Amazonía peruana (Gamboa) desde Leticia ✏️ Diarios de Viajes de ColombiaExcursión de dos días a la reserva Gamboa, situada en la parte peruana del Amazonas cercana a Leticia. Las experiencias vividas en este lugar inmerso en la selva atraparán mis recuerdos para siempre. Remamos en canoa por la selva inundada, llegamos al Lago Piraña, avistamos caimanes, águilas, garzas, delfines, multitud de aves.Diario: Palmeando por COLOMBIA⭐ Puntos: 4.9 (34 Votos) Etapas: 9 Localización: ColombiaGamboa (primer día). En canoa por la selva inundada y avistamiento de caimanes Es el primer día de una excursión de dos días a la reserva Gamboa, situada en la parte peruana del Amazonas cercana a Leticia. Las experiencias vividas en este lugar inmerso en la selva atraparán mis recuerdos para siempre. En la lancha pública de línea regular partimos por la mañana de Puerto Nariño hacia Leticia. En el puerto de Leticia nos espera Sebastián para acompañarnos en barca a la Isla de Santa Rosa en Perú. Sólo hay que cruzar el río Amazonas para llegar a la otra orilla y cambiar de país, sin necesidad de pasaporte ni trámites fronterizos. Inundado nos recibe el poblado peruano de Santa Rosa en esta época de aguas altas. Manteniendo el equilibrio por tableros de madera provisionales conseguimos llegar al restaurante donde está preparado el almuerzo y donde conocemos a nuestro joven guía para estos dos días, apodado Jim, y a la jovencísima pareja de alemanes que serán nuestros compañeros de aventuras. Ceviche, chicharrón de pescado, patacones, arroz chaufa……….en eso consiste el suculento menú. Yo ya me he rendido al embrujo de la Amazonía, pero todo puede ir a más. Mi enamoramiento se acrecienta durante la excursión de la tarde. Navegamos una hora por el Amazonas y de nuevo resultamos agraciados con saltos de delfines, con vuelos de garzas y planeos de la gran águila. Nos hemos quedado mudos. Sin mediar palabra, absortos en las sensaciones, hasta que nos desviamos por la Quebrada Gamboa, río más estrecho que nos regala emotivas estampas de casas de madera acompañadas de palmeras y plataneras reflejadas en el agua. Los niños vuelven a casa en canoa, es su medio de transporte. El rústico hospedaje para esta noche en la comunidad Gamboa consiste en una cabaña con habitaciones privadas y baños compartidos.......sólo agua fría, que ya es bastante. Balancearme en la hamaca tiene algo hipnótico. Hechizo completo. Apenas se puede caminar en esta época. El remo hace de piernas y es el medio para trasladarnos de un lugar a otro. Toca remar en canoa por la tarde para adentrarnos en la selva inundada. Es encantadora y me recuerda a la Tingana que conocí hace pocos años. Quién me iba a decir que volvería a navegar por un bosque inundado peruano. Es una maraña de ramas, lianas, reflejos. Se confunde la realidad que aflora sobre la superficie con la reflejada en los espejos de agua oscura. En el poblado el agua llega por la pantorrilla en esta época. Los más pequeños se lo pasan bomba en el agua y pronto se fijan en mí para invitarme a chapotear. Los mayores juegan al fútbol. En ningún poblado falta un balón. La llegada del heladero con su nevera portátil es todo un acontecimiento. Charlamos hasta la puesta de sol con el encargado del alojamiento. Oscurece, y nosotros nos preparamos para la siguiente aventura: el avistamiento nocturno de caimanes remando en canoa. Surcar estos ríos amazónicos en la oscuridad es toda una experiencia. La media luna ilumina el río y la vegetación, y apenas necesitamos linternas. Orión en el cénit. La pequeña canoa se desliza con el agua casi a ras. Oigo el agua a cada golpe de remo, la toco. Navegamos por la Amazonía, ¿te lo puedes creer?. Los caimanes se ocultan durante el día, pero sus ojos incandescentes los delatan por la noche, como si su mirada quisiera quemar. Jim sólo tiene 21 años pero es experto en estas tierras, en estas aguas. Lo ha mamado desde niño, cuando empezaba a remar a las 3 de la madrugada para llegar a la escuela 3 horas después. El río es su medio y no hay caimán que se le resista. De pronto acelera la canoa y se abalanza sobre él. Lo agarra con ambas manos y lo muestra satisfecho. Es pequeño, y por supuesto, lo devolvemos al agua sin dañarlo. La cena nos espera tras la travesía nocturna: pollo a la plancha, arroz, espagueti, ensalada, patacón. Hay electricidad de 6 a 9 pm mediante el generador del poblado. Después es la luna la encargada de que la noche no sea tan oscura y que nuestros ojos puedan distinguir las palmas y las plataneras. Nos dormimos entre la mosquitera mirando las estrellas. Gamboa (segundo día). En canoa al Lago Piraña, el día de las aves Toque de despertador a las 5 am porque Jim nos ha citado para desperezarnos ante el amanecer navegando en canoa. La intención es observar aves, más activas a estas horas. Sus gorgoritos anuncian el despertar del día: loros, cotorras, gavilanes, el martín pescador, los mochileros…. Los monos intervienen en la escena selvática agitando el ramaje. Regresamos hora y cuarto más tarde cuando los nativos comienzan el día agarrando su bote. Qué bonitos instantes. Qué dulzura esas imágenes de las cabañas y las palmeras reflejadas sobre el agua con la luz del amanecer!. Nunca hemos dejado de ver palmas en este viaje por Colombia. Ducha en agua fría y desayuno antes de agarrar los remos con nuevas fuerzas porque va a ser una excursión larga y cansada. Nos vamos al Lago Piraña y tardaremos 3 horas en llegar desde Gamboa. Remamos primero por el río Gamboa hasta enlazar con el río Amazonas. Te sientes insignificante en canoa de remos surcando este enorme río de varios kilómetros de ancho. Después nos adentramos en la selva inundada y la sensación resulta cautivadora una vez más. Nos dedicamos a sortear los enormes troncos que el agua ha anegado varios metros de profundidad. Me cuesta imaginarme cómo será esta jungla seca en otras épocas del año. La espesura vegetal nos obliga a agachar las cabezas para no chocar contra ramas o lianas colgantes. Hojas de todas las formas y tamaños inimaginables se entremezclan en esta tupida selva sin dejar huecos vacíos. Verdes y más verdes hacen destacar los rojos de llamativas flores, o blancos, violetas, naranjas, mientras que los colores azules los aportan los revoloteos de las incansables mariposas gigantes. Es tan largo el camino al Lago Piraña que hay tiempo para absorberlo y también para fijarse en los bichillos que se mimetizan con el entorno. Hileras de hormigas gigantes, cientos de ciempiés, arañas de todos los tamaños, peludas tarántulas, la serpiente amarilla que asoma entre las ramas. Más de 1000 especies diferentes de aves habitan en el Amazonas, donde han encontrado un hábitat ideal que les suministra alimento y refugio. Jim es un fenómeno y es capaz de distinguir cualquier animal por mucho que se quieran ocultar. A lo lejos suenan los monos aulladores. “Es un grupo numeroso”, afirma al escuchar sus sonidos. Tres horas después de salir de Gamboa vislumbramos el Lago Piraña. Es un lugar de semejante tranquilidad que nuestra presencia sobresalta a los cormoranes que nadaban en sus aguas, haciéndolos remontar el vuelo. Rodeado de vegetación selvática, el lago Piraña es amplio y sosegado, un espejo que refleja el habitualmente fotogénico cielo amazónico. Siento que estoy en un lugar tan apartado, tan inexplicablemente relajante y excitante……………Te deja sin palabras. ¿Quién ha estado en el Lago Piraña? ......... Nunca me hubiera imaginado estar aquí. Ni sabía que existía. Descansamos un buen rato tras la dura travesía antes de emprender el regreso por el bosque inundado. A orillas del río Amazonas nos esperaba una lancha motorizada para trasladarnos a Santa Rosa bajo una insolente tormenta amazónica de ira inesperada. Después del tardío almuerzo en el animado restaurante peruano con música brasileña llega el momento de morirnos de envidia al despedirnos de la pareja alemana, quiénes continuarán viaje durante varios meses más. Cruzar el Amazonas desde Santa Rosa hasta Leticia supone una nueva despedida de Perú y otra vez estamos en Colombia sin ningún control migratorio. Recoger equipaje en el hotel, despedirnos de Sebastián en la agencia, taxi al aeropuerto. Nuestro vuelo desde Leticia partía ya de noche. Algo más de hora y media a Bogotá para dedicar el último día en Colombia a un paseo urbano y cultural por Bogotá. Índice del Diario: Palmeando por COLOMBIA
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