Día 8: CENTURY 21, FLATIRON, MERCADILLO BRYAN PARK, VIAJE DE VUELTA ✏️ Diarios de Viajes de USA

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Última mañana, el despertador suena y a las 7 ya estamos desayunando. Hacemos las maletas, con bastante dificultad para meterlo todo (y eso que las llevamos prácticamente vacías desde España) y las dejamos en la recepción del hotel. Calculamos que tenemos que salir de allí a las 5 como muy tarde, vamos a coger otro UBER, aunque nos salga algo más caro, andar con el metro y después el air-train sin saber muy bien como funciona con todas las maletas y no sobrados de tiempo, no me convencía, así que preferimos esa opción, además que teníamos otros 15 dólares de descuento por nuevo miembro de la aplicación.
Nos ponemos en marcha al Century 21 para hacer las últimas compras, que aunque el día anterior fue muy productivo, todavía nos faltan cosas. Estaríamos unas dos horas alli, y vaya si dieron de sí...un tícket muuuuy largo al final. Ya me voy más tranquila con cosillas que me faltaban. Cogemos el metro y paramos en la estación correspondiente para ver el edificio Flatiron, que aún no habíamos dado con él. Es bastante curioso la verdad, hicimos bien en hacer parada para verlo.
Cogemos la calle Broadway hacia arriba, ya que queremos disfrutar de las últimas horas por Manhattan, así que dejamos el metro de lado.
Llegamos a Times Square, vamos a la tienda de Hersheys para cargarme bien de paquetes de Reeses que en España no encontraré. Último vistazo a las grandes pantallas que rodean las calles y seguimos hasta Bryan Park.
Ya es mediodía, así que recordamos que había un restaurante Whoole Foods, cerca de Bryan Park, que tenía bastantes ganas de probar. Se trata de un restaurante medianamente sano, en el que coges una caja y vas metiendo la comida que tu quieras pagando después según lo que pese. Cogemos una para los dos bien rellena, los famosos mac&cheese, alitas de pollo, boniato y algo más de carne.
Vamos al mercadillo de Bryan Park a por el postre, ya imagináis que es. Voy directa a por mi sandwich de cookie y crema de chocolate y un chocolate caliente. Gastamos el poco efectivo que nos había quedado. Nos apoyamos en el muro y nos quedamos todavía más impresionados con el peso de la cookie, primer mordisco y la baba cayendo….¡que buena!. Esperamos que el chocolate enfríe un poco, no sin antes abrirlo para sacar una foto con la nube que le habían echado, pero ya se había derretido, vaya. Lo probamos y, vaya sabor, llegamos a la conclusión que sería por la nube, espeso y riquísimo. Este y el de DUMBO los mejores chocolates que he probado, creo que por muy poco ganaría el de DUMBO.
Ahora ya sí, toca volver al hotel, empieza el fin.
Llegamos y empieza el juego del tetris para meter las nuevas compras en las maletas. Pedimos el UBER, compartido también, aunque en esta ocasión fuimos solos todo el viaje sin recoger a nadie.
Tras hora y pico de viaje por un gran atasco, menos mal que íbamos con tiempo de sobra, llegamos al aeropuerto. Facturamos, y nos sentamos a esperar que llegue la hora. Comemos alguna bolsa de esas patatitas que sólo hay allí en la espera y llega la hora. Ganas nos daban de equivocarnos de puerta de embarque, ya que al lado de la de Madrid estaba una para México, que no nos hubiera venido mal unos días en un resort con todo incluido para descansar, pero como no teníamos bañadores decidimos que al final no.
Llegamos a Madrid, cogemos las maletas y para casa.

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