Después de desayunar en el bufet del hotel llevé el coche al parking Campo Pequeno para dejarlo 24 horas, hasta la mañana del día siguiente, por 7 euros. Es un parking cerrado y descubierto que está situado a 5 minutos andando desde el hotel.
Fuimos a la parada Roma del metro que está al lado del hotel. En una máquina sacamos la tarjeta 7 colinas cargada con la modalidad de billete diario válido para un número ilimitado de viajes en la red de Carris (tranvías, autobuses, funiculares y el Elevador de Santa Justa) y en el metro durante 24 horas a contar desde la primera validación del billete, debiendo siempre validar la tarjeta en cada viaje. Precio 6,15 €.
Nos bajamos en la parada de la plaza Martim Moniz porque queríamos montar en el tranvía 28 y allí está la primera parada desde donde sale. El tranvía 28 es uno de los emblemas de Lisboa y se ha convertido en una de las atracciones turísticas más importantes de la ciudad porque esta línea hace un recorrido de casi diez kilómetros atravesando varios barrios y es una excelente manera de echar un primer vistazo a Lisboa y ver alguno de los edificios más emblemáticos de Lisboa. Este vagón pequeño y antiguo de color amarillo o rojo y asientos de madera funciona desde 1914. El trayecto completo dura unos 40 minutos y va desde el parque Martim Moniz a la estación Campo Ourique pasando por los barrios de Graça, Mouraria, Alfama, Baixa, Chiado, Barrio Alto y Madragoa.
Llegamos y había bastante cola para montar, por lo que tuvimos que esperar más de una hora, pero conseguimos un asiento con ventanilla para poder ver los lugares por donde pasaba. La verdad es que es toda una experiencia porque pasa por calles muy estrechas y supera grandes desniveles.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
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Pasamos por los barrios de Graça, Mouraria y Alfama, o sea la zona del Castillo de San Jorge, y cuando llegamos a la Baixa nos bajamos porque habíamos reservado para comer en el restaurante Uma en donde, por opiniones en internet, dicen que ponen el mejor arroz caldoso de Lisboa. Se trata de un restaurante antiguo y pequeño, las mesas están un poco pegadas las unas a las otras, pero tiene mucha afluencia de gente y suele haber cola para comer. El arroz estaba muy rico y tenía mucha cantidad de marisco. El precio estuvo muy bien y merece la pena probarlo.
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Después de comer empezamos a subir andando al barrio de Alfama. Llegamos a la Catedral de Lisboa o Catedral de Sé, que se encuentra en plena cuesta.
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Seguimos subiendo hasta el mirador de Santa Lucía, el más famoso de Alfama, que posee el encanto especial de los pequeños rincones tan típicos de Lisboa, con su pequeño jardín, la cubierta de buganvillas y las paredes de azulejos desconchados.
Junto al mirador está la pequeña iglesia de Santa Lucia que tiene una gran pared de azulejos en una de las fachadas.
Desde este mirador se puede contemplar, a la izquierda, las dos torres de la Iglesia de San Miguel y la Iglesia de San Esteban, a la derecha, la inmensa cúpula del Panteón Nacional, antigua Iglesia de Santa Engracia y enfrente y debajo, las casitas blancas de Alfama y el Tajo.
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Continuamos andando hasta el mirador Portas do Sol, uno de los más frecuentados por los turistas, dada su localización en pleno corazón de Alfama. La panorámica desde este mirador es muy chula.
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Fuimos hasta el exterior del Castillo de San Jorge, que sobresale entre las callejuelas desordenadas de la colina más alta de Lisboa.
Empezamos a bajar y llegamos al elevador del Castillo de San Jorge, que conecta la Baixa con los alrededores del castillo y es una buena forma de ahorrarse el esfuerzo de subir a pie hasta Alfama. Es gratuito y arriba tiene un mirador con unas buenas vistas.
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Una vez en la Baixa montamos de nuevo en el tranvía 28 en la parada donde nos habíamos bajado por la mañana para continuar con su recorrido hasta el final de la línea en Campo Ourique. En el recorrido pasamos por el barrio de Chiado, la Praça Luís de Camões, principal plaza de Barrio Alto, por São Bento, donde se encuentra el Palacio de São Bento, sede del parlamento portugués, y por el barrio de Estrela, un distrito tranquilo y próspero en el que se encuentra la Basílica da Estrela, con su ornamentada fachada barroca y enorme tejado abovedado. Frente a la Basílica se encuentra el Jardim da Estrela.
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Después de llegar hasta el final del recorrido volvimos a montar para bajarnos al lado de la parada del funicular da Bica, el más empinado, popular y utilizado de Lisboa, y dar una vuelta por el Barrio Alto.
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Nos acercamos al mirador de Santa Catalina donde había un grupo tocando y mucha gente joven bebiendo y charlando. Estuvimos un rato oyendo música y tomando una cervecita.
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Luego fuimos hasta la Praça Luís de Camões, un lugar bullicioso que separa el Barrio Alto del Chiado, por lo que es una mezcla de antigüedad y modernidad. Barrio Alto, con toda su historia, y el Chiado, mucho más movido durante el día y cargado de un ambiente bohemio con sus acogedores cafés y elegantes edificios antiguos. Esta zona estaba muy animada y había mucha gente. En esta plaza esta la iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación.Muy próximo está el Café A Brasileira y la estatua del escritor portugués: Pessoa.
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Después anduvimos por el barrio de Chiado y el barrio Alto.
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Fuimos a cenar al restaurante israelí Tantura situado en el Barrio Alto. Está en un local muy acogedor, donde ves como preparan y cocinan los platos, y las camareras y cocineros son muy atentos, pero lo mejor de todo fue la comida. Pedimos distintos platos que nos recomendó la camarera (humus, falafel,…) y todos estaban muy ricos con sabores especiales y distintos a los que estamos habituados, así como los panes y las salsas que nos sacaron. Fue todo un descubrimiento y un acierto, tanto que al día siguiente volvimos otra vez a cenar.
Finalmente dimos una vuelta para ver el buen ambiente nocturno que había y fuimos a coger el metro a la parada Baixa-Chiado para ir hasta el hotel. Para llegar a la parada entramos por la boca de metro que hay en la Praça Luís de Camões y por escaleras mecánica y largos pasillos llegamos a la estación que está en la parte de la Baixa. Esta comunicación también se puede usar para ir de la Baixa a Chiado sin tener que subir tanta cuesta.
Fuimos a la parada Roma del metro que está al lado del hotel. En una máquina sacamos la tarjeta 7 colinas cargada con la modalidad de billete diario válido para un número ilimitado de viajes en la red de Carris (tranvías, autobuses, funiculares y el Elevador de Santa Justa) y en el metro durante 24 horas a contar desde la primera validación del billete, debiendo siempre validar la tarjeta en cada viaje. Precio 6,15 €.
Nos bajamos en la parada de la plaza Martim Moniz porque queríamos montar en el tranvía 28 y allí está la primera parada desde donde sale. El tranvía 28 es uno de los emblemas de Lisboa y se ha convertido en una de las atracciones turísticas más importantes de la ciudad porque esta línea hace un recorrido de casi diez kilómetros atravesando varios barrios y es una excelente manera de echar un primer vistazo a Lisboa y ver alguno de los edificios más emblemáticos de Lisboa. Este vagón pequeño y antiguo de color amarillo o rojo y asientos de madera funciona desde 1914. El trayecto completo dura unos 40 minutos y va desde el parque Martim Moniz a la estación Campo Ourique pasando por los barrios de Graça, Mouraria, Alfama, Baixa, Chiado, Barrio Alto y Madragoa.
Llegamos y había bastante cola para montar, por lo que tuvimos que esperar más de una hora, pero conseguimos un asiento con ventanilla para poder ver los lugares por donde pasaba. La verdad es que es toda una experiencia porque pasa por calles muy estrechas y supera grandes desniveles.
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Pasamos por los barrios de Graça, Mouraria y Alfama, o sea la zona del Castillo de San Jorge, y cuando llegamos a la Baixa nos bajamos porque habíamos reservado para comer en el restaurante Uma en donde, por opiniones en internet, dicen que ponen el mejor arroz caldoso de Lisboa. Se trata de un restaurante antiguo y pequeño, las mesas están un poco pegadas las unas a las otras, pero tiene mucha afluencia de gente y suele haber cola para comer. El arroz estaba muy rico y tenía mucha cantidad de marisco. El precio estuvo muy bien y merece la pena probarlo.
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Después de comer empezamos a subir andando al barrio de Alfama. Llegamos a la Catedral de Lisboa o Catedral de Sé, que se encuentra en plena cuesta.
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Seguimos subiendo hasta el mirador de Santa Lucía, el más famoso de Alfama, que posee el encanto especial de los pequeños rincones tan típicos de Lisboa, con su pequeño jardín, la cubierta de buganvillas y las paredes de azulejos desconchados.
Junto al mirador está la pequeña iglesia de Santa Lucia que tiene una gran pared de azulejos en una de las fachadas.
Desde este mirador se puede contemplar, a la izquierda, las dos torres de la Iglesia de San Miguel y la Iglesia de San Esteban, a la derecha, la inmensa cúpula del Panteón Nacional, antigua Iglesia de Santa Engracia y enfrente y debajo, las casitas blancas de Alfama y el Tajo.
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Continuamos andando hasta el mirador Portas do Sol, uno de los más frecuentados por los turistas, dada su localización en pleno corazón de Alfama. La panorámica desde este mirador es muy chula.
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Fuimos hasta el exterior del Castillo de San Jorge, que sobresale entre las callejuelas desordenadas de la colina más alta de Lisboa.
Empezamos a bajar y llegamos al elevador del Castillo de San Jorge, que conecta la Baixa con los alrededores del castillo y es una buena forma de ahorrarse el esfuerzo de subir a pie hasta Alfama. Es gratuito y arriba tiene un mirador con unas buenas vistas.
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Una vez en la Baixa montamos de nuevo en el tranvía 28 en la parada donde nos habíamos bajado por la mañana para continuar con su recorrido hasta el final de la línea en Campo Ourique. En el recorrido pasamos por el barrio de Chiado, la Praça Luís de Camões, principal plaza de Barrio Alto, por São Bento, donde se encuentra el Palacio de São Bento, sede del parlamento portugués, y por el barrio de Estrela, un distrito tranquilo y próspero en el que se encuentra la Basílica da Estrela, con su ornamentada fachada barroca y enorme tejado abovedado. Frente a la Basílica se encuentra el Jardim da Estrela.
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Después de llegar hasta el final del recorrido volvimos a montar para bajarnos al lado de la parada del funicular da Bica, el más empinado, popular y utilizado de Lisboa, y dar una vuelta por el Barrio Alto.
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Nos acercamos al mirador de Santa Catalina donde había un grupo tocando y mucha gente joven bebiendo y charlando. Estuvimos un rato oyendo música y tomando una cervecita.
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Luego fuimos hasta la Praça Luís de Camões, un lugar bullicioso que separa el Barrio Alto del Chiado, por lo que es una mezcla de antigüedad y modernidad. Barrio Alto, con toda su historia, y el Chiado, mucho más movido durante el día y cargado de un ambiente bohemio con sus acogedores cafés y elegantes edificios antiguos. Esta zona estaba muy animada y había mucha gente. En esta plaza esta la iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación.Muy próximo está el Café A Brasileira y la estatua del escritor portugués: Pessoa.
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Después anduvimos por el barrio de Chiado y el barrio Alto.
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Fuimos a cenar al restaurante israelí Tantura situado en el Barrio Alto. Está en un local muy acogedor, donde ves como preparan y cocinan los platos, y las camareras y cocineros son muy atentos, pero lo mejor de todo fue la comida. Pedimos distintos platos que nos recomendó la camarera (humus, falafel,…) y todos estaban muy ricos con sabores especiales y distintos a los que estamos habituados, así como los panes y las salsas que nos sacaron. Fue todo un descubrimiento y un acierto, tanto que al día siguiente volvimos otra vez a cenar.
Finalmente dimos una vuelta para ver el buen ambiente nocturno que había y fuimos a coger el metro a la parada Baixa-Chiado para ir hasta el hotel. Para llegar a la parada entramos por la boca de metro que hay en la Praça Luís de Camões y por escaleras mecánica y largos pasillos llegamos a la estación que está en la parte de la Baixa. Esta comunicación también se puede usar para ir de la Baixa a Chiado sin tener que subir tanta cuesta.