la estación de Abbesses en Montmartre. Este barrio era la otra zona alejada del centro de París que teníamos en nuestra lista, por lo que aprovechamos la tarde para verlo.
Nuestra primera parada fue el muro de Je t'aime, que está a unos pocos metros de la estación en un parquecito. Después de hacernos la típica foto de pareja que se quiere y visita París, callejeamos viendo preciosas tiendas y cafeterías, y subiendo hacia lo alto de la colina de Montmartre, parándonos en un par de sitios que teníamos marcados en el mapa como interesantes o bonitos de ver. Entre ellos se encontraban Villa Leandre, un callejón de casitas con estilo inglés muy bonitas; la pastelería de la serie de dibujos Miraculous Ladybug (si os gusta la animación o tenéis niños es una buena curiosidad); y Place du Tertre, también conocida como la plaza de los artistas. Muy cerca de allí nos compramos un par de crêpes y nos sentamos a merendar y descansar, ya que ir todo el rato cuesta arriba nos cansó bastante.
Nuestra primera parada fue el muro de Je t'aime, que está a unos pocos metros de la estación en un parquecito. Después de hacernos la típica foto de pareja que se quiere y visita París, callejeamos viendo preciosas tiendas y cafeterías, y subiendo hacia lo alto de la colina de Montmartre, parándonos en un par de sitios que teníamos marcados en el mapa como interesantes o bonitos de ver. Entre ellos se encontraban Villa Leandre, un callejón de casitas con estilo inglés muy bonitas; la pastelería de la serie de dibujos Miraculous Ladybug (si os gusta la animación o tenéis niños es una buena curiosidad); y Place du Tertre, también conocida como la plaza de los artistas. Muy cerca de allí nos compramos un par de crêpes y nos sentamos a merendar y descansar, ya que ir todo el rato cuesta arriba nos cansó bastante.
Sin embargo, el paseo fue una forma más paulatina y amena de subir hasta la Basílica del Sagrado Corazón que ir directamente a los 197 escalones de su frontal o que pagar el funicular. Después de visitarla por dentro, nos sentamos en sus escaleras a disfrutar de las vistas que hay de París, aunque curiosamente desde allí no se ve la Torre Eiffel. Antes de que anocheciera, bajamos paseando hasta el Café des Deux Moulins (en el que trabajaba Amèlie) y por último hasta el Moulin Rouge. Aunque el ambiente en Montmartre un viernes por la noche era muy apetecible, al día siguiente nos esperaban muchas más cosas para ver, por lo que no tardamos mucho en volver al piso para cenar y echarnos a dormir.