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Desayunamos en el hotel (con posibilidad de escoger platos calientes) y salimos a las 8.15.
Vamos haciendo alguna parada en el camino para hacer fotos en los lagos que abundan en la región de Connemara, la zona más recóndita del oeste de Irlanda y la que dicen que conserva mejor sus tradiciones.
A las 9.30 llegamos a la abadía de Kylemore. Las vistas del precioso edificio ya nos reciben antes de llegar.
Dejamos la furgoneta en el aparcamiento y nos vamos a hacer la visita (por nuestra cuenta).
El origen de la abadía lo encontramos en un industrial inglés llamado Mitchell Henry aunque si nos vamos más atrás en el tiempo vemos que había un coto de caza. El señor Henry se casó con una dama llamada Margaret Vaughan y ambos pasaron su luna de miel en Connemara en 1850. A la señora le encantó el lugar y como él quería contentarla volvió y compró los terrenos para hacerle un castillo como regalo de amor. Las obras las hicieron los vecinos de la zona, pocos años después de la Gran hambruna. El propietario pagó buenos sueldos, construyó una escuela para los niños, instaló una bomba de agua, una oficina de correos y telégrafos y fue el impulsor de medidas para mejorar el nivel de vida de esas personas.
Ambos vivieron en Kylemore sin contratiempos y tuvieron 9 hijos. Pero en 1874, estando en un viaje por Egipto, Margaret enfermó de disentería y murió con 45 años. Mitchell llevó el cuerpo a Kylemore, donde mandó hacer un mausuleo y una capilla para misas en su memoria (la iglesia neogótica.
En 1903 el rey Eduardo VII visitó el castillo acompañado por su esposa y su hija y se comenta que se quedó tan encantado con él que planeó comprarlo. El rey no compró el castillo pero sí los duques de Manchester, amigos de los Henry. La duquesa, una rica heredera americana, reformó todo la decoración del edificio y algunas dependencias.
En 1914 problemas financieros hicieron que Kylemore se volviera a vender en este caso a un banquero y especulador londinense, Ernest Kawke, que nunca vivió en él. Desde 1920 es residencia de unas monjas benedictinas que huyeron del monasterio de Ypres, en Flandes, durante la Primera Guerra Mundial. Fundaron su abadía y en 1923 inauguraron una escuela para estudiantes extranjeras que cerró en 2010.
La visita al interior del edificio incluye apenas unas pocas salas, actualmente museo. Vemos por ejemplo la bonita escalera por la que se subía a las 33 habitaciones, el comedor de la familia, el salón o la galería. Hay un audiovisual sobre la historia del edificio que no nos detuvimos a ver y una pequeña exposición sobre el colegio.
Por un camino que parte por detrás de la abadía puede accederse a lo alto de la montañita (en Irlanda no hay grandes montañas) se alza la estatua del Sagrado Corazón, construida para la comunidad benedictina en 1932.
Hacemos unas fotos al lago Pollacappul, el más grande de los dos que hay y donde dos señores pescan en una barca, y nos encaminamos hacia la Iglesia. Parece una catedral en miniatura y es muy bonita. Las columnas de dentro están construidas con mármol de las cuatro provincias de Irlanda: verde de Connemara, rosa de Cork, negro de Kilkenny y gris de Armagh. La vidriera representa la fortaleza, la fe, la caridad, la esperanza y la castidad. Al lado hay un pequeño cementerio que no alcancé a ver si es de la familia o de las monjas. Siguiendo el camino un poco más llegamos al mausoleo, una especie de casita. Cuando el señor Henry murió en 1910 a los 85 años sus cenizas se llevaron a Kylemore y fueron enterradas junto a las de su esposa. También está enterrado allí uno de sus nietos que murió en 1989.
Prácticamente al lado está la llamada piedra de planchar. Se trata de una enorme piedra con la forma de base de plancha. Dice una leyenda que se la lanzaron Fionn Machuail y Cú Chulainn en un enfrentamiento. Ahora se le conoce también como piedra de los deseos porque se concede lo que pide al que se pone con la espalda tocando la piedra y consigue darle a la parte superior de la gran roca con una piedrecita. Delante he visto que había cinco dedos de madera. Ahora sólo quedan tres.
Todo Kylemore está rodeado de árboles, muchos de ellos plantados a instancias del señor Henry donde sólo había una ciénaga, y senderos.
Un paseo de algo menos de un kilómetro y medio nos lleva al Jardín victoriano amurallado, edificado encima de lo que era un pantano. Como no sabíamos si iba a funcionar el bus gratuito fuimos andando.
El jardín tenía 21 invernaderos, jardines tipo huerto, la casita del Jardinero mayor, la casa de los trabajadores, el horno de cal… En tiempos de los duques se descuidó enormemente. Actualmente se han restaurado dos invernaderos pero apenas tuvimos tiempo de echar un rápido vistazo. Es muy bonito; vale la pena su visita.
Tuvimos la suerte de poder volver en bus y aún tuvimos tiempo de ir a las tiendas de la entrada a comprar un sándwich para mi comida.
A las 11 llegamos a una granja que se eleva sobre el único fiordo de Irlanda, Killary, para asistir a una demostración de perros ovejeros.
El perrito era muy majo y hacía muy bien su faena aunque era muy nervioso. A una de las compañeras del viaje le caló muy hondo el alto y bien plantado pastor; a mí lo que me gustaron fueron los 4 cachorritos de 3 semanas que nos dejaron coger, sobre todo uno, el más “malo” de todos, que era el que yo cogí y que acabó lamiéndome por todos lados. Curiosas son también esas ovejas. Si sólo les miras la cabeza, tan negra y con cuernos, parecen cabras.
Un poco después, y sin el perrito, paramos en un chiringuito, en una especie de food track, para comer. Como ya sabía que la oferta sólo era de pescado iba armada con mi sándwich. Allí se sentaron a comer salmón ahumado, ostras, mejillones o almejas. Dicen que el precio era muy bueno y el producto muy fresco y cocinado al instante. Luego entramos en una tienda de la cadena Avoca y compramos un rico helado artesanal de whiskey. Y allí comimos con vistas a la playa.
Seguimos camino para llegar a Galway a las 14.30. Nos quedamos un par de horas. Paramos la furgoneta en Merchant’s Road y vamos cada uno por su cuenta.
Galway es la capital del condado del mismo nombre. Es una de las ciudades con mayor crecimiento económico de la Unión europea y tiene mucha vida (imagino que en época de clases aún más porque es sede de dos universidades, la National University of Ireland y la GMIT).
El nombre de la ciudad proviene del gaélico Gaillimh que sería algo así como río rocoso, en alusión al río Corrib que la atraviesa. En 1124 el rey de Connacht, Tairrdelbach Ua Conchobair, construyó allí un fuerte, el Dún Bhun na Gaillimhe (que quiere decir más o menos fuerte en los bajos del Gaillimh). Cuando llegaron los anglonormandos cayó en manos de Richard Mor de Burgh, e intentó tomar el castillo de los O’Flaherty. Dos años tardó en conseguirlo. En manos de los anglonormandos la ciudad creció mucho y muy rápido y unas cuantas familias monopolizaron los negocios y consiguieron además de poder una cierta autonomía. Pero una de las familias más importantes sería la de los Lynch. Uno de sus más importantes miembros, juez, James Lynch Fitzstephen, ejecutó a su propio hijo, acusado de matar al hombre que había tonteado con la que era su novia. De ahí dicen que viene la palabra linchar. Otros dicen que proviene de Charles Lynch, juez de Virginia que en 1780 ejecutó a una banda de conservadores sin juicio previo. Lynch se llamaba también la abuela del Che Guevara. Para ser más precisos se debe decir que los antepasados del padre del revolucionario eran de Galway. Uno de ellos, Patrick Lynch, nacido en 1715, se instaló en Argentina.
Empezamos la visita metiéndonos por una callecita y encontrando por casualidad el Hall of the Red Earl, donde podemos entrar gratis. Data del siglo XIII y está relacionado con la fundación de la ciudad en los tiempos de la familia anglonormanda de los de Burgh. Esa sala, completamente en ruinas (pero por dibujos que hay en la pared te puedes hacer una idea de cómo era), fue el primer edificio municipal de la ciudad. Se usaba para recaudar impuestos, impartir justicia y organizar banquetes. Cuando las familias de las llamadas Tribus de Galway (esos comerciantes ricos y poderosos de los que hablé) se hicieron con el poder el edificio quedó en ruinas y así estuvo hasta que en 1997 se decidió por lo menos ponerle un techo y hacer un pequeño museo. Son los restos más antiguos de la ciudad pero no los he visto en muchas guías y prácticamente no los visita nadie.
Seguimos la visita por Shop Street, una calle animada, colorida y llena de tiendas (entre ellas muchísimas joyerías).
Como tenía en mente acabé comprándome un anillo Claddagh, llamado así por el que fue el barrio de pescadores de Galway y donde, desde la llegada de los anglonormandos, sólo vivían irlandeses como en un gueto (cogí uno cualquiera para la foto pero el que me compré es de mi talla).
Este anillo consta de dos manos que aguantan un corazón coronado. Se cuenta que un hombre de Galway que se llamaba Richard Joyce se fue a trabajar a las Indias Orientales. Esperaba poder casarse con su novia al volver. Pero el barco fue capturado y él fue vendido como esclavo a un orfebre de Argelia. Al parecer no estuvo demasiado mal con su amo puesto que le enseñó el oficio. Tiempo después, cuando Guillermo III subió al trono, pidió a los musulmanes que liberaran a todos los presos británicos. Así Richard, después de haber sido esclavo durante 14 años, pudo volver a casa aunque pudo quedarse en Argelia como hombre libre y haberse casado con la hija de su señor. Al regresar hizo un anillo como símbolo de amor por su novia. Por eso el anillo es puro simbolismo. La corona significa lealtad y fidelidad; el corazón es el amor y las manos son la amistad. Ahora es un anillo de compromiso. He leído que muchos personajes famosos han tenido un anillo como éste (Rainiero y Grace de Mónaco o la reina Victoria entre otros). Esta joya tiene un lema que dice “Let love and frienship reign” (que reinen la amistad y el amor). Sin embargo dicen que su significado literal sería “con mis dos manos te entrego mi corazón y lo corono con mi amor”. Este anillo formó parte de una apasionada escena de una de mis novelas, una a la que tengo mucho cariño, y hacía mucho tiempo que tenía ganas de tener uno. Los hay para todos los gustos. De plata, de oro, con piedras… Yo me decanté por uno sencillo, de plata, que me costó 35 euros y que va con su certificado de calidad.
El significado depende mucho de dónde y cómo lo lleves. Si te lo pones en la mano derecha con el corazón apuntando hacia afuera estás libre. Si lo llevas en la mano derecha con el corazón apuntando hacia el cuerpo estás interesado en alguien o comprometido. Si lo llevas en la mano izquierda hacia afuera estás comprometido y si lo llevas en la mano izquierda apuntando hacia el cuerpo estás casado.
Feliz con mi anillo seguimos explorando Galway. Nos dirigimos a la iglesia de san Nicolás, patrón de los viajeros y benefactor de los mercaderes de Galway (que viajaban mucho por trabajo). La mandaron construir los Lynch en 1320 y en 1484 ya era colegiata. Fue reformada en los siglos posteriores. Hoy en día es de la Iglesia de Irlanda y no hay nada que destaque de manera especial.
Volviendo a Shop Street encontramos un edificio, sede del banco AIB, que fue el castillo de los Lynch. En la entrada encontramos una sala con chimenea originales. Este palacio se construyó a finales del siglo XV o principios del siglo XVI. los Lynch abandonaron el edificio cuando Thomas Lynch, alcalde de Galway, fue desterrado por los soldados de Cromwell en 1654, dos años después de rendirse la ciudad. En la fachada se ven escudos, gárgolas y un león. Cerca está la famosa ventana por la que el juez ahorcó a su hijo en una fachada que se ha traído de otra casa. O eso dicen porque parece que se ha fechado en el siglo XVI.
Nuestro paseo por la ciudad nos lleva a Eyre Square, una de las plazas más famosas de la ciudad. Los Eyre eran una de las familias que prosperaron cuando los miembros de las “tribus” tuvieron que exiliarse. En 1710 Edward Eyre, alcalde de Galway, donó este espacio para hacer una plaza. En junio de 1963 Kennedy dio allí un discurso para agradecer que le nombraran ciudadano honorario. Cuando al año siguiente fue asesinado se decidió darle su nombre a la plaza y hoy parece que lleva ambos.
Se ve una puerta aislada de una casa que perteneció a la familia de mercaderes Browne. La casa estaba en ruinas pero se consiguió salvar la puerta y se llevó a la plaza.
En 1935 se colocó una estatua del escritor irlandés en lengua irlandesa Pádraic Ó Conaire. La que vemos ahora es una copia porque en 1999 decapitaron al original. Se restauró y ahora está en el Museo de Galway.
Otras cosas que podemos ver en la plaza son una fuente que representa a Galway Hookers, barco de pesca tradicional, o Fuente del quinto centenario (unas placas de hierro oxidado con forma de velas) o unas banderas que representan a las Tribus de Galway, es decir, a aquellas catorce familias de mercaderes de las que hablé.
Atravesando el Salmon weir bridge llegamos a la catedral católica de Galway dedicada a la Ascensión y san Nicolás. Se encuentra en los terrenos de la antigua cárcel y se construyó en 1965. Ese enorme edificio se construyó en piedra caliza con una cúpula de cobre (por eso el verde). Ni tiene estilo definido ni es bonita. El interior tampoco gana mucho. Muchas banderas para darle color, piedra muy gris y pinturas modernas. El techo es un artesonado de madera.
Para regresar recorremos el paseo por el río Corrib y nos paramos para hacer una foto en el Fishery Watchtower. Es una torrecita amarilla de estilo victoriano que alberga un museo sobre la pesca y las costumbres relacionadas con ese asunto en Galway en tiempos pasados. He leído que es gratis y bastante interesante.
Antes hice referencia al Salmon Weir Bridge. No es raro hablar de salmones ya que a principios de mayo esos animales remontan el río y dicen que es fácil verlos.
Volvemos al centro y nos acercamos a las murallas. Galway era una de las ciudades más fortificadas de Irlanda aunque esas murallas quedaron en la ruina en el siglo XVII cuando llegó Cromwell. Fueron desmanteladas en el siglo XIX y sólo quedó un trozo donde está el Spanish arch. Este arco del siglo XVI parece que formó parte de un bastión del recinto defensivo de Galway. Algunos dicen que su nombre alude a las buenas relaciones que había con los españoles, que llegaban a comerciar a Galway. Es una mera suposición. Al lado hay un arco ciego con muchos restos dentro.
Atravesando el arco nos encontramos con el Museo de Galway. Es un edificio muy moderno y gratis. Entre otras cosas dentro encontramos la espada y el cetro, emblemas del municipio. En una guía antigua decía que estaban en una oficina del Banco de Irlanda en Victoria Place. No lo encontramos. Claro. Cómo hacerlo si no está. Y ya no había tiempo de entrar al museo. La espada data de 1610 y el cetro lo encargó Edward Eyre, el alcalde del que hablé antes. Después de una serie de avatares habían acabado de manos de Randolph Hearst, el famoso magnate de la prensa. En 1960 la Fundación Hearst las donó al pueblo de Galway. He visto fotos y son dos piezas muy bonitas.
Salimos de Galway alrededor de las 16.30 y vamos avanzando hacia Dublín viendo terrenos llenos de turberas. Llegamos a la capital alrededor de las 19.30 de la tarde. Nos vamos a la casa de huéspedes donde nos alojaremos en los días siguientes, Charles Stewart.
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