Sábado 18 de Mayo:
(Nota: las fotos de esta etapa no son mías, son sacadas de Internet, ya que este día no llevé la cámara a ningún sitio).
Y por fin había llegado el sábado, el día grande para los eurofanes de toda Europa. Esa misma noche tendría lugar la gran final de Eurovisión 2019, motivo por el cual estábamos allí. Además, este año, para variar, nos gustaba mucho la canción española, y además pensábamos que podía quedar mejor que otras veces, pero al final pasó lo de casi siempre en estos últimos años y la decepción fue bastante grande. Pero bueno, eso no nos iba a arruinar la luna de miel.
El día anterior habíamos estado paseando por las playas del norte de la ciudad, que es lo que la hacen un destino de vacaciones tan demandado en Israel, pero nosotros todavía no habíamos pisado la arena de ninguna de ellas. Así que la mañana del sábado la dedicamos precisamente a eso, a ir a la playa. Consideramos al opción de irnos a las playas que habíamos visto el día anterior, pero la ciudad seguía sin transporte público y no nos apetecía meternos la misma pateada otra vez, así que nos quedamos por las playas de Jaffa, a 10 minutos andando de casa.
Elegimos la playa de Alma, que tiene unas vistas privilegiadas pues está entre la ciudad antigua de Jaffa y la moderna Tel Aviv y sus rascacielos. La playa estaba llenísima, y costaba encontrar un sitio tranquilo para extender las toallas y sin perros que pasaran a tu lado corriendo y salpicándote de arena , pero al final lo conseguimos. Estuvimos unas dos horas tomando el sol y algún que otro baño, el primero del año. Yo no soy muy playero precisamente, pero la verdad es que en una ciudad como esa apetece estar un rato al menos tumbado a la bartola.
A la hora de comer dejamos la playa y nos metimos en un restaurante griego que hay justo en el paseo, con terraza frente al mar. Tuvimos suerte y nos pusieron en una de las mesas de primera línea, así que teníamos todo el mar delante y la gente con su ir y venir paseo arriba y paseo abajo. La comida resultó estar muy buena, y además con música griega de fondo, así que estábamos en la gloria.
Después de comer entramos a tomar un café en otro sitio, y me dio por experimentar y pedirme un te árabe con cardamomo. No me gustó nada. Bueno, sí, me gustó la forma de servirlo, en una especie de cazo de latón que luego podías usar para llenar la taza que te ponían, pero el café tenía un sabor muy raro que no me convenció en absoluto.
Volvimos al apartamento y nos echamos una siesta antes de arreglarnos y volver por última vez al recinto de la Expo para la final. También aprovechamos para hacer las maletas y recoger todo porque al día siguiente dejábamos el apartamento. El viaje hasta el centro de exposiciones fue un poco odisea porque algunas líneas de autobús todavía estaban sin funcionar por el shabat, entre ellas la del 40 que nos llevaba directo, así que tuvimos que buscar un plan b y hacer trasbordo en la plaza del ayuntamiento, donde asesinaron a Isaac Rabin, el antiguo primer ministro israelí.
Cuando llegamos al recinto nos encontramos con mucha más gente que en las semifinales, lo que hizo que pasar los controles de seguridad fuera más tedioso, y además un grupo de gente protestando y pidiendo el boicot a Eurovisión en Israel por el conflicto permanente que tienen con Palestina. También había mucha policía y militares, lo que recordaba a cada momento que podía ser un objetivo deseable para grupos terroristas de cualquier tipo. Afortunadamente no pasó nada, pero hasta que no estuvimos dentro no estuve tranquilo del todo.
Una vez en nuestro sitio sentados comprobamos que estábamos rodeados de israelís. En un momento dado vimos que todos se levantaban y se giraban, visiblemente alterados, entonces la señora que se sentaba a mi lado me explicó que tres filas por detrás de nosotros estaba Benjamin Netanyahu, el actual primer ministro del país. Estaba completamente rodeado de guardaespaldas, así que sabíamos que estábamos en una zona bien protegida.
Para los que nos gusta Eurovisión verlo en directo siempre es impresionante, por el despliegue de medios técnicos y los nervios de la votaciones. Este año, además, contaba con un aliciente extra, la actuación de toda una leyenda del pop, Madonna. No es que seamos fans precisamente, pero siempre es interesante ver en directo a alguien con esa trayectoria. Sin embargo nos dejó bastante fríos, a nosotros y a todo el público, tanto allí como en casa, y es que sonó bastante regular.
Lo mejor de la noche fue sin duda un momento en que los presentadores se pusieron entre el público, justo detrás de nosotros. En este momento nos enfocaron durante unos minutos y estuvimos en televisión el tiempo suficiente para que todos nuestros amigos, familiares y compañeros de trabajo hicieran mil fotos de la tele y nos las mandaran diciéndonos que nos habían visto. Los móviles echaron humo durante un rato con tanto mensaje. Sin duda fue algo muy divertido y una anécdota para contar.
Lo que no fue tan divertido fueron los resultados. Como ya dije antes España volvió a quedar mal, y esta vez creo que bastante inmerecidamente, a diferencia de otros años anteriores. Y para rematar, la ganadora, Holanda, aunque me gusta no me parece que sea como para ganar, pero bueno, Europa decidió eso. Al menos mi favorita, Dinamarca, quedó bastante mejor de lo que la gente esperaba y eso que pasó a la final justita en la semifinal.
Y con este broche de oro pusimos fin a nuestra estancia en Tel Aviv. Volvimos a casa y nos acostamos. Al día siguiente nos esperaban Jerusalén y la segunda parte del viaje, bastante diferente a la que habíamos vivido hasta ese momento.
(Nota: las fotos de esta etapa no son mías, son sacadas de Internet, ya que este día no llevé la cámara a ningún sitio).
Y por fin había llegado el sábado, el día grande para los eurofanes de toda Europa. Esa misma noche tendría lugar la gran final de Eurovisión 2019, motivo por el cual estábamos allí. Además, este año, para variar, nos gustaba mucho la canción española, y además pensábamos que podía quedar mejor que otras veces, pero al final pasó lo de casi siempre en estos últimos años y la decepción fue bastante grande. Pero bueno, eso no nos iba a arruinar la luna de miel.
El día anterior habíamos estado paseando por las playas del norte de la ciudad, que es lo que la hacen un destino de vacaciones tan demandado en Israel, pero nosotros todavía no habíamos pisado la arena de ninguna de ellas. Así que la mañana del sábado la dedicamos precisamente a eso, a ir a la playa. Consideramos al opción de irnos a las playas que habíamos visto el día anterior, pero la ciudad seguía sin transporte público y no nos apetecía meternos la misma pateada otra vez, así que nos quedamos por las playas de Jaffa, a 10 minutos andando de casa.
Elegimos la playa de Alma, que tiene unas vistas privilegiadas pues está entre la ciudad antigua de Jaffa y la moderna Tel Aviv y sus rascacielos. La playa estaba llenísima, y costaba encontrar un sitio tranquilo para extender las toallas y sin perros que pasaran a tu lado corriendo y salpicándote de arena , pero al final lo conseguimos. Estuvimos unas dos horas tomando el sol y algún que otro baño, el primero del año. Yo no soy muy playero precisamente, pero la verdad es que en una ciudad como esa apetece estar un rato al menos tumbado a la bartola.
A la hora de comer dejamos la playa y nos metimos en un restaurante griego que hay justo en el paseo, con terraza frente al mar. Tuvimos suerte y nos pusieron en una de las mesas de primera línea, así que teníamos todo el mar delante y la gente con su ir y venir paseo arriba y paseo abajo. La comida resultó estar muy buena, y además con música griega de fondo, así que estábamos en la gloria.
Después de comer entramos a tomar un café en otro sitio, y me dio por experimentar y pedirme un te árabe con cardamomo. No me gustó nada. Bueno, sí, me gustó la forma de servirlo, en una especie de cazo de latón que luego podías usar para llenar la taza que te ponían, pero el café tenía un sabor muy raro que no me convenció en absoluto.
Volvimos al apartamento y nos echamos una siesta antes de arreglarnos y volver por última vez al recinto de la Expo para la final. También aprovechamos para hacer las maletas y recoger todo porque al día siguiente dejábamos el apartamento. El viaje hasta el centro de exposiciones fue un poco odisea porque algunas líneas de autobús todavía estaban sin funcionar por el shabat, entre ellas la del 40 que nos llevaba directo, así que tuvimos que buscar un plan b y hacer trasbordo en la plaza del ayuntamiento, donde asesinaron a Isaac Rabin, el antiguo primer ministro israelí.
Cuando llegamos al recinto nos encontramos con mucha más gente que en las semifinales, lo que hizo que pasar los controles de seguridad fuera más tedioso, y además un grupo de gente protestando y pidiendo el boicot a Eurovisión en Israel por el conflicto permanente que tienen con Palestina. También había mucha policía y militares, lo que recordaba a cada momento que podía ser un objetivo deseable para grupos terroristas de cualquier tipo. Afortunadamente no pasó nada, pero hasta que no estuvimos dentro no estuve tranquilo del todo.
Una vez en nuestro sitio sentados comprobamos que estábamos rodeados de israelís. En un momento dado vimos que todos se levantaban y se giraban, visiblemente alterados, entonces la señora que se sentaba a mi lado me explicó que tres filas por detrás de nosotros estaba Benjamin Netanyahu, el actual primer ministro del país. Estaba completamente rodeado de guardaespaldas, así que sabíamos que estábamos en una zona bien protegida.
Para los que nos gusta Eurovisión verlo en directo siempre es impresionante, por el despliegue de medios técnicos y los nervios de la votaciones. Este año, además, contaba con un aliciente extra, la actuación de toda una leyenda del pop, Madonna. No es que seamos fans precisamente, pero siempre es interesante ver en directo a alguien con esa trayectoria. Sin embargo nos dejó bastante fríos, a nosotros y a todo el público, tanto allí como en casa, y es que sonó bastante regular.
Lo mejor de la noche fue sin duda un momento en que los presentadores se pusieron entre el público, justo detrás de nosotros. En este momento nos enfocaron durante unos minutos y estuvimos en televisión el tiempo suficiente para que todos nuestros amigos, familiares y compañeros de trabajo hicieran mil fotos de la tele y nos las mandaran diciéndonos que nos habían visto. Los móviles echaron humo durante un rato con tanto mensaje. Sin duda fue algo muy divertido y una anécdota para contar.
Lo que no fue tan divertido fueron los resultados. Como ya dije antes España volvió a quedar mal, y esta vez creo que bastante inmerecidamente, a diferencia de otros años anteriores. Y para rematar, la ganadora, Holanda, aunque me gusta no me parece que sea como para ganar, pero bueno, Europa decidió eso. Al menos mi favorita, Dinamarca, quedó bastante mejor de lo que la gente esperaba y eso que pasó a la final justita en la semifinal.
Y con este broche de oro pusimos fin a nuestra estancia en Tel Aviv. Volvimos a casa y nos acostamos. Al día siguiente nos esperaban Jerusalén y la segunda parte del viaje, bastante diferente a la que habíamos vivido hasta ese momento.