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Pues sí, como habéis leído en el título, ese domingo jugaban el AC Milan y el Inter, el equivalente milanés a un Atlético- Real Madrid.
Pero no nos adelantemos, primero tenemos que salir de Como.
La idea inicial para el domingo por la mañana era subir en el funicular hasta Brunate. La entrada está en el centro de Como, podéis verlo en Google Maps. El funicular tiene un precio de 5,50 euros por persona, ida y vuelta y tarda unos 20 minutos o menos.
Por lo que habíamos visto en fotos las vistas desde Brunate son espectaculares; el problema es que el día estaba bastante nublado y no sabíamos si merecía la pena la visita o anticipar la vuelta a Milán, que teníamos prevista para mediodía. Finalmente, decidimos volver a Milán porque estaba empezando a llover y dejaremos la visita a Brunate para otra ocasión. Por si estáis interesados, os dejo la web del Funicular de Brunate para que consultéis horarios y demás.
A la ida, como ya os he contado, cogimos el tren en Cadorna para llegar a la estación Como Lago Nord; en esta ocasión, sin embargo, nos interesaba llegar a Central por estar más cerca de nuestro alojamiento. No teníamos mirados los horarios para salir por la mañana pero nos fuimos a la estación para comprar los billetes allí. Desde el centro de Como hasta la estación de Como S.Giovanni se tardan unos 15 minutos andando, un paseo muy sencillo.
Llegamos a la estación y compramos, sin problemas, los billetes en la máquina expendedora. Ya sabéis que podéis consultar los horarios en la página de Trenitalia. No tuvimos que esperar mucho, unos 20 minutos después salía nuestro tren con destino a Milán. Recordad que si habéis comprado los billetes en la estación es necesario validarlos antes de acceder al tren, en las máquinas que veréis. En una hora estábamos en Milán y nos dirigimos, andando, hasta nuestro alojamiento.
El hotel Baviera Mokimba se encuentra a unos 10 minutos andando de Central y a 2 de la estación de metro de Repubblica. Está muy bien ubicado y las habitaciones son modernas y muy limpias. Encontré una oferta en su web en la que ofrecen alojamiento y desayuno a partir de 50 euros en tarifa no reembolsable. Es de lo más barato que encontré por esa zona así que lo reservamos. No nos gusta mucho reservar sin posibilidad de cancelación pero bueno, eran 50 euros y nos arriesgamos. Os dejo la web del hotel porque lo recomendamos totalmente y así podéis consultar la oferta que os he comentado.
Bueno, pues toca patear Milán. Desde el hotel son unos 20 minutos caminando hasta el Duomo que aprovechamos para ir abriendo el apetito; sobre las 13.15 horas estábamos ya cerca del Duomo, por lo que decidimos parar a comer y así hacer las visitas del tirón.
Y después de comer...¿qué tocaba? Descubrir las Galerías Vittorio Emanuele.
También conocidas como el Salón de Milán, las galerías comerciales fueron diseñadas en el siglo XIX. Entre sus muros se pueden encontrar agradables restaurantes (no miramos precios) y algunas de las tiendas más elegantes de la ciudad. Su nombre proviene de Vittorio Emanuele II, primer rey de la Italia unificada y fue construida por Giuseppe Mengoni entre 1865 y 1877. Consta de dos arcadas perpendiculares cubiertas por una bóveda de vidrio y hierro y en el techo de la bóveda central de la galería hay un mosaico que representa Asia, África, Europa y América. Como curiosidad, en el octógono central hay un mosaico con un toro, el escudo familiar de los Savoia. Por lo visto, da buena suerte dar un giro sobre el toro con el pie derecho y los ojos cerrados. Si lo haces el 31 de diciembre a medianoche te dura la suerte todo el año; no quiero imaginarme cómo se pondrá el torito en Nochevieja
.Y ahora sí, casi 48 horas después de aterrizar en Milán tocaba conocer el famoso Duomo.
Había muchísima gente en la plaza. Como os contaba al principio de la etapa era día de derby y por todas partes había grupos de gente con camisetas del AC Milan y del Inter.
Después de atravesar la marabunta de gente conseguimos llegar a la entrada. Como sabéis, llevábamos el Duomo Pass comprado por lo que solo tuvimos que enseñarlo y ponernos a la cola. La verdad es que va bastante rápido y en 10 minutos estábamos dentro.
Nos hubiese gustado coger una audioguía para que nos fueran contando pero no había; sin embargo, en la entrada hay unas máquinas en las que, por un euro, puedes ver varios vídeos sobre el Duomo. Son bastante interesantes y, en total, se tardan 10 minutos en verlos. Gracias a estos vídeos descubrimos que la construcción del Duomo comenzó en 1386 y se terminó en 1965. Su construcción comenzó tras el incendio que destruyó la Basílica de San Antonio y otra basílica cercana en el 1075. La catedral es de estilo gótico y es una de las más grandes del mundo con 157 metros de largo y 40.000 personas de capacidad.
El interior del Duomo es espectacular. La verdad es que es bastante grande y mires donde mires hay algo de interés. Las vidrieras, el techo, las bóvedas...
Me gustó especialmente la estatua de San Bartolomé, que data de 1562 y fue realizada por Marco da Agrate. Representa a San Bartolomé con un libro y cubierto con lo que parece una túnica; sin embargo, esa túnica en realidad es su propia piel. San Bartolomé fue despellajado durante su martirio y la estatua muestra el cuerpo humano sin piel, con los músculos representados. A los pies de la estatua se puede leer una frase del autor, temeroso de que su obra se atribuyera a Praxíteles: “Non me Praxiteles sed Marco finxit Agrat”, que se podría traducir como "no me hizo Praxíteles sino Marco da Agrate".
También es posible visitar la cripta con la capilla de San Carlos Borromeo, donde se encuentran sus restos.
El Duomo Pass también incluye la visita a las ruinas arqueológicas así que, después de rodear el Duomo, volvimos a la entrada que es donde está el acceso. Hay que bajar una escaleras un poco estrechas y se llega a un pasillo donde hay unos murales con explicaciones de las ruinas. Como resumen, os comentaré que las ruinas muestran los restos de la Catedral de Santa Tecla y las ruinas de un baptisterio cristiano del siglo IV. También se encuentran los restos de una pila bautismal octogonal en la que, supuestamente, San Ambrosio bautizó a San Agustín.
Una vez visitadas las ruinas salimos a la calle y nos dirigimos a la entrada de las Terrazas. Según sales del Duomo, el acceso se encuentra en el lateral derecho.
Como veis, no había nada de cola y pasamos muy rápido. Para hacer la subida a pie no hace falta estar en una estupenda forma física pero sí que la desaconsejaría para personas mayores o si lleváis un carrito. Los escalones son estrechos, como podéis ver.
De las Terrazas, poco hay que comentar. Disfrutad de las vistas porque son espectaculares.
La bajada, como podéis suponer, mucho más fácil que la subida
. Una vez abajo nos dirigimos al Museo del Duomo, justo enfrente de uno de los laterales de la Catedral. Es probable que veáis mucha cola pero suele ser para el Palacio Real, nosotros entramos sin esperar. En el Museo podéis encontrar distintos objetos y obras de arte de la Catedral y es posible avanzar cronológicamente a través de estas piezas desde el inicio hasta el final de la construcción.
Una de las cosas que más nos gustó fue la reproducción a escala del Duomo.
Y con el Museo decidimos que se había acabado el turismo. Eran las 18.00 horas y nos pusimos en camino hacia el siguiente destino: los Navigli. Nos montamos en el metro en la estación de Duomo y...¡sorpresa! Los aficionados milaneses habían decidido también que era hora de dirigirse al campo. Por suerte, no iban en el mismo tren que nosotros.
OJO: hay líneas en Milán que se dividen en dos ramales. Mirad antes de montaros en el tren no vaya a ser que terminéis en otro sitio.
Nos bajamos en Porta Genova y en 5 minutos estábamos en los canales. En sus inicios, alrededor del siglo XII, los canales fueron concebidos como forma de transporte para las rocas del Duomo. Allá por el siglo XV llegó Da Vinci, quien convirtió los canales en rutas de acceso al centro de Milán. De la red de canales quedan dos: Navigli Grande y Navigli Pavese con un montón de bares y restaurantes a su alrededor.
Era un poco pronto, por lo que no había mucha gente pero a medida que iba anocheciendo las luces de los locales se iluminaban y se llenaban las terrazas.
Y llegó la hora de volver a disfrutar de un típico aperitivi italiano. Para los que no sepáis qué es consiste en que pagas la bebida y puedes disponer de un pequeño buffet. Después de echar un vistazo nos decidimos por uno que tenía buena pinta; un aperol y un bloody mary nos costaron 22 euros y el buffet estaba muy bien, con platos fríos y calientes que reponían con frecuencia. También contaba con postres y una fuente gigante de Nutella
.A las 20.30 horas era el derby así que nos fuimos a un pub irlandés a verlo. No todo va a ser turismo y vivir un derbi con milaneses es una experiencia que nos gustó bastante. Cuando acabó el partido volvimos a coger el metro y de vuelta al hotel. Estábamos derrotados y aún nos quedaba el lunes para poder disfrutar de Milán.
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La verdad es que sabe cómo acertar con los regalos, sabe que con una escapa soy feliz. 
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